Frío. Tibio. Caliente



El calentamiento global está derritiendo el planeta. Hará falta mucho hielo para que refresque. Sin embargo, muchos juegan al distraído. Un elogio de lo urgente sobre lo importante.
Néstor Sampirisi -

Frío. Groenlandia es uno de los lugares habitados más fríos del planeta. Hace un par de semanas decidió reforzar su proceso de independencia de Dinamarca, país al que pertenece la isla. Pero ése no es el dato que nos trae aquí.
 
Lo relevante es que, calentamiento global mediante, desde mediados de la década del '90 se ha registrado un alarmante aumento de la temperatura que causa un deshielo que ha hecho retroceder los glaciares que cubrían casi todo su territorio a una velocidad tal que uno de los principales -el Jakobshavn- pierde, por día, unas 20 millones de toneladas de hielo.

Casi la misma cantidad de agua que utiliza New York en un año. La otra noticia interesante es que en los últimos años han desembarcado en la isla unas 30 empresas mineras que, hasta el año pasado, habían obtenido 78 permisos de exploración de oro, petróleo, diamantes, rubíes y zinc, entre otros.

Tibio. La Argentina es un país con temperaturas extremas. Va desde el clima subtropical del norte al frío polar del sur, muy parecido al de Groenlandia. En nuestro país también hay glaciares que, aunque no a un ritmo tan veloz como el del Ártico, han retrocedido considerablemente en las últimas décadas.

Por caso, el del Plomo, que alimenta al río Mendoza que provee de agua al oasis norte de la provincia, es uno de los ejemplos más cercanos. Pero también el ya famoso Perito Moreno, que este año dio un desacostumbrado espectáculo al derrumbarse mucho antes que lo habitual.

Por eso, el Congreso de la Nación aprobó por unanimidad -si, leyó bien, por unanimidad- una ley para relevarlos, protegerlos y mantenerlos a salvo de procesos ambientales que agregaran riesgos a la situación. Uno de estos es la minería.

Caliente. Pero los intereses -y no el amor, como dice una canción- son más fuertes. Todo indica que una "oportuna" intervención del gobernador sanjuanino José Luis Gioja y el poder de lobby de la minera canadiense Barrick Gold, lograron que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner vetara la ley y terminara con el artículo que prohibía las explotaciones en zonas de glaciares o periglaciares, justo donde esa compañía tiene intereses. A tal nivel de tensión se llegó que rodó la cabeza de la secretaria de Ambiente, Romina Picolotti.
 
Es que, según Gioja, la minería es la base de la economía sanjuanina y, al parecer, eso hace que valga más la pena proteger intereses empresarios que el futuro del agua. Sin embargo, suena extraño pensar que con el exiguo 3% que deja la minería pueda lograrse un nivel de desarrollo importante y sostenible en el tiempo.

Por el contrario, si no se cuenta con un plan estratégico de largo plazo, lo que se produce es un proceso de extracción de recursos naturales -que no son renovables- que cuando concluye sólo deja pobreza. Desde la época de la conquista, Bolivia es un aleccionador ejemplo de esto.

Pero no importa. Seguro que confían en que, cuando no quede nada de nada, tampoco quedará nadie que recuerde a los que contribuyeron al desastre.
Fuente: Diario Los Andes

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