La grasa activa




Gorka Andraka
Gara



Al final todo se reducía a eso, comer o ser comido. Da igual qué, a quién, cuánto… Tragar, a cualquier precio. La obesidad mató el pasado año a 2,6 millones de personas. Nunca antes había fallecido tanta gente, codo con codo, de hambre y de glotonería. La Organización Mundial de la Salud alerta de que la obesidad alcanza ya “proporciones epidémicas a nivel planetario”. De seguir así, a este desbocado ritmo, dentro de tan sólo cinco años, los 1.000 millones de adultos con sobrepeso actuales se convertirán en más de 1.500. La grasa avanza.
Por primera vez en la historia, el exceso de peso ha dejado de ser exclusivo de las clases pudientes, de las grandes urbes capitalistas, y se propaga también por los países empobrecidos, entre quienes no tienen qué llevarse a la boca, con qué engañar al apetito. Por todos lados se multiplican los gordos malnutridos, los parias de la dieta basura. De seguir así, a este voraz bocado, el hambre será erradicada… por el colesterol. La grasa arrasa.
“¿Desesperanza?”, se cuestiona el maestro Jorge Riechmann. “Para mí hay un límite moral claro: el de las dos mil trescientas kilocalorías. Por encima de la ingestión de dos mil trescientas kilocalorías diarias, no tenemos derecho a la desesperanza, sino obligación de luchar”. Papel, lápiz y a hacer cuentas. Un vaso de leche, 120 kilocalorías. Una manzana, 130, una bolsa de patatas fritas, 500, un plato de lentejas, 700, una hamburguesa XXL, 971… Suma y actúa. No queda otra. La lucha de grasas obliga.

Entradas populares de este blog

Científicos declaran oficialmente el fluoruro (flúor) como una neurotoxina

Francia: ‘Mi orina contiene glifosato, ¿y la tuya?’ Denuncia contra el polémico herbicida

Japón decidió deshacerse de todos los hornos de microondas en el país antes de finales de este año