Sobredosis de abonos en Europa
Los fertilizantes químicos asfixian los ecosistemas acuáticos de ríos, lagos y costas. La UE intenta ahora reducir su uso, pero los grupos de presión agroindustriales se oponen: En la región de la Tuscia, a 60 kilómetros al norte de Roma, los cultivos de avellanas han aumentado enormemente en los últimos años. El grupo Ferrero, propietario de productos como Nutella y Ferrero Rocher, compra la mayor parte de estos frutos a pequeños y medianos agricultores, organizados en cooperativas. Las vastas extensiones de monocultivos de avellanos se extienden por tierras fértiles, abrazando el lago Vico, una caldera volcánica inactiva de 18 kilómetros de circunferencia. Aunque el lago tiene una profundidad de 45 metros, ya no hay oxígeno a 18 metros debido a la enorme cantidad de nutrientes procedentes de la escorrentía de las plantaciones circundantes. Si las cosas no cambian, los expertos predicen que carecerá por completo de oxígeno, lo que lo convertirá en ecológicamente muerto dentro de unos años.
Davide Mancini y Marcello Rossi
La doctora Antonella Litta es miembro de la asociación italiana Medici per l’Ambiente (Médicos por el Medio Ambiente) y lleva una década trabajando a escala local, regional y nacional para mejorar el agua del lago Vico: “Hace más de diez años que no tenemos agua potable en el pueblo, porque el agua doméstica procede del lago, que está contaminado“. El uso masivo de fertilizantes en el suelo alrededor del lago durante décadas ha provocado una acumulación de nutrientes por encima del umbral permitido y, continúa Antonella, “las microcistinas creadas por la proliferación de algas no pueden ser filtradas por las depuradoras existentes, lo que amenaza la salud de la gente”. El agua del lago llega a los hogares de los 10.000 habitantes de los municipios de Ronciglione y Caprarola.
Los abonos químicos de síntesis, también conocidos como NPK, son los más utilizados en la industria agrícola y contienen tres elementos esenciales: nitrógeno (N), fosfato (P) y potasio (K). El nitrógeno y el fósforo son los elementos contenidos en los abonos que provocan la proliferación de algas, que absorben grandes cantidades de oxígeno del agua durante la floración, tiñendo el lago de rosa. Un fenómeno similar al que ocurre en el Mar Menor, y con causas igualmente similares. Las algas consumen el oxígeno del agua y, por tanto, queda poco (hipoxia) o nada de oxígeno (anoxia) para el resto de seres vivos, provocando fenómenos como la muerte de peces.
Este fenómeno se denomina eutrofización y es muy frecuente en los lagos, ríos, lagunas y mares de Europa. Los fertilizantes con sus nutrientes han permitido explotar al máximo los suelos europeos, pero se revelan como un contaminante cada vez más peligroso de los equilibrios ecológicos, así como de la salud humana.
De hecho, los fertilizantes sintéticos siguen siendo ineficaces al llegar sólo a las frutas y verduras a las que se aplican: especialmente el nitrógeno, muy soluble, del que sólo el 59% es absorbido por el producto agrícola, el resto se dispersa en el medio ambiente, arrastrado por la lluvia y el riego, llegando a las capas freáticas, a los ríos y finalmente a los lagos y lagunas, donde estos nutrientes se acumulan con el tiempo, hasta saturarlos.
Y cuando las condiciones son óptimas, las microalgas florecen aprovechando los nutrientes y el oxígeno del agua. El lago Vico tiene un ciclo de renovación del agua de 17 años, lo que significa que, si se agota por completo el oxígeno presente en el agua, harán falta casi dos décadas (y una suspensión total del uso de fertilizantes) para que este ecosistema recupere su “salud” y vuelva a tener oxígeno.
