Mueren 91 ballenas grises en el Pacífico mexicano: el récord más trágico desde 2020
Las costas del Pacífico mexicano se tiñeron de luto este 2025. En lo que va del año, 91 ballenas grises (Eschrichtius robustus) han sido halladas muertas, superando incluso la cifra del Evento de Mortalidad Inusual de 2020, cuando se registraron 88. La mayoría de los cuerpos fueron encontrados en la laguna Ojo de Liebre, pero este año también aparecieron en puntos más al sur como Bahía Magdalena, La Paz y San Felipe, una señal clara de que algo está cambiando (y no para bien) en el ecosistema marino.
por Carolina Gutiérrez Argüelles
Ballenas del Pacífico: una combinación que duele
Detrás de esta mortandad hay un culpable silencioso pero poderoso: el cambio climático. Cada verano, las ballenas grises se alimentan en el Mar de Bering, pero el derretimiento del hielo ártico ha reducido drásticamente la disponibilidad de alimento. Sin las algas que crecen bajo la capa de hielo (base de la cadena alimenticia) las presas de las ballenas escasean, y con ellas su fuente de energía.
Este año, además, se sumó el fenómeno de La Niña, que enfría las aguas del Pacífico, desplazando a las ballenas aún más al sur en busca de temperaturas agradables. Este cambio forzado en su ruta migratoria de más de 10,000 kilómetros implica un mayor gasto energético, y muchas de las ballenas simplemente no logran sobrevivir. Flacas, debilitadas, sin heridas externas… la mayoría de los cadáveres muestran signos de inanición.
Otra nueva amenaza: baja natalidad en ballenas grises
El 2025 no solo pasará a la historia por su alta mortandad, sino también por su baja tasa de nacimientos: apenas 69 crías fueron registradas, la cifra más baja en décadas. Para que te des una idea, esto representa una caída del 90% respecto a 2017. Las hembras, debilitadas por la falta de alimento, no lograron llevar a término muchas de sus gestaciones. El doctor Jorge Urban Ramírez, del Programa de Investigación de Mamíferos Marinos de la UABCS, explica que este fenómeno no es nuevo, pero sí alarmante: “Cada 15 años ocurre una mortalidad alta, pero este año se combinó todo: menos alimento, más frío, y una migración más extensa”. Aun así, resalta la resiliencia de la especie, aunque advierte que sin protección ambiental adecuada, esta capacidad de recuperación podría no ser suficiente.
Actividad humana y proyectos industriales: un peligro añadido
Además del clima, la actividad humana también está en la mira. Proyectos como el gasoducto Saguaro, que atraviesa rutas migratorias, podrían agravar la situación, aumentando el tráfico marítimo y la contaminación. El Congreso de Baja California Sur ha solicitado a instituciones como Profepa y Semar intervenir con urgencia, mientras investigadores piden actualizar la protección legal de la ballena gris, que hoy tiene el estatus de “sujeta a protección especial”. Urban propone que se eleve a “especie amenazada” en la NOM-059 de Semarnat, lo que permitiría acciones más contundentes en su defensa.
Hoy sabemos que la población de ballenas grises ha caído más del 30% desde 2016, pasando de 24 mil a solo 14 mil ejemplares en 2022. Las cifras de este año podrían marcar el inicio de una nueva crisis ambiental. El cambio climático, La Niña y la actividad humana están poniendo a prueba a estas criaturas majestuosas. Aunque su resiliencia da esperanza, no podemos confiar solo en su capacidad de recuperación.
La pregunta que flota en el aire es inevitable: ¿seremos capaces de cambiar el rumbo antes de perder a una de las especies más emblemáticas del Pacífico mexicano? Porque cada ballena muerta es más que una estadística: es un llamado de auxilio de un océano que está padeciendo un cambio que pone en peligro enteros ecosistemas.
Fuente: https://ecoosfera.com