“A ocupar Wall Street”






Por Juan Gelman

Es la consigna de centenares de jóvenes –y no tan jóvenes– que desde hace dos semanas protestan en el Zuccotti Park, ex Liberty Plaza Park, en pleno centro financiero de Nueva York. La policía detiene a algunos, les rocía la cara con pimienta a otros, pero ellos no abandonan el lugar donde se reúnen y debaten qué hacer. Alzan carteles que dicen “Me gradué, no tengo trabajo” y están tan indignados como sus coetáneos españoles.
Los medios no les hacen mucho caso, el New York Times los tilda de actores de “un progresismo de pantomima”, pero los reclamantes viven en un país con 14 millones de desocupados según cifras oficiales (www.bls.gov, 2-9-11) o 34 millones según estimaciones europeas (www.eutimes.net, 6-3-11). En el extremo opuesto de la pirámide social, exactamente en la cúspide, se encuentra Bill Gates, el más rico de los 400 estadounidenses más ricos en la lista de Forbes, con bienes por valor de 54.000 millones de dólares (www.forbes.com/forbes400, 21-9-11). Los 400 tienen juntos más riqueza que 180 millones de sus conciudadanos juntos (www.politicalfact.com, 5-3-11) y su total, que asciende a 1,5 billón de dólares, aumentó un 12 por ciento respecto del 2010 (//blog.nj.com, 20/9/11). Decididamente, la crisis económica global tiene características especiales en la primera potencia del mundo. Y ciertas curiosidades.
Los CEO o directores ejecutivos de las grandes empresas reciben en promedio 11 millones de dólares anuales (www.aflcio.org/corporate watch, 2011) y aun ganan dinero ya en la tumba si fallecieron durante el desempeño de sus funciones. La familia de Eugene Isenberg, CEO de la Nabor Industries especializada en la perforación de pozos de petróleo, habría recibido 263,6 millones de dólares en concepto de compensaciones póstumas, incentivos, bonos y diferentes seguros de vida si Eugene hubiera muerto antes de que la empresa renegociara el trato (The Wall Street Journal, 10/6/08). Para Michael Jeffries, de la fábrica de ropa Abercrombie & Fitch, la suma concertada fue modesta: apenas 17 millones de dólares (www.marketwatch.com, 13/5/09). Huelga decir que no es la situación de muchos asalariados que mueren antes de retirarse, incluso en sus lugares de trabajo.
Pocas compañías estarían dispuestas a conceder compensaciones póstumas a las familias de sus empleados, por mínimas que fueran. Pasa lo contrario y es siniestro: hace años que las empresas estadounidenses conciertan seguros de vida para sus millones de operarios, obtienen así descuentos fiscales y embolsan el importe cuando alguno de ellos fallece. El Wall Street Journal narró el caso de la viuda de un empleado de banco que demandó al Amegy Bank de Houston reclamando los 1,6 millón de dólares que la entidad recibió por el seguro de vida de su marido, un seguro que los directivos habían contratado meses después de que lo operaran de un cáncer y que mantuvieron a pesar de haberlo despedido (//online.wsj.com, 24/2/09).
A poco más de un año de los comicios de los que espera salir reelecto, el presidente Obama presentó al Congreso un plan para reducir el déficit fiscal, que llegó a 1,23 billón de dólares en agosto pasado, es decir, el 8,5 por ciento del PIB nacional. El plan incluye un alza tributaria para los que tienen ingresos anuales superiores al millón de dólares: es la llamada “norma Buffet”, por el multimillonario Warren Buffet, que desde 2007 proclama que él y sus amigos “megarricos” suelen pagar menos impuestos que el ciudadano corriente y que, en consecuencia, habría que aumentarles la imposición fiscal. Es difícil que la aprueben los republicanos pero, aunque lo hicieran, el número de alcanzados por la norma llegaría al 0,3 por ciento de los contribuyentes y rala sería la recaudación posible en una década, estima el New York Times (17/9/11). Claro que, como movida electoral, no es mala.
El plan de Obama propone una inversión de 447 mil millones de dólares para crear fuentes de empleo, pero algunos especialistas no comparten el optimismo que despierta una proposición que tampoco goza del afecto de los republicanos. “Tiende más bien a conservar puestos de trabajo que a aumentarlos”, opinó el conocido estratega financiero John Hermann (www.bloomberg.com, 27/9/11). Contribuiría a crear o a mantener unos 280.000 empleos en los dos próximos años, cantidad muy exigua dada la desocupación imperante.
Por Internet se organizan y alimentan las manifestaciones de Zuccotti Park, como sucedió en Egipto, y el twitteo es la vía de contacto preferida. De la revolución egipcia han aprendido otras lecciones: el régimen de Mubarak bloqueó Internet con eficacia y un grupo de expertos y activistas está empeñado en generar redes alternativas para el caso de que algo similar eventualmente se produzca (//chronicle.com, 18/9/11). Con la ayuda de las nuevas técnicas, las redes sociales han adquirido un peso político notorio y bien lo saben quienes invitan a ocupar Wall Street.


