Entre monstruos y maravillas: nuevas exhibiciones en un antiguo Museo de Historia Natural

Erika del Pino y Martín Batallés están del otro lado de la pantalla, me hablan desde Montevideo, Uruguay. Nos reunimos por una fascinación en común: los gabinetes de curiosidades, sus monstruos y maravillas. A Martín lo conocí en el Instituto Botánico de Barcelona, en abril de 2023, durante un encuentro académico que abordó la historia de los objetos científicos en el marco de los gabinetes de curiosidades y museos de historia natural. A Erika, en cambio, nunca la había visto, pero su energía me pareció familiar. Ambos son artistas interdisciplinarios y los creadores de «Curiosa Naturalia», un proyecto artístico que busca crear nuevas narrativas en torno a estos espacios. El lugar donde este proyecto tomó forma fue en el antiguo Museo de Historia Natural Doctor Carlos Torres de la Llosa, ubicado en pleno centro de la capital uruguaya.

Texto por Constanza López Cabello

Erika es diseñadora teatral, aunque dice que ha hecho cosas muy diversas. “Me gusta el trabajo con objetos y otras materialidades” relata. Martín es diseñador gráfico, fotógrafo y también estudió museología. “Vengo de las artes visuales y el trabajo gráfico. Hace años trabajo con mi pareja, Gabriela, hacemos cosas para cine y música: afiches, portadas de discos, libros, etc. […] Y luego está esa otra área en la que trabajo, que es con fósiles”. Ambos son interdisciplinarios, a ratos transdisciplinarios y –¿por qué no?– un poco indisciplinados.
Se conocieron por amigos en común y conectaron por “el arte, la música, el dibujo, la gráfica y las películas” dice Erika. Los animales, la naturaleza y su historia, fueron algunos de los temas en común. “Siempre fuí fan de los fósiles” cuenta Martín, de ahí que asistiera durante un tiempo como oyente a las clases de paleontología en la Facultad de Ciencias de la universidad pública, con quienes hoy colabora. “Desde hace 15 años trabajo con ellos en una excavación y tenemos un proyecto en conjunto que se llama Megafauna 3D, hicimos un libro y una plataforma online. Además damos charlas por todo el país, talleres con niños, trabajamos mucho en los barrios y en los pueblos” dice. Erika por su parte cuenta que cuando pequeña quería ser veterinaria, que era la forma en que de niña entendía que se podía acercar a los animales, “ahora, estéticamente tiendo siempre a incorporar cosas de bichos, luego vinieron las plantas, pero siempre inserta en este mundo de la naturaleza” comenta.
Su interés común en los animales y los objetos se suman a un placer en la estética decadente y mortuoria. Por ahí, entonces, llegan al Museo de Historia Natural Doctor Carlos Torres de la Llosa, un antiguo gabinete de historia natural de principios del siglo XX , lleno de taxidermias y otros objetos científicos. Martín cuenta que “el museo está dentro de un polo educativo que incluye un liceo, uno de los más antiguos de Montevideo. Este gigante y maravilloso edificio, tiene además un observatorio astronómico y la biblioteca central de secundaria”.

©Martín Batallés

Se trata de un museo que parece no ser muy conocido, lo que no es de extrañar, si pensamos que estos espacios parecen haber quedado estancados en el tiempo en que fueron concebidos. “Yo no tenía la menor idea de que existía hasta 2010, cuando mi hermano, que estudiaba en ese liceo, me lo comentó […] Es un museo en medio de la ciudad escondido a plena vista” relata Martín. Erika tampoco sabía de su existencia hasta el 2018 cuando lo visitó por primera vez, a raíz de una presentación de Megafauna 3D. A ambos les llamó la atención este lugar. “El entorno es particular porque tiene una cosa media antigua, como fantasmal. Esa cosa de que no está brillante, que tiene la grieta” relata Erika. Y Martín agrega: “Es el típico edificio de finales del siglo XIX y principios del XX en Montevideo. Tiene un aura lúgubre de encantadora decadencia”.
Existe una fascinación en lo “abandonado”, en eso que está a medio camino de la ruina, yo también lo comparto. Creo que tiene que ver con las historias que esos lugares y sus objetos guardan, con el misterio, también por una cuota de romanticismo que solemos agregarle a estos lugares, pero ¿cuál es la historia de estos museos?, ¿cuales son sus misterios?
Breve historia del gabinete de curiosidades y el museo de Historia Natural
Durante el siglo XVII y XVIII la expansión imperial desató una afluencia de plantas, animales y minerales previamente desconocidos por Europa y marcó el surgimiento de un mundo interconectado. Con tal afluencia de objetos muchas personas, sobre todo pertenecientes a la aristocracia, sucumbieron ante el coleccionismo, creando los gabinetes de curiosidades o cámaras de maravillas. Estos espacios eran colecciones personales en donde se depositaban todo tipo de rarezas procedentes de otras culturas y territorios. Estas ‘nuevas’ naturalezas/culturas provocaron en los europeos la necesidad de “reducir el mundo a una escala manejable y reproducirlo en un espacio limitado y privado” (Marcaida, J. y Pimentel, J., 2011). Lo que en principio era un proyecto de exhibición y ostentación, terminó transformándose en uno de categorización y narración de historias a partir de las rarezas y singularidades del mundo natural que recién se comenzaba a conocer.

