La apuesta por la ruptura: compostar un sistema en guerra con la vida
Este artículo es un diálogo con el libro All in: Una teoría revolucionaria para detener el colapso climático, escrito por Mariana Rodrigues y Sinan Eden. All in es un libro provocador que trata de ser una herramienta de organización colectiva para frenar el colapso climático y superar la crisis ecosocial global en términos más amplios. Las autoras parten de la siguiente pregunta: “Sabiendo lo que sabemos, ¿cuál es nuestro plan para mantener el calentamiento climático por debajo de los 2 ºC?”
Hugo Abad Frías
Por un lado, las autoras afirman que lo que sabemos es que el sistema capitalista es la causa fundamental de la crisis climática y que éste no tiene ninguna intención de resolverla, siendo una consecuencia lógica para los movimientos progresistas desmantelar el capitalismo. Por otro lado, lo que sabemos es que la amenaza de un calentamiento global descontrolado deriva en caos climático, una urgencia que pone una fecha para el cambio de sistema: esta década.
Un aspecto de este libro que encuentro muy relevante, siendo una de las razones principales por las que recomiendo su lectura, es que es un trabajo de honestidad colectiva en torno al fracaso de las estrategias por frenar la crisis climática en las últimas décadas. “Estamos fracasando y también estamos fracasando en admitir que estamos fracasando”, afirman las autoras. No obstante, como el libro deja claro, éste no debe ser un motivo para paralizarnos, sino para tener una mayor claridad estratégica en qué puede conducirnos a un mundo donde la vida y no la acumulación de capital esté en el centro. En este sentido, las autoras hacen una apuesta por las estrategias revolucionarias de ruptura con el sistema, contraponiéndolas a los modelos de transformación que tratan de cambiar el sistema desde dentro (simbióticos) y los que defienden la construcción de alternativas desde fuera del sistema (intersticiales).
La traducción de las tesis de All in al terreno de los conflictos sociales y políticos actuales plantea sin duda muchas preguntas y un gran reto: discernir la amplitud actual y en potencia del movimiento rupturista anticapitalista no es algo sencillo y acotar demasiado el sujeto de esta transformación puede ser un error, sobre todo teniendo en cuenta los nuevos sentidos comunes a los que las consecuencias de la crisis ecosocial pueden dar lugar, algo que puede apreciarse en cierto modo en los movimientos de base de vivienda y en solidaridad con Palestina. Las autoras son conscientes de esto y hacen presente una concepción amplia de la clase trabajadora, entendiéndola, desde las lentes ecofeministas tanto en su dimensión productiva como reproductiva, además de enfatizar su escala global e interdependencias, y por tanto la necesidad de un nuevo internacionalismo de clase ecosocial.
Por otra parte, a pesar de la categorización en la que se basan las autoras, proveniente del trabajo de Erik Olin Wright, los límites entre los distintos modelos de transformación (rupturista, dentro del sistema y fuera del sistema) son borrosos en la realidad, y tratar de crear categorías herméticas puede dificultar el desarrollo de un movimiento anticapitalista con la capacidad de plantear y llevar a cabo un cambio sistémico. No obstante, lo que creo que este libro puede facilitar en especial es una reflexión dentro de los colectivos y organizaciones críticas con el capitalismo sobre si sus estrategias (tengan lugar dentro, fuera o en clara oposición al sistema) buscan en último término la ruptura y si existe una claridad estratégica sobre este objetivo común dentro de un ecosistema del movimiento que es capaz de coordinarse a escala global en un contexto altamente cambiante e impredecible. Esto supone poner un gran esfuerzo en la coordinación, concibiéndola como una parte fundamental de cualquier organización, algo que también se pone de relieve en debates recientes en el movimiento del decrecimiento.
En mi opinión, uno de los elementos con más fuerza del libro se encuentra en el campo de las emociones. Tiene que ver con afrontar la incomodad y el miedo de saber que sólo la vía de la ruptura con el sistema capitalista puede detener el colapso climático y que no podemos retrasar más esta tarea, una incomodidad que es mayor en sociedades relativamente privilegiadas que se sustentan en gran medida de un intercambio desigual con el Sur global y que no se ven tan expuestas a las consecuencias de la crisis climática por muy evidentes que sean ya en todo el planeta.
No obstante, el diagnóstico que realizan las autoras entra en ocasiones en tensión con las oportunidades emergentes de un movimiento anticapitalista con capacidad de transformación. Por ejemplo, las autoras hablan de “la falta de una visión colectiva para el cambio social”. Sin embargo, la claridad de una visión sobre modos de vida, políticas e instituciones más allá del capitalismo quizá sea en estos momentos una de las fortalezas del movimiento anticapitalista, que converge en torno a marcos decrecentistas, ecofeministas y anticoloniales. En el caso del Estado español es cada vez más evidente el amplio grado de apoyo que suscitan marcos como el decrecimiento entre organizaciones de la sociedad civil en favor de la justicia ecosocial, reflejado en las adhesiones a la declaración de la Conferencia Más Allá del Crecimiento, que aboga explícitamente por una ruptura con el sistema de crecimiento capitalista en favor de un decrecimiento democráticamente planificado.
Acabo esta breve reflexión poniendo de relieve que, ante la incompatibilidad del capitalismo y sus instituciones con el sostenimiento de la vida, la metáfora del compostaje puede ser más acertada que la de la ruptura ya que refleja de forma más precisa la complejidad del camino por delante, marcado más por una transición en la cual se metabolizan elementos del viejo orden para que surja uno nuevo que por un momento de salvación colectivo que produce un corte seco en la historia. Ampliando esta metáfora, estaríamos hablando de una transición en la cual compostar las instituciones de crecimiento capitalista para generar un terreno fértil donde puedan crecer instituciones basadas en el protagonismo popular y formas de reproducción social que no estén mediadas o controladas por el capital, algo en lo que ahondan los autores del también recién publicado libro Radical Abundance: How to Win a Green Democratic Future. En este sentido, la urgencia nunca debe impedirnos ver la importancia del dilatado pero vital proceso de democratizar la economía y liberar a la trama de la vida en su conjunto de la pulsión de muerte capitalista, ideas parcialmente presentes en el Plan de Desarme y el Plan de Paz al que se refieren las autoras de All in al final del libro. La invitación es por tanto a ser capaces de ganar profundidad estratégica y capacidad de coordinación, a la vez que asumimos la tarea global por delante y construimos la esperanza desde la acción colectiva sin negar la crudeza de la situación actual, no solo en términos climáticos, sino en la crisis ecosocial en su conjunto.
El libro fue publicado febrero de 2025 en inglés y en octubre de este mismo año se presenta la versión en castellano a través de una serie de eventos: el 27 de octubre online, el 29 de octubre en Madrid —junto al libro La Rabia es Nuestra de Oriol Erausquin— y el 1 de noviembre en Barcelona.
Fuente: https://www.15-15-15.org/webzine/2025/10/27/la-apuesta-por-la-ruptura-compostar-un-sistema-en-guerra-con-la-vida/


