La araucaria y la importancia de un árbol sagrado que sigue resistiendo al sur de Chile
El pewen o araucaria es un árbol emblemático y Monumento Natural de Chile.
Por ello, la reciente aprobación de la intervención de 96 ejemplares
para un proyecto vial generó conmoción a nivel nacional. Tras esta
noticia, el Seremi de Obras Públicas de la Región de La Araucanía anunció que el proyecto será rediseñado para no intervenir ningún árbol. A raíz de esto, conversamos con Eduardo Fuentes, Doctor en Ciencias Biológicas, investigador del Laboratorio de Invasiones Biológicas y perteneciente al Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB); Enrique Cruz, ingeniero agrónomo especializado en Conservación de Bosques y Humedales y Director Ejecutivo de Fundación Centro de los Bosques Nativos Forecos, y con la Coordinación Defensora del Pewen sobre la importancia ecológica de este árbol milenario, y sus principales amenazas.
Por Antonia Soto Castro
El
día 18 de julio de 2025, la Corporación Nacional Forestal (CONAF)
aprobó, a través de dos resoluciones, la intervención de 96 ejemplares
de Araucaria araucana para el avance de dos proyectos viales en la Región de La Araucanía. Para la ruta entre Liguria e Icalma, se estimó la tala de 39 ejemplares de araucarias, mientras que para la ruta entre Melipeuco e Icalma,
se estimaron 57 ejemplares. De acuerdo a ambos documentos, los
proyectos tienen como objetivo fomentar el turismo y la conectividad
regional, en el marco de una necesidad local y de interés nacional.
A partir de manifestaciones territoriales por parte de las comunidades mapuches
y pehuenches, y el llamado de atención masivo en redes sociales, el
Seremi de Obras Públicas de la Región de la Araucanía, Patricio Poza,
anunció que se frenará la tala de araucarias del sector y que se
rediseñará el proyecto para no intervenir a este símbolo espiritual y
cultural del pueblo mapuche-pehuenche.
La
araucaria es una de las siete especies de flora declaradas como
Monumento Natural en Chile. Esta figura les da una protección absoluta.
Cualquier daño y afectación sin autorización se penaliza por ley. Sin
embargo, situaciones como la reciente autorización para su intervención
para mejoras viales recuerdan que es una especie que sigue resistiendo,
no solo a proyectos urbanos, sino que a grandes amenazas de la
actualidad.
Su importancia ecológica y sagrada
El
pehuén, araucaria o Araucaria araucana es el árbol más representativo y
uno de los más queridos de todo Chile. Esta especie es endémica de los
bosques templados del sur del país y de Argentina, encontrando su hogar
en la cordillera de Los Andes.
Siempreverde y dioico -es decir, que puede ser femenino o masculino-
alcanza una altura de más de 40 metros, y su tronco grueso y cilíndrico
puede llegar a medir dos metros de diámetro.
Este es un árbol
milenario y corresponde a un vestigio natural de la era mesozoica nativa
de Chile y Argentina. Es, también, el hábitat para muchas especies,
como los loros tricahue y roedores nativos. Pertenece a la antigua familia Araucariaceae, cuyos fósiles son abundantes en la Patagonia y la Antártica, por lo que es considerado un fósil viviente.
Eduardo
Fuentes, Doctor en Ciencias Biológicas, investigador del Laboratorio de
Invasiones Biológicas y perteneciente al Instituto de Ecología y
Biodiversidad (IEB), explica: “La araucaria presenta un crecimiento
lento, con un incremento promedio de entre 5 a 8 cm por año. Aunque
puede iniciar la fructificación alrededor de los 25 años, la etapa de
madurez reproductiva se alcanza aproximadamente a los 40 años, cuando se
observa una floración y producción de semillas más abundante. Muchos
individuos pueden vivir más de 1.000 años, lo que refleja su estrategia
de vida longeva y de reproducción a largo plazo”.
La araucaria podría
considerarse una de las especies de flora más longevas de
Latinoamérica. La famosa “Araucaria madre”, que habita en el Parque Nacional Conguillío
al sur de Chile, recibe su nombre debido a su gran tamaño y longevidad.
Este ejemplar, según distintas estimaciones, podría tener entre 600 y
1.000 años.
Por otro lado, el pehuén es un árbol de suma importancia
sagrada para los pueblos originarios que viven en Chile, especialmente
para las comunidades mapuches y pehuenches. La Coordinación
Defensora del Pewen, con el respaldo del Territorio pewenche de Lonquimay,
declaran que este árbol «es parte de nuestra historia, nuestra
cosmovisión, nuestra espiritualidad. Cuando hablamos con nuestros
padres, con nuestros abuelos, con los takeche, se ha tenido en cuenta la
historia detrás, cómo nuestros antiguos llegaron a refugiarse a estos
lugares, de como el pewen nos dio la sobrevivencia, nos dio la vida, nos
permitió vivir, sustentarnos».