De cientos a miles aumentaron los indignados que marchan por ciudades estadounidenses tras dos semanas de protestas iniciadas en Nueva York contra la avaricia del uno por ciento de la población, los más ricos. Actos similares, de denuncia al sistema capitalista ocurrieron este fin de semana en Filadelfia, Seattle, Chicago, Boston y Los Ángeles. Cientos de manifestantes del denominado movimiento Ocupa Los Ángeles, caminaron desde la plaza Pershing hasta la alcaldía, el mismo día que en Nueva York arrestaron a más de 700 y en Boston a 24 individuos por protagonizar marchas. Es parte de un movimiento social mundial en solidaridad a de Ocupa Wall Street iniciado hace días en la metrópoli neoyorquina, comentó Mario Brito, integrante del referido grupo angelino, citado la víspera por el diario californiano La Opinión. Según el rotativo, los indignados de Los Ángeles instalaron un campamento civil afuera del edificio del ayuntamiento, donde estarán por un lapso indefinido. "No tenemos límite de tiempo, este campamento se va a quedar hasta que logremos lo que queremos: que la población tenga derecho de empleo, educación y servicios de salud, que los inmigrantes tengan derecho al trabajo, que las corporaciones ya no tengan influencia en la política", señaló Brito. Mientras Katiuska Cruz, de 24 años y originaria de República Dominicana, consideró "ridículo que el uno por ciento de este país esté sentado tomando champán, mientras al 99 por ciento le están quitando sus casas. Nuestra generación ya está cansada".

El movimiento "Occupy Wall street" le puso humor a las protestas contra la "avaricia" del sistema financiero.
LA MUERTE DEL CAPITALISMO. Es lo que quisieron representar los manifestantes.
Parecían salir del video de la canción Thriller de Michael Jackson. Disfrazados de "zombies corporativos" para simbolizar la muerte del capitalismo y los grandes bancos y corporaciones, cientos de "indignados" estadounidenses volvieron a marchar por el centro financiero de Nueva York.
Desafiando a la lluvia y al amplio despliegue de las fuerzas de seguridad, los manifestantes recorrieron  a ritmo de tambor el barrio de los negocios, pasando por las sedes de la Bolsa de Nueva York y de la Reserva Federal.
Portando carteles con mensajes como "Después de la primavera árabe, llega el otoño americano" y coreando eslóganes como "A los bancos los rescataron, a nosotros nos timaron", los zombies finalmente no llegaron hasta la sede del gobierno de la ciudad, como habían anunciado, para repudiar al intendente Michael Bloomberg que dijo días atrás que el objetivo de las protestas era ir por los millonarios como él.
Los manifestantes, que se encuentran ya en su tercera semana de protestas, celebraron la marcha sin problemas luego de la masiva detención de 700 de ellos el fin de semana en su marcha sobre el Puente de Brooklyn, donde cortaron el tráfico.


