De Coyhaique a Chaitén: Un soberbio paisaje en peligro




Por Peter Hartmann, Coordinador Coalición Ciudadana por Aysén Reserva de Vida
Hace algunos días tuve oportunidad de viajar desde Coyhaique hacia Chaitén por el Camino Longitudinal Austral observando los sectores que Transelec e HidroAysén pretenden arruinar con su línea de transmisión eléctrica hacia el norte del país.
Luego de la experiencia, lo único que resta por decir es que esos paisajes son ¡soberbios!, incluso más que algunos de los que aparecen en las gigantografías de la campaña Patagonia sin Represas. Y para qué hablar de la propaganda y oferta turística, de este territorio donde la “Carretera Austral” es un componente fundamental.
De esta forma, yendo de la capital de la Región de Aysén hacia el norte da escalofrío imaginarse esa línea eléctrica con torres de 65 a 70 metros de altura y una franja despejada de 70 metros de ancho pasando por los campos de Mano Negra -frente a Villa Ortega- y los cerros Bayo y Emperador Guillermo, a orillas del río Mañihuales y frente al poblado homónimo de fértiles predios. Y luego, irrumpir frente al cerro Picacho, nuestro propio Cervino (famoso monte de los Alpes), cruzar los altos bosques de La Zaranda y la belleza  de la Reserva Nacional Lago Las Torres, para desde ahí seguir por los centenarios árboles frente a Villa Amengual hacia La Tapera.
Ya en Las Juntas, el trazado destructor cruzaría cerca de este poblado a través de sus valles y, a veces, a orillas de los hermosos ríos Rosselot  y Palena,  siempre en campos de frondosa boscosidad frente a los magníficos cerros Barros Arana y Serrano, para continuar  por el valle del Frío.  Y tras cruzar frente a Villa Santa Lucía, internarse en los bosques del recientemente creado Parque Nacional Corcovado.
Desde esta nueva área silvestre protegida bajarían las torres cruzando a orillas de uno de los más hermosos lagos de Chile, el Yelcho, frente a Puerto Cárdenas, y por las verdes arboledas y predios  a orillas de la ruta  hacia El Amarillo y Chaitén, donde inevitablemente tendrá que pasar frente a los volcanes Corcovado, Chaitén y Minchinmahuida, y la hoy desierta localidad que esperamos algún día de una u otra forma renazca de las cenizas.
A propósito de volcanes y Chaitén, así como la ciudad y el camino hacia el norte sufrieron las consecuencias de la furia visceral de la Tierra, la línea eléctrica también habría quedado cortada por varios meses.  Período en que sin ese aporte el Sistema Interconectado Central habría quedado con una merma irremplazable y, por lo tanto, con un tremendo apagón.  Eso por causa tanto de los aluviones como del efecto conocido como “puente eléctrico” por las cenizas en suspensión y que genera cortocircuitos y la caída de la interconexión cada vez que se acumula el material en los aisladores.  Es lo mismo que ocurre con el agua y el hielo, si no, pregúntenle a Edelaysén.  Por algo Transelec esta reevaluando el trazado.
Y si de volcanes estamos hablando, que evidentemente no son el único obstáculo con el que se encontrará la empresa, está claro que difícilmente le podrán sacar el quite a los más de diez que tendrían de vecinos si llegan a materializar su proyecto.   De hecho, sólo en Aisén los están esperando, además de nuestro conocidísimo Hudson, el Maca, el Cai y el Melimoyu.  Y en la Región de Los Lagos los ya nombrados, donde el Chaitén sigue activo y más al norte el Huequi, el Hornopirén, el Yates, el Calbuco y el Osorno, algunos de ellos con fama de terribles y otros con pinta tan inocente como la que tenía el ahora furioso Chaitén

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