Ritratto del Museo di Ferrante Imperato. [Double plate showing the interior of Imperato’s museum and library], 1599.

A principios del siglo XVIII estos espacios fueron abriéndose al público general y con el tiempo, los objetos se fueron sistematizando y clasificando con criterios científicos, culturales y artísticos, dando paso a los primeros museos. Estos espacios no solo se desarrollaron en Europa, sino que también tuvieron sus expresiones en Latinoamérica. Sin embargo, llegaron más tarde, desarrollándose sobre todo durante los siglos XIX y XX. Aquí, se formaron como espacios a medio camino entre el gabinete y el museo, además estuvieron fuertemente ligados a la educación y a la construcción del estado-nación.
La historia de los museos de historia natural latinoamericanos no puede construirse sin contemplar el desarrollo científico propiciado por la Ilustración –con toda su carga colonial–. Así, los gabinetes escolares, como es el caso del Museo de Historia Natural Doctor Carlos Torres de la Llosa, “han constituido históricamente espacios de conocimiento científico inserto en un modelo de enseñanza práctico de las ciencias naturales, donde la materialidad tuvo un papel destacado” (Valenzuela y Sánchez, 2023).
Modelos anatómicos, representaciones botánicas, fichas educativas, láminas y mapas, conviven con fósiles, animales disecados, muestras de insectos, aves y otros pequeños organismos conservados en formol; minerales, herramientas, artefactos prehistóricos y otras rarezas son el sustrato que mantiene a estos establecimientos aún de pie. Todas estos objetos descontextualizados fueron los que inspiraron a Erika y Martín para desarrollar su Curiosa Naturalia.
Los inicios de Curiosa Naturalia: la pequeña vitrina
A Erika, ya le gustaba mucho la historia de los gabinetes de curiosidades y encontrarse con uno en mitad de la ciudad fue una motivación para concretar un proyecto que ya estaba a medio camino. “Yo ya venía haciendo cositas en torno a muñecos y bichos medios monstruosos, de piel sintética, una especie de objetos de gabinete” cuenta Erika. Entonces, se le ocurrió mostrarles a la dirección del museo una idea: “presentar estas cositas que involucran huesos y otros materiales como cráneos de mamíferos que tenía guardados, taxidermias que un vecino me había regalado, objetos y cuerpos que he recolectado a lo largo de mi vida”.
El museo, entonces, le abrió a Erika sus puertas con todos sus objetos, sus descubrimientos e invenciones, los que fueron tierra fértil para imaginar otros relatos. Finalmente en el 2019 “hice una colección de seres y rarezas, era una vitrina en la entrada del museo que estuvo un tiempo en exhibición” relata Erika. Ese fue el momento en que Martín entró a colaborar, creando las gráficas de este proyecto. Así nació Curiosa Naturalia.
Cuando Erika monta esta primera exposición de sus creaciones en el museo Historia Natural Doctor Carlos Torres de la Llosa, la recepción fue interesante. Ella dejó un cuaderno para que el público anotara comentarios sobre la exposición. “Allí la gente dejó mucha data, yo constantemente iba a revisarlo” dice Erika. En una de estas notas alguien se preguntaba si ¿esto realmente existió?, “eso es lo que hay que preguntarse siempre que alguien ve un museo de historia natural” agrega. Y esto abre paso a otras preguntas ¿qué es lo que se muestra en una institución como esta?, ¿cuál es la construcción narrativa de estos objetos?
Curiosa Naturalia: los objetos sobrepasan la vitrina
En el 2020 y 2021 sucedieron algunas cosas que permitieron dar continuidad a Curiosa Naturalia. Martín cuenta que durante el 2020 el museo recibió material de descarte, antiguos materiales didácticos pertenecientes a otros gabinetes ya en desuso: “a veces los liceos no saben qué hacer con esas cosas, entonces lo mandan al museo”. Así llegaron un montón de taxidermias, modelos anatómicos, mapas, láminas y fragmentos. Muchas cosas estaban destinadas a desaparecer. Erika dice que el museo rescató algunos objetos, pero no había forma, era demasiado. “Ese fue el disparador, teníamos que hacer algo con esto” comenta Martín.
Era un momento en el que justo la dirección del museo estaba cambiando. Aun así, el museo les siguió abriendo las puertas. “Nos empezamos a involucrar en la investigación con la biblioteca también, que son dos instituciones distintas, con direcciones separadas, pero que conviven en el mismo espacio. Empezamos a estar en los depósitos, a estar en los archivos, a leer correspondencia, a hablar con la gente que labura ahí” relata Erika. Y continúa, “era un momento en el que yo estaba leyendo un montón de cosas que me estaban cambiando un montón de perspectivas en torno a las construcciones de lo que ya está, sobre los museos, sobre los animales”.
Luego, en el 2021 aparecen los fondos del estado, post pandemia, “y dijimos, ta, vamos a hacer algo de lo que tenemos ganas de hacer” cuenta Erika. “Queríamos armar algo que tuviera historia natural, fantasía, imaginación; lo artificial y lo natural, la duda” agrega. Finalmente, una segunda exposición surge en 2022.

