El remedio está en la Tierra

¿Qué hacer ante los dolores menstruales? La publicidad en los medios de comunicación nos propone soluciones mágicas. Pastillas que calman el dolor “en esos días”, para hacer de cuenta que nada pasa  y seguir una rutina productiva. Pero esos medicamentos, creados para que la mujer pueda seguir trabajando cuando necesita respetar su ciclo, muchas veces, o no terminan con los dolores o provocan enfermedades. Ante esta situación, muchas mujeres buscan una solución natural y no la encuentran. Pero la hay: solo se trata de compartir saberes.

Eso se juntaron a hacer las mujeres de las familias productoras de la Unión de Trabajadores de la Tierra y una de ellas compartió que combatía los dolores menstruales con la bolsita de pastor, un yuyo que crece como el pasto y tiene unas hoijtas en forma de corazón. Y que hasta crece en la ciudad. Cuentan que es antihemorrágico y que sirve mucho cuando hay un sangrado abundante. Todas las que lo probaron están fascinadas y están compartiendo la receta con un efecto multiplicador.
Las plantas curan y previenen enfermedades. Y alivian los dolores. Las mujeres lo saben desde hace miles de años. Sin embargo, en el último tiempo la necesidad de curas instantáneas, el crecimiento de la industria farmaceútica y la publicidad incesante pretenden hacernos creer que tratar la salud con plantas medicinales es sinónimo de atraso. Ante esa situación, las mujeres productoras de la UTT empezaron a realizar encuentros para recuperar y compartir los viejos saberes: qué plantas y qué yuyos de los que hay en las quintas o en las chacras o inclusive en la ciudad pueden combatir dolores y enfermedades. Las compañeras vienen desde distintos lugares de Latinoamérica: de Bolivia, Paraguay, Perú o del norte argentino y por tanto tienen muchos conocimientos para recuperar y poner en valor.
Las mujeres de la UTT ya realizaron tres encuentros. El último tuvo lugar lugar este martes en una quinta de Olmos, en el marco de una semana donde las trabajadoras de la UTT estarán participando de actividades previas al paro y la marcha del 8M: “Desde la Secretaría de Género de la UTT, empezamos a trabajar entre las compañeras, los conocimientos que tenemos las mujeres sobre las plantitas que siempre supimos por generaciones cómo nos curaban. También reflexionamos sobre cómo eso que practicábamos cotidianamente fue siendo borrado sistemáticamente de la forma hegemónica de entender la salud que tiene este sistema; como fuimos cambiando el té de yuyo por el ibuprofeno”, destaca Rosalía, Secretaria de Género de la UTT.
En los encuentros se comparten saberes. Se llevan jugos de linaza y melón. La gaseosa no es necesaria. Se ayudan, se cuentas sus problemáticas, se ríen, pasan un momento placentero, recuperan el uso del tiempo libre y plantean la liberación de las mujeres agricultoras. Comparten un almuerzo hecho con verduras de las quintas. Sostienen que de eso se trata el feminismo popular: de compartir.
Foto: Pepe Mateos // Edición: UTT

En los primeros encuentros aprendieron a hacer tinturas madre y a macerar en alcohol. Llevaron los yuyos de sus casas y contaron sus dolencias. Para conocer cómo tratarlas y tener la medicina natural más a mano. Una compañera contó que se curó de un problema de la úlcera con un jugo especial de aloé vera. Como el tema interesó a muchas mujeres, en este tercer encuentro se organizó un momento para que explique cómo preparar el jugo. Además al encuentro se acercó Josep Pàmies, un agricultor español que en la adolescencia se maravillo por el paquete tecnológico de las multinacionales y luego tuvo que hacer el camino de recuperar sus tierras. Y es especialista en plantas medicinales: sostiene que, por ejemplo, el Kalanchoe es mucho más efectivo para el cáncer que la quimioterapia.
“Trabajamos a la par de los varones, levantando cajones y la carretilla, después llegamos a casa y seguimos trabajando, y ese trabajo es desvalorizado. Somos las mujeres las que padecemos y detectamos antes el impacto de los agrotóxicos: nuestros hijos se enferman y nuestros embarazos se pierden. Todo por los venenos que se usan en la quinta”, cuenta Rosalía la problemática y plantea la alternativa: la soberanía alimentaria. “No somos tomadas en cuenta a la hora de decidir cómo producir. El modelo que proponemos nosotras, el de la soberanía alimentaria, es el modelo de esas plantas que son gratis, que nos la da la naturaleza, estamos recuperándolas para curarnos de las enfermedades, es conocimiento, no es superstición. Las mujeres queremos recuperar la alimentación sana, queremos cambiar la Coca-Cola y los ultraprocesados, queremos comer lo que producimos” afirmó Rosalía.

Fuente: http://uniondetrabajadoresdelatierra.com.ar/ - Publicado en: Ecoportal.net

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