El colonialismo goza de buena salud






Historiadores revelaron la trama de los campos de concentración
Se pusieron en práctica en la Argentina mucho antes de la Segunda Guerra Mundial, para recluir a los mapuches e integrantes de otros pueblos originarios que capitulaban ante el avance estatal. Investigador de la Universidad de Buenos Aires y el CONICET, Alexis Papazian saca a la luz la historia de la isla Martín García, ello en el marco de la Muestra Fotográfica "Campaña del Desierto - Wingka Malon".


POR ADRIÁN MOYANO - BARILOCHE, PUELMAPU - 




Al aludir a campos de concentración, la imaginación recreará rápidamente imágenes que tengan que ver con la terrible experiencia de los judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Pero en estas latitudes, la metodología se puso en práctica mucho antes y por resolución de las autoridades argentinas que idearon el traslado y la reclusión de familias indígenas como mecanismo de control social.

Sobre esa temática investiga Alexis Papazian (en la Foto), historiador de la Universidad Nacional de Buenos Aires y del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). El joven expuso en el marco de los paneles que acompañaron el desarrollo de “Wingka malon – campañas al desierto”, la muestra que se exhibió en Bariloche por el lapso de un mes. El espacio se denominó “Mecanismos de control social durante y después del awkan” y se integró además con Marcelo Musante y Pilar Pérez.

Papazian integra la Red de Investigación en Genocidio y Política Indígena y junto a su colega Mariano Nagy, detuvieron la mirada en “los campos de concentración, específicamente uno: el de la isla Martín García”. Sobre ese espacio de triste memoria “se pueden decir muchísimas cosas porque la cantidad de documentación que se encuentra es muy vasta. Lo que se observa es un sistema controlado y ordenado para tener un control sobre los cuerpos de los indígenas que fueron reducidos, en períodos previos a lo que fue la Campaña al Desierto, pero también durante y después”.

La isla en cuestión se encuentra en el río Uruguay, que separa a la Argentina de la república del mismo nombre. La confinación en aquella geografía no fue una “solución” que resultó de la improvisación. “Es muy interesante, porque la isla funcionó como un sistema ordenado, con sus propias instituciones y también con conexión con otros lugares: Buenos Aires, Misiones, Chaco o Patagonia. No sólo se trajo indios a la isla, también se los llevó a distintos lugares para repartirlos. Eso es parte de lo que nosotros llamamos un proceso genocida. Fue un campo de concentración que funcionó dentro de ese proceso, mucho más complejo”, aseveró el historiador.

Calvarios familiares

Los propios archivos oficiales evaporan toda duda sobre su funcionamiento. “Esto no quiere decir que no se pueda modificar la información si después aparecen más datos, pero tenemos registros de indígenas que fueron llevados desde 1872, bastante antes de la campaña. Básicamente, eran indígenas de la zona fronteriza de Buenos Aires que fueron remitidos a la isla, donde fueron repartidos en instituciones internas, porque podía ser que entraran como presos pero también para ser utilizados en las canteras como mano de obra o al batallón de la Armada”, explicó el investigador.

Pero no finalizó allí el calvario de los mapuches que cayeron en desgracia. “Luego, se observan pedidos, a veces de particulares, a veces del Estado, para ser remitidos a estancias, a casas de familia en Buenos Aires, a la Marina o al Ejército para ser soldados. Eso es claramente un mecanismo de control social enmarcado en un proceso mucho mayor: el del genocidio. Ese es el trabajo que venimos haciendo y es muy importante para nosotros estar en Bariloche porque sabemos que hay relatos orales y memorias que mencionan a la isla. Eso es parte de los temas que a uno le interesan porque más allá de lo que venimos investigando, también nos interesa saber cuál es el conocimiento que tiene la gente del lugar al respecto”, señaló el historiador.

Para Papazian “está claro y no hay duda”: en la segunda mitad del siglo XIX se practicó un genocidio contra las poblaciones indígenas todavía libres. “El concepto de genocidio es posterior a la práctica genocida porque fue creado después de la Segunda Guerra Mundial, pero si alguien va a poner en duda el genocidio con respecto a los pueblos originarios por el mero de hecho de ser un concepto acuñado posteriormente, también tendría que poner en duda el Holocausto, el genocidio armenio y buena parte de los genocidios que tuvieron lugar antes de 1947. Negar eso es ridículo, uno puede discutir otras cuestiones pero eso es bastante ridículo para nuestro punto de vista”.

Cabe destacar que a Martín García “no fueron enviados solamente lonkos, fueron familias enteras. Eso es muy importante para nosotros porque cuando uno ve los repartimientos que se hicieron posteriormente, sobre todo con los pedidos privados desde Buenos Aires, se pedían mujeres y niños para que fueran a trabajar. Esto es mucho más complejo, porque no fueron a la isla solamente lonkos o konas de pelea, como se podría pensar. Se mandó a toda la gente y no por algún crimen, sino por su calidad de indígena”.

Una vez más, los papeles que se acumulan en los archivos dicen mucho. “Así lo mencionan los documentos. Con respecto a Pincén, Epumer Rosas o los Catriel, se encontraron en la isla durante un tiempo y es interesante ver la resistencia de aquellos momentos porque hasta hubo intentos de fuga. A veces fueron recapturados porque las fugas desde la isla eran bastante complejas, parece que la marea siempre lleva para el lado de Uruguay y hay mucho datos sobre comunicaciones del gobierno argentino con el uruguayo para que se devuelvan a los indígenas que se habían escapado. Entre ellos, estaba Pincen... Después, hay una salida de Pincen de la isla, pero no parecería estar enmarcada en una fuga sino en un permiso que se le dio o en una repartición”, describió Papazian.

Añadió que “para profundizar, tendríamos que seguir los itinerarios de estos lonkos y ver bien dónde terminan... Ahora estamos en estudios preliminares, concentrados en la profundidad de la isla. Pero es cierto que Pincén, Purran, Epumer Rosas y una serie de lonkos, terminaron en la isla, lo que no significa que hayan finalizados sus días ahí, sino que estuvieron recluidos”. Historias todavía doloras que esperaron demasiado tiempo su escritura.

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