¿Qué hace que la educación secundaria sea aún peor? La ansiedad climática
Los estudiantes tienen sentimientos intensos sobre el cambio climático. La mayoría de los profesores no saben cómo ayudarles con la ecoansiedad: Cuando el incendio Marshall arrasó las llanuras cubiertas de hierba y las estribaciones a las afueras de Boulder, Colorado, a finales de diciembre de 2021, destruyó más de 1.000 viviendas y dejó conmocionados a muchos jóvenes. “Puede ser una ansiedad pura, estás viendo literalmente cómo un incendio avanza y se acerca muchísimo”, señala David Thesenga, profesor de ciencias de 8º curso. Algunos de sus alumnos del colegio Alexander Dawson, en el pequeño pueblo de Lafayette, perdieron sus casas por el fuego.
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A medida que más estudiantes llegan a clase traumatizados tras vivir incendios, inundaciones y otros fenómenos meteorológicos extremos, al profesorado se le exige algo más que educar: también están actuando como terapeutas sin formación. Aunque el colegio privado de Thesenga cuenta con psicólogos en plantilla, no ofrecen recursos específicos de salud mental para ayudar al alumnado a procesar el malestar relacionado con el cambio climático, ya sea un trauma derivado de un suceso real o una ansiedad más general sobre un futuro cada vez más caluroso. “A veces no necesitas una herramienta genérica”, apunta el docente. “Lo que necesitas es algo muy específico para el trauma o para aquello que te está generando estrés, y eso es el cambio climático”.
Profesorado de secundaria de todo el país afirma sentirse poco preparado para ayudar al alumnado a lidiar con el estrés de vivir en un planeta que se calienta, según una nueva encuesta realizada a 63 docentes estadounidenses por la Climate Mental Health Network y la National Environmental Education Foundation. Casi todos los encuestados dijeron haber presenciado reacciones emocionales en sus estudiantes al tratar el tema del cambio climático, pero muchos carecían de los recursos necesarios para responder adecuadamente.
“El alumnado llega al aula con un abanico de emociones climáticas que pueden ser debilitantes”, cuenta Sarah Newman, fundadora y directora ejecutiva de la Climate Mental Health Network. “Esto afecta a su capacidad de aprendizaje y a cómo participan en clase”.
Una de las preocupaciones más comunes que Thesenga escucha de sus alumnos es que el cambio climático les parece algo fuera de su control, y pensar en ello les resulta abrumador. “Se sienten impotentes, y eso es probablemente lo que más miedo les da”, confiesa.
Katie Larsen, que imparte biología a 6º y 9º grado en The Foote School, en New Haven (Connecticut), comentó que su alumnado ha crecido sabiendo que el cambio climático es un problema, pero descubrir hasta qué punto se ha dañado el medioambiente —como la cantidad de especies que se extinguen cada año— suele sorprenderles. Ella trata de orientar la conversación hacia algo más esperanzador, como lo que las personas pueden hacer para salvar los ecosistemas. “Creo que cuanto más positivo lo puedas enfocar, y más orientado a la acción, mejor”, dijo.
Cada vez más estudios demuestran que la ansiedad juvenil por el cambio climático puede afectar a sus relaciones y a su capacidad de pensar y desenvolverse. En noviembre pasado, un estudio publicado en The Lancet Planetary Health reveló que jóvenes de entre 16 y 25 años estaban luchando contra la preocupación por el cambio climático. De los más de 15.000 jóvenes estadounidenses encuestados, el 43% afirmó que afectaba negativamente a su salud mental y el 38% dijo que empeoraba su vida cotidiana.
Además, sobrevivir a un desastre concreto puede ser traumático para personas de cualquier edad. Vivir un huracán o una inundación puede aumentar el riesgo de depresión y trastorno de estrés postraumático, mientras que los incendios forestales se han relacionado con ansiedad, abuso de sustancias y problemas de sueño, según concluyó el IPCC en su informe de 2022. Estos problemas son especialmente graves en la infancia y la adolescencia.
Para hacer frente a la falta de recursos para abordar el malestar relacionado con el cambio climático, la Climate Mental Health Network y la National Environmental Education Foundation han desarrollado un nuevo conjunto de herramientas que el profesorado puede utilizar en las aulas de secundaria. Uno de los materiales, llamado “rueda de emociones climáticas”, ayuda al alumnado a identificar sus emociones, organizándolas en cuatro categorías principales —ira, tristeza, miedo y positividad— y desglosándolas en sentimientos más concretos, como traición, duelo, ansiedad y empoderamiento.
Aunque las clases de ciencias parecen el contexto más lógico para estos recursos, Megan Willig, quien colaboró en la creación de las actividades con la National Environmental Education Foundation, expresó su esperanza de que también puedan utilizarse en clases de lengua, ciencias sociales o arte, entre otras asignaturas. Están diseñadas para ser rápidas y listas para usar. “El profesorado compartió que está muy ocupado y con muchas responsabilidades”, dijo Willig, que también fue profesora.
Los ejercicios invitan al alumnado a reflexionar sobre cómo otros jóvenes procesan el malestar derivado del cambio climático y a explorar cómo transformar esa ansiedad en acción. Una de las actividades del kit introduce el concepto de “sesgo de negatividad”, que se refiere a cómo el cerebro tiende a aferrarse a los pensamientos negativos, y les propone contrarrestarlo imaginando emociones más positivas relacionadas con la Tierra. Otra actividad anima al alumnado a reflexionar sobre sus “esferas de influencia” y pensar en qué puede hacer dentro de su círculo cercano, en su comunidad y en el mundo en general para contribuir a frenar el cambio climático.
El conjunto de herramientas se probó el pasado otoño con 40 profesores voluntarios de 25 estados. Después, todos los docentes que participaron afirmaron que lo recomendarían a colegas, y la mayoría dijo sentirse más preparado para abordar las emociones del alumnado —y también las propias—. Las herramientas funcionaron tanto en estados tradicionalmente republicanos como Utah, Texas, Misisipi, Florida, Virginia Occidental e Indiana, como en demócratas como Nueva York y Washington. Newman cree que esto demuestra que la necesidad de este tipo de recursos no es una cuestión partidista.
Ella considera que la secundaria es un momento crucial para ofrecer apoyo en salud mental. “Es cuando el alumnado empieza a ser realmente consciente del cambio climático y de lo que está ocurriendo”, explicó. “Suele ser la primera vez que aprenden sobre ello en la escuela. Tienen más acceso a redes sociales y a noticias en línea, lo que amplifica su conciencia y su conocimiento sobre el cambio climático, y están viviendo una etapa muy formativa”.
Cuando se le preguntó si probaría las actividades, Thesenga respondió que sí. “Por supuesto, ¿por qué demonios no?”, respondió. En sus grupos de Facebook ha visto a otros profesores comentar que evitan el tema por completo en clase. “Esa no es la solución, tu alumnado quiere saber”, señala Thesenga. “Tú eres la persona en primera línea. Tienes que armarte de valor y hacerlo.”
Fuentes: Este artículo de Kate Yorder se publicó originalmente en inglés en Grist. Lo republicamos en español como parte de la alianza periodística internacional Covering Climate Now. - https://climatica.coop/educacion-secundaria-peor-ansiedad-climatica-grist/