"Bosques plantados"






Publicado: ARBA (Asociación para la recuperación del Bosque Autóctono)


La denominación de “bosques plantados” es un término acuñado por la FAO con el objetivo de equipara los cultivos forestales con los bosques, que poco a poco se ha ido extendiendo y asimilando por numerosos organismos internacionales y nacionales, lo que han aprovechado las multinacionales del sector forestal para incidir en esa equiparación, como se ha demostrado en el último Congreso Forestal Mundial celebrado el pasado mes de octubre de 2009 en Argentina.


Tratar como sinónimos un bosque y un cultivo forestal no deja de ser una incongruencia, por no llamarlo aberración, ya que nada, o muy poco tienen en común, a no ser la presencia de árboles, y aún y así ésta es abismal, pues en su gran mayoría los árboles de un cultivo forestal suelen ser alóctonos y en la mayoría de los casos, quitando por supuesto las motivaciones económicas, produce más perjuicios que beneficios para el medio ambiente, aunque nos bombardeen con las ventajas ecológicas que los cultivos de árboles conllevan, centrándose principalmente es la reducción de la contaminación atmosférica producida por el dióxido de carbono. 

¿Entonces si las ventajas medioambientales no son tan grandes, qué es lo qué se esconde detrás de dicha equiparación?. Única y exclusivamente un gran negocio, potenciado por las empresas del sector forestal, y del cual no tienen ningún reparo en admitirlo, aunque eso sí, revistiéndolo de verde o eco, que en la actualidad vende mucho. 

Lo que planteamos no es producto de nuestra invención, ni de nuestro “radicalismo” eco – egocéntrico, ni tan siquiera de nuestra “ignorancia”, como gustan de calificarnos a algunos mal intencionados, o más bien interesados, con el único propósito de seguir manteniendo a flote determinados intereses. Lo que decimos está reflejado en las Conclusiones y Acciones Estratégicas de la Declaración de Buenos Aires del XIII Congreso Forestal Mundial, donde se plantean desarrollar determinadas actuaciones: 


• Implementar mecanismos de monitoreo e informes intersectoriales con el fin de influir sobre las políticas y las acciones relacionadas con los bosques.

• Promover la reforma de la tenencia de la tierra proporcionando derechos asegurados a las comunidades locales y otras partes interesadas para el uso y el manejo de los recursos forestales.

• Desarrollar estrategias nacionales de financiamiento en el marco de programas forestales nacionales usando instrumentos innovadores y mejorar las condiciones para la inversión y el desarrollo del mercado en la actividad forestal.

• Establecer, como primera prioridad, los mecanismos relativos al cambio climático con especial atención a los temas relacionados con la REDD.

• Reconocer la importancia de los bosques plantados para satisfacer las necesidades económicas, sociales y ambientales.

• Focalizar las actividades en paisajes degradados, especialmente para la restauración de tierras forestales degradadas.

• Desarrollar e implementar tecnologías que permitan mantener o incrementar la productividad de los bosques plantados y sus contribuciones a escala local y de paisaje.


Es decir, por una parte, combatir toda idea que se oponga a los cultivos forestales, ya que en el ámbito mundial se ha generado un amplio movimiento contestatario, que se opone frontalmente a equiparar bosque con cultivo forestal, que engloba a su vez la lucha de los pueblos indígenas por conservar sus selvas y masas boscosas autóctonas como fuente de vida y riqueza. Esto va íntimamente unido a la idea de influir en los gobiernos para que se establezcan leyes que flexibilicen las adquisiciones de tierras y la financiación de sus planes, cosa que no les supondrá un gran esfuerzo conseguir. Del 7% que en la actualidad representan los cultivos forestales, es decir unos 270 millones de hectáreas, quieren que para el año 2030 estos lleguen a un 30%. 

Las excusas están muy bien montadas: “la importancia que estas plantaciones tienen en la reducción de CO2”, máxime cuando actualmente existe una gran preocupación social por el cambio climático que se está produciendo y los efectos que este conlleva; como se puede ver en uno de los puntos que establecen como prioritario. 

Con el reconocimiento de la importancia de los “bosques plantados”, es decir de los cultivos forestales, nombre que mejor se le aproxima, lo que se pretende es equiparar bosque con cultivo, pudiéndose sustituir el bosque y todas las especies que conforman ese ecosistema y plantar en su lugar un cultivo de cualquier especie arbórea, sin ninguna dinámica propia del bosque, equipararlos a la misma categoría. Pero eso no cuela, no es vendible, por lo que afinan y lo plantean más hábilmente, lanzando la idea de que “los monocultivos son una vía para controlar la deforestación y ayudan a contrarrestar la presión habitualmente ejercida sobre los bosques primarios”. Es difícil de mantener esta idea, si como hemos visto se pretende incrementar la tierra cultivada de árboles de crecimiento rápido en un 23% en tan sólo 21 años, y para su expansión no es factible el uso de tierras agrarias abandonadas, aunque no las desechan, pero prefieren terrenos forestales “degradados”, es decir montes en distintos estadios de sustitución de la vegetación primitiva. Es decir que se les arrebatará a los bosques primarios o ha sus distintas etapas de sustitución. Sin olvidar que para que el rendimiento sea mayor, no se desdeña la introducción de especies genéticamente modificadas. 

De hecho, las 205 empresas de todo el mundo presente en el XIII Congreso Forestal Mundial cerraron negocios por el montante de 36 millones de dólares, además el Congreso sirvió para “fortalecer las redes comerciales del sector privado y ponerles a la vanguardia de los nuevos desafío y oportunidades comerciales que se han abierto en el comercio forestal”. De estos planes no se salva ningún país, mucho menos el nuestro, donde las empresas forestales y sus asociaciones se pretenden repartir los 3,8 millones de nuevas hectáreas que el gobierno pretende plantar en 30 años dentro de Plan Forestal Nacional y así optar al reparto de los presupuestos que para tal fin se destinarán. No en vano, una de las quejas habituales de las asociaciones de productores forestales a las distintas administraciones es la lentitud con las que éstas están actuando en dicha materia. 

Pero no hay zapato que no tenga su horma, y como respuesta a sus planes de invadir el mundo de cultivos forestales, se están levantando voces a nivel internacional que se les oponen frontalmente, muchas de ellas organizadas en el World Rainforest Movement (Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales). En España la lucha en contra de la destrucción de los bosques autóctonos y a la introducción de especies alóctonas ha sido siempre una premisa del movimiento ecologista, ahora se nos presentan nuevos retos a los que hay que contestar y el primero es desmontar la idea de que un “bosque plantado”, es decir un cultivo no es sinónimo de Bosque.

Bibliografía: 
World Rainforest Movement (Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales) 

http://forestalweb.com.uy/index.php

Entradas populares de este blog

Científicos declaran oficialmente el fluoruro (flúor) como una neurotoxina

Francia: ‘Mi orina contiene glifosato, ¿y la tuya?’ Denuncia contra el polémico herbicida

Japón decidió deshacerse de todos los hornos de microondas en el país antes de finales de este año