Mauro Entrialgo: “Los nazis del misterio son el grupo predominante entre la ultraderecha y los conspiranoicos”
Es raro que alguien que se dedique a la información, ya sea en su forma satírica o analítica, consiga poner en circulación un concepto propio. El dibujante Mauro Entrialgo lo ha conseguido con al menos dos conceptos. Uno es el de malismo, que desarrolla en su libro Malismo La ostentación del mal como propaganda que presenta estos días. El otro el de los “nazis del misterio”, con el que nombra a un nuevo tipo de elemento ultraderechista que rápidamente se convierte en el hegemónico: el que cree que la verdad está ahí fuera y que esta, casualmente, apuntala la xenofobia (con teorías como la del gran reemplazo), la transfobia (con bulos sobre la transexualidad de figuras públicas) o el negacionismo climático (defendiendo que todo se debe a una gran conspiración de las élites globalistas).
Pablo Elorduy
En esta entrevista, Entrialgo, colaborador de El Salto, detalla algunas de las características de los malistas, personas y personajes que se jactan de atacar los consensos establecidos incluso cuando los consensos tienen que ver con tener un mínimo de ética. También habla de los nazis del misterio, que están estos días desplegando su toxicidad tratando de aprovechar el desastre político y climático de Valencia.
¿Nos ha estropeado la cabeza ya definitivamente el internet y específicamente las redes sociales?
Nos ha dado también cosas buenas, yo he conocido a mucha gente en internet y para este libro he sacado ideas de allí, pero desde luego sí que nos han estropeado la cabeza mucho y de distintas maneras. Ha cambiado todo tan rápidamente que todavía no somos conscientes del daño o el bien que nos han hecho. Y parece que es más el daño que el bien.
El troll ha pasado de ser un fenómeno marginal a una figura de interés político. Seducir a los trolls forma parte de la agenda de varios partidos.
Y no solo seducir a los trolls, sino que, aunque en el libro no me meto ni en causas de esta estrategia malista ni en formas de combatirlo, porque ya tengo bastante con señalarlo, parece claro que uno de los inicios del malismo es el troll. El troll anónimo ha testado las posibilidades de una propaganda basada en presumir de tus propias maldades que, hasta el momento en que se pudo testar en redes, no existía. Y a partir del comportamiento del troll se ha reproducido en la vida real, porque se ha visto que tenían un resultado.
¿Cuándo nace este fenómeno?
Hasta Cambridge Analytica no nos dimos cuenta, por ejemplo, de algo que es tan evidente para nosotros ahora como que cuando entramos a saco a un troll a discutirle alguna opinión excesiva, estamos dándole relevancia. Esto no se conocía ni en publicidad ni en política, y ahora se usa continuamente. Todavía hay gente que no se ha dado cuenta, pero es evidente que cuando un columnista de extremo centro, cuya columna no la lee nadie porque está debajo de un muro de pago, dice una barbaridad para que la gente le haga pantallazos, el origen de eso son los comportamientos troll. La publicidad también lo ha hecho con anuncios que dicen algo para que todos los critiquemos y esa marca se popularice.
Elon Musk se presenta a sí mismo como un prankster, un guasón, aunque lo que dice y hace por lo general no tiene gracia. ¿Funciona el humor como coartada para la difusión del malismo?
El humor es por naturaleza impreciso. Tú te callas varias cosas y el que tiene que completar el puzle que tú le ofreces es el receptor. Cuando el receptor completa las piezas que faltan en el mensaje que tú le has lanzado, le produce una satisfacción y eso crea risa o sonrisa. Pero para el emisor es muy cómodo no dar determinadas claves porque te permite implicarte menos. Y muchas veces en estos mensajes de los poderosos que dicen que están usando el humor, lo que están haciendo es escaquearse de decir claramente aquello que quieren decir. De tal forma que pueden negar lo que han dicho, porque como siempre son mensajes no completos del todo, aunque no tenga gracia, pueden escaquearse a la hora de implicarse.
La difusión del malismo se ha hecho a través de figuras pop revisitadas como el Jóker. ¿Se trata de algo generacional?
Sí que conozco a gente que se ha ultraderechizado de una manera loca, que no sabes cómo ha podido pasar. Cuando son cercanos, intentas buscar problemas de origen vital más que ideológicos. Pero también hay un peso generacional. A todo el mundo alguna vez le ha parecido más divertido ponerse un supervillano en la carpeta antes que a un superhéroe, pero se sabía claramente lo que estaban haciendo. No sucedía este fenómeno de gente que no ha entendido El club de la lucha, que no ha entendido el Jóker, o no han entendido The Boys. Chavales que creen o creían que El Patriota, en The Boys, no era un personaje chungo, que era un personaje con el que identificarse. Y dices, “pero, ¿cómo no te has dado cuenta?”. O con el Jóker, que claramente denuncia un comportamiento incel, pero ves cómo los incel lo hacen suyo.
