Investigación: Las personas que consumen psicodélicos tienen mayor conciencia medioambiental.

No es la primera vez que escuchamos hablar de las bondades que ofrece el consumo de psicodélicos, ya sea por su uso terapéutico o incluso medico. Al entrar en contacto con este tipo de sustancias, nuestro organismo entero se entrega a un estado de sensibilidad mayor que, en la mayoría de los casos, puede resultar en una toma de conciencia positiva, tal vez de nuestro entorno, de quienes nos rodean o de nosotros mismos. Y es precisamente ese estado de éxtasis –al igual que los sueños–, el que invita a reflexionar en las propiedades que tienen las sustancias psicodélicas para despertar, quizá, una ancestral conexión con la naturaleza.

 
En un estudio liderado por el Journal of Psychopharmacology, psicólogos de las universidades de Yale e Innsbruck observaron las conductas de 1487 personas que, al haber consumido psicodélicos (LSD, psilocibina y mezcalina), demostraron tener mayor sensibilidad hacia la naturaleza y el medio ambiente, una reacción que llevó a los sujetos estudiados a generar una conciencia evidente sobre el cuidado de todo lo que estaba vivo a su alrededor.

Los investigadores encontraron que las personas que habían usado estas sustancias reportaron comportamientos más respetuosos con el medio ambiente, tales como el reciclaje y la importancia en reducir su huella de carbono. Muchos también reportaron un mayor sentido de unidad con la naturaleza. También descubrieron que cuanto más psicodélicos se usan, mayor es el sentido de conexión, y mayores son las actividades pro-ambientales reportadas: “Cuanta más gente tenía experiencia con psicodélicos clásicos, más les gustaba pasar tiempo en la naturaleza y más se consideraban parte de la naturaleza”, se lee en el estudio.
Comprobaron, además, que los sujetos no tenían esa percepción previamente, y que el uso de psicodélicos fue decisivo en su cambio de perspectiva. Y es que estas sustancias, como explica el doctor británico Robin Carhart-Harris (el primer científico en 40 años en estudiar sustancias psicoactivas alucinógenas), liberan al cerebro de sus funciones estructurales y permiten un flujo sensorial sin precedentes.

Esto podría ser el equivalente científico al trabajo de Aldous Huxley sobre los alucinógenos, que describe en su libro Las puertas de la percepción, mismas que sólo pueden destrabarse, según el autor, con el uso de cierto tipo de sustancias portentosas extraídas desde la naturaleza. Para escribir este ensayo el autor inglés se basó en la frase del poeta William Blake: “Si las puertas de la percepción se purificaran, todo se le aparecería al hombre como es: infinito”.
Y así es como muchos consumidores y estudiosos de estas sustancias describen el momento en que contactaron la naturaleza –con su entorno–: como algo infinito, como un cosmos repleto de posibilidades, de texturas, aromas y sabores que a veces el cerebro bloquea en su afán de poder seguir funcionando, pero que siempre han estado ahí, en toda su magnificencia.
El escritor Alfonso Reyes, por su lado, realizó una ecuación para entender el estado de alucinación que generan estas sustancias, y entre líneas nos hace un llamado a reconocer que no se trata de una ilusión, sino de la posibilidad –dada por una sensibilidad tal– de entablar el mismo lenguaje con, por ejemplo, el reino vegetal.

Los mismos pueblos originarios de América han venido practicando, desde hace siglos, la ingesta de ciertas sustancias naturales para comunicarse con la tierra y las plantas, para descodificar el lenguaje feral de los elementos naturales y para interceder, en voz de la colectividad, con una plegaria o una oración frente a un escenario indeseable para los mismos.
No cabe duda de que el uso de sustancias como el LSD, el DMT, la mezcalina o la psilocibina, regalan numerosas experiencias que vinculan la vida humana con la de la naturaleza. A nosotros nos queda hacer un uso respetuoso de ellas.

Fuente: https://ecoosfera.com - *Imágenes: 2) Flickr Ariana Escobar; 3) Maps Of The Mind

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