Recuperar la vida tras un megaincendio: la diferencia entre reforestación y restauración ecológica

Una capa negra impregnó hace 12 años cada rincón de los montes de Cortes de Pallás, en la provincia de Valencia (España). Un incendio forestal provocado por la negligencia de dos trabajadores en la instalación de unas placas solares arrasó casi 30.000 hectáreas de bosque, en el que fue uno de los incendios forestales con mayor afectación desde que hay registros. Hasta hace unos años, la opción más recurrente para paliar los daños de las llamas era la reforestación masiva; ahora, la apuesta que emerge como alternativa preferida es la restauración ecológica.

Pau Alemana

Esta persigue un doble objetivo: recuperar la vegetación degradada o destruida y ser un escudo ante los posibles incendios del futuro. El desbroce y el clareo para eliminar las hojas y las ramas caídas, la transformación de los bancales abandonados en zonas de pasto o los núcleos de dispersión y reclamo de especies nativas son algunas de las acciones que contribuyen a este método por el que abogan desde la organización WWF, según explicaron este martes desde la localidad valenciana en la presentación del informe Prevención de incendios: la restauración como herramienta, en el que hacen balance del daño del fuego en 2023.
La reforestación, en cambio, se centra en plantar nuevos árboles de especies exóticas que cubran la zona devastada. Pero supone un problema en el futuro si no hay una gestión de los bosques, ya que se genera una masa forestal susceptible de alimentar a los incendios del futuro.
Para paliar estos efectos adversos, WWF ha puesto en marcha un proyecto de restauración ecológica, entendida como una ayuda al ecosistema dañado para que mejore su estructura y aumente su capacidad de resiliencia, en la zona afectada. El objetivo primordial es evitar otro megaincendio, que son aquellos que superan las 10.000 hectáreas arrasadas—.
Los trabajos empezaron en 2021 y ya se observan los primeros resultados: pequeñas zonas donde la densidad de árboles es notablemente inferior que permiten el desarrollo de otras especies de flora y fauna y dejan espacio para que una pequeña cantidad de animales domésticos limpie el terreno. Todo con la ayuda de pastores y personal de la zona.
El técnico de WWF que se encarga del proyecto de Cortes de Pallás, David Fuentes, incide en que la clave es recuperar la “heterogeneidad perdida”. “Tras los tres incendios producidos en la zona, la vegetación se iguala, así que hay que recuperar el mosaico agroforestal.
Con la restauración ecológica preparamos mejor el terreno para un futuro incendio, que es inevitable”, detalla Fuentes. El fuego de 2012 se palió posteriormente con una regeneración masiva de pino carrasco que ha dejado fincas con una densidad de 190.000 pinos por hectárea, cuando lo recomendable, según Fuentes, es que haya unos 600 por hectárea. “Con la restauración estamos eliminando el pino que sobra”, explica.
El proyecto, cuyo primer período termina en 2025, pero que se ha ampliado cinco años más, incide en una pequeña parte de la zona carbonizada, ya que, de momento, lo están aplicando en 75 hectáreas. Pero la idea es seguir ampliando. “Es imposible abarcar toda la zona afectada, pero solo con llegar a un 5% o 10%, ya sería útil para controlar más fácilmente los incendios del futuro”, comenta Fuentes.
De la reforestación masiva a la restauración
El tratamiento de las zonas incendiadas ha virado en las últimas décadas. De una política de reforestación, en la que plantar árboles masivamente era la receta principal, se ha pasado a una de restauración más holística, en la que se realizan diversas acciones. Priorizar la calidad ante la cantidad. “En los años de posguerra, cuando todavía no se había producido el gran éxodo rural y las condiciones meteorológicas no eran tan graves, tenía sentido la reforestación masiva, pero ahora hay que buscar otras fórmulas para cuidar el territorio como la restauración ecológica”, argumenta la experta en incendios forestales de WWF Lourdes Hernández.
Hay otro gran giro que se ha dado en los últimos tiempos: no invertir únicamente en la extinción de los fuegos, donde España tiene una elevada eficiencia, sino apostar por la prevención. “Las administraciones públicas llevan 50 años poniendo los huevos en la misma cesta”, protesta la experta en incendios de WWF. En la última década, el 68% del total de siniestros se apagó en fase conato, antes de que las llamas recorrieran una hectárea, se explica en el informe. Se producen menos incendios, sí, pero los que consiguen superar la primera barrera de contención son más peligrosos y destructivos. Es la conocida como paradoja del fuego: cuantos más se apaguen, más masa forestal es susceptible de ser quemada en un próximo incendio.
En la memoria de Chelo Alfonso todavía persiste el recuerdo de las llamas de 2012. Ella es natural de Andilla, uno de los pueblos afectados, y preside la Asociación de Municipios forestales de la Comunidad Valenciana (Amufor). “Fueron los peores días de mi vida”, menciona. Desde que empezó el proyecto en 2021, Alfonso ha colaborado con WWF para crear pasos cortafuegos, recuperar bancales abandonados y ayudar a los pastores como Carlos Betés, que controla un rebaño de 40 cabras que contribuye a la limpieza del monte. “Aquí hay dos soluciones claras: apostar por la ganadería selectiva y de baja densidad y por el cooperativismo.
Ley de Restauración de la Naturaleza
Hace menos de un mes, el Consejo de Ministros de Medio Ambiente de la Unión Europea aprobó definitivamente la Ley de Restauración de la Naturaleza, aunque con una mayoría muy ajustada que se decantó por el voto a favor de la ministra austríaca Leonore Gewessler pese a la oposición de su gobierno. La norma establece que se inicie la restauración en al menos el 20% de los ecosistemas terrestres y marinos europeos antes de 2030 y que llegue a todos los ecosistemas degradados en 2050. Con este marco europeo, las organizaciones medioambientales exigen la creación de un Plan Nacional de Restauración para desarrollar y aplicar medidas concretas sobre el territorio.
Tras un 2022 devastador, con más de 300.000 hectáreas carbonizadas, en 2023 la cifra descendió hasta las 89.000, según el informe. Aunque desde WWF alertan de que estos incendios se producen cada vez con mayor asiduidad fuera de temporada. “El riesgo extremo se ha ampliado a épocas del año donde antes no era común”, expresa Fuentes.
Las 40 cabras de Betés pastorean por unas 300 hectáreas de los montes de Cortes de Pallás. “Si está funcionando bien, ¿por qué no hay más?”, se pregunta el pastor. Él lleva toda una vida dedicada a los animales y reivindica “el pastoreo” como una solución. “Los montes no se van a limpiar solos”, zanja.

Fuente: El País   - Imagen de portada: Desbroce de pinos para la restauración ecológica en Cortes de Pallás, en València, en una imagen cedida por WWF. BRAIS LORENZO

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