México apuesta por más energía nuclear pese al masivo rechazo social

El gobierno del izquierdista Andrés Manuel López Obrador desea ampliar la generación eléctrica de energía nuclear, a pesar de los riesgos de la tecnología y de que no contribuye a la lucha contra la crisis climática. La estatal Comisión Federal de Electricidad (CFE) informó el 10 de diciembre de sus planes de construir otra planta, preferiblemente donde opera la Central Nuclear Laguna Verde (CNLV), en el municipio de Alto Lucero de Gutiérrez Barrios, en el sudoriental estado de Veracruz, a unos 250 kilómetros de la capital mexicana.

Emilio Godoy

Gustavo Ampugnani, director ejecutivo de la oficina mexicana de la no gubernamental Greenpeace , calificó el plan de “pésima idea”. “Lejos de ser una solución al problema climático, es una falsa solución. Es una tecnología o apuesta política que desvía la atención de lo que realmente se tiene que hacer, reducir los combustibles fósiles, descarbonizar procesos productivos y promover energías renovables.
Es una visión obsoleta”, dijo a IPS.
La intención inicial de la CFE es edificar dos reactores de 1.400 megavatios (Mw) de capacidad cada uno, a un costo de unos 7.000 millones de dólares por unidad, en el terreno de la CNLV, que posee dos generadores con capacidad conjunta de 1.600 Mw. La Unidad 1 inició operaciones en 1990 y la 2, en 1995, para las cuales la empresa inició en 2015 el trámite de renovación de licencia por otros 30 años.
Para delinear la estrategia y el diseño de la obra, la CFE pidió al no gubernamental Instituto de Investigación de Energía Eléctrica (EPRI, en inglés), con sede en California, la elaboración de un estudio técnico-económico sobre costos, opciones tecnológicas y ubicación para instalar la generadora, que estaría listo en 2020.
El argumento del gobierno a favor de la nucleoelectricidad gira en torno a las cuantiosas importaciones de gas natural de Estados Unidos y su poca inclinación hacia las alternativas renovables. El plan de López Obrador es fortalecer a la CFE y la también pública Petróleos Mexicanos (Pemex) y profundizar la explotación y quema de combustibles fósiles.
Pemex, en el puesto 12 como productor mundial de petróleo y en el 17 de gas natural , y sus socios privados obtuvieron hasta noviembre pasado un promedio diario de 5.015 millones de pies cúbicos de gas, cinco por ciento más que el volumen extraído en el mismo mes de 2018. Mientras, el país importó 1.024 millones, principalmente de Estados Unidos, el mismo nivel que en 2018.
En esa línea, la adición de energía nuclear podría minimizar la dependencia mexicana del gas natural y diversificar la cartera energética del país, según EPRI.
México necesita satisfacer una demanda eléctrica que crece cuatro por ciento al año y que a inicios de 2020 se ubica en 32.046 megavatios (Mw).
En el primer trimestre de 2019, la generación bruta totalizó 80.225 gigavatios-hora (Gwh), por encima de los 78.167 del mismo periodo del año anterior. Las plantas de ciclo combinado a gas aportaron 40.094, la termoeléctrica convencional, 9.306 y la carboeléctrica, 6.265.
Las hidroeléctricas contribuyeron con 5.137 Gwh, los campos eólicos, con 4.285; CNLV con 2.382, 32 por ciento menos que el año anterior, y las estaciones solares con 1.037. Las variantes renovables mostraron el mayor repunte.
La Ley de Transición Energética de 2015 estipula que la energía limpia debe representar 25 por ciento de la generación para 2018, 30 por ciento para 2021 y 35 por ciento para 2024. La generación nucleoeléctrica puede ayudar a alcanzar esas metas, según el gobierno mexicano.
