Venezuela: el relámpago del Catatumbo desaparece por culpa de la sequía




La primera vez que vi el relámpago del Catatumbo tenía diez años. Hacía un viaje en coche con mis padres desde la punta más oriental de Venezuela hacia Los Andes, al oeste. No es un relámpago sino una sucesión de relámpagos impresionantes que caen sobre el agua sin que, he aquí lo más curioso, haya tormenta o lluvia. Siempre ha estado allí, desde que los indios le pusieron nombre (significa eterno resplandor en las alturas), hasta ahora. La sequía y el deterioro medioambiental lo han hecho desaparecer desde finales de enero, la ausencia más prolongada en los últimos 104 años.
El Relámpago del Catatumbo se produce entre 140 y 160 noches al año -con una frecuencia de hasta 280 veces por hora hasta durante diez horas- sobre las ciénagas de la desembocadura del río Catatumbo en el Lago de Maracaibo, al oeste de Venezuela. Más de millón y medio de descargas eléctricas al año, cada una con una intensidad mínima de cien mil amperios, cuya luz se puede percibir hasta a 400 kilómetros de distancia.
El Niño, fenómeno climático que perturba los patrones climáticos globales, ha causado una sequía severa en Venezuela que, entre otras consecuencias, ha mermado el caudal de los ríos. Además, el ecosistema de las ciénagas se está deteriorando debido a que se están formando en sus adyacencias asentamientos humanos, ilegales pues toda la zona forma parte del Parque Nacional Ciénagas de Juan Manuel de Aguas Claras y Aguas Negras.
El relámpago puede ser mucho más que fenómeno impresionante. Algunos científicos creen que cuando las partículas de oxígeno chocan, gracias al efecto eléctrico producen ozono que ayuda a regenerar la capa de esta sustancia.
Para los habitantes del Zulia, estado venezolano en el que se encuentra la zona en la que se produce el relámpago, el fenómeno natural ahora ausente forma parte de su identidad e incluso han propuesto que se presente su candidatura como patrimonio natural de la humanidad ante la Unesco.

Vía | www.guardian.co.uk
Vía
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Rayos y centellas
Escrito por: Linda Kulman

No sólo es posible que un rayo caiga dos veces en el mismo lugar: en el lago Maracaibo, en la desembocadura del río Catatumbo al noroeste de Venezuela, relampaguea casi continuamente cerca de 200 noches (y días) del año. Los antiguos yukpa creían que las ráfagas de luz azul, rosa y blanca, conocidas como rayos de Catatumbo, eran detonadas cuando las luciérnagas se encontraban con espíritus ancestrales. Por siglos, los marineros navegaron guiándose por las brillantes descargas, visibles hasta 160 kilómetros mar adentro. El fenómeno es “hermoso, como fuegos artificiales a la mitad de la noche”, dice Ángel G. Muñoz, científico de la Universidad de Zulia, en Maracaibo.
Se cree que el metano, gas no tóxico que asciende desde pantanos y depósitos de petróleo de los alrededores, juega un papel clave en el proceso. Por motivos aún no esclarecidos, las tormentas se han vuelto más intensas desde hace una década. Los relámpagos destellan principalmente dentro de las nubes, pero ahora se han vuelto más comunes los rayos que pegan en la tierra, los cuales pueden ocasionar daños. —Linda Kulman
NACIMIENTO DE UN RELÁMPAGO
1 Vientos cálidos y húmedos del Caribe se encuentran con aire frío de los Andes en un remolino que gira en sentido contrario a las manecillas del reloj y que puede crear tormentas.
2 El metano asciende desde depósitos de petróleo en el lago y desde materia de pantano en descomposición. El viento lo acarrea hasta las nubes.
3 Las corrientes de aire en el interior de las nubes distribuyen el metano de manera bastante uniforme, aunque el gas se concentra en determinadas zonas.
4 En condiciones normales, el aire dentro de una nube tiene propiedades aislantes que disminuyen la actividad eléctrica. El metano debilita el aislamiento y se generan relámpagos.

Fuente: National Geographic en español

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