La misión es involucrarnos

Por Michael Moore *

Nueva York tiene ocho millones de habitantes; un millón vive en la pobreza. Es una vergüenza. Y, sin embargo, el sistema no se detiene aquí. No importa cuánta vergüenza podamos sentir; la maquinaria va hacia adelante, para hacer más dinero. Nuevas maneras de trampear con las jubilaciones; de robar aún más. Pero algo está sucediendo en Liberty Plaza.
Estuve en Liberty Plaza para realizar un par de notas. Y volveré. ¿Sabías? Están haciendo un gran trabajo ahí. Y están recibiendo aún más apoyo. La otra noche, el sindicato de empleados de transportes –los conductores de ómnibus, los conductores de la metropolitana– votaron con entusiasmo para sostener la protesta. Hace tres días, 700 pilotos de línea –sobre todo de United y Continental– marcharon por Wall Street. No sé si hubo alguna forma de ver esto en televisión. Sé cómo estuvo la cobertura aquí; se mostró a unos pocos hippies que tocaban sus tambores –las cosas típicas que buscan los diarios–. Por favor: ¡que Dios bendiga a los hippies que tocan sus tambores! Pero es la razón por la que “ellos” quieren que se vea sólo esto. Y ahora yo les digo lo que vi en aquella plaza. Vi jóvenes, vi ancianos, vi gente de todo tipo y de todos los colores y todas la religiones. Vi también a la gente que vota por Ron Paul (el candidato presidencial ultraconservador que quiere abolir el Banco Central). Quiero decir, era un grupo de gente de todo tipo. Estaban los enfermeros en esa plaza. Estaban los maestros en esa plaza. Gente de todo tipo.
Hoy martes habrá una nueva manifestación: también los conductores de ómnibus y de la metropolitana marcharán por Wall Street. Yo escuché decir que la UAW (el sindicato de los obreros del automóvil) está pensando en algo parecido. Piensen, su peor pesadilla se convierte en realidad. ¡Los hippies y los obreros del automóvil que marchan juntos! La gente entendió. Y toda esta historia sobre las divisiones internas y esto y lo otro: a la gente no le importa más. Porque esta vez se trata de sus propios hijos que corren el riesgo de no poder ir más a la escuela. Esta vez se corre el riesgo de quedarse sin techo. Esto es lo que en verdad está en juego.
Pero lo que me parece más extraño y bizarro, de los ricos, es cómo habían decidido excederse tanto. Quiero decir: les iba todo muy bien. No, para ellos no era bastante. Por los nuevos ricos no era bastante. Los nuevos ricos que no hicieron su fortuna gracias a una buena idea. Ni a un invento. Ni con su sudor. Ni con su trabajo. Los nuevos ricos que se enriquecieron con el dinero de los otros; con el que jugaron como si fuesen al casino. Dinero más dinero. Y ahora nos encontramos con una generación de jóvenes para los que los héroes a los que emular son aquellos de los canales de televisión de negocios: aquellos que se enriquecieron haciendo dinero sobre aquellos que hacen dinero.
Pero, ¿cuánta necesidad tendremos de jóvenes que se pongan a trabajar para salvar a este planeta? Para encontrar la cura a todos estos males. Para encontrar una manera de llevar agua y servicios higiénicos a los millares de personas sobre esta tierra que no los tienen.
Esto es lo que querría. Que en lugar de que las 400 personas más ricas de este país tengan más riqueza, sean los 150 millones de estadounidenses todos juntos los que estén mejor. Dirán, es una de esas cifras que Michael Moore tira por ahí. Pero es una estadística cierta: verificada por Forbes y por PolitiFact. ¡Las 400 personas más ricas de este país, son más ricos que los 150 millones todos juntos! Pero esto no se puede llamar democracia. La democracia implica una suerte de igualdad: yo no digo que cada pedazo de la torta debe ser de la misma medida, pero ¿no nos fuimos mucho más allá?
Ahora está esta buena noticia. Porque hasta que alguno desafíe a nuestra democracia –mientras que la Constitución se mantenga intacta–, querrá decir que cada uno de nosotros tendrá el mismo derecho de voto que los señores de Wall Street: un voto por persona. Y ellos podrán comprar todos los candidatos que quieran; pero su mano guiará a nuestra mano cuando estemos en el cuarto oscuro. El mensaje de gritar fuerte es hacer llegar a los millones de personas que se dieron por vencidas –o que fueron convencidas por ignorancia–. Lograremos hacer llegar nuestro mensaje que para aquellos 400 será la peor de las pesadillas. Porque lo único que saben hacer bien son las cuentas. Nosotros somos muchos más que ellos. Depende sólo de nosotros. Basta de despertarse a la mañana y decir “Ok”. Ahora basta. Decidí involucrarme. Esta ahora es nuestra misión, involucrarnos. Por eso les digo: apoyen la protesta de Liberty Plaza.
* Durante la presentación del último libro de Moore en ST. Mark’s Bookstore.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

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