Unir mente, materia y vida

El eslogan popular «Somos la naturaleza defendiéndose a sí misma», visto en las protestas ambientales en todo el mundo, dice algo sobre cómo la idea de que los humanos no están separados de la naturaleza se está volviendo mucho más común. Desde esta perspectiva, las crisis climática y de biodiversidad están intrínsecamente vinculadas con el destino de la humanidad y del planeta vivo. 

Alfredo Erlwein-Vicuña

Una razón clave para comprender esto es el trabajo de los biólogos chilenos Humberto Maturana y Francisco Varela, quienes publicaron su teoría de la autopoiesis, que definía la vida como un sistema de interacciones, en 1972. Cincuenta años después, mientras nos enfrentamos a la sexta extinción masiva, el legado de esta teoría es ahora más relevante que nunca.

¿Por qué estas ideas son relevantes para el futuro? Nos liberan de una cosmovisión separada entre cuerpo y mente, sujeto y objeto, organismos y medio ambiente, ciencias duras y blandas, individuo y sociedad. Nos muestran que en la evolución, la cooperación es más fuerte que la competencia. En lugar de estar en una carrera por llegar a la verdad última a través del razonamiento, somos libres de decidir cómo queremos ser. Lograrlo depende de nuestra capacidad para llegar a un consenso conjunto a través del lenguaje como comportamiento cooperativo que nos hizo humanos. La democracia no es simplemente un sistema de gobierno, sino una forma de vivir en aceptación mutua. Lo que creemos realmente importa porque estamos co-creando nuestra realidad tal como la pensamos. En conclusión, las ideas de Humberto Maturana implican un cambio radical en la comprensión de la vida, abriendo la puerta a la posibilidad y transformación de sistemas completos hacia una existencia más justa entre nosotros los humanos y con el resto del mundo vivo.

Maturana murió hace apenas un año. Su enfoque de sistemas lo llevó a estudiar la organización de la vida, en lugar de sus componentes por separado, viendo la vida como un proceso circular ininterrumpido de autocreación. Esta es la base fundamental de la teoría de la cognición de Maturana y Varela Santiago, que identificaba el proceso de conocer como la actividad que permitía la autogeneración de los sistemas vivos – la cognición es el proceso de la vida. En el caso de los humanos, esto incluye el lenguaje y el pensamiento conceptual.
Aunque la autopoiesis no responde a la vieja pregunta de qué es la vida, nos dice qué hace la vida. Muchos científicos la consideran una de las mejores definiciones científicas de la vida. En opinión del físico Fritjof Capra, la teoría de la cognición de Santiago es “la primera teoría científica que supera realmente la división cartesiana de mente y materia” y “por primera vez tenemos una teoría científica que unifica mente, materia y vida.»
Lynn Margulis se interesó por la autopoiesis en su búsqueda de los fundamentos microbiológicos de la teoría de Gaia. Tanto la hipótesis de Gaia como la autopoiesis afirman que el organismo y el medio ambiente coevolucionan acoplados; no hay uno sin el otro. La autorregulación a escala planetaria sería también una forma de autopoiesis: la vida creando elambiente propicio para la creación y subsistencia de la vida misma.

¿Por qué esta teoría se ha extendido a tantos campos del conocimiento? Porque redefine la vida, el lenguaje y el saber. Esto simplemente lo cambia todo, incluso lo que entendemos por realidad y conciencia. Maturana afirma que la realidad es diferente para cada ser vivo porque se percibe de acuerdo a los procesos sensoriales de cada organismo. Por tanto ningún ser vivo tiene acceso a una realidad independiente de su propio organismo, y por tanto nadie puede pretender tener acceso a una verdad absoluta. Siempre supimos en ciencia que una verdad absoluta es inalcanzable: la teoría de Santiago proporciona una base teórica para ello, socavando uno de los supuestos más importantes de la ciencia moderna: la objetividad. La ‘verdad’ surge en las conversaciones, como un consenso con los demás, y por lo tanto cambia constantemente según cada momento histórico. Además, como seres que viven en el lenguaje, cada nueva verdad (idea aceptada) tiene el potencial de cambiarnos a nosotros también: paradójicamente, el lenguaje también crea la realidad. Pero, contrariamente a nuestra comprensión actual, para Maturana las emociones son más importantes que el lenguaje y la razón: “Los humanos somos seres emocionales que usamos la razón para justificar o negar según nuestras propias preferencias”.

Alfredo Erlwein-Vicuña es profesor del Instituto de Ingeniería Agrícola y Edafología y del Centro Transdisciplinario de Estudios Ambientales de la Universidad Austral de Chile, y es miembro fundador de la Fundación Manfred Max-Neef.
Fuentes: resurgence.org/ https://www.resurgence.org/magazine/article5966-uniting-mind-matter-and-life.html - Traducido por Eva Calleja - Imagenes de:  Alison Milner

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