Política, Transgénicos y Glifosato..





Fragmento del Editorial del GRR del Domingo pasado

Nos dice Héctor Huergo en una de las últimas ediciones de Clarín Rural: “En un reportaje televisivo, el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación aclaró que no existe ningún estudio del CONICET -organismo que depende de ese ministerio- acerca de los efectos del herbicida glifosato sobre embriones de anfibios. El doctor Lino Barañao reconoció en "El Campo, la Industria Verde ", que el autor de esos trabajos, es investigador del CONICET y docente de la cátedra de Embriología de la Facultad de Medicina de la UBA. "Pero el cuerpo directivo del CONICET no lo avala", enfatizó. Consultado acerca de si la autorización de cultivos transgénicos, empezando por la soja -que lleva 13 años en el mercado y tuvo una enorme difusión- había generado alguna consecuencia, dijo que: “ jamás se reportó un caso, en todo el mundo, de algún problema sanitario. Mientras tanto, los alimentos orgánicos produjeron centenares de muertos, por contaminación con microbios o toxinas naturales", indicó. Y agregó que "no por eso vamos a prohibir los alimentos orgánicos: lo que hay que hacer es producirlos bien y tomar todos los recaudos".
Penoso, realmente penoso.
No podemos dejar de sentir vergüenza ajena pensando en lo que pensarán los que lean a nuestro ministro más allá de las fronteras.
O los que escucharán la semana próxima a Moisés Burachik en la Academia Pontifica en Roma, describiendo ante los Obispos y Cardenales, los éxitos de la tecnología transgénica en la Argentina: record y record de cosechas de exportación…a lo largo de más de diez años… seguramente se le olvidará mencionar también, los record de niños discapacitados... Niños nacidos con malformaciones, por ejemplo, con el conducto neural insuficientemente cerrado, mielomeningocele que le dicen, o acaso con hidrocefalia, u otras anomalías horrorosas, que los condenan a un vida crucificada a sillas de rueda, a muletas y corsés, a tuberías y bolsas, a pañales higiénicos, que los condena a la discapacitación en una sociedad no suficientemente preparada para respetar siquiera los derechos de las personas con discapacidad.
Y continuamos celebrando los record de cosechas y el Ministro Barañao en ese mismo reportaje nos ilustra sobre el tema explicando que:”El problema de la soja es que ha sido demasiado exitosa y quizás por eso se ha convertido en un cultivo casi excluyente. Creo que el deber del Estado es brindar al productor alternativas que sean igualmente rentables. El problema es que si no hay otro cultivo equiparable en rentabilidad, va a ser muy difícil que un productor siembre otra cosa”.
 
Nosotros le recordaríamos al Señor ministro que las cosas no ocurren porque sí nomás, que la soja se convirtió en un cultivo excluyente, porque llegamos a los años ochenta con una deuda externa impagable que requería divisas para cubrir los intereses, y que ha sido desde entonces, una política de Estado cultivarla y que esa política continúa incentivándose cada vez con mayor entusiasmo, ahora con la mira puesta en los Biocombustibles.
También, quisiéramos decirle que no puede haber otros cultivos alternativos en la medida que sean los mercados globales los que fijen tanto los precios como nuestras consecuentes políticas agrícolas y que la ausencia del Estado en simultaneo con las políticas de Estado a las que referíamos, son el reaseguro de las grandes Corporaciones para mantener la actual neocolonización de la Argentina.
Sin embargo, tal como dice nuestro amigo Alejandro desde Bahía Blanca: no pueden fumigar la memoria de nuestro pueblo… Y es justamente, la memoria de los argentinos, la que nos remite a un territorio saludable en que la producción de alimentos sanos era la prioridad del trabajo del hombre en el campo.
Ahora tenemos, meramente, las tensiones entre diversas propuestas del Agronegocio, y en un clima de exacerbación electoral, existen demasiadas discusiones y ningún debate; en definitiva, mucho ruido y pocas nueces. Cada sector nos propone frente al otro, la defensa del modelo, cuando en realidad ese modelo es compartido y ninguno de los bandos lo está poniendo en riesgo.
Ese modelo es el Agronegocio, ese modelo es la ausencia del Estado en sus funciones indelegables y es, asimismo, el mantenimiento del status neocolonial, que se expresa hoy en la Biotecnología y en la agro exportación, tanto de forrajes como de biocombustibles.

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El modelo de sojización, la exportación de commodities y el descuartizamiento del Estado.

