Argentina / Ley Yolanda: la lucha por mantener viva la ley argentina de formación ambiental

Yolanda Benjamina Ortiz fue una química argentina nacida en 1926. Empezó su vida profesional trabajando en Shell y luego pasó a la función pública: Ortiz fue la primera secretaria de Ambiente de Argentina en 1973, nombrada por el entonces presidente Juan Perón, tras su exilio en España. Creía en la inextricable conexión entre cuestiones medioambientales y económicas, y afirmaba que  “necesaria y urgente una revolución mental” para mejorar la relación de la sociedad con la naturaleza. Su política sigue siendo muy apreciada.

Isabella Kaminski

En 2015, el año en que Ortiz cumplió 90 años, se creó en Argentina una ONG llamada Eco House, centrada inicialmente en la educación ambiental, pero que más tarde pasó a centrarse en la política. Cuatro años más tarde, justo antes de la pandemia de coronavirus, Eco House empezó a reunirse con legisladores de todo el espectro político para discutir un problema que había detectado: que la educación ambiental en Argentina simplemente “no estaba ocurriendo”.

 “Teníamos muy claro que teníamos que hacer algo”, dice María Aguilar, directora de educación de Eco House.

 En una reunión en la oficina de Eco House con la entonces diputada Camila Crescimbeni, se formó un plan para exigir a todos los que ocuparan un cargo público que se informaran sobre cuestiones medioambientales clave. “Todo ocurrió en esta conversación”, dice Aguilar.
Intentar que todo el mundo se sumara a la idea fue difícil. “Tuvimos muchas, muchas, muchas reuniones con distintos políticos de distintos partidos, intentando activar esto”, dice Aguilar. “Nadie estaba en contra, pero [siempre había] cuestiones políticas de por medio”. No obstante, la idea cobró fuerza, con el apoyo de ONG, universidades y activistas juveniles, y una campaña mediática que la respaldaba.
En 2021, la Unesco declaró que la educación ambiental debería ser un componente básico de los planes de estudio de todo el mundo para 2025. Al mismo tiempo, Argentina elaboró una ley paralela que exige la educación ambiental en las escuelas, universidades y otras instituciones públicas.
Pero Aguilar dice que la nueva ley desarrollada con Crescimbeni era especial. “Hay que asegurarse de que la educación ambiental llegue a todos los sectores de la sociedad, no solo a los niños. Siempre se piensa en ese sentido, pero no es suficiente porque no podemos esperar a que esos niños crezcan.”
Julio Díaz, secretario del Juzgado Criminal Federal Nº 1 de La Plata, en la provincia de Buenos Aires, dice que la capacitación ambiental es de “vital importancia” para el Poder Judicial porque permite tomar conciencia de la complejidad de los temas ambientales. Señala que también ayuda a las personas a verse a sí mismas como parte del medioambiente, y advierte que existen responsabilidades comunes y diferenciadas en los impactos que las personas tienen sobre la naturaleza.
Dos senadoras de distintos espacios políticos de Argentina empezaron a trabajar juntas para conseguir la aprobación de la ley. La senadora María Eugenia Catalfamo, de la coalición de centroizquierda Frente de Todos , presentó un proyecto de ley, y pocos días después Gladys González, de la coalición de centroderecha Juntos por el Cambio, presentó una iniciativa similar en la Cámara Alta. “Fue increíble”, recuerda Aguilar. “Casi se hicieron amigas”.
El proyecto de ley pasó por el Parlamento argentino y finalmente fue aprobado, casi por unanimidad, en diciembre de 2020. 
La ley exige que todos los funcionarios públicos, ya sean del poder ejecutivo, legislativo o judicial, reciban formación en cuestiones medioambientales y de cambio climático. Se denominó “Ley Yolanda”, en honor a Ortiz, y los implicados afirman que es la primera de este tipo en el mundo, que ellos sepan.
Una guía de la ley oficial la describe como un “hito”, diciendo: “La aprobación de esta ley no solo cristalizó un momento específico de nuestro país y sus actores, sino también toda la extensa y poderosa tradición de luchas y logros históricos del ambientalismo en Argentina.”
La guía, que incluye un íntimo prólogo de un amigo de Ortiz, dice que la ley es estratégica, que busca abordar temas urgentes y con un objetivo político a largo plazo. “En definitiva, busca que esta perspectiva sea tenida en cuenta a la hora de pensar, planificar y ejecutar programas y acciones desde las instituciones del Estado”.

