Se viene la tercera planta nuclear brasileña





La Comisión Nacional de Energía Nuclear (CNEN), órgano regulador de las actividades nucleares en Brasil, finalmente autorizó hoy a la estatal Eletronuclear a construir la tercera central nuclear del país, denominada Angra 3.

La resolución con la única autorización que faltaba para la construcción de la planta y con las exigencias que tendrá que cumplir el operador fue publicada en el Diario Oficial de la Unión.

La licencia de construcción autoriza a Eletronuclear, una subsidiaria del gigantesco grupo estatal Eletrobras, a levantar la tercera unidad del complejo Central Nuclear Almirante Álvaro Alberto, ubicado en jurisdicción de la ciudad de Angra dos Reis y en el que ya funcionan dos plantas nucleares.

La resolución también autoriza a Eletronuclear a realizar las pruebas reoperacionales en la instalación sin el combustible nuclear.

La previsión de Eletronuclear es que todas las obras estén concluidas en 66 meses.

La empresa calcula que la planta podrá comenzar a generar en el segundo semestre de 2015 hasta 1.405 megavatios de energía gracias a una inversión de 8.112 millones de reales (unos 4.500 millones de dólares).

La última autorización para la construcción fue concedida tras el largo plazo que Eletrobras tuvo que esperar para obtener todas las licencias ambientales y operacionales exigidas para el proyecto.

Para obtener la licencia de uso del suelo, por ejemplo, Eletrobras se comprometió a pagar una compensación socio-ambiental calculada en 150 millones de reales (unos 83,3 millones de dólares) durante las obras, lo que servirá para inversiones en proyectos considerados prioritarios de Angra dos Reis, como el hospital municipal.

La licencia ambiental obligó a la empresa a aceptar 44 compromisos, entre los cuales están presentar un cronograma técnico sobre los depósitos que tendrá que construir para almacenar los residuos del combustible nuclear y medidas para garantizar la seguridad de la población que vive en lugares próximos a la generadora.

La nueva planta nuclear, cuyas obras estuvieron paralizadas 20 años antes de que el gobierno decidiera retomarlas, será la tercera del tipo ubicada en Angra dos Reis, que ya cuenta con Angra 1 y Angra 2, centrales que tienen una capacidad sumada de 1.500 megavatios, el equivalente al 2 por ciento de la energía generada por todo el país.

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Argentina: "El tema nuclear es otra cara más del desarrollismo"


La energía nuclear en la sociedad del riesgo es un documento lanzado recientemente por el Programa Cono Sur Sustentable (CSS) para presentar la colección Pensar la Energía, una nueva serie de publicaciones de esta iniciativa -compuesta por organizaciones ciudadanas de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay- que viene impulsando, desde 1998 y con el apoyo de la Fundación Heinrich Böll, propuestas de desarrollo sustentable para la región.

Las centrales nucleares, señala el informe de 24 páginas[1], sólo llegan a desarrollarse en la medida que los costos reales de su construcción y existencia quedan ocultos. Asuntos tan importantes como el manejo de los residuos, el desmantelamiento de las instalaciones y el mantenimiento de la seguridad no son tenidos en cuenta. De serlo, revelarían lo "descabellado" que resulta pensar en la nuclear como una energía alternativa.

"No se trata de entender la gestión del riesgo nuclear únicamente como una obra de ingeniería, sino como un proceso social y político complejo que necesariamente implica un debate de fondo", señaló el especialista en temas energéticos Pablo Bertinat durante el lanzamiento de la publicación.[2] Bertinat es, además de coordinador del Área Energía del Taller Ecologista de Rosario, en la provincia de Santa Fe, y referente en la materia del Programa Cono Sur Sustentable, el editor de la colección.

A pesar de los riesgos que representa para la sociedad, la energía nuclear prospera segura de ejercer un "total control" de los procesos y de estar libre de toda incertidumbre, advierte el documento. El planteo ―según explican sus páginas―, lejos de concernir únicamente a técnicos, empresarios o científicos, se trata de un problema crucial para el conjunto de la población.

"Con Pensar la energía intentamos abrir una serie de trabajos para tocar algunos tópicos vinculados a todo lo que tiene que ver con la construcción de la sustentabilidad energética teniendo en cuenta propuestas de políticas para avanzar en este camino, pero también alertar sobre cuáles son las falsas opciones que vemos en las alternativas energéticas vigentes", explica Bertinat. El primer fascículo está destinado a la energía nuclear desde una óptica "no siempre abordada" ―asegura―, que tiene que ver con el análisis de los riesgos intrínsecos de una tecnología determinada.

