Francia subestimó el impacto de sus pruebas nucleares en Polinesia.

 

Una nueva investigación sobre las pruebas nucleares que Francia llevó a cabo en las islas del Pacífico en las décadas de 1960 y 1970 ha revelado que las autoridades del país europeo subestimaron el impacto de la contaminación radiactiva en la salud de la población local. El estudio ‘The Mururoa Files‘ (‘Los archivos Mururoa’) está basado en documentos del Ministerio de Defensa francés recientemente desclasificados, estudios sanitarios y evaluaciones científicas. Los investigadores también analizaron mapas, fotos y otros registros y realizaron decenas de entrevistas en Francia y la Polinesia Francesa para reconstruir tres pruebas nucleares clave y sus consecuencias.

‘The Mururoa Files’, colaboración entre la plataforma de periodismo de investigación Disclose, el Programa de Ciencia y Seguridad Global de la Universidad de Princeton y el colectivo de investigación de justicia ambiental Interprt, sugiere que el impacto de las pruebas Aldébaran (1966), Encelade (1971) y Centaure (1974) fue mucho mayor de lo reconocido oficialmente.

«El Estado se ha esforzado por enterrar la herencia tóxica de estas pruebas. Este es el primer intento científico verdaderamente independiente de medir la magnitud del daño y reconocer a las miles de víctimas del experimento nuclear de Francia en el Pacífico», dijo Geoffrey Livolsi, editor en jefe de Disclose, citado por The Guardian.
El análisis de las consecuencias de la explosión atmosférica de la bomba Centaure sugiere que el Gobierno francés subestimó la contaminación en Tahití hasta en un 40 %, lo que potencialmente abre las puertas a que decenas de miles de personas más sean reconocidas oficialmente como víctimas de la prueba.
De acuerdo con un informe confidencial del Ministerio de Salud de la Polinesia Francesa, unas 11.000 víctimas de las pruebas recibieron dosis de radiación superiores a 5 milisieverts (mSv), una cifra que multiplicaba por cinco el nivel mínimo para recibir la compensación siempre que posteriormente se desarrollaran ciertos tipos de cáncer.
Otros documentos desclasificados en 2013 apuntan a que toda la población de Tahití y las islas polinesias de Sotavento, aproximadamente 110.000 personas, estuvo expuesta a una dosis de radiación de más de 1 mSv solo después de la prueba Centaure. No obstante, las dosis reales de radiación recibidas por los residentes de algunos distritos de Papeete, la capital de la Polinesia Francesa, fueron dos o tres veces más altas que las registradas en un estudio de la Comisión de Energía Atómica de Francia (CEA) publicado en 2006.
Los investigadores indicaron queen las islas siguen siendo frecuentes los cánceres de tiroides, garganta y pulmón, así como los casos de leucemia y linfoma y las afecciones óseas y musculares relacionadas con la intoxicación por estroncio y cesio. Además, en unos correos electrónicos de 2017 el Ejército francés reconoce que hasta 2.000 de los 6.000 militares con base en la Polinesia Francesa y que participaron en las pruebas entre 1966 y 1974 desarrollaron desde entonces al menos una forma de cáncer.
En total, entre 1966 y 1996, Francia realizó 193 pruebas nucleares en los atolones de Mururoa y Fangataufa en la Polinesia Francesa, incluidas 41 pruebas atmosféricas que expusieron a la población local, los trabajadores del sitio y los soldados franceses a altos niveles de radiación.
En 2010 se creó una junta de compensación llamada Civen para responder a las reclamaciones de las víctimas civiles y militares de la campaña de ensayos nucleares. No obstante, hasta ahora solo 454 personas, entre ellas 63 habitantes locales, recibieron una compensación económica, mientras que más del 80 % de las reclamaciones han sido rechazadas sin ninguna justificación

Fuente: https://actualidad.rt.com/actualidad/385908-francia-subestimar-impacto-pruebas-nucleares
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Energía nuclear en EEUU: Se necesita vigilancia contra los vendedores de humo nucleares

En las últimas décadas, el lobby nuclear ha sabido conseguir un peso muy importante en varios organismos gubernamentales y posicionarse como solución al cambio climático con la connivencia de la clase política y de más figuras de gran influencia. Combatir contra esta tendencia se vuelve clave para conseguir un futuro próspero y una auténtica revolución energético-social.

