Taita Pedro Velasco, el líder misak que lucha contra una papelera irlandesa en Colombia

Este hombre de 35 años se ha convertido en el principal rostro frente al acaparamiento de tierra y el impacto medioambiental de la multinacional Smurfit Kappa: El vestido tradicional misak del Taita Pedro Velasco (Pedro Josse Velasco Tumiña, 35 años) contrasta con los asientos de cuero gris de la camioneta todoterreno que lo lleva al municipio de Cajibío, en el Cauca, suroccidente colombiano o, como él lo llama, el “epicentro de la movilización de los procesos de resistencia y recuperación de tierras ancestrales indígenas”.

Salomé Saldarriaga Jiménez

La suya es una de las voces más destacadas que denuncia, junto a los indígenas nasa y los campesinos, el acaparamiento de tierra y el impacto medioambiental de la empresa irlandesa de cartón y papel Smurfit Kappa en Colombia. Hace un año, incluso, llegó a protestar a las puertas de la compañía en Dublín para que le escucharan los accionistas y directivos.
Ahora, camino a la Casa del Cabildo de Kurakchak del pueblo misak, el Taita mira las extensas hileras de pino y eucalipto que representan apenas una parte de las 68.000 hectáreas de la multinacional en el país. A su izquierda, están los altos pinos que, tras 10 años de crecimiento, pronto estarán listos para ser talados. A su derecha, los áridos lotes que antes albergaban los monocultivos, pero donde ahora solo quedan tallos cortados. Acostumbrado, pero no ajeno, el Taita explica cómo se han ido secando las quebradas por la cantidad de agua que necesitan estas especies no endémicas y cómo el canto de los pájaros se escucha cada vez menos.
Tras media hora entre hileras de pino y eucalipto, el resguardo ocupado por los misak empieza a distinguirse por el cambio de cultivos. Café, plátano, yuca, caña de panela y maíz se ven por las ventanas, mientras la cumbia colombiana La Zenaida, de Armando Hernández, suena en la radio. “Los misak somos un pueblo agricultor. Somos hijos del agua, el sueño, la palabra y los bosques”, explica.

Indígenas misak caminan hacia La Casa del Cabildo de Kurakchak. SALOMÉ SALDARRIAGA J

“Llegamos, señor”, le dice el conductor al Taita con mucho respeto. La palabra Taita denomina a aquel líder indígena que fue autoridad, pero que ya entregó el bastón al actual Tata. Es una señal de respeto para Pedro Velasco, el gobernador más joven del pueblo misak, quien fue nominado y escogido por la comunidad. Velasco no fue elegido en Cajibío, sino en otro resguardo, Guambía, una comunidad no muy lejana en el Cauca considerada como una de las zonas más representativas del territorio ancestral misak.
Así, tras completar su pregrado en Sociología en la Universidad Externado de Colombia, en Bogotá, y trabajar por un tiempo con entidades públicas, Velasco regresó a su tierra de origen para estar a cargo de 20.000 personas. Ahora, mientras termina su maestría en Gobierno y Políticas Públicas de la Universidad del Cauca, se desempeña como líder indígena misak del Movimiento de Autoridades Indígenas del Sur Occidente – AISO y viaja en su país y en el extranjero para promover su causa. Pero el Taita no cuenta con un conductor por su rango, sino por su seguridad.
Colombia, uno de los países con más biodiversidad del mundo, ha oscilado entre el primer y segundo puesto en los últimos años por ser el país más peligroso para líderes ambientales en el mundo, según Global Witness. Con 322 asesinatos a defensores registrados desde que la organización inició su recuento, el país andino contribuye un gran porcentaje a la cifra de defensores asesinados (con un desproporcionado número de ataques contra miembros de comunidades indígenas) en América Latina. Por su lucha, la vida del Taita Velasco también corre riesgo.
Casi siempre debe ir acompañado por dos hombres que velan por su seguridad, pues ha recibido numerosas amenazas. “Llamadas, panfletos, gente que yo desconozco que ha llegado a los territorios a buscarme. Cosas así han pasado. Tengo que tener mucha precaución”, explica. Incluso ha recibido amenazas contra su hija, de años, y tuvo que trasladarla a otra escuela. Por esto, el Taita lleva alrededor de seis meses en un trámite de solicitud de seguridad a la UNP (Unidad Nacional de Protección). Por ahora, sin embargo, ha dependido de recursos propios de la comunidad y de voluntarios de la Guardia Indígena para su protección.

Pedro Velasco protesta frente al lugar donde se llevó a cabo la asamblea general anual de Smurfit Kappa en Dublín (Irlanda) en abril de 2022. EKŌ

Una vez en la Casa del Cabildo de Kurakchak, los miembros de la comunidad y autoridades se acercan al Taita para saludarlo en su lengua materna, el namtrik. “El Taita va a hacer una historia muy grande para nosotros, nuestros jóvenes y nuestros hijos”, dice otra autoridad, el Taita Elias, sobre Velasco. “La gente lo acompaña. Lo respetan y lo acogen. Es una persona humilde y muy respetada”, describe luego uno de sus guardias mientras los líderes de la comunidad actualizan a Velasco sobre asuntos que necesitan su atención.
Luego del almuerzo, un plato de arroz, yuca, papa, huevo duro y un café con panela, el Taita Velasco se sienta con el gobernador y vicegobernador para hablar de lo que denominan las “acciones de recuperación de tierras”. Estas se hacen en mingas indígenas, movilizaciones masivas y conjuntas para cumplir un trabajo, como este, de resistencia y protesta contra Smurfit Kappa, pues las operaciones de las multinacionales son, para ellos, la más reciente forma de colonización territorial.
Tras la protesta en Dublín de este año, el CEO de Smurfit Kappa, Tony Smurfit, denunció que las comunidades locales causaron daños forestales tras la “invasión ilegal” de las tierras de su compañía en 2021. Y dijo que están dispuestos a negociar aunque la compañía tiene “derecho absoluto al territorio que tiene en el país”. Por otra parte, un comunicado de prensa de la empresa describió un proceso de diálogo en curso con la comunidad indígena misak mediado por la Universidad Javeriana, que tuvo lugar entre finales de 2022 y principios de 2023, con tres reuniones “significativas y constructivas” y otras previstas para finales de este año.
“Lo que representantes de Gobiernos y directivos de la empresa han catalogado como invasión de tierras”, explica Velasco aludiendo a tomas hechas por la comunidad, “para nosotros es una recuperación de la memoria territorial colectiva histórica”. El gobernador de la comunidad, Juan Carlos, coincide: “Nos encaminamos en la huella de nuestros mayores, con la responsabilidad que nos han dejado y una lucha que sigue presente”. Así, en su lucha de “reivindicación y reparación histórica”, el Taita Velasco busca visibilización, diálogo con los gobiernos y la empresa, veeduría internacional y recuperación de territorios ancestrales de vida intercultural.

Fuente:   - Imagen de portada: Taita Pedro Velasco en un bosque del Cauca (Colombia). JUAN PABLO ARIAS
 

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