Argentina: Miel cooperativa para producción sana, arraigo y apoyo mutuo

Argentina es uno de los principales productores de miel, pero el uso de agrotóxicos provoca la desaparición de colmenas y caída de la actividad. Y se suma la falta de apoyo del Gobierno. Productores cooperativos se organizan, trabajan, cuidan el ambiente y cosechan para el mercado interno y exportación. Recuerdan que las abejas son centinelas de los ecosistemas: allí donde desaparecen, desaparece también la diversidad y peligra la vida humana.

Por Patricio Suárez Area

“Los agroquímicos y la siembra intensiva fueron desplazando a la producción apícola. Hoy las abejas están en peligro en Argentina y en el mundo, y con ellas peligra la vida misma de la humanidad”, afirma Guillermo Spalla, productor entrerriano, referente del cooperativismo apícola e integrante de la Federación de Cooperativas Apícolas de Entre Ríos (Fecaer). Su advertencia sintetiza el estado de un sector que durante décadas supo ubicar al país entre los principales exportadores de miel del mundo, pero que enfrenta un escenario adverso: crisis climática, desmontes, fumigaciones y un Estado cada vez más ausente en los territorios.
Según datos de Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), más del 95 por ciento de la producción de miel se destina al mercado internacional, lo que ubica al país en el podio de exportadores (detrás de Estados Unidos y China).  Sin embargo, en la última década la actividad muestra señales de retroceso: menor rendimiento por colmena, pérdida de biodiversidad, caída del precio internacional y aumento de costos internos.

Foto: Fecoapi

Spalla lo resume de manera clara: “A fines de los 2000, sacábamos 50 o 60 kilos por colmena. No había tanto desmonte ni siembra intensiva. Hoy, con más tecnología y mejores manejos, apenas logramos la mitad. Este año saqué 20 kilos. La diferencia es el ambiente: ya no hay flores, hay veneno en todas partes y nuestras mieles aparecen contaminadas con glifosato”.
Daniel Codutti, productor orgánico de Chaco y consejero titular en la Federación de Cooperativas Apícolas (Fecoapi), coincide en el diagnóstico: “El sector convencional no la está pasando bien. Venimos de años con costos internos altísimos, inflación y precios internacionales que apenas se movieron. La rentabilidad es mínima. Solo quienes apostamos a la producción orgánica podemos sostenernos con cierta estabilidad, pero eso no se puede hacer en cualquier lugar: se necesitan montes nativos, ambientes libres de transgénicos y agroquímicos”.
Solo un dos por ciento de los 20.000 productores apícolas del país trabajan de forma orgánica, certificados por Senasa y de acuerdo a la normativa internacional que da el sello de ese modelo de producción. La mayoría se encuentra en Chaco. A nivel nacional, el retroceso de la apicultura no se explica solo por los vaivenes de la economía. En la voz de los propios productores, aparece una trama de factores ambientales y el retiro del Estado.
“Las fumigaciones afectan mucho. En vez de usar insecticidas que no dañen a las abejas, se sigue aplicando veneno de amplio espectro. El ambiente está contaminado ¿Cómo va a entrar un joven a esta actividad si no tiene condiciones mínimas para producir y los costos son altísimos? Hace cuatro o cinco años que en mi zona no aparecen productores nuevos”, sentencia Spalla.

Foto: Cooperativa de Productores Apícolas del Chaco (Copap)

El desguace del Estado, un trago de miel amarga
Codutti baja la actualidad económica de la actividad a números concretos. La miel clara se paga al productor 2000 pesos y la oscura 1700. El color, al igual que el sabor y el aroma, depende del árbol, planta o arbusto en donde la abeja recolecta néctar. "Con esos números, y con el dólar atrasado frente a la inflación, la cuenta no cierra. La exportación sigue siendo la salida principal, pero cada vez más concentrada entre seis grandes exportadores que manejan el negocio. Las cooperativas intentamos fraccionar para el mercado interno, porque necesitamos que la miel también se consuma en cada pueblo, que la plata quede en el lugar donde se produce", reseña el productor.
La combinación de factores externos e internos se traduce en menos colmenas, menos producción y menos apicultores. En este contexto, el papel de instituciones como el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) se vuelve fundamental, pero los propios productores alertan que hoy está en riesgo: “La apicultura argentina no sería lo que es sin el INTA. Técnicos, científicos, capacitaciones, toda una estructura que permitió que estemos entre los mejores del mundo. Si el Estado se retira de los territorios, la caída será mucho más profunda”, advierte Codutti.
Remarcan la importancia que tuvieron organismos como el INTA y el Senasa en la consolidación de la apicultura argentina, con asistencia técnica, desarrollo de tecnologías, control sanitario y acompañamiento a las cooperativas. Por otro, advierten que hoy esa presencia se ve amenazada: faltan programas provinciales, se reducen equipos técnicos y los institutos clave están bajo riesgo de desfinanciamiento. “Muchas salas de extracción y proyectos cooperativos no hubieran existido”, insiste Spalla sobre el el apoyo del INTI y de las áreas específicas de las provincias, que están en retroceso.