Por: Jorge Rulli

El nombramiento de Moisés Burachik como jefe de la Delegación ante la MOP, en la reciente Conferencia en Bonn, Alemania, donde participamos con Stella Semino y con Lilian Joensen, fue un hecho inaudito, que puso al descubierto, quienes conducen verdaderamente este modelo de sojización y de exportación de commodities y el modo en que se ha llegado a descuartizar al Estado nacional.

Contra la ingeniería genética. Manifestación en Bonn, Alemania, donde se desarrolla una conferencia de la ONU sobre regulaciones internacionales para la protección y detención de la transferencia de cultivos modificados genéticamente, como el arroz y la soja.

Porque han convertido la delegación y la propuesta que el Estado Nacional llevó a Bonn en un acuerdo ilegítimo entre los grupos que disputan el estado fragmentado por las diversas mafias del poder, y donde pesan de manera decisiva, los agronegocios adueñados de la Secretaria de Agricultura. En Bonn y cuando el país se desgarra por una crisis provocada por los grandes productores sojeros y por una cierta izquierda sumisa a las necesidades de la China globalizada, y cuando el Gobierno pareciera oscilar entre el autismo y el acorralamiento, nuestra delegación ante las Naciones Unidas fue presidido por Moisés Burachik, miembro de la CONABIA, la Comisión Nacional para la Biotecnología Agropecuaria, que depende de la Secretaria de Agricultura. Moisés Burachik representante de los agronegocios y de las corporaciones, ángel negro de las demandas argentinas contra la UE en el Comité de negociación de la OMC por la moratoria europea contra transgénicos, profesor de Ciencias Exactas de la UBA y expresión en los ámbitos académicos de la políticas duras con que las Corporaciones forman sus cuadros biotecnológicos entre nuestros jóvenes, para que sirvan sus intereses globales. Que Moisés Burachik sea el Jefe de la delegación argentina ante la MOP es un hecho obsceno, un verdadero escándalo, que devela la esquizofrenia de ciertos discursos, su incongruencia, su patética impotencia, no importa si proveniente de la ignorancia, de la inoperancia o de las complicidades. Que Moisés Burachik, tal vez una de las expresiones mas brutales de la ciencia corporativa y de los agronegocios que parasitan al Estado argentina, haya presidido nuestra delegación internacional en Alemania ante la MOP4, nos llena de vergüenza y de indignación.

Sin embargo, en este espacio editorial, nuestro deber más que dar rienda suelta a la indignación es el de interrogarnos y reflexionar. Nos planteamos entonces, si acaso el nombramiento de Moisés Burachik no equivaldría  a nombrar a DEangelis como portavoz de la presidencia o tal vez a poner a Gustavo Grobocopatel como mediador en el conflicto con el campo. Y nos respondemos que, en principio, ciertas determinaciones políticas que, de políticas tendrían en realidad muy poco, no parecería tener ninguna lógica ¿Por qué razón un Gobierno que lleva adelante una dura pulseada con los sojeros, pondría a un lobbista de los agronegocios al frente de una delegación internacional? En principio, no se comprende. No, no parece, ser una lógica que contenga razones éticas, tampoco parecería entrañar algún proyecto, a menos que desde el gobierno se piense que se puede en simultáneo zafar del acoso de las cuatro entidades, a la vez que insistir en el proyecto de país laboratorio y modelo de Agronegocios. Tal vez una hilacha de este pensamiento de lógica esquiva y presuntamente retorcida, la encontremos en la anterior propuesta que se le hizo al campo de poner a Cargill a la cabeza de una nueva Junta Nacional de granos pero privada... Sin embargo, no puedo dejar de interrogarme: será una lógica retorcida, será que van como turco en la neblina, o acaso hay un propósito oculto y  porfiado que es el que determina muchas de las situaciones que ahora se nos hacen incomprensibles?

Según creemos, el eje de esta etapa política que proviene de Santa Cruz, desde sus orígenes, ha sido el petróleo. Si el petróleo, su apropiación por REPSOL y una creciente participación en REPSOL usando del poder político del Estado Argentino,  ha sido el eje de esta etapa; podríamos entonces pensar que el modelo de la soja recibido como herencia desde el menemismo y en especial las retenciones a las exportaciones de la soja, retenciones que posibilitaron una entrada fantástica de dinero para todo tipo de gastos e inversiones en control social, manipulación y clientelismo, todo ello habría venido por añadidura. Esta suposición no parece descabellada. El respaldo al modelo de la sojización se dio desde el principio de la gestión, casi con naturalidad, con mucho a la vez de ignorancia y de improvisación, y en la medida en que se hicieron propias las políticas existentes y en la medida también, en que no existía ningún proyecto de Estado que supusiera hacer otra cosa que lo que venía haciéndose hasta ese momento. Sin embargo, no ocurrió lo mismo con el complejo Sojero aceitero, al que se respaldó activamente con fuertes compromisos personales, incluyo corte de cintas en plantas por la Señora Presidenta, y con connotaciones tan serias para nuestra economía, como aquella por la que se permitió a los exportadores registrar en el año anterior más de noventa millones de toneladas de granos que como ya dijimos, no se habían vendido en el mercado ni se habían siquiera sembrado, y que la Secretaría de Agricultura, la misma Secretaría que envía a Bonn a Moisés Burachik, permitió que los exportadores reserven al precio de la soja y del maíz de entonces en el mercado internacional, y con las relativamente bajas retenciones de finales del año 2007,