Analizas la proliferación de esos avatares en las redes sociales que tienen las caras de Harry el Sucio, del protagonista de Breaking Bad o del de American Psycho. Es un posicionarse frente al mundo.
Titulo el capítulo “este criminal me representa”. La fascinación por el mal siempre ha existido. En los años 90 se pusieron de moda los asesinos en serie, los asesinos de masas; había gente interesada por sus actitudes tan inusuales y tan maléficas, pero pocos querían identificarse con ellos. Sí que había un grupúsculo de de gente adoradores de Charles Manson o tías que se hacen novias por carta de de diferentes asesinos en serie, pero eran una minoría desquiciada. No había esta adoración por personajes negativos. Ahora lo estamos viendo. Kyle Rittenhouse, el que se cargó a varias personas en una manifestación de Black Lives Matter, tiene un grupo de amigos, una especie de secta argentina que se llama Centro Cultural Kyle Rittenhouse. Les parece como un modelo de persona que se ha atrevido a combatir a los chungos.
Esa adoración linda con lo que tú has nombrado como “los nazis del misterio”.
Linda, puede haber un conjunto de intersección, pero en los nazis del misterio hay muchos que no están relacionados con las redes. El movimiento ha llegado mucho más allá. Por lo menos la sensación que da es que entre la gente del misterio que no es de ultraderecha hoy en día, los de ultraderecha que no son conspiranoicos, y los de ultraderecha que son conspiranoicos, el grupo central y totalmente dominante es el de nazis del misterio. Ha ido infiltrándose entre los dos lados. O sea, ha conseguido que cualquiera del misterio empiece a creer en conspiraciones ultraderechistas varias y que muchos ultraderechistas se hayan pasado al misterio. Durante mucho tiempo hubo una ultraderecha, llamémosle canónica, a la cual les parecía una chorrada los ovnis. Pese a que hay también hay una tradición de nazis buscando el Santo Grial y buscando ovnis, eso les parecía una subsección en las filas de la ultraderecha, permisible pero desechable, y ahora mismo es mainstream.
¿Dirías que hay una influencia del movimiento new age?
Vemos un componente new age, pero mi impresión es que la new age tradicional, es decir, aquella con aficionados a las pseudociencias y a distintas historias del misterio, pero que tenían algo de dinero, pertenecían a cierta clase social —que era lo que definía a la New Age, que igual estaban poniendo incienso pero en una casa de cuatro millones de dólares—, ha empezado a distanciarse del fenómeno. Solo hay que fijarse en lo que ocurrió en Ferraz, donde se han reunido todo tipo de ultraderechas y de conspiranoicos que, en circunstancias normales se hostiarían entre ellos. Hay de todo: desde ultracatólicos, falangistas, nazis de negro y capucha. Y en cambio, no hay new age.
Como dices, el año pasado en Ferraz había de todo, personas que creen o dicen que viven en una dictadura y personas que piden una dictadura.
Todas estas concentraciones se hacen bajo la disculpa de que vivimos bajo una dictadura y que los demócratas son ellos. Pero te llamas demócrata y tienes una contradicción tan tremenda dentro que explicitas que vas en contra de la democracia. Bueno, en el libro cuento todas las contradicciones de lo de Ferraz, pero la más grave es que dicen que hacen una manifestación porque se han saltado la Constitución con la amnistía y entonces, pones el primer vídeo y lo que hay es una bandera que dice “la Constitución destruye la nación”. ¿Pero no habíamos quedado en que era una manifestación a favor de la Constitución?
Por definición, en el malismo cabe una cosa y su contraria, ¿no?
Claro, pero aún así tampoco explica lo de que puedas hacer piña con el de al lado, que piensa todo lo contrario. Sucedió también en la pandemia que, en el mismo grupo de gente quejándose de que nos estaban engañando había unos que decían “es mentira, no está muriendo nadie, es todo para engañarnos” y le tocaba el turno al de al lado y decía “es mentira, están muriendo muchos más, nos están escondiendo los muertos”. No sé, poneros de acuerdo.
Hay una intención de sacar votos de cualquier manera, incluso de maneras insólitas. Hablas en la introducción de la fotografía de Begoña Villacís durante el desalojo de unas chabolas. ¿Cómo se llega a pensar que eso puede ser un reclamo de cara a las elecciones?
