La gripe aviar cada vez afecta a más especies en el mundo: ahora está llegando a los pingüinos de la Antártida
La Antártida está viviendo uno de sus momentos más frágiles del siglo, y los protagonistas involuntarios son los pingüinos, una de las especies más queridas e icónicas del planeta. El avance del H5N1 en 2025 (una variante de gripe aviar con mutaciones cada vez más agresivas) ya alcanzó colonias en el mar de Weddell y la península antártica, revelando un ecosistema bajo presión y un virus capaz de superar barreras que antes parecían imposibles. Y mientras el mundo aún procesa la muerte de más de 50.000 elefantes marinos en Georgia del Sur, ahora los pingüinos entran a la lista de especies afectadas, elevando la alarma global a un nuevo nivel.
por Carolina Gutiérrez Argüelles
La gripe aviar en pingüinos: un brote que rompe las reglas
Entre enero y febrero de 2025, una expedición del CSIC y UNESPA confirmó la presencia del H5N1 en nueve especies de aves y cuatro mamíferos antárticos, incluyendo pingüinos de Adelia, papúa y barbijo. La carga viral encontrada en individuos muertos fue tan alta que los expertos consideran que el brote no está en fase inicial, sino ya instalado en el ecosistema.
La gravedad aumenta porque los pingüinos viven en colonias densas donde miles de individuos conviven en espacios pequeños, lo que facilita la transmisión por vía aérea. Un virus respiratorio como el H5N1 encuentra aquí un terreno ideal para expandirse con rapidez.
¿Por qué el salto del H5N1 a los pingüinos es tan peligroso?
La variante 2.3.4.4b del H5N1 está detrás de brotes explosivos en mamíferos marinos y aves de distintos continentes. Su capacidad para saltar especies convierte a los pingüinos en un nuevo eslabón dentro de una cadena viral que ya no tiene fronteras geográficas ni biológicas.
Además, los pingüinos dependen de ciclos reproductivos estrictos: si un brote interrumpe la temporada de anidación o reduce la presencia de adultos, el impacto puede extenderse durante años. Una generación perdida puede alterar estructuras poblacionales enteras.
Un ecosistema entero bajo presión
La Antártida no enfrenta un solo problema: el retroceso del hielo, la disminución de kril y la presencia de enfermedades forman un cóctel que empuja al límite a varias especies. En este contexto, la llegada del H5N1 actúa como un detonante adicional en un sistema ya debilitado. El riesgo ecológico no se limita a los pingüinos. Si el virus se mueve entre depredadores, carroñeros y mamíferos marinos, crea una red de transmisión que complica cualquier esfuerzo de contención. Un paraíso en peligro es la frase que más repiten los especialistas.
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Mutaciones, riesgos y lo que aún no sabemos
Desde 2023, cuando el H5N1 mató al 95% de las crías de elefante marino en Península Valdés, los científicos siguen rastros de posibles transmisiones entre mamíferos. Ese precedente demuestra que el virus no solo está expandiéndose: está aprendiendo, mutando y encontrando nuevas rutas dentro de ecosistemas que jamás habían visto algo similar.
La falta de financiamiento para continuar las expediciones deja lagunas en la información. Sin datos continuos, es difícil anticipar la extensión del brote en pingüinos, especialmente porque muchos individuos podrían estar muriendo lejos de las colonias, invisibles para los censos tradicionales.
Los pingüinos son algo más que fauna salvaje: son un reflejo de la salud del océano Austral y un termómetro del planeta. Su vulnerabilidad ante el H5N1 (sumada al colapso reciente de los elefantes marinos) es una señal clara de que la Antártida está entrando en un punto crítico donde clima, virus y pérdida de hábitat chocan al mismo tiempo. Hoy, mientras el virus avanza y los científicos luchan por estudiarlo a tiempo, la pregunta que queda flotando es inevitable: ¿qué nos están tratando de decir estos guardianes del hielo?
Fuente: https://ecoosfera.com/medio-ambiente/natura/caparazones-cangrejos-laser/




