Barbarie y resistencias. Sobre movimientos sociales críticos y alternativos, de Manuel Sacristán y Francisco Fernández Buey

Desde Platón hasta Savonarola los espíritus más o menos generosos que se han entusiasmado con la posibilidad puramente formal de una comunidad humana tan plena, tan verdadera comunidad que permitiera hablar concretamente de una humanidad, han sucumbido siempre en el fracaso y alguna que otra vez en la hoguera. De esas experiencias suele tomarse pretexto para negar la posibilidad de que expresiones humanistas absolutas, como “arquitectura para el Hombre” o “ciudad para el Hombre" lleguen a tener alguna vez un sentido real, concreto.
Esta no es naturalmente ocasión para discutir con detalle un tema que rebasa desmesuradamente el marco de nuestra conversación. Bastan empero pocas palabras para destruir por lo menos la argumentación basada en aquel pretexto: la inexistencia hasta ahora de una sociedad en cuyo seno la diferenciación humana, fundamental, no sea estrictamente económico-social no es en absoluto una base sólida para negar su posibilidad real. Considerando el asunto como cuestión metódica, aquel que no acepte la instancia experimental como única instancia resolutoria de la duda no tiene siquiera derecho a tomar parte en la discusión.

Pero está claro que experimentos e intentos de ese tipo, de cuyo éxito dependería el que pudiera hablarse con sentido pleno de una "arquitectura para el Hombre" y de "ciudades para el Hombre", no están en la mano de arquitectos ni de urbanistas a pesar de lo fundamentales que serían para aclarar la naturaleza de su trabajo y su concepción del mismo. Con esto llegamos por un camino nuevo a uno de nuestros puntos de partida: nadie que quiera verse transparente en su conducta, nadie que aspire a la coherencia racional de su hacer, puede prescindir de reflexionar sobre los últimos condicionamientos y fundamentos del mismo.
Todo hombre que piensa sus cosas hasta el final filosofa. (Manuel Sacristán)
En la actualidad existen movimientos sociales críticos y alternativos (feministas, ecologistas, pacifistas, de objetores e insumisos, de solidaridad y cooperación, vecinales, etc.) cuya actividad no sólo tiene que ser tenida en cuenta sino que hay que complementar con las propuestas específicas de los sindicatos de clase. Ya en las condiciones actuales las plataformas cívicas en favor de los derechos sociales pueden llegar a ser la concreción de una política sindical de alianzas con otros sectores ciudadanos no sindicados, con personas y organizaciones sociopolíticas que siempre han estado próximas a los sindicatos y que son, además, conscientes de los problemas de los trabajadores asalariados.
Sus objetivos son: 1, sociales y, en consonancia con ello, 2, generalizar a todo el país esa reflexión sobre el empleo, sobre los derechos laborales, sobre la recuperación del valor de la negociación colectiva y sobre el papel de los sindicatos para 3, propiciar la movilización de los sectores sociales interesados, de los parados, de los desempleados, la vivienda, la sanidad, de los excluidos, de los trabajadores y trabajadoras en precario, de los sindicatos, y, en general, de las personas sensibles que en nuestra sociedad se dan cuenta de cómo se están perdiendo derechos que ha costado mucho sudor y mucho esfuerzo conseguir a través de la lucha social y democrática.
Una política sindical de alianzas que tome la forma de una plataforma cívica a favor de los derechos sociales tiene ante sí la tarea de acercar, discutir y poner de acuerdo un abanico de intereses y deberes muy diversos. (Francisco Fernández Buey)

Rebelión - BARBARIE Y RESISTENCIAS. Sobre movimientos sociales críticos y alternativos,  Manuel Sacristán y Francisco Fernández Buey,
(Edición, presentación y notas de Salvador López Arnal y Jordi Mir Garcia)
El Viejo Topo, Vilasssar de Mar (Barcelona), 2019 - Imagenes:
Catalunya Plural - Chile Sustentable

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