Pensemos también, que es el complejo sojero aceitero el que esta levantando decenas de plantas de Biocombustibles para su exportación a lo largo de los puertos privados a la vera del Río Paraná. Pensemos que somos el único país del mundo que subsidia la exportación de aceites y que subsidiará, asimismo, la exportación de Biocombustibles. Pensemos asimismo que hoy día en todo el mundo, las empresas petroleras han incorporado áreas de agrocombustibles y doy fe de ello porque lo vi cuando estuve en España, donde REPSOL tiene o está construyendo decenas de plantas de carburante biodiesel en cada una de sus refinerías de petróleo. En Internet tenemos una enorme cantidad de información sobre el tema y nos basta con colocar en el buscador “REPSOL y biocombustibles o biodieseles” para convencernos rápidamente, que hoy en el mundo global de las corporaciones, referir a petróleo y a Biocombustibles, es hablar de producciones que van de la mano, y  que llevan por detrás los mismos intereses.

Si bien no podemos responder algunos de los interrogantes, sí podemos concebir nuevas propuestas que nos permitan avanzar en una reflexión sobre la actual etapa. El conflicto con el campo y con sus actores, a los que una parte de la izquierda progre, confunde con la oligarquía vacuna y los restantes parecerían confundir con los protagonistas de los poemas de Pushkin o la narrativa de Dostoievski, resultaría ser fundamentalmente, un encontronazo con una Argentina sojera que se genera a partir de la habilitación de las primeras semillas resistentes a Roundup. Es como si los sojeros, desafiados por la quita de las retenciones, fueron de pronto por más de lo que tienen, pretendiendo una participación en las decisiones y en el poder político que no tenían, ganando la calle y aprendiendo a liderar a otros sectores. O sea que el gobierno creía tener la vaca atada y no sólo que no estaba atada, sino que la vaca, de golpe, se les hizo toro... Sin embargo, debemos tener en cuenta que, en la perspectiva del modelo que viene, este alzamiento expresa una resistencia, que debilita al poder político pero que no cuestiona, y que        casi ni siquiera menciona, al poder corporativo de las corporaciones granarias y de los exportadores. ¿Por qué razón los sojeros no mencionan a Cargil, a Bunge, a Dreyfus, a Vicentín, a esos aceiteros y exportadores que son los que se llevan el verdadero paquete de las ganancias? ¿Tal vez por sumisiones ideológicas que los atan desde antiguo a las corporaciones? ¿Tal vez porque de lo que se trata es de un gigantesco reacomodamiento de las fuerzas productivas en la Argentina de los agronegocios, y de la llamada renta de la tierra? ¿Este conglomerado autodenominado “campo”, pretende acaso, ser parte de la discusión a nivel del poder? ¿O pretende continuar siendo actor en el nuevo modelo y además, quedar en la mesa en que se discutirá el diseño de esa Argentina de la etapa  que viene?

Que la Argentina que viene es la de fases más profundas del modelo de Agronegocios lo hemos dicho muchas veces. Una Argentina donde fluyen los fondos de inversión, con enormes capitales integrados verticalmente, con plantas de aceite y biocombustibles, con enormes corrales y criaderos para producciones de carnes en encierro, y donde la producción del campo, al menos así como ahora la conocemos, tendrá una importancia crecientemente menor y unas posibilidades de opinar bastante remotas. En este sentido podríamos explicarnos los actuales pataleos del campo. También podríamos explicarnos su reciente “descubrimiento” de la actividad política partidaria bajo los pliegues de la bandera sacrosanta en Rosario, a propósito de un 25 de mayo como el que hoy recordamos, que a dos años del bicentenario, pareciera dar para todo, porque engloba desde Sobremonte y Cisneros, a los matarifes que fueron los primeros contaminadores del Riachuelo.

