El mar pasó de ser la cuna de la vida al basurero del capitalismo



Adital

A cuatro años del derrame de petróleo más nocivo en la historia de la humanidad, ocurrido mar adentro en Estados Unidos a manos de la British Petroleum, Esperanza Martínez, miembro de Acción Ecológica y de la Red Internacional Oil Watch, demandó el reparo integral del daño causado a la naturaleza y una sanción que no se reduzca a una suma de dinero.

En abril de 2010, la plataforma petrolera Deepwater Horizon, contratada por la British Petroleum, ubicada a 80 kilómetros de la costa de Luisiana, Estados Unidos, se hundió después de una explosión. El resultado fueron cerca de 780 millones de litros (206 millones de galones) de petróleo crudo derramado en el mar, contaminando todo a su paso, delicados estuarios y playas, y cerrando vastas áreas del Golfo a la pesca comercial.
"A partir de esa fecha, hemos intentado abrir varias puertas, hacer una presentación de este caso en las cortes ecuatorianas considerando que, por una parte, la naturaleza no tiene fronteras y por otra, el Ecuador reconoce los derechos de la naturaleza en su Constitución”, señaló Martínez.
La activista por la defensa del ambiente y la vida, reconoció que el éxito ha sido esquivo en sus demandas "por eso decidimos presentar el caso ante el Tribunal de los Derechos de la Naturaleza en enero de 2014. Y esperamos que ahora se resuelva”, agregó.
En 2012, la British Petroleum fue sancionada con una multa de 4,500 millones de dólares a favor de los Estados Unidos. La indemnización constituyó un récord; sin embargo, el reclamo de organizaciones como Oil Watch y Acción Ecológica, va más allá de una mera sanción económica.
Para Esperanza Martínez, existe un derecho vulnerado que no está siendo reconocido por los estándares internacionales. Hablamos de la naturaleza como sujeto de derecho. "Más alá de la comida que nos ofrece el mar, más allá de cuánto se afectan nuestros territorios, hay un derecho de la naturaleza que ha sido ignorado y esto es porque hasta hace muy poco tiempo no existía la noción de los derechos de la naturaleza en la legislación tradicional de nuestro continente”, acotó.
Esta realidad cambió cuando, en la Constitución ecuatoriana, se incorporaron los derechos de la naturaleza. "Se incorporó este reconocimiento y se han hecho algunos pasos a nivel internacional para procurar que estos sean reconocidos”.
La reparación que propone Martínez está ligada a cinco componentes que tienen que ver con acciones específicas para reparar el daño causado a la naturaleza.
El primero es la restitución del derecho de la naturaleza a existir. "Para eso demandamos que se suspendan las operaciones en el mar que estarían provocando estas situaciones de extremo riesgo. Me refiero a mares profundos y a zonas en donde la presión hace que un evento como el que pasó se vuelva a repetir. Hay un riesgo inminente”, añade.
En segundo lugar se encuentra la compensación. Pero la manera de compensar a la naturaleza no es la misma que a las comunidades, a quienes se les devuelve lo que perdieron. "En este caso pedimos que se deje represado una cantidad equivalente de crudo a responsabilidad de la empresa. O sea, que la empresa pague por ese crudo que no va a salir. Y esa nos parece una manera de compensarle a la pachamama evitando exponerle con esas nuevas explotaciones”, sintetiza Martínez.
El proceso incluye la rehabilitación que es de largo tiempo. "Si tú piensas en la materia de rehabilitación, tienes que pensar que si los seres humanos para rehabilitarnos pasamos por un proceso con psicólogos, médicos, chequeos periódicos, imagínate lo que se necesita en el mar. Hay cómo hacerlo, es complejo pero no imposible, se necesita hacer un seguimiento de qué está pasando con el crudo que se está quedando en el subsuelo, cuál es el sufrimiento de los animales que están en el mar. Se necesita eliminar los puntos de estrés para evitar que ese sufrimiento se vaya acumulando. Eso se puede hacer”, dice.
Las demás tienen que ver con la sanción a los responsables de este hecho. "Las empresas, los Estados que están dando los permisos y las personas involucradas que han hecho lobby para debilitar la poca regulación que había para las actividades extractivas, también se necesita sanción para ellos”.
"El repudio de la humanidad ante este tipo de hechos ya es de por sí una sanción. Pero hay que ser cuidadoso para que el silencio o las generalidades no creen impunidad”, sentencia Martínez.
NO APRENDEMOS
Pese al derrame de petróleo en el 2010, la representante de Oil Watch, alertó que las actividades extractivas mar adentro continúan en la zona norte de América. "No hemos aprendido nada”, dice, al tiempo que agrega que si la garantía es que no se vuelva a repetir el incidente, no se está actuando con coherencia.
"¿En qué se ha convertido el mar en esta sociedad capitalista que acumula y que, desde que hay el petróleo, en estos últimos 150 años, ha determinado una cantidad de desechos impresionante? El petróleo acelera la producción y el consumo y con ellos, los desechos. Creo que dimos un giro en donde el mar pasó de ser "la cuna de la vida” al basurero del capitalismo”, finaliza Martínez.

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