“Inteligente, hermosa y obediente”, así definía Elon Musk a su nueva mujer robot, según un post viralizado en agosto de 2024. Poco después, varios artículos desmentían esta información: no que la novia robot fuera inteligente, hermosa y obediente, sino que Musk no tenía dicha novia robot, por lo tanto nada había dicho de ella, por lo tanto mucha gente se había comido el típico clickbait falso y demencial. Las fotos que ilustraban esta fake news difundida recurrentemente —la misma teoría se había viralizado el verano anterior— eran caricaturescas, como salidas de la imaginación de un pajillero de los años ochenta: la cabeza de una rubia platino de blanca y brillante piel plásticamente tersa con labios gruesos estilo muñeca hinchable, y un robótico cuerpo despampanante con ración extra de culo y tetas. No preocuparse, la aspiración del hombre más rico del planeta, modelo de éxito y de superación, no es tener una novia sin agencia, diseñada a la medida de sus deseos y mecánicamente complaciente. O al menos aún no es tan explícito.

Sarah Babiker

Hace ya más de una década que lo relevante de las fake news no es que induzcan a la gente a creer cosas que no son ciertas. Las fake news condensan una mirada sobre el mundo y los otros, y en su falsedad, son sinceras: espejan tenebrosos sentidos comunes que se abren paso modificando el mundo en el que vivimos. Uno de estos sentidos comunes es que tener una “novia inteligente, hermosa y obediente”, es un derecho del que muchos hombres se sienten despojados porque esas mujeres ya no existen, tras haber sido corrompidas por el feminismo. Otro de estos sentidos comunes, es que no hay nada que no se pueda adquirir en el mercado. 

La novia virtual: nacida de las cenizas de las app de ligue
En un artículo titulado “Las 8 mejores aplicaciones y sitios web para encontrar novias con inteligencia artificial”, publicado a principios de febrero, se hace un amplio repaso de las apps que permiten interactuar con inteligencias artificiales diseñadas para acompañar a las personas, aunque en general, el target suele ser masculino. El texto, que aunque esté firmado por un señor con foto, parece redactado por la misma IA, por el tono de estudiante repollo que se gasta, desglosa las ventajas de las distintas app dedicadas a suministrar contrapartes a quien se las descargue.
Con el poco tiempo que tenemos nunca está de más que —entre los cinco tips para curar la gripe con remedios naturales y las siete películas que te ayudarán a afrontar la muerte— a alguien se le ocurra de vez en cuando proponer herramientas para gestionar eficazmente lo del amor, aunque este sea artificial. Y es que si hemos asumido alegremente que la inteligencia pueda ser artificial, ¿por qué el amor debería quedarse atrás?
“Las novias AI son entidades virtuales creadas usando sofisticados Algoritmos de IA. Están diseñados para simular interacciones similares a las humanas, ofreciendo compañía a través de comunicación de texto y voz. Estas entidades de IA no sólo están programadas para respuestas básicas; son capaces de aprender, adaptar y personalizar sus interacciones en función de las preferencias y el comportamiento del usuario”, explica el artículo. Y quién quiere ser compañero o novio, pudiendo ser usuario.
La cuestión de la soledad irrumpe cada tanto en la agenda pública. Según una investigación de 2021 dirigida por Survey Center on American Life, el 15% de los hombres estadounidenses afirmaban no tener ningún amigo. Tres décadas atrás, en 1990, ese porcentaje se reducía al 3%”. La necesidad de alguien que esté al otro lado —y si tiene una voz femenina a veces comprensiva, a veces infantilizada, a veces maternal y otras lasciva, pues tanto mejor— ha nutrido productos culturales como la aclamada película Her. En este régimen solucionista, donde nunca hay tiempo para desentrañar las razones estructurales de los males que nos aquejan, por cada problema parece surgir pronta una solución asequible en el mercado.