Y ya no estamos hablando de los chacrers “que juegan una final en Rosario”, dice el ex trotzkysta Héctor Huergo, que preside el suplemento Rural de Clarín, chacrers que serían un semántico mestizaje de los antiguos chacareros argentinos con los farmers norteamericanos, sino que estamos hablando de quienes desde el gobierno tratan de detener la embestida del campo, con una mezcla de autismo, anonadamiento, torpezas y escapismos, en una cadena de enredos y de discursos esquizoides que no cesan, que alimentan la confusión y las interpretaciones maniqueas del tipo River/Boca. Y que para peor, de manera torpe y en el estilo de “nacidos para perder”, aceptan medir fuerzas con la concentración del campo en Rosario, realizando una equivalente en Salta comprometiendo gravemente a la Presidencia de la República, y con los respaldos de DElia y de Moyano…

Debemos aclarar al oyente que aquí entramos en el universo del discurso. Es el universo de relatos que se hacen sobre la realidad, pero que no son la realidad. Son relatos y construcciones fantasmales que refieren a la realidad, que expresan en todo caso una voluntad de interpretarla, pero no necesariamente de modificarla. Eso es también una visión de  izquierda, o tal vez de izquierda colonial y aclaro para no ofender a tantos que me escuchan y que se sienten afectados por las palabras porque, al igual que muchos funcionarios, continúan identificándose o confundiéndose con las palabras y con las denominaciones. La verdad es que en esta etapa de la globalización, la vieja y entontecida izquierda resulta imprescindible. Aceptemos que Brasil no habría llegado jamás a poner en marcha un modelo como el que actualmente implementa, un modelo basado en la producción de Biocombustibles para el mundo, con devastaciones gigantescas de los propios ecosistemas, con trabajo semiesclavo en las plantaciones y además con capacidad de sumar mediante artificios y seducciones, a los pequeños plantadores y hasta a los sin tierra. Que jamás lo habría logrado sin la izquierda y sin Lula, este presidente bonachón, de origen obrero metalúrgico, respaldado por el Partido de los trabajadores y hasta consentido por los movimientos campesinos.

Reconozcamos que en esta etapa avanzada de la globalización, el Uruguay necesita a los ex tupamaros como Huidobro y como Mugica, quien desde el gobierno dictamina que en su país hay tierras buenas y tierras “jodidas”, y que  recomienda que las primeras son para la soja y que las segundas deben ser para plantar eucaliptos, así de simple y de maniqueo el mundo de Mugica, un Mugica que pasó trece años en las mazmorras de la dictadura y que parece haber desaprendido bien ciertas lecciones elementales. ¿Quién podría hacer entonces mejor que Mugica en el Uruguay el rol de personero de las Corporaciones? Al menos nadie sino él en esta etapa, en que el partido comunista chino lidera el Capitalismo global, en que la Canciller Merkel le hecha una cuerda a los verdes para que vuelvan al Gobierno de Alemania, en que Gonzáles y Zapatero en España funcionan como padrinos y mandamases de Repsol y telefónica. El mundo globalizado es… “Un mundo que ha extraviado el sentido común. Un mundo en que la leche que nos llega del otro lado del planeta cuesta más barata que la leche de la vaca del vecino…” son palabras de una película muy hermosa, que solemos proyectar cuando damos conferencias sobre estos temas y que reflejan el poder actual de los mercados en nuestras vidas.  El mundo de la globalización es terrorífico, ha incorporado con naturalidad a los revolucionarios que ayer predicaban el poder joven y el amor libre, ha integrado a quienes hicieron la larga marcha, el mayo francés y a buena parte del setentismo argentino… los discursos de Fidel recomendando la ingesta de soja y respaldando el modelo argentino de monocultivos, son utilizados por Clarín Rural para defender los propios intereses del mundo corporativo… Sí, no solo parece un mundo de locos, lamentablemente lo es. El mundo de la globalización es terrorífico, pero es una ficción, es como la Matrix. Es un mundo que, sencillamente, ha extraviado el sentido común. Basta que volvamos a recuperarlo y las cosas comienzan a ponerse en el lugar que les correspondería. Basta que detengamos en nosotros la máquina enajenadora del consumo, la tentación de dejarnos arrastrar y de ser manipulados, y todo comienza a cambiar. No es la nuestra una propuesta menor ni merece ser subestimada. Pudo parecer una utopía y hasta un extravío de la imaginación, hace algunos años, cuando los progresistas creían y ahora lo confiesan en sus periódicos, que las nuestras eran ráfagas de salva. Están comprobando ahora que no lo eran y que son muchos, cada vez más, aquellos que están dispuestos a que el mundo vuelva al sentido común.

Jorge Eduardo Rulli
www.grr.org.ar

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