Argentina tiene un montón de leyes medioambientales muy, muy buenas que son muy difíciles de aplicar. La mayoría no se cumplen en la vida real
María Aguilar, directora de educación de Eco House

Aguilar afirma que la aprobación de la Ley Yolanda fue estupenda, pero solo es el principio del desafío. “Argentina tiene un montón de leyes medioambientales muy, muy buenas que son muy difíciles de aplicar. La mayoría no se cumplen en la vida real”.
El gobierno realizó una consulta sobre cómo debía aplicarse la ley. Aguilar señala que la mayoría de los que participaron inicialmente pertenecían a organizaciones agrarias y empresas petroleras. “En Argentina, la agricultura es la base de nuestra economía. Fueron muy cuidadosos con lo que se iba a decir y que no hubiera nada que fuera en contra de la agricultura”.
El gobierno se dirigió a Eco House pidiendo más apoyo medioambiental para atajar este problema. “En aquel momento había gente muy comprometida que intentaba llevar esta aplicación por el buen camino, por suerte”, dice Aguilar.
El desarrollo de la ley
Al final, se acordó que los participantes debían dedicar 16 horas a seis módulos obligatorios y dos optativos sobre temas como la biodiversidad y los ecosistemas, el cambio climático, la economía circular y el desarrollo sostenible.
Según la guía, la “información incluida debe ser clara, precisa y tener base científica, y debe ajustarse a la agencia y al contexto en el que se facilita”. Las personas que no realicen la formación pueden ser multadas, e incluso publicar su nombre en Internet.
A Eco House no le pareció suficiente el plan de formación del gobierno central, que consistía en vídeos y algunas lecturas obligatorias. Así que desarrolló su propio programa, con clases reales en las que los participantes podían interactuar y hacer preguntas, que el gobierno validó.
Aguilar elogia a los equipos que trabajaron en la aplicación de Yolanda y su ley hermana de educación medioambiental. “No eran políticos, eran técnicos, y tenían muchas ganas de trabajar con nosotros, porque saben que los partidos pueden cambiar, pero la sociedad civil es permanente”.
Las provincias tenían que adoptar individualmente la ley (todas menos una lo han hecho) y podían diseñar sus propias directrices. Aguilar dice que Buenos Aires suele ser una de las provincias más progresistas, pero su Ley Yolanda solo exigía tres módulos de 45 minutos cada uno. “Nos preguntaron: ‘¿Qué les parece? Y yo dije: ‘¿Me están cargando? Esto es más corto que la película Titanic'”. En cambio, Chaco, que tiene uno de los peores índices de deforestación del mundo, intentó poner en marcha un ambicioso programa.

Tala de bosques en la provincia argentina de Chaco, parte del Gran Chaco americano, la mayor región boscosa de Sudamérica después de la Amazonía. El Gran Chaco tiene uno de los peores índices de deforestación del mundo (Imagen: © Martin Katz / Greenpeace)

Un aspecto clave de la ley es que se aplica a todo el mundo, desde los funcionarios subalternos hasta el más alto cargo del país. Cuando el entonces presidente Alberto Fernández emprendió su formación en 2022, emitió un comunicado de prensa al respecto.“Todo avanzaba muy rápido para una ley aprobada en 2020”, dice Aguilar. “Yolanda tenía su página web, y se podía ver cuánta gente había hecho el curso, tanto con nosotros como con el gobierno”.
Y entonces todo cambió