©Martín Batallés

La metaficción
“En un principio la idea era hacer algo más, crear algo más fantasioso, pero en realidad los elementos ya estaban ahí, solo había que ordenarlos de manera que atravesaran otro tipo de discursos” cuenta Erika. Esta vez, no construyeron nuevos seres con estos materiales, sino que construyeron nuevas lecturas de y con los objetos. “Nosotros traemos al museo la pasión por los efectos especiales, por las películas de terror. Traemos esa lectura, por lo raro, lo diferente. Tenemos ese bagaje, no fue algo tan intencional, sino más bien orgánico” agrega Martín.
Aunque los gabinetes se conciben primero como colecciones de las rarezas del mundo, los museos de historia natural luego se desarrollan como espacios científicos que intentan dar orden y estructura a la naturaleza. Son espacios que se construyeron con un marcado discurso positivista, en donde el conocimiento debía ser comprobado a través de la observación directa y de manera objetiva. Sin embargo, cómo dice Martín “después te das cuenta que el museo de igual forma ya está concebido como ficción, ese mundo está presente desde el primer momento en la construcción de las vitrinas, por ejemplo”.
El proyecto Curiosa Naturalia toma el museo como una ficción. “Nosotros lo leíamos como algo raro, como un espacio para jugar, así lo único que hicimos fue darle una vuelta de tuerca más a algo que ya estaba presente” dice Martín. Ambos artistas crearon, entonces, una exhibición en base a capítulos de acuerdo a los espacios que ofrecía el mismo museo y la biblioteca. “Armamos una especie de drama, en la sala de aves. Eran aves comiéndose a otras aves. Esa coreografía era una forma que cambiaba el cómo se percibe la realidad, intentaba instalar la duda” dice Erika. “Lo que habíamos armado, que para nosotros era tan obvio, después para la gente que lo visitaba no era tan evidente. Siempre estaba la pregunta ¿qué es lo que hicieron ustedes? Entonces ahí se nos desarmó toda la preconcepción que teníamos de la muestra” agrega Martín.