Al otro lado del Mediterráneo, la laguna del Mar Menor no ha visto brotes de algas en el último año. En la costa occidental de la cuenca, la rambla del Albujón vierte agua dulce constantemente en el ecosistema salino, incluso durante el invierno seco que acaba de terminar. “Hace meses que no llueve y, sin embargo, la rambla ahora vierte unos 100 litros de agua por segundo. Esto significa que procede de cultivos regados con pozos legales e ilegales del campo de Cartagena”, afirma Julio Mas, exdirector del Centro Oceanográfico de Murcia y profundo conocedor del ecosistema del Mar Menor. El biólogo muestra el volumen de agua marcado en el hormigón del canal que desemboca en la mayor laguna salada de Europa.
Los últimos datos recogidos por el CSIC (Centro Superior de Investigaciones Científicas) muestran una mejora del estado de los nutrientes en el Mar Menor respecto a 2019, el año más crítico, pero aún con niveles demasiado altos como para pensar en una recuperación de la laguna. “Si los nutrientes que entran en el Mar Menor estuvieran por debajo de cierto umbral, el ecosistema no tendría problemas para absorberlos”.
Los casos de eutrofización del lago Vico y del mar Menor no son una excepción en Europa, sino todo lo contrario. Los Estados miembro con mayor número de aguas eutróficas son Bélgica, Chequia, Dinamarca, Finlandia, Alemania, Letonia, Luxemburgo y Polonia. Desde los años noventa, la Unión Europea ha tratado de reducir los aportes de nutrientes mediante políticas y marcos reglamentarios.
En Europa, alrededor del 70% de las tierras agrícolas están sobreexplotadas en nutrientes, lo que perjudica la calidad del agua y la biodiversidad. Por ello, el sector agrario sigue siendo la primera fuente de contaminación por nutrientes, causada por el uso de abonos y estiércol producidos por las explotaciones ganaderas.
Treinta años después de la adopción de la Directiva sobre los nitratos, la situación no ha mejorado sustancialmente y las estaciones europeas de control de las aguas subterráneas registran niveles persistentemente elevados de concentraciones de nutrientes. La Directiva nitratos es la principal norma que regula la aportación de nutrientes a las aguas. Se remonta a 1991 y obliga a los Estados miembro a desarrollar políticas para reducir las emisiones de fósforo procedentes de las actividades agrícolas y a controlar los niveles de concentración en el agua.
El incumplimiento de la Directiva nitratos por parte de los Estados está en el origen de la proliferación de algas en las aguas europeas, el proceso de eutrofización y sus consecuencias para los ecosistemas y la salud, siendo los fertilizantes la principal causa del problema.
Por otra parte, el mercado mundial de fertilizantes goza de buena salud y está en crecimiento, a pesar de una reducción significativa del consumo de fertilizantes en el continente europeo. En 2022, los principales fabricantes mundiales registraron beneficios récord. Según datos de la organización ecologista Grain, las 9 principales empresas pasaron de una media de 14.000 millones de dólares de beneficios antes de la pandemia a 49.000 millones en 2022.
El aumento del precio de los abonos, que en algunos casos se triplicó para los agricultores, se había achacado a la crisis del gas (necesario para producir el nitrógeno de los abonos) debido a la guerra entre Rusia y Ucrania. Pero, según Grain, el margen de beneficios de las grandes empresas creció mucho más allá del aumento del precio del gas, fruto de la especulación del oligopolio de las empresas químicas. Un aumento que recayó sobre los agricultores y los gobiernos nacionales, que intervinieron para evitar el impacto económico y social en el sector agrícola.
Existe una alternativa a los abonos sintéticos, y limitaría el exceso de nutrientes liberados al medio ambiente: los abonos orgánicos. Parte de la estrategia europea Green Deal pretende alcanzar al menos el 25% de la producción agrícola total en términos ecológicos para 2030.
