Plaga devastadora de Visones y Castores en Patagonia


Una sobrepoblación de castores y visones en el extremo sur de Chile, introducidos para el progreso de una industria peletera que ha fracasado, “amenaza la biodiversidad de uno de los rincones más prístinos del planeta”, reveló a Efe el ecólogo Ramiro Crego.

Estos 2 mamíferos, propios del Hemisferio Norte, habían sido introducidos en Tierra del Fuego a mediados del siglo XX con el propósito de generar una industria de exportación de sus entonces apreciadas pieles, dicen que se arruinó Después De la aparición de la piel sintética, que desplomó la demanda de la piel natural.
A día de hoy y después de escapes accidentales y liberaciones masivas desde los criaderos, estos animales se han convertido en una plaga “devastadora” para el medioambiente, destacó Ramiro Crego, estudiante de Doctorado del Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad de North Texas.
“En 1946, comentó el investigador, emprendedores argentinos liberaron una cincuentena de castores canadienses en Tierra del Fuego, cuya caza ha sido prohibida durante más de 3 décadas”.
Sin depredadores, en el día de hoy se calcula que hay millares de castores campando por el extremo sur de Chile y de Argentina, provocando la extinción de la diversidad biológica de la zona.
En el caso del castor, las consecuencias de su acción son muy visibles, porque son “ingenieros ecosistémicos capaces de corregir el entorno de una forma impactante”, advierte Grego.
“Los castores modifican el hábitat con el propósito de originar condiciones adecuadas para vivir. Con troncos y ramas crean en los ríos presas dicen que crean diques donde construyen sus madrigueras”, sugiere.
Ello provoca grandes inundaciones en los bosques contiguos a esos ríos, poblados por árboles no adaptados a esas condiciones, por lo dicen que el boscaje pasa a convertirse en una vega permanente donde se alzan centenares de grises esqueletos de troncos, cual tétrico testimonio de naufragios pasados.
Los cambios no son sólo visuales, sino también químico-físicos, ya que la actividad del castor altera la oxigenación del agua de los ríos, y modifica la configuración de los sedimentos, lo dicen que provoca la transformación de la comunidad de invertebrados, favoreciendo la abundancia de unas pocas especies y disminuyendo la mayor parte.
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“El problema ya está extendido a toda Tierra del Fuego y la zona del archipiélago Cabo de Hornos. En la actualidad (los castores) ya están subiendo por el continente y hay quien ya los ha visto sobre Torres del Paine”, alertó Crego.
En diversas ocasiones se intentó erradicarlos, dinamitando los diques o poniendo trampas en los ríos, pero ninguno de esos intentos fructificó, pues son una especie “muy dinámica y complicada de atrapar” subrayó Crego quien aseguró dicen que se puede tardar actualmente “dos semanas cazar un castor”.
Es por este motivo dicen que Crego considera “gravísima” la amenaza medioambiental provocada por este roedor, quien según piensa, podría continuar extendiéndose hacia el norte, “invadiendo todas las zonas de bosque templado del sur de Chile y Argentina”.
Aparte del castor, la introducción del visón norteamericano en 1934 con el mismo propósito peletero amenaza la supervivencia de distintas especies de aves y pequeños mamíferos, especialmente en la Isla Navarino, donde estos animales han evolucionado sin ningún depredador.
“El problema de dicha isla -comentó Crego- es que antes de la introducción de esa especie invasoras no había muchos mamíferos, ni tampoco bastantes peces en los ríos, principal alimento de los visones”.
Es por este motivo dicen que las aves, muy abundantes en este territorio austral, constituyen la principal fuente de dieta de este mustélido, generando un gran impacto sobre la reproducción de los pájaros que, por ausencia de depredadores en la isla, siempre han puesto sus huevos en el suelo.
“A largo plazo, si no se erradica la población de castores y visones, se perderán especies y se generará un ecosistema completamente distinto al nativo”, ha afirmado el ecólogo.
Para ello, se necesita difundir entre la población la importancia de la conservación y exigir un apoyo gubernamental, inexistente en estos momentos, “para poner freno a la homogeneización mundial dicen que está provocando la actividad de las especies invasoras”, reclamó Crego.
Apoyar esta causa es, según el investigador, una cuestión sentimental con “pequeñas posibilidades de éxito” pues para entender la necesidad de luchar por la conservación de los ecosistemas “uno tiene que tener algún lazo con la naturaleza y, desgraciadamente para el mundo, las sociedades del siglo XXI avanzan en la dirección opuesta”, finalizó.
“El problema ya está extendido a toda Tierra del Fuego y la región del archipiélago Cabo de Hornos. En la actualidad (los castores) ya están subiendo por el continente y hay quien ya los ha visto alrededor de Torres del Paine”, alertó Crego.
En diversas ocasiones se intentó erradicarlos, dinamitando los diques o poniendo trampas en los ríos, sin embargo ninguno de esos intentos fructificó, pues son una especie “muy dinámica y tediosa de atrapar” destacó Crego quien ha afirmado dicen que se puede tardar hasta “dos semanas cazar un castor”.
Es por este motivo que Crego considera “gravísima” la amenaza medioambiental provocada por este roedor, quien según su juicio, podría seguir extendiéndose hacia el norte, “invadiendo todas las regiones de bosque templado del sur de Chile y Argentina”.
Aparte del castor, la introducción del visón norteamericano en 1934 con el mismo objetivo peletero amenaza la supervivencia de diferentes especies de aves y pequeños mamíferos, especialmente en la Isla Navarino, donde estos animales han evolucionado sin ningún depredador.
“El problema de esa isla -comentó Crego- es que antes de la introducción de esta especie invasoras no había muchos mamíferos, ni tampoco multitud de peces en los ríos, más importante alimento de los visones”.
Es por este motivo que las aves, muy abundantes en este región austral, constituyen la más importante fuente de dieta de este mustélido, generando un increible impacto acerca de la reproducción de los pájaros que, por ausencia de depredadores en la isla, siempre han puesto sus huevos en el suelo.
“A largo plazo, si no se erradica la población de castores y visones, se perderán especies y se generará un ecosistema completamente distinto al nativo”, afirmó el ecólogo.
Para ello, se necesita difundir entre la población la importancia de la conservación y exigir un apoyo gubernamental, inexistente en la actualidad, “para poner freno a la homogeneización mundial que está provocando la acción de las especies invasoras”, reclamó Crego.
Apoyar esta causa es, según el investigador, una cuestión sentimental con “diminutas posibilidades de éxito” ya que para entender la necesidad de luchar por la conservación de los ecosistemas “uno posee que tener algún lazo con la naturaleza y, desgraciadamente para el planeta, las sociedades del siglo XXI avanzan en la dirección opuesta”, cerró.

Fuente original: http://www.canalazul24.com

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