Lo que pretendía en ese momento entiendo que era volver a figurar. Había quedado sepultada porque esa asociación con el PP. Ya todo el mundo daba por hecho que quien gobernaba el Ayuntamiento de Madrid era el PP, y como se acercan las elecciones, Villacis quería volver a estar en primera fila. Pero las propuestas de gestión, las propuestas políticas son inexistentes. Su equipo de comunicación decide que es una foto chocante, que aparezca toda vestida de pija en un descampado destruyendo chabolas. ¿Qué han estado mamando los de comunicación para creer que eso es una buena idea? El caso es que no le salió mal del todo, pero tampoco le sirvió. La gente no dijo “¡alcaldesa!”, pero sí que su figura volvió a estar en los medios. Hubo algo de contestación, pero nada que ver con diez años antes, con Andrea Fabra y el “que se jodan”.
¿Crees que el malismo ha llegado para quedarse o ya ha alcanzado su clímax?
Puede que vaya a más. Yo soy optimista y creo que ha llegado un punto de inflexión en que la gente se empiece a dar cuenta de que no se pueden admitir ciertas cosas. Con algo como lo del genocidio, yo veo a gente de derechas que no se atreven a decirlo porque sus opciones electorales están cubriéndolo y están disculpándolo, pero que ya hay personas que dicen “esto no puede ser así”.
¿En qué sentido?
Esa gente puede ver la doble propaganda de Israel, que de puertas afuera dicen que no están haciendo nada y que ha sido todo sin querer y que había terroristas en el hospital y estas chorradas; pero la publicidad interior de los propios soldados, que están compartiendo crímenes de guerra en grupos de Telegram y en sus propias televisiones, anunciando los chalets que quieren en Gaza con vistas al mar, esto también llega a la gente normal. Hay un grupo al que le llegan los bulos, pero también les llega una percepción generalizada de lo que está sucediendo y esas personas están escandalizadas por mucho que voten al PP. O sea que yo creo que igual sí que tiene que tener límites el malismo. Debería tenerlos, que los tenga... no sé, me ha sorprendido la realidad en los últimos 20 años. Año tras año me ha sorprendido porque siempre ha ido todo peor de lo que yo creía, pero yo espero que tenga límites y de hecho, con el libro quiero colaborar un poquito. Creo que cada persona que se lee el libro propone más ejemplos de malismo que ellos han visto, y además ejemplos no recientes. Quiere decir que les había llamado la atención y que habían empezado a ver que esto es un descojono, que no puede seguir esto así.
¿Temes que se interprete que lo que hace faltan son malotes de izquierdas? Esto es, gente que siga esos mismos tipos de conducta para contrarrestar a los malistas de derechas.
Ya me lo han propuesto. Mucha gente me dice “¿por qué pones solo ejemplos de derecha?”. Hombre, porque es transversal el uso del malismo, pero es que la ultraderechización de la escena política se basa claramente en esta estrategia. O sea, si le quitas el malismo a Alvise, no existe. El 90% de sus intervenciones son bulos, malismos, presumir de que le han dado una mordida, aunque luego lo pueden modular diciendo que es porque lucha contra el Estado. Pero es que el malismo es intrínseco de la ultraderecha. Lo que pasa que ahora hay una derecha que le hace guiños a la ultraderecha para que no les quiten tantos votos. Pero no creo que esto se combata con más malismo yo creo que no. Ha habido momentos graciosos, cuando “el me gusta la fruta”, Óscar Puente lo desactivó con “me gusta la fruta muchísimo”. Te entra la risa, pero no dejan de ser dos niños en el instituto diciendo tú eres idiota pues tú más Nos hace falta menos malismo, no más.
Lo contrario del malismo no es el buenismo, explicas. ¿Es, simplemente, no ser mal nacidos y mal educados?
Con la definición canónica de buenismo está claro que no es lo opuesto de malismo. La definición del buenismo es cuando alguien intenta hacer un bien, pero como es muy ingenuo o no conoce la naturaleza humana, pues al final acaba cometiendo un mal. Pero bueno, se parte de que alguien tiene la voluntad de intentar solucionar algo. Lo que pasa es que el concepto se ha extendido tanto que buenista se ha convertido en una forma de insultar a cualquiera que quiere hacer algo bueno, aunque no haya tenido un resultado negativo. Para el libro fui apuntando a quien habían llamado buenista: al padre Ángel, al Papa, a Ismael Serrano, a las albóndigas veganas. Se ha difuminado lo que es exactamente el buenismo y se ha convertido en una forma de estigmatizar el bien. No soy capaz de saber cuál es el antídoto al malismo y, de hecho, acabo el libro diciendo que señalo el síntoma, pero no sé decir cuál es el tratamiento.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/humor/entrevista-mauro-entrialgo-nazis-misterio - Imagen de portada: Mauro Entrialgo es ilustrador e historietista, creador de personajes míticos como Herminio Bolaextra. DAVID F. SABADELL