“En la agricultura ecológica, por ejemplo, no se puede utilizar nitrógeno sintético, lo que limitaría enormemente la contaminación del medio ambiente”, afirma Maria Zintl, de la Asociación de Agricultura Ecológica, asociación que agrupa a los agricultores ecológicos europeos con sede en Bruselas. “Todavía estamos lejos del objetivo si tenemos en cuenta que actualmente la media europea es del 8,5% de agricultura ecológica total“. Alemania está en el 13% de agricultura ecológica respecto al total producido, Italia en el 15,2%, España en el 11%, Austria es la más avanzada con el 25,3%.
Para Devlin Kuyek, investigador de Grain, el objetivo del 25% no es suficientemente ambicioso: “Tenemos que reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero y la producción de nitrógeno contribuye significativamente a la contaminación”, afirma Grain. “Además, los suelos europeos ya están saturados de fertilizantes tras décadas de agricultura intensiva, por lo que las empresas europeas se están centrando más en la producción en otros continentes como África, Asia y América Latina“.
La producción de alimentos a gran escala y la ineficacia de los fertilizantes químicos sintéticos han provocado la contaminación del agua, el aire y el suelo. A escala mundial, el exceso de nitrógeno y fósforo liberado en el medio ambiente ya ha superado los límites de seguridad, y Europa contribuye significativamente a esta contaminación.
La Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) calcula que el límite de pérdidas de nitrógeno y fósforo en el medio ambiente se supera en 3,3 y 2 veces, respectivamente, de lo que éste puede tolerar. La misma agencia subraya también que el impacto ecológico del consumo europeo no se limita a la contaminación de los suelos de nuestro continente, sino también a la asociada a la producción de productos agrícolas importados de terceros países.
A través de sus recientes estrategias sobre Biodiversidad y Farm to Fork (del campo a la mesa), dos partes clave del Pacto Verde Europeo, la Comisión Europea ha reconocido la necesidad de producir alimentos de forma más sostenible, proponiendo reducir la pérdida de nitrógeno en al menos un 50% y el uso de fertilizantes en al menos un 20% para 2030.
La asociación Fertilizer Europe, que agrupa en Bruselas a los principales productores europeos de fertilizantes, incluidas multinacionales como Yara y BASF, se opuso firmemente a los objetivos de reducción del uso de fertilizantes propuestos por la nueva estrategia.
En una declaración de 2022, cuando la Comisión debatía la iniciativa Farm to Fork, Fertiliser Europe afirmaba que “una reducción del 20% de los nutrientes provocará una reducción del suministro de alimentos, un aumento de la dependencia exterior y un incremento de los precios de los alimentos“, estimaciones basadas en un estudio de Wageningen University & Research. Sin embargo, el estudio parece haber sido encargado –y financiado– por varios grupos de presión del sector agroalimentario, entre ellos la propia Fertiliser Europe. Similarmente, CropLife Europe, otra asociación que representa a grandes grupos fabricantes de fertilizantes y pesticidas, advierte de que los objetivos de la Farm to Fork conducirán a la “externalización de la producción agrícola europea, incluidas las emisiones, a terceros países”.
La competencia con productos de terceros países es lo que también teme Ramón Navia, agricultor ecológico a pocos kilómetros del Mar Menor. Pero no cree que sea necesario utilizar abonos de síntesis. “Aquí hay 3.000 hectáreas de ecológico en el campo de Cartagena, y no utilizan abonos químicos. Hacemos muy buenas cosechas sin utilizarlos. Con la subida del precio de los abonos NPK, muchos agricultores se pasaron al ecológico, al ver que podían tener un rendimiento similar. No hay pérdida de producción. El problema es el precio al que nos pagan los intermediarios por nuestros productos”, se queja el agricultor, que cuenta que su última cosecha de limones ecológicos se quedó en el campo porque estaba fuera del mercado.
Este artículo se ha realizado con el apoyo de Journalismfund Europe. Publicado en: https://climatica.coop/sobredosis-abonos-europa/ - Imagen de portada: Foto: El lago Vico, una caldera volcánica inactiva de 18 kilómetros de circunferencia.