Las bombas biológicas empiezan a explotarnos




Vivimos en un mundo global con problemas globales. Económicos pero también medioambientales. De estos últimos las especies invasoras parecen un mal menor, algo anecdótico resultado de la permeabilidad de las fronteras. No nos damos cuenta de su terrible efecto. Son bombas biológicas que nos estallan en las manos, empobreciendo la biodiversidad y provocando gravísimos daños. Como el mejillón cebra, un recién llegado a España capaz de atascar todo tipo de conducciones de agua, responsable de pérdidas anuales en nuestro país superiores a los 100 millones de euros. Y encima no es comestible.
El mosquito tigre y sus dolorosas picaduras nos han expulsado de los jardines. Cataluña secará la mitad del delta del Ebro para combatir una plaga de caracol manzana que amenaza los arrozales. El picudo rojo está matando decenas de miles de palmeras y ha empezado a triturar el Palmeral de Elche, Patrimonio de la Humanidad. La serpiente real de California invade Gran Canaria y amenaza al lagarto gigante canarión. El visón americano acaba con el europeo, además de con otros mamíferos autóctonos e incluso colonias enteras de aves en peligro de extinción. La hormiga argentina se lo come todo. La uña de león liquida la frágil vegetación de los sistemas dunares. El cangrejo chino, el señal y el americano terminarán por extinguir a nuestro cangrejo autóctono. El erizo de lima arrasa los fondos marinos de Canarias. Por no hablar de la interminable lista de especies exóticas traídas como singulares mascotas y que, tras ser abandonadas, se han convertido en la pesadilla de los ecosistemas: pitones, mapaches, coatíes, iguanas, tarántulas, escorpiones,… En España ya hay unas 1.400 especies, entre plantas y animales, que no son autóctonas. Una cifra en rápido y preocupante aumento.
Contra estos destructores biológicos sólo hay una solución, evitar su llegada. Pero no se hace. Luego,transformados en plaga, es ya tarde y poco o nada podemos contra ellos. Tan sólo contemplar su avance imparable contra el medio ambiente y nuestras economías.

En la fotografía superior, uno de los cientos de miles de caracoles manzana que han invadido el delta del Ebro poniendo en peligro las cosechas de arroz. Tan grande como una manzana, de ahí el nombre. Qué miedo.

http://blogs.20minutos.es/cronicaverde

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