La CNLV, que representa cuatro por ciento de la generación eléctrica y dos por ciento de la capacidad instalada, enfrenta problemas técnicos, paros forzados no programados, riesgo de saturación de desechos radiactivos y exposición de trabajadores a emisiones radiactivas, según documentos de CFE y de la gubernamental Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardias (CNSNS).
Si bien la energía atómica no genera dióxido de carbono, la minería del uranio, que México importa de Estados Unidos y Rusia, es contaminante y el carburante requiere de transporte desde su lugar de origen.
Además, la energía nuclear no puede competir económicamente con las energías fotovoltaica y eólica, cuyo costo ha caído en años recientes.
El índice Global de Infraestructura 2018, una encuesta realizada en 28 países por la Asociación de Inversionistas en Infraestructura Global y el Instituto de Investigación Social Ipsos MORI, con sede en Londres, halló que solo 30 por ciento de los consultados en México considera buena o muy buena la infraestructura de generación nuclear en el país, en línea con la percepción global, y 51 por ciento respondió “mala o muy mala”.
Esa visión concuerda con la visión social mexicana respecto de la viabilidad de la nucleoenergía, aversión que el gobierno tendrá que vencer. De hecho, desde 2006 se registra un incremento paulatino de oposición a la variante atómica.
Una encuesta realizada por la CFE y el también estatal Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares concluyó que 61 por ciento de los consultados se oponían a la construcción de más centrales atómicas y 50 por ciento, a su uso para producir fluido.
“El rechazo social siempre ha sido un elemento que complementa otros esfuerzos e información técnica y científica existente. Es un elemento que puede hacer que el plan nuclear no prospere. Tendríamos que estar discutiendo el plan de cierre y contención” de la CNLV, planteó Ampugnani.
Desde la administración del conservador Enrique Peña Nieto (2012-2018), este país latinoamericano consideró la ampliación de la capacidad nuclear. El Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional 2016-2030 (Prodesen) incluyó la construcción de tres reactores para 2028 en Veracruz y uno de los temas electorales de la Estrategia Nacional de Energía 2013-2027 era definir el alcance del programa atómico.
Ese apartado contempló la expansión de Laguna Verde, elaborar estudios para la construcción de centrales nucleares y fortalecer a la CNSNS, el regulador nuclear. Pero la versión 2019-2033 del Prodesen no incluye más capacidad nuclear.
La CNSNS calcula que la construcción de una estación nuclear podría llevar menos de cuatro años, pero podría extenderse a ocho, si se toma en cuenta el tiempo necesario para organizar licitaciones públicas.
La estatal pero autónoma Comisión Reguladora de Energía dibujó un escenario energético alterno, en el cual el abandono de combustibles fósiles implica que la nucleoenergía llegue a casi cuatro por ciento. En el decenio 2017-2027, las inversiones nucleares tendrían que alcanzar casi 6.400 millones de dólares.
El “Reporte ambiental” de la instalación, que forma parte del expediente de renovación de licencia consultado por IPS, indica que el reemplazo por una nueva estación es posible, pero inviable, pues la autorización, la construcción y los costos de arranque no son comparables con los de la continuación de la generación de la CNLV.
Su sustitución por una planta alimentada con fósiles es técnicamente posible, pero inviable por razones ambientales y operativas. También son inviables las alternativas renovables, pues no hay suficiente irradiación solar ni condiciones climáticas para una granja fotovoltaica o un campo eólico.
Para legitimar sus megraproyectos, López Obrador ha recurrido a consultas públicas que no cumplen con estándares internacionales, y la construcción de una planta nuclear no sería la excepción.

Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2020/01/mexico-apuesta-mas-energia-nuclear-pese-al-rechazo-social/ - Imagen de portada: La Central Nucleoeléctrica en Veracruz tras el paso del huracán Stan en 2005. (Foto: Cuartoscuro) -   En la imagen, paneles solares en la ciudad de Mérida, en el sudoriental estado de Yucatán. Crédito: Cortesía.
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¿Un Chernobyl en México?: las sombras de Laguna Verde en Veracruz
La Asociación Mundial de Operadores Nucleares otorgó una calificación reprobatoria a la central nucleoeléctrica que cuenta con dos reactores. El 25 de abril de 1986 un accidente en la Central Nuclear de Chernobyl cambió para siempre la imagen de la energía atómica y en muchos sentidos la fisonomía de la Tierra. En México las miradas apuntan de inmediato a la Central Nucleoeléctrica Laguna Verde, ubicada en Punta Limón, municipio de Alto Lucero, Veracruz, aproximadamente a 77 km al norte del Puerto de Veracruz y a seis kilómetros de la localidad de Palma Sola.

La instalación cuenta con dos reactores nucleares que generan 1,604 MW para producir el 3.2% de la energía total del país. Se distribuyen en Laguna Verde Central 1 y Laguna Verde Central 2.
Para los no avezados en temas de física nuclear es fácil ser presa de la inquietud sobre el potencial peligro de la central nuclear mexicana. Infobae México consultó al Ing. Carlos Villanueva Moreno, vocero auxiliar de la Sociedad Nuclear Mexicana (SNM), para aclarar las preguntas más recurrentes del público.
En Chernobyl una acumulación de vapor en el reactor provocó un estallido y el colapso de 200 toneladas de hormigón, que dejaron escapar los materiales radiactivos a kilómetros a la redonda.
¿Podría suceder algo así en Laguna Verde?
"La energía nucleoeléctrica en todas las centrales se basa en el principio científico de la fisión del U235 y del Pu239 con neutrones", explicó el científico.
"La diferencia radica en que utilizan diferentes sistemas tecnológicos para lograr la fisión con neutrones".
Laguna Verde trabaja con uranio ligeramente enriquecido en U235 como combustible, que al fisionarse con neutrones produce radioisótopos como el I131, el Sr90 y el Cs137, indicó Villanueva Moreno.
Problemas de seguridad en Laguna Verde
Los encargados de Laguna Verde coinciden con Villanueva Moreno en que contrario a la creencia popular, una explosión similar a la de una bomba atómica, es imposible en la central nuclear.
"Esta es una creencia que confunde a algunas personas que carecen de información acerca de las centrales nucleares y es la principal causa de temor", se lee en el sitio web de la central.
La información oficial también minimiza las probabilidades de un escape de material radioactivo y deja claro que existen vigentes todos los protocolos para actuar en caso de emergencia.
Sin embargo, la Asociación Mundial de Operadores Nucleares otorgó una calificación reprobatoria a Laguna Verde.
Un informe de la revista Proceso que cita datos oficiales obtenidos por la Ley de Transparencia, reveló que la planta tiene graves problemas de técnicos que la han obligado a realizar paros, también hay un manejo inadecuado de los residuos y peor aún, sus trabajadores han sido expuestos a peligrosas dosis de radiación.
Ana Luisa Rodríguez Valladares, una trabajadora con 20 años de experiencia, resultó gravemente herida por un accidente durante la recarga de combustible de uno de los reactores de la central, el 20 de agosto de 2017. Los datos de la exposición de Rodríguez Valladares y otros cuatro trabajadores, consta en el expediente de la inspección IIIE-01/18-LV01. A pesar de ser considerada "personal ocupacionalmente expuesto" (POE) a condiciones laborales peligrosas, inseguras o contaminantes, para realizar la tarea le entregaron un overol, careta y mandil de plástico. La empleada informó a  inspectores de la CNSNS, que realizaron una investigación de lo sucedido en diciembre pasado, que ella pidió cambio de indumentaria. "En mi experiencia de área, el equipo no era el adecuado para las condiciones de la válvula", dijo. Si bien técnicamente Laguna Verde y Chernobyl son diametralmente opuestas, en términos de problemas de seguridad y opacidad comparten algunas similitudes.
La importancia de Laguna Verde
"Laguna Verde soporta la carga base de la región Oriental del sistema eléctrico interconectado nacional, las 24 horas del día los 365 días del año. Si se llegara a cerrar la central habría una grave escasez de energía eléctrica en Veracruz, Puebla, Hidalgo, Estado de México, Morelos y la Ciudad de México", estableció Villanueva Moreno. En 1983, poco más de dos años antes de la explosión de un reactor en la planta nuclear ucraniana tuvo lugar el que es considerado el mayor accidente con material radioactivo en América Latina. La tragedia tuvo su origen en el Centro Médico de Especialidades de Ciudad Juárez, en Chihuahua, cuando en 1977 un grupo de doctores del hospital privado compraron una máquina de radioterapia equipada con una bomba de Cobalto-60 -, un isótopo radiactivo sintético que emite rayos gamma utilizado para tratar a pacientes con cáncer. Seis años después le encomendaron a un trabajador de mantenimiento del hospital llamado Vicente Sotelo y uno de sus amigos llamado Ricardo Hernández, para que se la llevarán y vendieron como fierro viejo.
Los encargados de deshacerse del equipo perforaron el contenedor hasta llegar al material que emitió la radiación a las zonas circunvecinas. La falta de capacitación y destreza en el manejo de desechos, originó la exposición masiva de la que se conocen pocos datos oficiales. Años después fue bautizado como "el Chernobyl mexicano".

Fuente: Infobae-Mexico - Imagenes: REUTERS/Gleb Garanich - El depósito de chatarra el Yonke, donde fueron depositados los residuos radiactivos (Foto: Captura de pantalla)

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