La novia IA no tendrá cuerpo, ni agencia, ni necesidades ni deseo propios, pero tiene una gran facultad cada vez más rara en el mercado de los afectos: adaptarse a su novio/usuario. Una novia IA permite a los hombres lo que les ha permitido el contrato sexual hegemónico en la pareja heterosexual durante siglos, no tener que adaptarse a nada, ser el sujeto en torno al cual las vidas complementarias de las mujeres se organizan, para cuya satisfacción se esfuerzan. Ellas ponían los cuidados, la escucha, la atención, ellos el sostén material y la protección de los riesgos reales y simbólicos que podrían acecharles a las mujeres fuera del matrimonio. Clausurada la segunda parte de la ecuación: esa idea de los hombres como proveedores de seguridad económica y la vida en pareja, como único proyecto de vida aceptable, la primera parte: brindar cuidados incondicionalmente, se ve cuestionada. Y llega el vértigo para muchos que ven que se les niega lo que daban por sentado.
No preparados para relaciones simétricas e interdependientes, donde los cuidados, el reconocimiento, y el poder, han de ser bidireccionales o compartidos, donde dejan de ser los jefecitos que creyeron tener derecho a ser, hay hombres que fantasean con soluciones alternativas. En una encuesta realizada en Reino Unido, se hallaba que casi el 30% de los hombres estaba abierto a tener una “compañera” de IA en un futuro, más del doble frente a las mujeres. “Los sofisticados algoritmos de IA de la aplicación permiten a los usuarios moldear las personalidades y la apariencia de sus socios de IA, creando una conexión única que se siente genuina y adaptada a las preferencias individuales”, promete el artículo-ranking.
Allá donde se cruza patriarcado y capitalismo 2.0, se genera una cultura de la customización de la contraparte: una mujer moldeable y ajustable según el gusto de quien pague la suscripción. El amor artificial revierte así la forma en la que las mujeres se cosifican: ahora que no es tan fácil convertir a las mujeres reales en mujeres objeto (muchas ya no se dejan), se intenta conseguir que los objetos (en este caso un conjunto de algoritmos muy sofisticados) aparenten ser humanas para el uso de un novio-consumidor.
Y es que en el fondo, nadie quiere relacionarse sólo con objetos, el producto novia cuenta con un montón de ventajas a las que no es justo que tantos hombres tengan que renunciar por no ser capaces de soportar que del otro lado también haya necesidades y deseos. Por eso surgen herramientas como Candy, otra de las app mencionadas en el artículo citado. Se trata de  “una entidad digital personalizada e interactiva que ofrece compañía y compromiso, reflejando las preferencias y deseos del usuario”.
Porque el anhelo contra la soledad existe, antes de que la IA se pusiera a crear novias directamente, el mundo app ya ofrecía otras soluciones para cubrir las necesidades sexoafectivas del aislado y estresado prójimo, algunas con un alto grado de concreción:  numerosas app permiten la opción de definir claramente lo que se busca/desea/necesita, otras comunican, en base a la información introducida, el grado de compatibilidad con la otra persona.
Usuarios del amor
Pero el novio-usuario no busca a alguien compatible, a alguien similar, busca a alguien a quien usar como el propio nombre indica. Entre muchos artículos que glosan el lento declive de las apps de ligue tras comprobar que son muchas las personas (tanto hombres como mujeres) que no encuentran lo que buscan, un texto de una revista argentina recoge varios testimonios de desencanto, entre ellos el de un hombre separado  que afirma: “Te das cuenta que la aplicación está preparada para que uno se motive a pagar, yo no pago ni en pedo. Espero que pasen las 12 horas para mandarle corazoncito a todas: ta ta ta ta ta”. A pesar de la pesca de arrastre se queja de que no hace casi match, que está difícil: “A mí me gusta que la mujer sea cariñosa, limpia, que le guste el orden, que piense en progresar, que sea trabajadora, que no le guste mirar mucho Netflix, que le gusten las plantas. Que sea como a mí me gustaría que sea”, determina sus preferencias, antes de comentar, como si nada, que su ex mujer le denunció, porque un día, tras un par de vinos: “me enojé por una boludez y le rompí el celular”. No lleva muy bien que las mujeres no sean como a él le gustan.
