Un día para enamorarse del planeta Tierra




Entre hermosos bosques, océanos, desiertos, montañas, volcanes, glaciares y demás maravillas naturales que atesora el Medio Ambiente, no hay duda que la Humanidad despierta todos los días dentro de un gran sueño ecológico, lleno de majestuosos ecosistemas, aguerridas especies de fauna y una legendaria biósfera, que merece ser admirada, respetada y amada por los seres vivos. 
Dicen que el amor es el único sentimiento que justifica la vida en el planeta Tierra. Cada persona lo expresa o lo calla por voluntad propia. Algunos se emocionan al observar los arrecifes coralinos, las cuevas prehistóricas, los montes Apalaches, los lagos siberianos, las dunas cuaternarias, los humedales palustres y las rocas metamórficas. Mientras que otros son incapaces de apreciar la belleza celestial que inunda cada rincón bendito de la Pachamama, ya sea por muchísima ignorancia, terquedad o conformismo al no querer aprender un poco más sobre los secretos de Gaia. 
Por ejemplo, los océanos cubren el 70% de la superficie de la Tierra. El corazón del colibrí palpita más de 1000 veces por minuto. La Tierra es el único planeta del sistema solar con placas tectónicas activas, que ayudan a evitar su sobrecalentamiento, y también es el único que presenta agua en los tres estados de la materia (sólido, líquido y gaseoso). El campo magnético de nuestro planeta, actúa como escudo protector ante la excesiva radiación solar. 
Sin darnos cuenta, estamos viajando alrededor del Sol a una velocidad en promedio de 29,5 kilómetros por segundo. El Monte Everest es la montaña más alta del Mundo con una altura de 8.848 metros sobre el nivel del mar. A diario caen unas 100 toneladas de polvo espacial en la superficie del planeta Tierra, cuya edad se calcula que es de 4500 millones de años. El 90% de la actividad volcánica ocurre en el enigmático fondo del mar. Un día sidéreo no alcanza las 24 horas, pues el tiempo preciso es de 23 horas, 56 minutos y 4 segundos, debido al movimiento de rotación y traslación creado por la excentricidad de la órbita terrestre. 
No hay que viajar con destino a la Montaña de la Mesa, a las cataratas del Iguazú, a la Selva Amazónica, a los cenotes de la península de Yucatán, al Salto Ángel, a la quebrada de Humahuaca, a la isla de Providencia, a los Géiseres de El Tatio o a la ancestral Machu Picchu, para corroborar que las manos de la Madre Tierra hechizaron de amor cada paisaje natural, demostrando la perfección de su mágica creación divina. 
Basta con que abras los ojos y mires con detenimiento a tu alrededor, para que te fascines con las nubes de un cielo azulado, con las hojas de un verdoso árbol, con las alas de un valiente pájaro redentor, con la ola de viento que aviva el alma crepuscular, con una lluvia de estrellas que brilla en el oscuro firmamento, con un Sol que resplandece en el lejano horizonte y con una Luna que alivia las heridas del pasado. 
Es obvio que la Tierra es nuestro sagrado refugio de vida, el cual sería la envidia de cualquier otra civilización extraterrestre que se atreviera a visitarnos. No importa que vueles de madrugada por los senderos galácticos de Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, Saturno, Urano o Neptuno. Vayas donde vayas, te sorprenderás al apreciar que la Tierra es el único planeta con las condiciones idóneas para que se desarrolle naturalmente la vida humana, sin recurrir a costosísimos trajes espaciales, a máquinas robóticas con inteligencia artificial, a naves con sistema de propulsión iónica, a satélites con tecnología infrarroja ni a rebuscadas sondas interplanetarias. 
Aquí en la Tierra podemos vacacionar desnudos en la playa, portar un elegante esmoquin en el teatro o vestir un tradicional liquilique en la feria patronal, sin pensar en los efectos negativos de la gravedad, en los abrasivos grados de temperatura Celsius, en la ausencia del purificado oxígeno o en la caótica atmósfera marciana. Todo un privilegio para los afortunados hombres y mujeres que cohabitan en nuestro planeta, pese a que la mayoría de esos individuos no son conscientes del milagro fortuito que visualizan sus ojos diariamente. 
Surgen las interrogantes ¿Por qué no convivimos en santa paz con todos los hermanos terrícolas? ¿Por qué el planeta Tierra está plagado de guerras, injusticias y ecocidios? ¿Quiénes son los culpables del enorme daño ambiental ocasionado en el Mundo? No es fácil hallar una incuestionable respuesta al conflicto ecológico presentado, ya que debemos evaluar la intervención de las transnacionales que se lucran de los recursos foráneos, la corrupción de los gobiernos de turno que autorizan esas prácticas ilegales, y la clásica indiferencia de la gente que no denuncia los delitos cometidos en la geografía de sus países. 
