La nueva cultura corporativa

Un grupo selecto de grandes empresas ha intentado liberarse del mundo corpóreo de los bienes de consumo, de la fabricación y de los productos a fin de existir en otro plano. Argumentan que cualquiera puede fabricar un producto, cuya tarea puede ser entregada a un subcontratista, cuya única misión será servir los pedidos a tiempo y a bajo coste (y preferentemente en los países subdesarrollados, donde la mano de obra es barata, las leyes son permisivas y las exenciones impositivas llueven del cielo).
Mientras tanto las sedes centrales de las empresas tienen libertad para dedicarse al verdadero negocio: crear una mitología corporativa lo suficientemente poderosa como para infundir significado a estos objetos brutos imponiéndoles su nombre.
No se vende un producto, se vende una actitud, un conjunto de valores, un estilo de vida, la manera de hacer las cosas. Las empresas corporativas son vehículos para transmitir ideas que impregnan la memoria colectiva.
La conocida marca Nike es una empresa del deporte, su misión es vender una imagen para mejorar la vida de la gente, el espíritu del deporte y la autosuperación. IBM no vende ordenadores sino ‘soluciones empresariales’. La influencia cultural de las empresas multinacionales es impresionante. Miles de millones de dólares para construir una nueva cultura.
‘Los productos se hacen en las fábricas, las marcas se hacen en la mente’.
El proceso de producción se ha devaluado, este proceso no tiene valor añadido, las personas que realizan este trabajo son tratadas como sobrante, como basura. Como consecuencia de ello las grandes multinacionales reorganizan sus estrategias comerciales y se dedican a gestionar la marca, el marketing y el diseño y desarrollo de productos.
Pero la producción no puede ser trascendida y alguien debe ensuciarse las manos para fabricar los productos a los que las marcas mundiales imponen sus significados.
Las Zonas de Procesamiento de Exportaciones (ZPE), se hallan en diferentes países subdesarrollados (llamados en vías de desarrollo como eufemismo) –China, México, Vietnam, Filipinas...- ; son, paradójicamente, uno de los pocos lugares en el mundo donde los espacios están vacíos de marcas.
Los puestos suelen estar ocupados por mujeres y niños inmigrantes, durante jornadas de trabajo superiores a las 14 horas; la gestión del personal es de corte militar y el sueldo está por debajo del nivel de supervivencia.
La transitoriedad gobierna estos lugares, reina el miedo: los gobiernos por perder sus fábricas extranjeras, las fábricas perder sus marcas-cliente, y los obreros sus inseguros trabajos.
Fuente: decrecimiento.net

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