La maquinaria de relaciones públicas de la industria nuclear lleva intentando subiéndose con cinismo al vagón de la crisis climática desde hace décadas. WAMU, la rama en Washington DC de la Nuclear Posture Review (organismo gubernamental estadounidense dedicada a analizar el rol nuclear en el ejército, marcadamente pronuclear), ha estado promocionando repetidas veces el Nuclear Energy Instituto (Instituto de Energía Nuclear), NuScale (vendedor de los llamados pequeños reactores modulares) y demás posibilidades atómicas en importantes eventos por el clima en la nación de la capital.

Por desgracia, quienes deberían estar por encima de esto no lo están. El lobby nuclear ha sabido apañárselas con el Congreso, la Casa Blanca y varias agencias federales como la NRC, DOE, EPA, etc. (por orden, la Comisión Reguladora Estadounidense, el Departamento de Energía y la Agencia de Protección Medioambiental), pero un científico climático como James Hansen, e incluso el co-fundador de 350.org, Bill McKibben, se han unido a estas promociones. El presentador de la CNN, y antiguo zar de los trabajos verdes con Obama, Van Jones, ha aplaudido al senador Cory Booker, del Partido Demócrata, por su “valiente” posición al apoyar la energía nuclear. Esto pese a la estrecha relación del senador con Holtec International, cuyo CEO ha tenido comentarios racistas hacia sus propios trabajadores negros y puertorriqueños en Camden, Nueva Jersey, hace un año, y cuya instalación de almacenamiento con 173.600 toneladas métricas de combustible nuclear altamente radioactivo en el sudeste de Nuevo México afecta duramente a las comunidades hispánicas, no muy lejos de la Reserva India Apache Mescalero.
Como dijo el antiguo jefe de justicia medioambiental en la EPA, Mustafa Ali, el 5 de septiembre de 2019 en una entrevista con Democracy Now!, el envío de residuos de alta radioactividad a estos cementerios nucleares en el Oeste supone una injusticia medioambiental hacia unas poblaciones que ya sufren de racismo y bajos ingresos. Como dijo hace 15 años la presidenta fundadora de Beyond Nuclear Helen Caldicott, galardonada con un premio PSR por su carrera la nuclear no es la respuesta. Como dijo el Dr. Brice Smith del IEER en 2006, la nuclear es demasiado cara y requiere demasiado tiempo como para solucionar la crisis climática, además de que tiene una larga lista de riesgos insalvables por sí misma, desde la proliferación de armas nucleares hasta la catástrofica emisión de radioactividad, pasando por el dilema sin resolver de los residuos. Como dijo el Dr. Arjun Makhijani del IEER en 2007, una agenda sin fósiles y sin nuclear es el modelo de la futura política energética tanto de los EEUU como global.
No debemos consentir que la nuclear coopte el Green New Deal. Si lo hace, sería un error irreversible y fatal. No solucionará la crisis climática. Pero malgastaría unos recursos muy importantes, como el tiempo y el dinero, que necesitamos para aplicar las verdaderas soluciones contra la emergencia climática, como las renovables, la solar, la eólica, y la eficiencia energética, antes de que sea demasiado tarde.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/desconexion-nuclear/se-necesita-vigilancia-contra-los-vendedores-de-humo-nucleares. Artículo publicado originalmente en Beyond Nuclear. Imagen de Beyond Nuclear La energía nuclear conlleva un gran gasto aparejado. -  Traducción de Raúl Sánchez Saura.
 

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