―Si tuvieras que definir a la sociedad del riesgo, ¿cuál sería el concepto que podría explicarla?

Bertinat.―En realidad es un conjunto de conceptos trabajados hace no muchos años, que tiene que ver con esta idea de que un número importante de avances científicos se han dado sin el debate necesario. Es una situación de mucha vulnerabilidad en la que, por un lado, hay avances científicos que parecieran ser muy importantes, pero no hay, por el lado de la sociedad, un debate y una comprensión profunda de estos avances y los riesgos que implican. Todas las teorías de la sociedad del riesgo están trabajando la idea de avalar o no este tipo de desarrollo por parte de la sociedad, que se encuentra al margen de los debates sobre estos avances. Nosotros hemos trabajado el tema de la energía nuclear alertando con el tema de los residuos, alertando con el tema de la proliferación nuclear, de la minería. Lo que queremos poner en debate es, básicamente, cuáles son los riesgos admisibles en el desarrollo. Esto tiene que ver con una discusión mucho más amplia que está puesta sobre la mesa desde hace muchos años, en los cuales los avances tecnológicos han generado dudas respecto a si se justifica o no avanzar en determinado sentido más allá de que la ciencia tenga la posibilidad de hacerlo.

―En el documento afirmás que hasta hoy el crecimiento económico sostenido ha significado un aumento de la demanda energética, ¿es viable el crecimiento con menor demanda?

Bertinat.―Ese es el gran desafío, porque justamente toda la discusión actual sobre cambio climático y las teorías de contracción y convergencia que plantea Naciones Unidas tienen que ver con la idea de que los países desarrollados tienen que bajar su nivel de consumo y los países en desarrollo tendrían que subirlo para eliminar la pobreza. Después, reducirlos por el tema de las emisiones es una gran falacia. Es imposible seguir avanzando pensando en la preservación del planeta con el estilo de desarrollo actual. Hay mucha gente que trabaja desde lo teórico en lo que se conoce como "decrecimiento" o el crecimiento material nulo. La posibilidad de un desarrollo que no implique crecimiento material o que tenga un balance de crecimiento material nulo no necesariamente tiene que tener un crecimiento económico cero, pero sí se plantea la idea de bajar la intensidad de material o energía que se está consumiendo. Esto requiere un cambio en los estilos de desarrollo, requiere un cambio en toda la estructura de satisfacción de necesidades con las cuales vivimos. Estamos diciendo que el paradigma de desarrollo de los países desarrollados es inviable a nivel planetario, y es inviable pensar que en nuestros países se puede superar la pobreza, con una mirada a largo plazo, pensando en el modelo de desarrollo como en los países desarrollados.

―También planteás que en un mundo finito es imposible aspirar a un crecimiento ilimitado, ¿esto implicaría entrar necesariamente en una etapa de decrecimiento?

Bertinat.―Sí, sí, yo creo que ese es el camino deseable. Cómo lograr, o cómo crear, porque en el medio hay construcciones culturales muy fuertes, condiciones para garantizar un buen vivir consumiendo menos material y energía. Es una construcción cultural muy fuerte porque tiene que ver con avanzar sobre la sociedad de consumo tal cual la conocemos, y esto requiere de grandes debates respecto a la forma en la que estamos actualmente y buscar caminos alternativos. Parece una cosa sumamente difícil de alcanzar; posiblemente, haya que pensar en caminos de transición en este sendero. En ese sentido, esto se puede pensar desde lo local muy fuertemente. Pensar a nivel país qué tipo de industria queremos, qué queremos fabricar, cómo lo queremos fabricar, qué tipo de modelo agropecuario. Es posible pensarlo localmente y pensar en alternativas que puedan ir orientando en este camino, que tiene una impronta cultural fuerte y es un camino de largo plazo. Por supuesto, si existen políticas públicas que lo orienten esto puede ser más sencillo.

―En este contexto, ¿qué representa la Iniciativa de Integración Regional Sudamericana (IIRSA) para la región?, ¿se podría pensar una integración en términos de sustentabilidad?

Bertinat.―El IIRSA representa la materialización de un modelo como el que no queremos: un modelo de crecimiento económico tradicional, un modelo de expoliación de recursos naturales, un modelo de extracción infinita de esos recursos finitos. Los proyectos del IIRSA están asociados para garantizar el extractivismo más aceitadamente; esa es la idea. Nosotros discutíamos, en un encuentro acerca de integración, que tenemos que pensar las lógicas con las cuales pensamos los procesos de integración. Habitualmente, cuando pensamos en integración hay una reducción a integración vinculada a comercio, a intercambio de mercancías y su circulación, etc. Nosotros debemos pensar en una lógica de otro tipo de integración. No necesariamente la integración tiene que ser comercio. Lo que estamos tratando de hacer es que haya mayor producción local, que circulen menos las mercancías, que produzcamos para nosotros y no para la exportación. Hay que pensar con qué lógica estamos pensando la integración y qué asociamos cuando decimos integración. Probablemente la integración tenga otras características y no la tradicionalmente visible que es el comercio.

