La naturaleza nos define





Desgraciadamente, en la sociedad actual –y más ahora, víctimas de una crisis que lo invade todo–, muchos piensan que la conservación es un lujo.
Es importante que aquellos que defendemos valores como el respeto a la naturaleza y el desarrollo sostenible nos percibamos como impulsores de propuestas serias que buscan establecer un nuevo orden y una nueva estructura socioeconómica que mejore de forma significativa lo presente. Desgraciadamente, en la sociedad actual –y más ahora, víctimas de una crisis que lo invade todo–, muchos piensan que la conservación es un lujo, una excentricidad de unos cuantos hippies iluminados, de la que no podemos seguir haciéndonos cargo como hicimos en años de bonanza. A la hora de afrontar la crisis actual, las medidas van orientadas a recortar gastos prescindibles y a apuntalar un sistema que, en todo caso, nos trajo a la actual situación. No hemos sido capaces aún de analizar cuáles han sido los errores y hacer propuestas valientes que reformulen las coordenadas. Nosotros sin embargo, sí tenemos claro que la naturaleza y la relación que la sociedad mantiene con el entorno, son ejes principales sobre los que tiene que girar cualquier propuesta de futuro. No se trata de seguir pensando en la conservación como ámbito separado del motor socioeconómico de una sociedad, circunscrito al área de responsabilidad social de las empresas o la subvención pública o la filantropía de unos pocos. La naturaleza nos demuestra día a día que no es un lujo del que podamos prescindir. La naturaleza nos define, nos sostiene, nos alimenta física y espiritualmente. La naturaleza supone un mapa, una biblioteca infinita de sabiduría de la que extraer fuerza e inspiración para construir un nuevo sistema que garantice un futuro de armonía entre el hombre y la tierra donde estemos algo más cerca de la felicidad. Nuestro deber es iluminar el camino de economistas, arquitectos, sociólogos, abogados, empresarios, banqueros, educadores, etc.; ayudarles a entender que la sostenibilidad, que la incorporación a su trabajo y a sus organizaciones de unos valores de respeto a la naturaleza, suponen una apuesta de futuro que les beneficiará a medio y largo plazo.
En este número tenemos la oportunidad de explorar ejemplos vivos de que un nuevo sistema que incorpore los valores antes mencionados sí es posible. El cónsul de Bután nos explica cómo surgió la idea de sustituir el Producto Interior Bruto (PIB) por la Felicidad Interior Bruta (FIB) en tanto que baremo para medir el bienestar y riqueza de la población de su país, y ahonda en cómo esta nueva herramienta puede ayudar al mundo occidental a replantearse las limitaciones y trampas del PIB. En las otras dos entrevistas viajamos de la mano de un científico y un calígrafo al apasionante mundo de lo desconocido, de la precisión, de la creatividad y la búsqueda.
En «Epicentro» analizamos lo que se esconde tras la crisis financiera; miramos más allá de la propia crisis y sus efectos centrífugos para entender quiénes nos dirigen y, lo más importante, hacia dónde.
En «Al descubierto» continuamos reflexionando sobre educación y ofrecemos al lector propuestas interesantes que puede poner hoy día al alcance de sus hijos. Una vez más, profundizamos en la trascendental función de la educación de preparar a nuestros hijos del mejor modo posible para hacer frente a los enormes retos de los próximos años.
Esperamos que esta primavera despierte en todos una nueva esperanza e ilusión para afrontar la incertidumbre como una gran oportunidad para reinventarnos y hacer posible lo que se nos había hecho creer que era solo una ilusión.

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