En 2008, el estado de conservación de
la especie fue clasificado como Vulnerable. En 2018 las poblaciones
relictas de la Cordillera de Nahuelbuta se declararon oficialmente en
peligro de extinción. Su comercialización está prohibida ya que se
incluye en el Apéndice I de la Convención sobre el Comercio
Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres
(CITES).
A pesar de ser una especie en estado de conservación, se
enfrenta a distintas amenazas, como la deforestación histórica, la
fragmentación de su hábitat, los incendios forestales, el reemplazo de bosque nativo por plantaciones de especies exóticas y los efectos del cambio climático.
Actualmente, también se ve afectada ante distintas amenazas de
crecimiento urbano, como lo es la construcción y mejoramiento de
caminos.
Enrique Cruz, ingeniero agrónomo especializado en
Conservación de Bosques y Humedales y Director Ejecutivo de Fundación
Centro de los Bosques Nativos Forecos, dice que «parte importante de la
superficie original de araucaria ya no existe. Se estima que
originalmente debería haber cubierto una superficie de aproximadamente
500.000 hectáreas y ya estamos más o menos en la mitad, 250.000
hectáreas«.
Desarrollo vial y amenazas infraestructurales
La Ley Nº 20.283 sobre Recuperación del Bosque Nativo y Fomento Forestal
expresa lo siguiente: “Excepcionalmente, podrá intervenirse o alterarse
el hábitat de los individuos de dichas especies, previa autorización de
la Corporación, la que se otorgará por resolución fundada, siempre que
tales intervenciones no amenacen la continuidad de la especie a nivel de
la cuenca o, excepcionalmente, fuera de ella, que sean imprescindibles y
que tengan por objeto la realización de investigaciones científicas,
fines sanitarios o estén destinadas a la ejecución de obras o al
desarrollo de las actividades señaladas en el inciso cuarto del artículo
7º, siempre que tales obras o actividades sean de interés nacional”.
Según
la normativa, en el caso de que el proyecto señale que la intervención
directa es necesaria e inevitable, deben realizarse inspecciones en
terreno y análisis técnicos, y presentar alternativas para minimizar el
impacto sobre el Bosque Nativo de Preservación y las especies en
categoría de conservación del área. Por ejemplo, al publicar las
resoluciones del proyecto de La Araucanía, se presentaba una propuesta
de mitigación que consistía en plantar cerca de cinco mil ejemplares de
Araucaria araucana en la Reserva Nacional Biobío.
En
su declaración pública, CONAF argumentó que la autorización se dio
«cumpliendo toda la legalidad vigente y considerando su beneficio
social». Además, comentaron que los proyectos apelaron al artículo 19 de
la Ley 20.283 y que la aprobación obliga a MOP a implementar medidas de
compensación que se traducen en «la reposición de 19,07 hectáreas con
5.008 ejemplares de araucaria, más una reforestación legal de 0,692
hectáreas. Dichas iniciativas fueron analizadas por los diversos
servicios públicos incumbentes, los cuales también dieron su
aprobación».
En relación a esto, Fuentes comenta que, en un marco
legislativo, la reforestación o el traslado de ejemplares son clave para
moderar el impacto ambiental como consecuencia de la intervención de
estas especies. “No obstante, el objetivo central de dicho marco es
alcanzar una ganancia neta de biodiversidad, lo que implica no solo
reemplazar individuos perdidos, sino también asegurar la funcionalidad
ecológica a largo plazo. En este contexto, la reforestación no siempre
garantiza resultados efectivos”, explica. “La Araucaria araucana es una
especie de crecimiento lento, con requerimientos específicos para su
establecimiento, desarrollo y reproducción, además de depender de
relaciones ecológicas complejas que no se restauran fácilmente”.
Cruz
agrega que “no es tan sencillo simplemente plantar araucaria. La
supervivencia de las plántulas es baja. Por semilla hay un poco más de
éxito, pero a medida que van creciendo muchas de ellas van muriendo, es
parte del proceso natural de alguna manera. Compensar árboles adultos
que pueden tener desde 50, 100, 200, 400, 500 años seguramente, a través
de plantación y reforestaciones, la verdad no es tan adecuado”.