El amor hay que demostrarlo con hechos tangibles, no con palabras que acaban en el abismo de la nada. Nuestro planeta Tierra se asfixia en un holocausto que depreda el entorno biofísico que albergamos, por la constante polución que vulnera la calidad del aire, por el veneno de los cultivos transgénicos, por la devoradora pesca de arrastre, por la agresiva deforestación, por la rentable fractura hidráulica, por la extractiva minería ilegal, por la expansión de la frontera agrícola, por el vicio del narcotráfico y por el lucrativo comercio de fauna exótica. 
No olvidemos que el 2014 fue el año más caluroso en la historia reciente del planeta Tierra, enfatizando la tragedia mediática del Calentamiento Global, del Cambio Climático y del Efecto Invernadero. Los osos polares ya no descansan tranquilos en sus paraísos invernales, porque tienen miedo de que el hielo ártico se siga derritiendo a pasos agigantados, gracias a las más de 35.000 millones de toneladas de CO2 que liberan las plantas de energía en el Mundo, para que el frío de antaño se convierta en el infierno de petróleo, gas y carbón. 
¿Sabías que se requieren más de 7.000 litros de agua para producir un sabroso filete de ternera? El aceite de cocina que lanzamos por el drenaje luego de preparar los alimentos, contamina los cuerpos de agua dulce y salada de nuestros pueblos. Más de 800 neurotóxicos químicos son utilizados en la fabricación de cosméticos y perfumes. Dos tercios de la población mundial sufrirá desabastecimiento de agua en el 2025. 10 gotas de agua por minuto, representan 2000 litros de agua despilfarrada al año. Un bombillo incandescente que se enciende 5 horas diarias por espacio de un mes, equivale a 15.000 vatios de saturación eléctrica. 
Es importante saber que los latinoamericanos estamos produciendo casi 1 kilo de basura a diario, por la cultura de consumo que se apodera del esclavizado prójimo. El 90% de la basura que permanece en los océanos deriva del plástico. El 75% de las especies animales podrían extinguirse en los próximos 300 años. Para fabricar una tonelada de papel se emplean 17 árboles. Cada año se arrasan más de 14 millones de hectáreas de bosques nativos. 
Cerca del 70% de los metales pesados que acaban en los vertederos de basura, provienen de la acumulación de aparatos electrónicos que desprenden sustancias químicas peligrosas para la salud, como el mercurio, el plomo, el cromo, el cadmio y el cobalto. Se estima que para el 2030 la chatarra electrónica habrá crecido en un 50% a escala global, y lo peor es que la tendencia negativa seguirá incrementándose por el excesivo uso de dispositivos móviles, como teléfonos celulares, tablets PC y laptops. 
La ONU describió el tema de la basura electrónica como “una bomba ecológica” para el planeta Tierra, considerando las 50 millones de toneladas de desechos electrónicos que se generan anualmente en el orbe. La inexistencia de políticas públicas que manejen con eficacia el escollo de los desechos peligrosos, la desvaloración de la minería urbana para frenar el libertinaje ambiental, y la alta demanda de bienes y servicios que obliga a quemar más combustibles fósiles, se encargan de reventar la estabilidad del globo. 
Vemos que las flechas de cupido se clavan en el corazón roto de la Pachamama, quien llora con lágrimas de sangre la falta de amor en el planeta Tierra. Dicen que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Ayer le regalábamos las mejores rosas del jardín primaveral, y hoy la maltratamos con las peores espinas del pantano radiactivo. Ella no pierde la esperanza de que la Humanidad recobre la luz de la sabiduría, pero somos muy testarudos para reconocer nuestros errores y pedirle perdón de rodillas. 
Sin embargo, el deterioro ambiental puede ser aplacado por cada uno de nosotros, siempre y cuando recordemos la osadía del primer beso, para rescatar el cariño, la preocupación y el interés en disminuir los atropellos ecológicos que se vislumbran en el planeta Tierra. El conservacionismo es la clave para cambiar la actitud pasiva por acciones concretas a favor del Medio Ambiente, que nos transforme en verdaderos agentes de cambio dentro de las localidades que habitamos. 