Sala de aves. ©Martín Batallés

En los gabinetes de curiosidades y museos de historia natural las cosas se han clasificado históricamente dentro de las categorías de arte y naturaleza –artificialia y naturalia respectivamente–. La primera categoría responde a aquello que se ha construído, por ejemplo, ilustraciones botánicas o modelos anatómicos; mientras que la segunda designa lo que se ha encontrado o descubierto, como una semilla o un mineral. Sin embargo, esta diferencia en la práctica no es tan sencilla. Una taxidermia, por ejemplo, ¿es natural o es artificial? Por un lado es una construcción, un objeto creado por manos humanas, pero, por otro lado, no es menos cierto que se trata de un cuerpo animal.
Esta categorización del mundo es ambigua, y responde a ese positivismo científico, donde existen cosas inventadas y cosas reales; naturales y otras artificiales. Estas categorías responden a una episteme que categoriza el mundo en binomios. Si, dentro del mismo ejercicio científico a veces es difícil situar los objetos, no es de extrañar, entonces, que las personas se cuestionaran la veracidad de la exposición del museo y confundieran lo montado por Erika y Martín como algo “verdadero”.
Erika en un momento da un muy buen ejemplo de la construcción de la ciencia. “Yo siempre pienso en la ilusión de la tortuga Matamata, en muchos libros la ponen como el animal más horroroso del mundo, con un nivel de subjetividad absoluta y basado en una apreciación estética de la naturaleza, que luego te hace defender la conservación de ciertos animales y no de otros” dice. Este ejemplo para mí es revelador, pone a la ciencia al nivel de un discurso. En este sentido, la ciencia no es más que un lente por el que miramos el mundo.

Taxidermia. ©Martín Batallés

Museos de la muerte
“Luego está esta otra cosa de que ninguno de estos animales quiso estar allí” dice Erika, poniendo sobre la mesa el tema de las taxidermias, que en el mejor de los casos fueron hechos con animales que murieron naturalmente –cómo es el caso de algunos en este museo en particular, cuyo fundador fue en algún momento responsable del zoológico de Montevideo–. “Sin embargo, estos cuerpos aún cumplen un rol muy importante de conservación de los animales” continúa desarrollando la idea. Además “las taxidermias hablan de un momento histórico de esa especie, de un momento genético, científico, etc. que es super importante conservarlo también” agrega Martín.
Les pregunto cómo fue la recepción del público, sobre estos cuerpos. Ambos hablan de cierta incomodidad, y una mezcla entre fascinación y horror. “Hay gente que no puede dejar de mirar. Eso nos apasiona de ir al museo, que hay una contradicción todo el tiempo a nivel pasivo, de contemplar, y una a nivel activo, de cómo nos hacemos cargo de esto” resalta Martín. Al respecto, la exposición contempló algunos textos que mediaron estas taxidermias. Erika piensa que esto ayudó a poder hablar sobre la muerte y el uso de los cuerpos. “La exposición e investigación que hicimos intentó traer estos problemas. Los museos de historia natural muchas veces están vistos e identificados como museos de la vida, muestran la historia, el desarrollo de la vida, pero nosotros también los vemos como museos de la muerte. Vos vas ahí a ver animales muertos” dice Martín.
Ambos concuerdan en que Curiosa Naturalia fue una excusa para poder abrir estos espacios de la muerte, que paradójicamente están a medio morir. “Es una manera de colaborar de alguna forma a pensar, reflexionar, enganchar con estos lugares” dice Erika. “Estos espacios están heredando el discurso de cuando fueron montados. Luego con sucesivas capas de parches, que pudieron hacer con el poco presupuesto que fueron teniendo, armando lo que pudieron. No es que estos museos tengan un discurso claro y un plan museográfico. Muchos museos quedan como un híbrido increíble de cosas, es algo en el medio, con un discurso totalmente mestizo y raro” comenta Martín.
La recepción del público de Curiosa Naturalia fue algo que los sorprendió a ambos como creadores. “Para el general del público no había diferencias entre lo que habíamos hecho y lo que ya estaba de antes. Otra cosa que me impresionó mucho fue que las personas que nunca habían accedido al lugar se maravillaron, aún cuando estos espacios habían sido concebidos para maravillar hace 150 años, cuando no había celular, ni internet, ni sobredosis de imagen. Este falso gabinete los maravilló, como si realmente estuvieran asistiendo a un gabinete real” dice Martín. Así, ambos artistas aún están pensando en las implicancias que ha tenido este proyecto.