Javier Miles - Foto https://www.letrap.com.ar

En 2023, Argentina eligió como presidente a Javier Milei, un negacionista del cambio climático que rechaza las políticas de deforestación y que ahora se plantea seguir a Estados Unidos en su retirada del Acuerdo de París.
Aunque todavía existe una página web sobre la Ley Yolanda en el sitio web del gobierno argentino, han desaparecido muchos detalles. “No se puede descargar ningún documento sobre la ley, el temario, nada”, dice Aguilar. “No están promoviendo que nadie emprenda eso. Llevo enviando correos desde que empezó este nuevo equipo, y nunca sabes a quién escribir, porque no hay nadie. Al principio dijimos: ‘Bueno, vamos a darles tiempo'”. Pero ya ha pasado más de un año. No obstante, la formación de los jueces y magistrados en particular ha continuado, con un programa que duró todo el año pasado. Abarca los principios científicos y jurídicos fundamentales sobre una serie de cuestiones medioambientales locales y mundiales. En cuanto al clima, el curso profundiza en la mitigación y la adaptación, los sistemas energéticos y el papel de la legislación nacional e internacional. Una sección explica el Acuerdo de Escazú. Díaz asegura que el contenido del curso es realmente innovador porque la mayoría de las personas que trabajan en el Poder Judicial no han recibido formación en materia medioambiental, “y mucho menos en sostenibilidad en sus cursos de licenciatura”.
Más de 7.000 personas han recibido formación en el marco de este programa, entre jueces, miembros de salas de los tribunales de apelación argentinos, secretarios, estudiantes y demás personal del servicio de justicia. “Por los antecedentes y devoluciones que he tenido de colegas de la oficina judicial, y de muchos otros en la jurisdicción donde trabajo, puedo decir que el aporte [de la capacitación] es significativo y de enorme relevancia para el trabajo cotidiano en la gestión de una causa que tiene como objeto un conflicto ambiental”, dice Díaz. “Con esta formación se está proporcionando un conjunto de herramientas de gestión, tanto para ordenar las actuaciones judiciales dentro de un expediente, como para realizar actos concretos en el entorno afectado.” Añade que la formación contribuye a “una mejor gestión de los conflictos medioambientales judicializados”. Esto está ocurriendo a pesar de que nadie parece estar aplicando o haciendo un seguimiento centralizado de La Ley Yolanda, o avergonzando públicamente a quienes no han hecho lo que exige. Las preguntas de The Wave a una dirección de correo electrónico oficial no obtuvieron respuesta, y no hay ningún departamento de medioambiente al que recurrir.
Aún está por ver si La Ley Yolanda logrará algún día la “revolución mental” por la que trabajó Ortiz, y el objetivo ahora es solo mantenerla viva hasta las próximas elecciones generales. “Es muy triste y muy frustrante, pero una vez que entendés el juego, hay que aprender a jugar y a encontrar aliados donde puedas”, dice Aguilar. Dice que la campaña consiguió unir a las ONG medioambientales de Argentina como no había ocurrido antes. “Cuando surgió Milei, teníamos mucho miedo al futuro. Dimos muchos pasos atrás. Ahora tenemos que volver otra vez a las discusiones más bajas que se hicieron hace años”.
Milei ha apostado fuerte por la desregulación, intentando suavizar las restricciones a la minería cerca de los glaciares y eliminando protecciones para los bosques, además de colaborar con el avance del posible colapso de la ciencia nacional. También ha estrechado lazos con otros escépticos del clima de derechas, lo que convierte a su administración en una enorme amenaza tanto para el medioambiente argentino como para la acción medioambiental mundial. “Te encontrás hablando de cosas como ‘¿realmente el cambio climático existe?’, dice Aguilar. “Tenemos que hablar de eso”.
Ortiz falleció en junio de 2019 a los 94 años. Preguntada por lo que cree que habría pensado la química de una ley que lleva su nombre y que contó con tantas otras mujeres que la respaldaron e impulsaron, Aguilar dice: “Creo que estaría muy, muy orgullosa.”

¿Y qué ha pasado desde entonces? “Estuve deprimida. Pero entonces, después de estar deprimida y llorar, dije: Bueno, ahora tengo que trabajar más duro que nunca'”.

Isabella Kaminski es una periodista freelance especializada en temas ambientales
Fuente: https://dialogue.earth/es/clima/ley-yolanda-la-lucha-por-mantener-viva-la-ley-argentina-educacion-ambiental/ Una versión de este artículo se publicó originalmente en The Wave. - Imagen de portada: Una persona camina por el delta del Paraná en Argentina, una zona de humedales expuesta a múltiples presiones industriales, tras un incendio en agosto de 2020. En un país con diversos problemas medioambientales, la ley que obliga a los funcionarios públicos a formarse en temas de ambiente y cambio climático fue considerada por muchos un hito (Imagen: © Eduardo Bodiño / Greenpeace)

 

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