Foto: Cooperativa de Productores Apícolas del Chaco (Copap)

La producción de miel, un camino cooperativo
En este panorama, el cooperativismo se consolida como refugio y motor de esperanza para quienes aún sostienen la actividad. Porque detrás de cada frasco de miel no solo está el trabajo paciente de las abejas y sus cuidadores, sino también la trama asociativa que defiende la vida rural y la biodiversidad.
Spalla comenzó hace más de treinta años en Nogoyá (Entre Ríos) y fue uno de los fundadores de la cooperativa La Colmena. En 2001, en plena crisis, junto a otra veintena de cooperativas se unieron para crear Fecaer, de la cual fue presidente durante nueve años. “La federación fue fundamental para exportar, bajar costos y sostenernos en los momentos más duros. Hoy quedan dieciséis cooperativas y seguimos dando pelea. Sin esa trama asociativa, muchos productores ya hubieran desaparecido”, afirma.
Codutti, en tanto, construyó su camino en Chaco. Desde sus inicios en la escuela agropecuaria de Margarita Belén, en los años 90, se fue acercando a la apicultura hasta consolidarse como técnico, docente y productor. En 2012 inició la transición hacia la apicultura orgánica con 105 colmenas. Hoy cuenta con 819 colmenas certificadas. Es socio de la cooperativa de Productores Apícolas del Chaco (Copap), integra la Cámara Argentina de Fraccionadores de Miel y es consejero titular en la Fecoapi.

Foto: Cooperativa de Productores Apícolas del Chaco (Copap)

“En Chaco tenemos condiciones para la apicultura orgánica porque todavía hay monte nativo. Hoy la provincia lidera a nivel nacional con más de 13.000 colmenas certificadas. Fue un proceso de aprendizaje y organización colectiva. Al principio nos veían como bichos raros, pero hoy muchos productores están siguiendo ese camino”, valora. El producto orgánico, desde una perspectiva económica, rinde un 25 por ciento más que la miel clara convencional y hasta un 50 más que la oscura.
La apicultura argentina siempre estuvo atravesada por el cooperativismo. Desde la compra conjunta de insumos hasta la exportación, las cooperativas fueron sostén y estrategia frente a un mercado concentrado y cambiante. “El sistema cooperativo es muy bueno, principalmente para pequeños y medianos productores. La actividad necesita asociativismo, valores compartidos y presencia territorial. Si no hay cooperativa en el lugar, es muy difícil sostenerse. En cada zona donde existe, la diferencia es enorme”, argumenta Codutti.
Fecoapi agrupa a más de treinta cooperativas en distintas provincias, con el objetivo de definir estrategias gremiales, sanitarias y comerciales. La integración permite pensar en nuevos caminos: cadenas cortas de comercialización, mayor consumo interno, fraccionamiento en origen y precios más justos para productores y consumidores.

Foto: Cooperativa de Productores Apícolas del Chaco (Copap)

Las diferencias regionales también marcan el rumbo: mientras en el Chaco se fortalece la apicultura orgánica aprovechando el monte nativo, en Entre Ríos la intensificación agrícola genera cada vez más obstáculos. En todos los casos, las cooperativas aparecen como el instrumento que permite sostener la actividad y el arraigo rural, acerca la producción al consumo y cuida los ecosistemas locales.
Un ejemplo virtuoso de innovación cooperativa lo ofrece la Cooperativa Pampero, de General Pico (La Pampa). Frente al desafío del varroa destructor, uno de los principales parásitos de las colmenas, desarrollaron junto al INTA el acaricida Aluen CAP, un producto natural a base de ácido oxálico, avalado por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa).
A diferencia de los químicos convencionales, Aluen no contamina la miel ni la cera, y se convirtió en un insumo clave para productores que buscan sostener colmenas sanas y fortalecer la producción sin dañar el ambiente. El caso de la cooperativa Pampero muestra que los espacios asociativos no solo pueden organizar la comercialización, sino también impulsar ciencia, innovación y soberanía tecnológica en el sector.

Foto: Cooperativa de Productores Apícolas del Chaco (Copap)

Las abejas son centinelas de los ecosistemas: allí donde desaparecen, desaparece también la diversidad y peligra la vida humana. En Argentina, miles de familias apuestan a la apicultura como forma de vida, pero necesitan condiciones para producir y un Estado presente. Como dicen Spalla y Codutti, la clave está en arraigarse, asociarse y cuidar a las abejas, porque en ellas se juega buena parte del futuro del campo y de la humanidad.
Así como las abejas trabajan en comunidad, cada una con una tarea específica pero siempre en función del bien común de la colmena, las cooperativas se sostienen en valores muy similares: solidaridad, ayuda mutua, compromiso con el entorno y responsabilidad compartida. La cooperación, ya sea en la colmena o en el campo, es el lenguaje de la naturaleza y de los pueblos que buscan permanecer en armonía con ella.


Edición: Nahuel Lag
Fuente: https://agenciatierraviva.com.ar/miel-cooperativa-para-produccion-sana-arraigo-y-apoyo-mutuo/ Imagen de portada:
Foto: Fecoapi

 

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