El silencio antimilitarista: ¿Hay alguien ahí?

Comenzamos 2023 continuando con una guerra en Europa en la que como en todas las guerras confluyen diferentes factores e intereses. Asistimos a una escenificación multidimensional. Por un lado, los hechos violentos y acciones bélicas, asesinando y expulsando a la población de sus lugares de vida, y por otro, la perversión del lenguaje al nombrar los acontecimientos y las medidas político-militares adoptadas, las diferentes varas de medir las acciones de unos y otros y sus consecuencias derivadas. Esto es, el discurso ideológico único secundado por todos los medios de comunicación legitimando a unos y condenando a otros.

Alfonso Aramburu Suárez

También se hace notar el aumento escandaloso de comercio armamentístico disfrazado de solidaridad, así como el impacto de la guerra en los sistemas económicos aumentando el enriquecimiento de unos pocos en detrimento de muchos. Otro factor es el retraimiento de las necesarias medidas para afrontar la crisis climática y medioambiental, priorizando la financiación de la guerra. O la aceptación masiva de un aumento del presupuesto militar. En definitiva, la normalización de la barbarie.
Nos han hecho percibir como lo más natural del mundo que en Europa tengamos que suministrarnos (o sea comprar) gas traído desde Estados Unidos en peligrosos y contaminantes barcos transatlánticos. Y facilitar (o sea, comprar también a Estados Unidos) armamento para todas las naciones europeas, además de para las que se encuentran combatiendo. El negocio del siglo aprobado por todos los parlamentos, todos los partidos políticos, todos los medios de comunicación… toda la población que asiste “de convidado de piedra” a esta “locura legal”.

En esta guerra, como todas las guerras, no hay ejércitos buenos y ejércitos malos. La función y objeto de los ejércitos es matar personas, destruir bienes, infraestructuras, y equipamientos civiles, arrasar ciudades. Las armas son para quitar vidas, herir, mutilar, convertir en escombros los lugares de vida de la gente. En la Guerra de los Balcanes, en los las diferentes intervenciones militares por el control del crudo en los países árabes (guerras del Golfo) y en otras, se repiten las mismas escenas, que la propaganda se encarga de parcelar y designar con valoraciones diferentes, retorciendo el lenguaje o directamente mintiendo. Si habría que encontrar un denominador común en todas las guerras, este es la utilización de la población civil como rehén, sometiéndola a diferentes intensidades de sufrimiento para obtener ventajas políticas económicas o militares entre los contendientes. Los perpetradores de la violencia son los ejércitos, las armas son sus instrumentos, y el gran negocio de las empresas de armamento, los comerciantes de la muerte con carta de impunidad legal.
En Siria, Afganistán, Irak, Kuwait, Belgrado, Yemen, Palestina y tantos otros países se bombardeó a la población civil, se destruyeron vidas, comunicaciones, suministros, pueblos, exactamente igual que se está haciendo ahora en Ucrania. Pero según nos hacen ver, depende de quién sea el perpetrador, se reparte de diferente manera la culpabilidad. EE.UU, la OTAN, pretender salvaguardar la democracia. Putin, su gobierno, Rusia emplean un ejército asesino contra la población civil. Si algún día hubiera tribunales internacionales para juzgar a genocidas, tendrían que pasar por el banquillo de los acusados todos aquellos perpetradores (militares y políticos) que han provocado, instigado, ordenado, y ejecutado las acciones que han arrasado países enteros en los últimos 40 años. Estados Unidos con sus dirigentes, halcones políticos  y generales deberían ocupar un lugar destacable junto a Putin y otros muchos, como las dictaduras del petrodólar y sus jeques endiosados.

Movilización en Iruñea por la insumisión a las guerras IONE ARZOZ

Y ante esta brutal actualidad que asalta nuestras vidas sorprende la ausencia de la disidencia. El silencio antimilitarista. ¿Dónde está la gente que luchó contra la Política de bloques militares (OTAN y Pacto de Varsovia), las personas que pelearon la insumisión generando una movilización de desobediencia civil sin precedentes que acabó cargándose la conscripción, el reclutamiento forzoso? ¿Dónde están la gente y organizaciones que nutrieron y dieron forma a las movilizaciones contra las guerras del golfo pérsico?
Cabe preguntarse qué habría sucedido si hubiera sido la OTAN quien invadiera Ucrania, haciendo exactamente lo mismo que el ejército ruso a órdenes de Putin. ¿Se habría producido una respuesta antimilitarista, de unidades de acción contra la guerra, grupos organizados, movilizaciones, manifiestos? Probablemente sí. Y es que desafortunadamente la disidencia se manifiesta también con diferentes varas de medir los acontecimientos.
En el momento actual parece no ser políticamente correcto organizarse contra esta guerra, exponerse a la crítica, a la confrontación dialéctica. En un pasado no tan lejano los Objetores de conciencia se organizaron en un movimiento (MOC) que a su vez se articuló internacionalmente con la Internacional de Resistentes a la Guerra (IRG). Durante años estuvieron solos predicando en un desierto social y políticamente adverso (y pagando sus consecuencias). Fue su perseverancia en las convicciones antimilitaristas a pesar de la pequeñez de su movimiento y de la incomprensión del medio social político y mediático la que desembocó finalmente en el estallido de la Insumisión, en la popularización de la lucha contra el ejército mediante la desobediencia y la denuncia política.
Aquel interpelante movimiento desapareció con el fin de la mili. Las organizaciones antimilitaristas se disolvieron. Ni siquiera la guerra de los Balcanes reactivó la acción antimilitarista. Únicamente se reaccionó ante los bombardeos de la OTAN sobre Belgrado, pero después de haber guardado silencio, sospechosamente, durante 8 años ante el genocidio militarista ejercido sobre la población civil de Bosnia. Al igual que el actual de Ucrania, aquel conflicto armado estuvo protagonizado por países de la antigua URSS. También, entonces, algunos se preguntaron qué habría sucedido si aquel enfrentamiento hubiera estado iniciado y protagonizado por la OTAN. ¿Habrían saltado las costuras de la izquierda, del antimilitarismo latente que aún existía? Probablemente sí. Se habría montado un movimiento de protesta y denuncia de aquella guerra. Solo lo hicieron al final, cuando aparecieron los aviones de Estados Unidos. Ya se sabe, la OTAN, los yanquis, otra vez vuelve a las andadas imperialistas y nosotros con ellos… a la contra. Como siempre.

Imagen: Stern - Bansky

Alfonso Aramburu Suárez: Antimilitarista y Ex miembro del MOC, SOS Balkanes y Asamblea de No-Violencia de Euskadi
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/guerra-en-ucrania/silencio-antimilitarista-hay-alguien-ahi-guerra

 

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