Colección de modelos botánicos hechos de escayola. ©Martín Batallés

Si bien la exposición ya no está como tal, hay algunas cosas que permanecieron montadas. Erika menciona el drama de las aves, también una colección de modelos botánicos que encontraron descartados en el depósito. Probablemente, se trataba de una “decisión no tan intencionada, una respuesta a las necesidades de una época, de espacio o de conservación” dice Martín. Respecto a este “descubrimiento” Erika cuenta que en algún momento encontraron en uno de los libros de la biblioteca “dos hojitas con una descripción del museo, perteneciente a algún estudiante seguramente, y allí se cuenta dónde estaban esos modelos botánicos exhibidos. Puede haber sido de los años 60 porque describe animales vivos dentro del museo”.
Curiosa Naturalia sigue proyectándose de diversas maneras. “Inevitablemente hay una responsabilidad respecto a los objetos que rescatamos, entonces seguimos trabajando con la gente del museo” dice Martín. Hace un par de meses ambos artistas hicieron una presentación en el Teatro Solís de Montevideo, en el marco de un ciclo de poesía, en una sala donde justamente estuvo emplazado el Museo Nacional de Historia Natural durante 120 años. Se llamó “Curiosa Naturalia: acá había un museo de historia natural, LiterNatura y poesía naturalista – científica”, esta vez le tocó el turno a la poesía. ¿Cuál es el futuro de Curiosa Naturalia? No lo sabemos, pero sería bonito ver este proyecto en otros museos de historia natural y gabinetes latinoamericanos, y motivar de esta forma a cuestionar el orden que se nos ha impuesto, las historias que nos han contado y empezar a narrarnos cuentos más locales, más híbridos, con nuestros propios monstruos y maravillas.

                                              Afiche de exposición Curiosa Naturalia 2022. ©Martín Barallés

Entrevistados
Erika del Pino (Montevideo, Uruguay, 1986) es diseñadora teatral, creadora escénica y curiosa. Con especial interés en la Naturaleza, el trabajo con los objetos y los personajes, ha desarrollado junto con colegas y amistades, proyectos escénicos de investigación y creación colaborativa y generado proyectos personales y colectivos de exhibición. Se desenvuelve haciendo cosas diversas y cruzando lenguajes y disciplinas.
erikadelpino.uy
cargocollective.com/ErikadelPino
Martín Batallés (Montevideo, Uruguay, 1981) es diseñador gráfico, dibujante, fotógrafo y técnico en museología. Trabaja con fósiles de grandes mamíferos extintos en la colección Arroyo del Vizcaíno (Sauce, Uruguay) y en el proyecto de divulgación Megafauna 3D. Integra junto a Gabriela Costoya el estudio venado, diseñando para cine, danza, música y ciencias. Hizo algunas exposiciones, editó dos fotolibros y tres libros de poesía.
martinbatalles.com
venadoweb.com

Bibliografía:
Daston, L. (2004). “Introduction”. Things That Talk: Object Lessons from Art and Science. New York: Zone Books, 250 pp.
Nieto-Galan, A. (2011). Los públicos de la ciencia. Expertos y profanos a través de la historia. Madrid: Marcial Pons, Ediciones de Historia, S. A.
Marcaida, J. y Pimentel, J. (2011). “¿Naturalezas vivas o muertas? Ciencia, arte y coleccionismo en el Barroco español”. Collecting Across Cultures. Material Exchanges in the Early Modern Atlantic World. Filadelfia: University of Pennsylvania Press. Pp. 99-115.
Valenzuela, C. & Sánchez, R. (2023). “Naturaleza encapsulada. Gabinetes escolares de Historia Natural y taxidermia en el contexto iberoamericano (siglos XIX-XX)”. Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 18,  pp. 80-10. https://upo.es/revistas/index.php/americania/article/view/7894/8371
Valenzuela, C. & Garrido, F. (2023).”Historias Naturales, expediciones, redes globales y Museos de Historia Natural en Chile (siglos XVIII-XIX)”. Revista de historiografía n. 38, pp. 69-90. https://e-revistas.uc3m.es/index.php/REVHISTO/article/view/7900/6144

Fuente: Revista Endémico - https://endemico.org/entre-monstruos-y-maravillas-nuevas-exhibiciones-en-un-antiguo-museo-de-historia-natural/

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