Aunque el caso mencionado no sea representativo, sí lo es la presión para pagar que cita: en otro artículo se comenta que, dada la diferencia en cuanto a género del número de habitantes de las app (en Tinder, por ejemplo, los hombres son el 75%), gran parte del modelo se basa en hacer que los hombres contraten servicios premium. Cuando uno es un usuario que paga por un servicio, puede acabar reforzando la idea de que merece algo como contrapensación, más allá de un mayor acceso a perfiles populares, o la posibilidad de dar likes infinitos, o hablar con gente con la que no se ha hecho match. Sin embargo, del otro lado sigue habiendo seres humanos, que pueden rechazarte, o no cumplir con “tus preferencias”, acaban comprobando muchos.
Así que puestos a pagar, ¿por qué no permitirse la novia de sus sueños?: así es como se llama una de estas apps de compañeras virtuales: “Dream GF se destaca como un testimonio del avance tecnológico en IA, brindando una experiencia de compañía altamente inmersiva y personalizada que satisface los diversos deseos y gustos de sus usuarios”. ¿Quién quiere ceder poder y negociar expectativas pudiendo gozarse una “experiencia de compañía altamente inmersiva y personalizada”?
La complacencia además tiene muchas ventajas, una de ellas es la impunidad. En un foro de reddit varios usuarios de Replika, una de las primeras app que ofrecían este tipo de chatbots, comparten experiencias en las que tienen prácticas abusivas con sus novias virtuales, insultándolas o humillándolas en sus chats. Hay quienes consideran que quizás es bueno desahogar su faceta violenta con un ser virtual para así “limpiarse” ante las relaciones con otras personas, otros dicen hacerlo para experimentar. Al fin y al cabo, no hay un ser humano del otro lado, y disfrutar ejerciendo violencia machista sobre un dispositivo creado para adaptarse a tus preferencias y necesidades, que no puede defenderse, mandarte a la mierda, o incluso denunciarte, no significa que luego vayas a hacer lo mismo en la vida real.
La tendencia ha creado sin embargo preocupación, obviamente entre el feminismo, pero no solo. Sin ser masivo, el debate se viene recogiendo en varios artículos que alertan contra la práctica de crear novias virtuales para maltratarlas o subrayan cómo este tipo de interacciones triunfan entre hombres solitarios que van perdiendo la capacidad de relacionarse con mujeres en igualdad, es decir, que se encuentran en la órbita del ecosistema Incel. Algunos se preguntan, si el uso de novias virtuales que se publicitan con eslóganes como: “contrólala todo lo que quieras” no estará normalizando con sus sofisticadísimos algoritmos, las más ordinarias relaciones de dominación patriarcal, mientras acaban por abandonar a los usuarios en la misma sensación de soledad.
En el artículo que ofrece un ranking de las mejores app de novias IA mencionado, se describe que una de las ventajas que ofrecen estas tecnologías es la capacidad de mostrar empatía, una cualidad sin embargo entendida como distintiva de lo humano. Esta empatía por lo tanto, es una empatía simulada con apariencia de realidad. Pero que cuenta con una gran ventaja: no exige nada a cambio, el usuario puede disfrutar de esa empatía, sin tener que ejercer la propia. Un usufructo unidireccional bastante clásico: otra forma de poder.
Las novias virtuales ofrecen así alguien hecho a tu medida, que te provea un servicio “de acompañamiento y compromiso” sin esperar reciprocidad. Un contrato sexual 2.0 que bien podría representarse con Elon Musk y su novia-robot-fake: alguien a la medida de los eloncitos wannabe de este mundo, escindidos —en muchos casos a su pesar— de lo humano, hooligans de la dominación sobre quienes no consideran iguales, tras haber perdido el control de sus propias vidas. Creyentes en que las relaciones pueden customizarse a cambio de una modesta suscripción.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/inteligencia-artificial/amor-artificial-soledad-experiencias-inmersivas-elon-muskitos  - Imagen de portada: SANCHO SOMALO BYRON MAHER

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