Sin reducir drásticamente emisiones, no habrá adaptación posible

Es hora de que las políticas extraordinarias de mitigación y adaptación que necesitamos se impongan en la agenda de todos los partidos políticos. Y que quien no lo asuma, pague electoral y socialmente por ello. Fragmentos de una extensa nota publicada en El Salto: Es difícil que no conozcamos a alquien en España que este verano no haya sufrido gravemente los efectos del calentamiento global, bien sea en términos de problemas de salud derivados de las sucesivas olas de calor sufridas, o por los incendios que han asolado la península. El fuego ha causado muertes, heridos graves, una contaminación que ha afectado a la salud de millones de personas, así como una pérdida incalculable de biodiversidad en las zonas afectadas. De manera colateral, se ha alterado la vida social de todo un país a partir de los cortes de carreteras y suspensiones de trenes ocasionados. Un miedo ancestral está así tomando nueva forma en este siglo XXI.


Víctor Alonso Rocafort
Belén Rodríguez Fonseca

Julia Steinberger ha denominado con acierto la era que se abre como la de la necropolítica climática. No participa la autora de una dilución de responsabilidades entre toda la sociedad: “Las grandes compañías de combustibles fósiles son los grandes poderes de nuestro tiempo, algunas incluso adoptando forma de Estado. Exxon-Mobil, BP, Shell, Gazprom, Saudi Aramco: todas han decidido que el poder y la riqueza valen más que todas nuestras vidas (...) Han hecho el cálculo y nuestras vidas, bueno, simplemente no les importan (...) la industria de los combustibles fósiles y sus amigos han creado infraestructuras para mantener su poder. Estas van desde trampas legales hasta la desinformación masiva, desde la corrupción política hasta la creación de una cultura neoliberal de individuos impotentes”.
Camilo Mora y colaboradores/as han estimado, en una revisión de bibliografía especializada sobre el tema que se publicó en Nature Climate Change en 2017, que si alrededor de un 30% de la población mundial habita hoy en áreas donde su supervivencia está en entredicho por la combinación de gran calor y humedad, alcanzando niveles considerados críticos al menos durante 20 días al año, este porcentaje subiría al 47,6% para el año 2100... pero solo si logramos alcanzar un escenario de drásticas reducciones de emisiones de combustibles fósiles. Es decir, la tendencia es tal que llegaríamos hasta un 74% de la población mundial en riesgo crítico de muerte por calor para finales de siglo en caso de seguir con las tendencias actuales en cuanto a emisiones de combustibles fósiles.
Europa se está calentando más que el resto del mundo y su población está envejeciendo a mayor ritmo. Solo en el verano de 2022 se recogió un exceso de muertes por calor en toda Europa de más de 46.000 personas. El calentamiento global está expandiendo las áreas de Europa expuestas a un calor más intenso y húmedo, siendo este siempre más pronunciado en sus regiones meridionales. España lideraba así, tras Italia, las muertes europeas atribuibles al calor durante el verano desde 2010 hasta ese año de 2022.
A este respecto, y como recuerdan Daniel J. Vecellio y colaboradores/as, “por cada aumento de 1°C en la temperatura, una masa de aire puede contener un 7 % más de vapor de agua. En consecuencia, el riesgo de estrés térmico por calor húmedo aumenta ante el cambio climático continuado”. Esta relación, que en termodinámica se halla a partir de la ecuación de Clausius Clapeyron, tiene profundas consecuencias, como veíamos, de cara a la generación de danas. Lo que en este caso encontraban Vecellio y colaboradores/as es que la resistencia humana al calor húmedo estaría por debajo de los 35 ºC de temperatura de bulbo húmedo en el exterior —resultado de envolver el bulbo del termómetro en un paño húmedo, ventilándolo para reflejar el efecto de la evaporación— que en general se asume como el límite que un cuerpo joven y sano puede soportar en condiciones de calor extremo. De ser así, se acelerarían las urgencias que estamos exponiendo.
Estar a 31 ºC con un 100% de humedad sería equivalente a soportar 40 ºC con un 50% de humedad. Como recuerdan Vecellio y colaboradores/as, en la actualidad se han identificado áreas del planeta que registran ya este límite de 31 ºC de Tbh durante semanas. Y se estima que en Oriente Próximo se alcancen los 35 ºC para finales del presente siglo.
En el cada vez más cercano y probable escenario del incremento de 2 ºC de la temperatura media global respecto a los niveles preindustriales, Wu y colaboradores/as calculan que la media del exceso de muertes adicionales en verano atribuibles al calor alcanzaría en Europa entre 160 y 170 muertes por millón de habitantes cada año, lo que subiría a las 464 muertes por millón de habitantes de superar los 4 ºC. Se trata de estimaciones respecto a Europa en general, pues los números varían dependiendo de la temperatura y el envejecimiento esperado en cada región.
Sobra decir, salvo para el caso de quienes aún persisten en posiciones negacionistas, que en el escenario ya únicamente hipotético donde no subiera más la temperatura, tampoco se incrementarían las muertes durante el siglo. Como David Wallace-Wells sentenció en su momento, estamos hablando de múltiples genocidios en marcha ante los que, como en el caso de Gaza, poco estamos haciendo como sociedad. Ni siquiera, en esta ocasión, sabiendo que las víctimas seremos nosotros y las personas más cercanas que tenemos. Recordemos que los números anteriores surgen de lo que puede suceder tan solo en Europa, es decir, la región del mundo seguramente más preparada económicamente para el cambio climático.
Se colige por tanto que la prioridad absoluta ha de seguir siendo una política de mitigación que active una reducción drástica y rápida de emisiones. Esta ha de resultar histórica, escandalosa, si se me permite la hipérbole, es decir, nunca vista ni seguramente imaginada por los responsables políticos y la ciudadanía. Así estamos. Las adaptaciones ante el calentamiento global, tan necesarias en unas décadas donde todo irá a peor —hasta, en el mejor de los casos, mediados de siglo—, habrán de ser también extraordinarias para que, al menos en la región mediterránea, tengan algún efecto significativo ante lo que se nos está viniendo ya encima.

Para leer la nota entera: https://www.elsaltodiario.com/opinion/reducir-drasticamente-emisiones-no-habra-adaptacion-posible - Imagen de portada: David F. Sabadell Un árbol salvado del incendio.

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