Un río sano es vital para el ecosistema
La
existencia del río es importante no sólo para los peces, sino también
para otros animales que buscan alimento. (Peter Mather)
Por Jim Robbins
MISSOULA, Montana — Son hermosos íconos del Oeste estadounidense, llenos de vida e historia.¡ Pero los ríos de montaña son mucho más que agua agitada.
En un estudio publicado este año, un equipo de ecologistas buscó delinear el papel esencial de los ríos de lecho de grava en los ecosistemas de montaña.
“Un río no fluye simplemente por el cauce”, dijo F. Richard Hauer, profesor en la Universidad de Montana y autor principal del texto. “Fluye por encima y a través de todo el sistema de la planicie aluvial, de pared a pared del valle, y mantiene a una extraordinaria diversidad de formas vivientes”.
Quizá lo más sorprendente de todo sea que “la mayor parte del agua de estos sistemas no está en el río —está en la grava”.
Hauer y sus colegas concluyeron que estos sistemas de ríos se cuentan entre algunos de los hábitats más ecológicamente importantes del mundo.
Un río dinámico es importante no sólo para los peces o los anfibios, sino también para los osos grizzly y los pumas que bajan de las cumbres de las montañas a la planicie aluvial en busca de alimentos importantes. De hecho, dos tercios de las especies dentro del valle de un río grande pasan al menos parte de sus vidas en su planicie aluvial.
El nuevo estudio también demuestra que alterar esta compleja maquinaria biológica con presas y desvíos tiene efectos de gran alcance, que llevan al deterioro del ecosistema.
“Un río es un gigantesco motor de biodiversidad con múltiples piezas”, dijo Hauer. “Si sigues sacándole piezas, muy pronto el motor se detiene”.
La nieve derretida y el agua subterránea fluyen por el cauce; esto es lo que consideramos un “río”. Pero bajo tierra, se mueve mucha agua más lentamente a través de una red laberíntica de piedras, grava y arena que conforman todo el piso del valle.
La matriz de grava y arena limpia el agua, al filtrar material orgánico y liberar nitrógeno y fósforo embebidos en la grava. Estos fertilizantes naturales se extienden por el fondo del valle, nutriendo a plantas de la planicie aluvial como sauces y álamos, que a su vez atraen a aves, castores, alces y caribúes. Los herbívoros atraen a depredadores como lobos y osos.
En el verano, el agua cálida es almacenada bajo tierra. En invierno esa agua sube a la superficie, moderando las temperaturas del agua y creando un refugio para algunas especies acuáticas, al protegerlas de la congelación invernal. En el invierno, ocurre lo contrario.
En un vuelo reciente sobre el río Bitterroot, un río de lecho de grava cerca de Missoula, Hauer señaló la planicie aluvial. Aunque el río fluía por un cauce principal, era fácil ver que con el paso de los siglos, el Bitterroot a menudo había desbordado sus márgenes para crear una red de canales nuevos. Los viejos canales estaban cubiertos de grava —un hábitat importante para los insectos que alimentan a los peces.
El nuevo estudio también demuestra que alterar esta compleja maquinaria biológica con presas y desvíos tiene efectos de gran alcance, que llevan al deterioro del ecosistema.
“Un río es un gigantesco motor de biodiversidad con múltiples piezas”, dijo Hauer. “Si sigues sacándole piezas, muy pronto el motor se detiene”.
La nieve derretida y el agua subterránea fluyen por el cauce; esto es lo que consideramos un “río”. Pero bajo tierra, se mueve mucha agua más lentamente a través de una red laberíntica de piedras, grava y arena que conforman todo el piso del valle.
La matriz de grava y arena limpia el agua, al filtrar material orgánico y liberar nitrógeno y fósforo embebidos en la grava. Estos fertilizantes naturales se extienden por el fondo del valle, nutriendo a plantas de la planicie aluvial como sauces y álamos, que a su vez atraen a aves, castores, alces y caribúes. Los herbívoros atraen a depredadores como lobos y osos.
En el verano, el agua cálida es almacenada bajo tierra. En invierno esa agua sube a la superficie, moderando las temperaturas del agua y creando un refugio para algunas especies acuáticas, al protegerlas de la congelación invernal. En el invierno, ocurre lo contrario.
En un vuelo reciente sobre el río Bitterroot, un río de lecho de grava cerca de Missoula, Hauer señaló la planicie aluvial. Aunque el río fluía por un cauce principal, era fácil ver que con el paso de los siglos, el Bitterroot a menudo había desbordado sus márgenes para crear una red de canales nuevos. Los viejos canales estaban cubiertos de grava —un hábitat importante para los insectos que alimentan a los peces.
El Río Bitterroot en Montana ha desbordado sus márgenes a menudo, dejando viejos canales cubiertos de grava.
Hauer también señaló los lugares donde la gente ha tratado de domar los hábitos revoltosos del río a fin de labrar campos agrícolas o construir fraccionamientos.
“No hay renovación —el río no desplaza la grava y no crea nuevos mosaicos de hábitat”, dijo.
El daño ambiental queda oculto —al principio. Los canales que alimentan los hábitats subterráneos se cierran a medida que el río es confinado. Las especies que dependen de los flujos ocultos empiezan a decaer.
Estas planicies aluviales cubiertas de grava, dijo Hauer, son algunos de los ecosistemas más amenazados a nivel mundial.
Mantenerlas intactas ayudará a las especies dependientes a adaptarse al peligro ambiental más grande de todos: el cambio climático. “La implicación para la conservación es enorme”, afirmó.
Fuente: The New York Times - Imagenes: (Johnny Armstrong) - Jim Wilson