―¿Qué características favorecerían la sustentabilidad en un proceso de integración regional?

Bertinat.―Muy probablemente todo lo que tenga que ver con la integración territorial, que tenga mucho más que ver con funciones ecosistémicas que con funciones comerciales de los países. En este sentido es muy probable que debamos fortalecer determinadas regiones fronterizas entre diferentes países que son un mismo sistema, que podrían comerciar o intercambiar sin necesidad de hacer grandes circuitos, como está estipulado actualmente. Posiblemente puedan ser caminos en una transición posible, para ir revisando y pensar no tanto en las fronteras nacionales, sino en todas las cuestiones territoriales del ecosistema.

―En esta primer entrega de la colección Pensar la Energía se hace énfasis en la existencia de una nueva avanzada nuclear en la región, ¿qué perspectiva ves para la Argentina en este sentido?

Bertinat.―Estamos muy preocupados porque en toda la región ha avanzado el tema nuclear. Hay una gran ofensiva, ya sea de algunos gobiernos como también de sectores empresariales que intentan hacer grandes negocios, para avanzar en el tema nuclear. En el caso de nuestro país se ha avanzado muy fuertemente con el impulso de lo nuclear y, como decíamos, es un factor de riesgo muy grande para todos nuestros países. Nosotros lo vemos con gran preocupación porque viene de la mano de los gobiernos progresistas, y el tema nuclear es otra cara más del desarrollismo instalado en nuestra región. Aparece como una panacea, un imaginario de desarrollo autónomo, lo cual en realidad no es cierto.

―Estuviste participando en Cochabamba de la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático (CMPCC), ¿hubo espacio para debatir sobre el rol de las energías alternativas frente a la alteración climática?

Bertinat.―No hubo un espacio específico para discutir la temática energética como tal. Hubo, sí, muchas actividades autogestionadas; en algunos grupos se discutieron algunas cuestiones, no específicamente lo nuclear. No hubo un espacio para discutir lo nuclear más allá de encuentros bilaterales o en algunas reuniones de algunas redes, pero sí, el tema energético es un tema importante en la región. En particular hubo mucho espacio ocupado por la iniciativa por parte de Ecuador de represar el petróleo en tierra, que ha tenido una gran repercusión, en particular en la cumbre, con intenciones de algunos países de iniciar alternativas como ésta, que puede ser, más allá de las dificultades, falencias y puntos débiles como propuesta, una alternativa concreta de ir abandonando los combustibles y pensar en otro tipo de sociedad. Yo creo que del tema energético relacionado al cambio climático lo más fuerte que se ha hablado por allí fue en relación a la posibilidad de ir abandonando la producción de combustibles fósiles.

―¿Cuál es la posición que llevaron desde Cono Sur Sustentable a este encuentro?

Bertinat.―La idea fue enmarcar todo este debate en un debate continental. Pensar fuertemente cuáles podrían ser las alternativas al neodesarrollismo en la región. Yo creo que este ha sido el tema central, porque lo que estamos viendo es que los gobiernos progresistas están impulsando los mismos programas de desarrollo que los gobiernos anteriores y no aparece una alternativa a este modelo que va a hacer tanto desastre, como el modelo liberal. En realidad, los mecanismos de relacionamiento con la naturaleza y con los habitantes del continente siguen siendo muy parecidos al modelo neoliberal, con la única diferencia, que no es menor pero tampoco determinante, de que ahora está en manos de los estados y permite recuperar algo de la renta. El modelo es inviable a largo plazo, y la preocupación nuestra pasa mayormente por pensar alternativas al desarrollismo. Se vio en Cochabamba que la mayoría de los movimientos sociales, que apoyan inclusive a los gobiernos progresistas de la región, tienen una mirada crítica al modelo desarrollista imperante, pero las que no aparecen hasta ahora son las alternativas al modelo.

* Por Raquel Schrott y Ezequiel Miodownik para la Agencia de Noticias Biodiversidadla.

Notas:

[1] Aquí (PDF)

[2] Taller Ecologista, 22 marzo 2010. Ambientalistas plantean los nuevos riesgos de la energía nuclear.

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