Frente
al desarrollo de proyectos viales, Fuentes dice que, a pesar de ser
considerado de interés público, “esta condición no debe ser utilizada
automáticamente para justificar la pérdida irreversible de componentes
clave del patrimonio natural y cultural, como lo es la araucaria. Se
trata de una especie milenaria, en categoría de conservación, de
crecimiento lento y de gran valor ecológico, cultural y simbólico para
la cosmovisión mapuche-pehuenche. Intervenir poblaciones adultas bajo el
argumento de interés público sin agotar previamente todas las
alternativas de trazado, rediseño o medidas de no intervención
contradice los principios de precaución ambiental y de la protección de
la biodiversidad”.
Por otro lado, las araucarias pueden sufrir daños
de manera indirecta estando cerca de carreteras, calles o caminos,
incluso si no hay una intervención directa en ellas. Sobre esto, Cruz
dice: «En la gestión de la mantención de los caminos muchas veces igual
se les hace daño. Cuando viene una máquina que necesita mover la nieve o
necesita arreglar el camino, pasa a llevar las raíces de la araucaria.
También pueden ir erosionando los alrededores. Finalmente a esa
araucaria, en el largo plazo, igual se le está haciendo un daño».
¿A qué otras amenazas se enfrenta?
A
pesar de que las obras viales o caminos han influido en la pérdida de
poblaciones, o se han visto amenazadas por estos factores, los expertos
concluyen que la construcción vial y el crecimiento urbano no es la
mayor amenaza de las araucarias en la actualidad. El cambio climático,
los incendios forestales y las especies invasoras ejercen un daño mayor y continuo, comprendiendo los principales peligros de la araucaria.
Según
Fuentes, su vulnerabilidad se asocia principalmente a “la degradación
histórica que ha sufrido su hábitat donde, durante el siglo XIX, sufrió
una tala indiscriminada para la explotación de su madera. Sin embargo,
desde un punto de vista ecológico la especie es bastante resiliente a
las condiciones ambientales extremas, ya que puede crecer climas fríos y
además todo lo que conlleva crecer en ecosistemas de montañas como
estaciones cortas de crecimiento, alta radiación y suelos de pobres (por
ejemplo, puede crecer en suelos volcánicos). Además, ha desarrollado
estrategias que le han permitido adaptarse parcialmente a incendios
principalmente de origen natural”.
Cruz señala que, desde hace años,
se habla de enfermedades en las poblaciones de pehuén, especialmente
infestación de hongos, que se ven impulsados por el cambio climático,
principalmente «por la falta de precipitaciones en verano y la falta de
inviernos más fríos como eran antiguamente. Al tener condiciones que de
alguna manera son más favorables a los hongos, estamos afectando a la
araucaria».
Otra amenaza importante es la presencia del jabalí (Sus
scrofa), especie invasora introducida en los años 60 en Chile, que hoy
se extiende en sectores de La Araucanía hasta la Región de Los Ríos.
Este se alimenta del piñón de la araucaria, su semilla, dificultando su
proceso de reproducción y supervivencia natural, y podría ejercer un
impacto incluso más grande que el de la huella humana.
Sin embargo,
los casos de mayor daño de ecosistemas y poblaciones de araucaria de los
últimos años están más asociados a incendios, como es el incendio de la
Reserva Nacional China Muerta
de 2015. Este afectó aproximadamente 2.024 hectáreas, lo que equivale a
cerca de 23 por ciento de su superficie, donde la mitad del área
siniestrada estaba cubierta por bosque de araucaria.
La
araucaria es un árbol extremadamente vulnerable, a pesar de estar en
estado de conservación. Preservar esta especie es crucial, no solo por
su importancia ecológica y cultural, sino también porque representan un
símbolo emblemático en la cultura de los pueblos originarios.
El
pehuén juega un papel clave en la biodiversidad y el equilibrio
ambiental. Asegurar su supervivencia también garantiza la protección de
estos ecosistemas únicos y la continuidad de tradiciones ancestrales.
Frente
a decisiones que amenazan su existencia, los expertos apuntan a que es
importante reforzar las políticas de protección, para que estas sean
realmente efectivas. La defensa del pehuén no solo implica conservar un
árbol milenario e icónico de la flora chilena, sino también resguardar
una herencia viva que conecta el territorio nacional con su historia,
sus saberes y, asimismo, su futuro.
Fuente:
https://laderasur.com/articulo/a-proposito-del-caso-lonquimay-la-araucaria-y-la-importancia-de-un-arbol-sagrado-que-sigue-resistiendo-al-sur-de-chile/
- Imagen de portada: Araucaria Madre. Créditos: Agustín Torrealba