‘Ecourbanismo’ en la Amazonia precolombina


El urbanismo ecológico, dos palabras aparentemente contradictorias, ya se practicaba en las comunidades precolombinas de la Amazonia. Antropólogos de universidades de Florida y Brasil han investigado las estructuras urbanas de las comunidades que habitaban la región de Xingu, en lo que hoy es la zona central del Mato Grosso en la Amazonia brasileña, entre 1250 y 1650, antes y después de los contactos con los europeos, y concluyen, en un estudio publicado en Science, que su modelo de urbanismo se adaptó perfectamente al entorno respetando su biodiversidad. Una lección que podría aprenderse para los desarrollos del siglo XXI.
Los asentamientos eran lo suficientemente grandes y complejos como para ser considerados urbes, un término que sólo se aplica hasta ahora a las antiguas ciudades griegas y a las posteriores de la Europa medieval. La zona de estudio en Xingu engloba a 28 grupos urbanos en un área de 250.000 kilómetros cuadrados, con una población de alrededor de 50.000 personas. En las investigaciones participó un indígena de la comunidad Kuikuro, una de las descendientes de los habitantes originarios.
Los asentamientos se levantaron en el bosque tropical, en la zona de transición entre la densa masa forestal siempreverde y las sabanas. En este entorno, las comunidades amazónicas precolombinas optaron por un diseño de sus urbes en el que se aprovecharan los recursos del hábitat, como la luz para orientar sus calles y plazas, y los materiales de construcción. “Algunas de las prácticas de entonces pueden ayudar a implantar un desarrollo sostenible hoy”, destaca Mike Heckenberger, el autor principal del estudio y profesor de Antropología en la Universidad de Florida.
Los investigadores han descubierto que los asentamientos se distribuyeron en pequeños pueblos de 100 a 150 hectáreas, en los que vivían unas 2.500 personas, y que se ubican en el terreno formando una estructura de galaxia en espiral. Las poblaciones se comunicaban con una red de caminos, ya que contaban con una estructura social similar y con una economía y tecnología compartida, pero con una organización política independiente. La disposición de estas comunidades forestales era más dispersa y menos centralizada que en Egipto o Mesopotamia.
Acuicultura y vertederos
Además, cada una de las urbes amazónicas estaba rodeada de murallas de arcilla y madera enclavadas en zanjas de uno a tres metros de profundidad y de cinco a diez metros de anchura. Sus habitantes realizaban, además de trabajos en cerámica, labores de ganadería, piscifactoría en los humedales cercanos y en pozas artificiales, e incluso recogían la basura y la depositaban en un lugar concreto, como en los vertederos actuales. Las infraestructuras construidas por estas civilizaciones precolombinas fueron empleadas durante generaciones.
En el diseño de las urbes precolombinas se establecieron zonas con mayor y menor influencia humana, sin arrasar el bosque por completo, porque es el que les aportaba todos sus recursos. Un verdadero desarrollo sostenible.
“Tenían una planificación importante y buena organización, incluso mejores que algunos ejemplos clásicos de lo que se ha llamado urbanismo, y los resultados contradicen los estereotipos de que, sólo si está en Europa, una urbe se puede considerar ciudad”, indica Heckenberger.

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