«Si la distopía es el presente, ¿para qué necesitamos ciencia-ficción?»...Vuelve Black Mirror

La séptima tanda de episodios de Black Mirror se estrenó el pasado 10 de abril en Netflix. Seis episodios de entre 50 minutos y una hora y media de duración, centrados en avances tecnológicos y sociales posibles de un futuro inmediato. Una pareja con problemas médicos que debe pagar una suscripción premium para que ella siga con vida, un hombre que intenta reconstruir sus recuerdos sobre una antigua novia que acaba de fallecer, un diseñador de videojuegos que esconde un secreto desde los años 90, una antigua compañera de instituto que regresa para atormentar a su acosadora…

Jose A. Cano

Dos giros destacan en esta nueva temporada (la segunda estrenada desde la pandemia y la quinta en Netflix –las dos originales, las que fueron bombas creativas, se estrenaron en el análogo Channel 4 británico–). El primero es que, por primera vez, hay una secuela directa de un episodio anterior (aunque la serie esté llena de referencias cruzadas, esta entrega más que ninguna): USS Callister: Infinity, continuación del USS Callister de la cuarta temporada, emitido en 2017. Esto es interesante, porque ambos son comentarios de texto sobre Star Trek, la utopía de ciencia-ficción por excelencia, y de una tipología concreta de sus fans.
El guionista y creador, Charlie Brooker, parece haberse preguntado: «Si la distopía es el presente, ¿para qué necesitamos ciencia-ficción?».
La mayoría de los episodios no aportan ningún avance que no se haya visto ya en anteriores entregas. La única excepción sería la loquísima trama del bullying y los universos alternativos, que se aleja de la verosimilitud tecnológica con una vuelta de tuerca que caracteriza a casi todo Black Mirror y parece más bien un retorcido juego de terror más cerca de Richard Matheson o Roald Dahl, aunque con acabado moderno.
Da la impresión de que la serie da vueltas sobre sí misma (en algún caso de manera literal) reflexionando sobre las posibilidades de expresar emociones genuinamente humanas a partir de una tecnología cada vez más deshumanizadora. En la época del dominio de la IA (superficial y un poco estafa, pero dominio), Black Mirror parece elegir centrarse en lo que nos diferencia de los chat interactivos que fingen emociones. Eulogy, que cuenta nada menos que con Paul Giamatti como protagonista, camina en esa línea, viniendo a decir que más allá de la tecnología, nuestros sentimientos básicos no cambian y esta puede ser un instrumento a su servicio.

 Capítulo ‘Hotel Reverie’. Netlfix

El episodio de las facturas médicas ni siquiera es particularmente futurista, más bien una especie de presente aún más absurdo, en el que la experiencia premium es no tener anuncios en tu cerebro… para seguir con vida. Parece un mix de dos relatos de Cory Doctorow, Radicalizado (el cuento que adivinó a Luigi Mangione) y Pan no autorizado. Es irónico que esto salga en Netflix, que ha sido la innovadora en lo de la “enshittification” del streaming. Una trama desoladora, pero que nos suena, en la que no es casualidad que la crítica al sistema de salud de los Estados Unidos la protagonice un alemán.
A nivel creativo, se podría decir que el problema de Black Mirror, a estas alturas, es que está demasiado bien hecha. Al principio de cada historia se siembran una serie de elementos que sabes que se recogerán más adelante, trampas mortales en las que parte de la tensión es saber que acabarán cayendo los pobres personajes. Ha perdido la capacidad de sorpresa de sus primeras temporadas, quizás porque la realidad las ha superado, con las puntuaciones sociales de Nosedive, el 3×01, de 2016, más que asumidas, y pensando que ojalá lo peor que nos diesen los actuales líderes mundiales fuese el espectáculo dantesco de verlos practicar la zoofilia o ser muñecos de dibujos animados un poco demagogos.
Quizás lo llamativo es cómo intenta, desesperadamente, repetir la jugada de su capítulo más ‘tecnoptimista‘, San Junípero, el 3×04, también de 2016. Aquella historia de amor más allá de la muerte y del software entre dos mujeres entregadas a la nostalgia ochentera. El final que muchos consideraban esperanzador a otros les pareció terrorífico, con todo ese romanticismo encerrado en un servidor que a saber cuánta agua y energía anda gastando, y que más tarde o más temprano se quedará sin fuelle y esas almas digitales se diluirán igualmente en la nada.

Capítulo ‘USS Callister: Infinity’. Netlix

Black Mirror, siempre nihilista, ofreciendo crítica de derribo pero cero alternativas o llamadas a la acción más allá de desahogarte insultando a tu compañero de celda, ha pasado de cierto punkismo descreído al biocosmismos y un tecnoptimismo casi religioso en poco menos de 15 años. Será que la realidad no nos da tregua y hasta Brooker y su equipo están cansados, pero es un buen retrato de la cultura en general y la ciencia-ficción en particular en nuestro tiempo.
En un presente terrorífico y sin salida, desde una óptica netamente burguesa y urbanita –en el universo de Black Mirror, las abejas están extintas y han sido sustituidas por microdrones, una fantasía tecnológica que en 2011 era irónica y ahora parece una ocurrencia mendaz de Elon Musk–, la única esperanza parece esperar que el apocalipsis nos pille disfrutando de nuestro videojuego favorito o que la vida digital sea, de alguna forma que aún no entendemos, mejor que la analógica.
Un desplazamiento descorazonador que, como mucho, sirve para aprender lo infantil que es el cinismo, que bajo su desplazamiento del miedo a un presunto realismo desengañado solo esconde las mismas ganas de creer en la magia, aunque se la llame IA, de cualquier otro hombre de fe acrítico. Por eso, sus críticas a la ingenuidad de Star Trek resuenan tanto, porque se nota que en el fondo le gustaría rescatar esa otra utopía basada en la razón y que confía en unos humanos del futuro mucho más avanzados. Igual ya consiguen dar ese paso para la temporada 8, regalándonos una ciencia-ficción más honesta que esta tan miedosa de la 7.

Capítulo 'Eulogy', con Paul Giamatti. Foto: Netflix.

Fuente: https://climatica.coop/black-mirror-temporada-7-tecnoptimismo-nostalgico/  - Imagen de portada: Capítulo ‘Hotel Reverie’. Netlfix. 

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