Los impactos de la política arancelaria en los equilibrios ecológicos y sociales del planeta
La imposición de aranceles generalizados por parte de Estados Unidos ha generado un fuerte impacto en los mercados globales con un desplome en prácticamente todas las bolsas del mundo, con respuestas inmediatas de otros países en forma de medidas recíprocas y la búsqueda de nuevos socios comerciales. Esta política, si sigue adelante, puede desembocar en un nuevo orden mundial y generará impactos muy severos en los frágiles equilibrios ecológicos y sociales del planeta. En cualquier caso, a pesar de la grandilocuencia del anuncio, será bueno esperar unas semanas o meses para ver en qué queda todo.
Fernando Prieto, director del Observatorio de Sostenibilidad.
Más allá de las implicaciones económicas y geopolíticas, esta política tiene consecuencias significativas en términos de sostenibilidad ambiental. Este análisis examina sus consecuencias en los principales límites planetarios analizados por Rockström et al. y que se volvieron a actualizar en 2023. Por un lado, esta medida trae algunos beneficios claramente positivos desde una perspectiva ecológica. La reducción del comercio internacional mejorará las presiones sobre el cambio climático, al disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas al transporte de mercancías, especialmente en sectores como el marítimo y aéreo, responsables del 3% de emisiones globales. Economías más locales significan cadenas de suministro más cortas y menor huella de carbono.
También habrá efectos positivos en la pérdida de biodiversidad: una menor demanda de productos asociados a deforestación (soja, carne, aceite de palma) podría aliviar la presión sobre ecosistemas clave. El uso del agua dulce determinará una disminución de exportaciones de cultivos sedientos (como aguacates), que podría aliviar el estrés hídrico en regiones áridas que priorizan exportaciones sobre consumo local. También favorecerá las economías locales resilientes, fomentará los mercados regionales, fortalecerá sistemas alimentarios locales, reducirá desperdicios y hará comunidades menos dependientes de cadenas globales vulnerables.
Además, al fomentar mercados locales y cadenas de suministro más cortas, podrían favorecer una menor dependencia de combustibles fósiles. Asimismo, se podría impulsar una economía circular, reduciendo el desperdicio energético vinculado a la importación de productos innecesarios, como alimentos fuera de temporada.
También podrían mejorar los ciclos de nitrógeno y fósforo, ya que el encarecimiento de fertilizantes químicos por aranceles puede llevar a una reducción de las exportaciones masivas, una agricultura menos intensiva, prácticas más eficientes reduciendo la contaminación de las aguas y suelos. También llevaría a una menor presión sobre ecosistemas por comercio global al reducirse la explotación de recursos naturales para exportación (como soja, carne, minerales).
En términos generales, se podría traducir en un decrecimiento. Una desaceleración económica global podría determinar en un menor consumo de recursos naturales y energía, eliminando flujos comerciales superfluos y promoviendo un uso más racional de los bienes disponibles.
Sin embargo, los riesgos de esta política para la sostenibilidad global son también considerables. El resto de países podrían relajar sus compromisos de reducción de emisiones al priorizar intereses nacionales. La pérdida de biodiversidad podría verse acelerada por la externalización de producción a países con débiles regulaciones ambientales, acelerando la deforestación y pérdida de hábitats en el sur global.
La falta de protocolos internacionales podría implicar mayor contaminación por nutrientes, ya que países en desarrollo podrían aumentar el uso de fertilizantes sin regulación para compensar pérdida de importaciones, empeorando la eutrofización de cuerpos de agua.
El uso de agua por países transfronterizos podría determinar mayor crisis hídrica por acaparamiento de recursos por países ricos para asegurar su suministro podría profundizar la escasez en regiones pobres, donde el acceso al agua ya es crítico. La falta de transferencia de tecnologías limpias, como por ejemplo respecto a las energías renovables podría suponer la ralentización de soluciones verdes, retrasando la transición energética global justamente cuando se necesita acelerarla. Todos estos hechos podrían aumentar la desigualdad entre países al incrementar la brecha tecnológica y económica. Es posible, aunque habría que ver caso por caso, que los países pobres enfrentaran mayor inseguridad alimentaria y energética y generar más migraciones y conflictos.
Finalmente, habría que destacar la gestión fragmentada de bienes comunes como océanos, atmósfera y biodiversidad, que requieren de una gobernanza global. El nacionalismo económico dificulta acuerdos para proteger estos sistemas compartidos. Además, las restricciones al comercio podrían ralentizar la transferencia de tecnologías verdes, limitando, por ejemplo, el avance en energías renovables y eficiencia energética. La falta de colaboración global también podría llevar a que las empresas contaminantes se desplacen hacia países con regulaciones más laxas, externalizando los impactos ambientales en las naciones más pobres. La falta de cooperación internacional también podría ralentizar la investigación e innovación y, por ende, de la tecnología.
Otro riesgo importante es el aumento de la desigualdad y la vulnerabilidad de los ecosistemas. En un escenario de proteccionismo extremo, los países con menos recursos, si pierden acceso a los mercados globales, podrían enfrentar mayores dificultades para acceder a alimentos y agua, especialmente si tienen mas problemas para importar bienes esenciales y exportar materias primas.
Además como se empieza a ver en Europa, la priorización de la seguridad nacional sobre la sostenibilidad podría llevar a destinar muchos mas recursos para la guerra y muchos menos para la adaptación al cambio climático.
En conclusión, aunque la política de aranceles de EEUU podría tener algunos efectos positivos a nivel local, como la reducción de emisiones y el fomento de economías más circulares, los riesgos podrían superar las oportunidades: falta de gobernanza y cooperación internacional, debilitamiento de la cooperación ambiental, aumento de desigualdades y mayor fragilidad ecológica.
Este escenario actual se asemeja al planteado en los Escenarios del Milenio bajo el modelo de Orden por la Fuerza‘, donde un mundo fragmentado y centrado en intereses nacionales lleva a la degradación de los bienes comunes y al aumento de las desigualdades. Para evitar estos efectos negativos, sería necesario combinar medidas de protección comercial con acuerdos internacionales que fortalezcan la cooperación ambiental, evitando caer en un aislamiento que agrave la crisis climática y ecológica.
El mayor riesgo es que esta política, combinada con la actual crisis de multilateralismo, lleve a un mundo donde:
• Los países ricos se protejan tras fronteras físicas y comerciales.
• Las naciones pobres carguen con los costos ambientales.
• Los límites planetarios se sobrepasen por falta de acción coordinada.
¿Solución? La sostenibilidad real implica construir un sistema económico que opere dentro de los límites planetarios mientras reduce las desigualdades globales, basado en gobernanza global para los bines comunes, con acuerdos verdes internacionales, mecanismos para evitar la externalización de impactos ambientales, inversión y difusión en tecnologías verdes accesibles para todos con sistemas de compensación para países vulnerables.
Fuente: https://climatica.coop/impactos-politica-arancelaria-equilibrios-ecologicos-sociales-planeta/