Reduzcamos el consumo de agua potable, reparando las filtraciones que ostentan las tuberías del hogar, y no derrochando el vital líquido al cepillarnos los dientes, al tomar una ducha o al hacer la limpieza de la casa. A su vez, es fundamental ejercitar la Eficiencia Energética, apagando cualquier equipo eléctrico o electrónico que se encuentre prendido sin necesidad, como el televisor, la estufa, el aire acondicionado, la computadora, el cargador de los smartphones, el reproductor DVD, la consola de videojuegos, la lavadora, la aspiradora, el secador de cabello, el microondas, etc. De igual manera, no es correcto malgastar hojas de papel al momento de utilizar la impresora o la fotocopiadora, pues no todo el contenido informativo que tenemos a nuestra disposición, debe ser reproducido con la tinta del formato físico. 
En cuanto a la basura doméstica que se acumula en las casas y oficinas, es muy valioso cumplir con la regla de las 3rs (reducir, reutilizar y reciclar). Ya es hora de separar los residuos sólidos desde la fuente y clasificar los materiales orgánicos e inorgánicos que empleamos a diario (plástico, vidrio, metal, cartón, papel). Si no eres parte de la solución, eres parte del problema, por lo que la misión ecológica exige que separemos las botellas tipo PET, las tapitas, las cajas de pizza, los envases multiusos, las láminas de poliestireno expandido, las bolsas del supermercado, las latas de refrescos, los envoltorios de las golosinas, los discos compactos rayados, los palillos chinos, las pilas alcalinas, los periódicos viejos, las cáscaras de las frutas y demás desperdicios que nunca deben terminar aglomerados en el contenedor genérico de la basura. 
Aunque el camión compactador del aseo urbano se encargará de mezclar todos los desechos y llevarlos a los nocivos rellenos sanitarios. Podemos evitar ese círculo vicioso en contra del Medio Ambiente, mediante un modelo de desarrollo endógeno originado en nuestras comunidades. Si los habitantes se organizan con sus vecinos, amigos, familiares y colegas del trabajo, pueden recolectar la basura previamente clasificada y disponer un día específico de la semana, para trasladarla hasta algún centro de reciclaje que labore en esa localidad. Allí se recibirán esos residuos, y fomentaremos el hábito de reciclar todo lo que consumimos. 
En paralelo, una gran cantidad de artículos de uso cotidiano pueden reutilizarse a través de creativas manualidades, que los convierten en simpáticos adornos para regalarle a un ser querido en una fecha especial, para divertir sanamente a los niños o como fuente alternativa de ingreso. Entre macetas, lámparas, carteras, llaveros, portavasos, collares, guirnaldas, cestas, percheros, juguetes, tarjetas de invitaciones, alcancías, candelabros y pulseras, queda claro que con un poco de imaginación estaremos en capacidad de construir hasta un edificio hecho con materiales reciclados. 
Usa más la planta de los pies, y menos el claxon del automóvil. El ruidoso tráfico de las ciudades, es el resultado de un estilo de vida 100% dependiente al acelerador, a los semáforos y a las rabietas. En el planeta Tierra hay más de 1.100 millones de carros que no sólo provocan mayor contaminación ambiental, sino que producen crisis nerviosas, sensación de claustrofobia y desmayos en las personas. Aprendamos a caminar descalzos, a disfrutar el silencio y a practicar el senderismo, vista como una actividad recreacional que nos reconecta con el Medio Ambiente, con la Cultura y con el Deporte. 
Si el Universo nos regaló un rinconcito de felicidad llamado planeta Tierra, no debemos hacernos daño fumando cigarrillos, bebiendo alcohol o consumiendo drogas, que tarde o temprano, abren la puerta de las enfermedades, de la depresión y del suicidio. Todos pasamos por situaciones difíciles en la vida, pero escapar de la realidad ahogándonos en esos vicios, jamás será la solución del problema. Por el contrario, aprovechemos el tiempo positivamente en aras de alcanzar una mejor salud mental, ya sea leyendo un buen libro, escuchando música relajante, adoptando una mascota o conversando con los abuelos. 
No queremos que el amor por la Naturaleza continúe siendo un tema biodegradable para la sociedad civil. Asumir la tarea ecológica requiere del esfuerzo mancomunado libre de colores, ideologías o credos. Rechacemos los billetes del egoísmo, y valoremos una enseñanza de vida. El romanticismo no debe nacer, crecer y morir el 22 de abril, el 14 de febrero o el 5 de junio, pues el planeta Tierra merece que todos los días te comprometas a respetarlo, cuidarlo y amarlo.

Carlos Fermín es Licenciado en Comunicación Social, mención Periodismo Impreso. Egresado de la Universidad del Zulia en Venezuela.
Blog del autor: http://ekologia.com.ve/ - Imagenes: periodicoescolardelpablosorozabal.wordpress.com - elmundo.es

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