¿Coexistencia o conflicto? La historia de recuperación del lince ibérico se enfrenta a su propio éxito

En los últimos años han empezado a surgir algunas voces contrarias a la reintroducción de este felino en nuevos territorios, a pesar de que apenas genera daños a las actividades humanas: Año 2002. El lince ibérico toca fondo. Solo quedan 94 ejemplares en libertad, repartidos entre Doñana (Huelva) y Sierra Morena (Jaén y Córdoba). La especie, endémica de la península Ibérica, está al borde de la extinción. Han pasado poco más de dos décadas y la situación hoy es radicalmente distinta: el último censo oficial habla de 2.401 linces en estado salvaje. Su estado de conservación todavía no es óptimo, pero la especie ya no está en peligro. Y, aunque sigue enfrentando riesgos como la caza ilegal, los atropellos o la falta de su presa favorita (el conejo), en los últimos meses ha empezado a surgir un nuevo desafío hasta ahora desconocido: la oposición política y social.

Juan F. Samaniego

Los programas de cría en cautividad y reintroducción de la especie han fortalecido la presencia del lince en el sur de la península, mientras su expansión natural lo han llevado a hacer apariciones puntuales en zonas donde llevaba casi un siglo extinguido, como el Pirineo. En algunas de estas áreas han empezado a surgir voces contrarias a las políticas de coexistencia con este felino. En Aragón, el hasta hace poco consejero de Agricultura, Ángel Samper (de VOX, un partido que ahora ya no forma parte de la coalición de gobierno), repitió en varias ocasiones que, allí donde había lince, los ganaderos tenían un problema, por la tendencia del felino a cazar ovejas. Y Jorge Valero, ex director general de Caza y Pesca, del mismo grupo político, llegó a argumentar que reintroducir el lince en Aragón era más Jurassic Park que realidad.
A principios de este año, la Generalitat de Catalunya también se comprometió a no reintroducir el lince en la comunidad, atendiendo así a las demandas de Revolta Pagesa, una de las principales asociaciones de agricultores y ganaderos catalanes. Uno de los principales problemas del campo catalán es, sin embargo, el exceso de conejos (que no consiguen controlar mediante la caza o el uso de venenos). Y esta es, precisamente, la presa favorita del lince: cuando está disponible, conforma hasta el 90% de su dieta.
“La oposición al lince es minoritaria, suele surgir en entornos muy localizados y casi siempre parte de la desinformación respecto a la especie, aunque a veces también tiene que ver con la presión de los cazadores”, explica Antón Álvarez, técnico del equipo de especies de WWF España. “Cuando se plantea la reintroducción en un territorio, se hacen estudios sociales y se trabaja para que la población lo apoye, informando de que el lince no supone un riesgo para el ser humano”.
Para Álvarez, argumentos como el de que reintroducir una especie que lleva unas pocas décadas fuera del territorio es jugar a Jurassic Park son “falaces y carentes de base científica”. Las reintroducciones del lince siguen las guías que marca la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN) y las políticas de conservación de la Unión Europea. “No se trata de recrear especies que llevan extintas millones de años, es trabajar en la recuperación de una especie que está en peligro de extinción y, con ella, restaurar componentes y servicios ecológicos que se habían perdido. Es recuperar una pieza del puzle que falta en el ecosistema”, añade.
Además, el técnico sostiene que los ataques a ganado de gran tamaño son inexistentes y que de lo único que se tiene constancia es de alguna incursión en pequeños gallineros en los que las aves no están protegidas. “El lince genera mucho menos daño que otras especies. Eso no quiere decir que no existan conflictos de vez en cuando, por eso es importante contar también con protocolos de respuesta rápidos y justos para compensar a las personas afectadas”, recalca Antón Álvarez.
Los otros riesgos del lince
El censo de linces de 2024 señala que existen 22 núcleos poblacionales estables, en 17 de los cuales se ha detectado la presencia de hembras reproductoras. Uno está en Portugal y los otros 16 en España (cinco en Andalucía, seis en Castilla-La Mancha y cinco en Extremadura). En la Región de Murcia (la última en incorporarse al programa de reintroducción) hay 15 linces, todos ellos adultos, aunque por ahora sin ninguna hembra reproductora. Además, en los últimos años se han registrado linces solitarios (los llamados individuos dispersantes) en Madrid, Castilla y León, Aragón y Cataluña.
A pesar de los buenos números, el lince sigue enfrentando riesgos más allá de los conatos de oposición política y social:
    •    La desaparición del conejo, su presa principal. A causa de dos enfermedades (la mixomatosis y la enfermedad hemorrágica vírica), sus poblaciones han caído un 70% en las últimas décadas. La UICN la ha catalogado como especie en peligro.
    •    La pérdida y la fragmentación del hábitat. La mayoría de poblaciones de lince están confinadas en zonas aisladas, lo que reduce el intercambio genético.
    •    Los atropellos, que siguen siendo la causa principal de mortalidad no natural de la especie.
    •    La caza y la persecución. Considerados alimañas hasta los años 80, las muertes por disparos o envenenamiento son hoy minoritarias, pero no han desaparecido.
“El año pasado se detectaron ocho casos de caza y envenenamientos ilegales de lince. Pero es que la mayoría de prácticas furtivas no se detectan”, explica Antón Álvarez. “A pesar de todo, la recuperación del lince es una historia de éxito hasta el momento gracias a la colaboración entre multitud de organizaciones y administraciones, a los programas de cría en cautividad y a los proyectos LIFE de la Unión Europea”.
Para el técnico de WWF, de cara al futuro, lo más importante es tener presentes todos los beneficios de contar en nuestros ecosistemas con una especie como el lince. “Es un superdepredador que ayuda a mantener el equilibrio en el monte Mediterráneo. Se trata de una especie paraguas y protegerla significa proteger todo su hábitat. Muchas de las acciones de protección, como la construcción de pasos de fauna, favorecen a muchas otras especies. Además, fomenta la economía local a través del turismo de naturaleza. Y es un motivo de orgullo, un emblema de la conservación, un símbolo de la importancia de proteger nuestro patrimonio natural”, concluye.

Fuente: https://climatica.coop/coexistencia-o-conflicto-lince-iberico/ - Imagen de portada: Foto: Jorge Monje/EBD.

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