Alemania lucha contra la destrucción del bosque Hambach

Las últimas semanas han sido decisivas en el Oeste de Alemania para uno de los conflictos medioambientales más sonados de los últimos tiempos: el bosque Hambach. Unas 50.000 personas se concentraron en las inmediaciones del bosque el sábado 6 de octubre para pedir que se paralice definitivamente la tala. Esta reserva natural milenaria de 200 hectáreas (aunque anteriormente a la puesta en marcha de la explotación minera abarcaba unas 4.000) cuenta con una biodiversidad de más de cien especies animales y vegetales, algunas protegidas.


Hambi, nombre con el que peculiarmente se le conoce, se encuentra entre Colonia y Aquisgrán, en el gran cinturón minero alemán. La propiedad del bosque la ostenta una de las empresas energéticas más importantes de Alemania, RWE, que planea destruirlo para ampliar una explotación minera de lignito a cielo abierto.
El viernes 5 de octubre la tala de su antiquísima vegetación fue temporalmente suspendida por un tribunal de Münster, gracias a una denuncia de la organización Amigos de la Tierra-BUND, por lo que los activistas creen que están en el momento más decisivo para intentar que la destrucción del bosque Hambach se paralice totalmente. 
Es de sobra conocida la tradición ecologista que hay en Alemania, por eso desde hace más de seis años varios activistas han construido más de 50 casas de madera encima de los árboles de esta reserva de la biosfera. Quieren protegerlos del expolio humano quedándose a vivir permanentemente allí. La destrucción de un bosque no solo agrava los problemas de contaminación de cualquier zona, sino que también es un órdago en falso para la vida animal, vegetal y humana en el futuro a medio y largo plazo.
Una de las organizaciones que apoyan la ocupación de Hambi es Ende Gelände, grupo activista especializado en desobediencia civil. Cada año organizan diversos talleres y acciones directas como el bloqueo de la mina cercana al bosque. Así consiguen visibilizar una problemática que pasa muy desapercibida en el país. Según Karolina Drzewo, portavoz de Ende Gelände, Alemania “se presenta internacionalmente como la mayor protectora mundial del medioambiente, cuando en realidad es la campeona mundial de la explotación de lignito. Ningún otro país usa esta sucia e ineficiente fuente de energía fósil. Todavía el 40 % de las familias alemanas usa el carbón para calentarse”.
El lignito es un tipo de carbón de relativamente baja calidad. Aunque arde con facilidad, sus propiedades caloríficas son muy bajas, entre 10 y 20 megajulios por kilogramo. Con el paso del tiempo, la empresa RWE ha ido ampliando su explotación minera a costa del bosque, del que ya tienen esquilmado prácticamente todo su territorio.
El sábado 6 de octubre, como casi todos los fines de semana, se produjo una manifestación en Hambach. Esta vez, unas 50.000 personas, según la radio pública alemana, se manifestaron en las inmediaciones del bosque para pedir que se paralice definitivamente la tala. Hileras de personas rodeaban el bosque cantando canciones y portando pancartas con mensajes en contra de la aniquilación medioambiental.
Llegados de todos los puntos de Alemania, familias enteras y grupos de personas se disponían a entrar a Hambi, a pesar de que dos días antes la policía había prohibido esta manifestación, a la
que había llamado incluso Aufstehen (En Pie), el nuevo movimiento político popular creado por la líder izquierdista Sahra Wagenknecht.
Como no se le pueden poner puertas al campo, la marcha se tornó más multitudinaria de lo que se esperaba y la policía no pudo prohibir que se celebrase finalmente. Lina fue una de las asistentes a la manifestación. “Apenas había policía, no como los otros días. El buen ambiente, la música y la alegría de la gente me recordaban al festival Woodstock. Se han construido nuevas barricadas en torno a las excavadoras y aunque la mayoría de los manifestantes no permanecieron allí después de la marcha, había nueva gente dispuesta a quedarse ocupando el bosque”, cuenta a El Salto.
Alejandro Sanz, quien también estuvo allí el domingo anterior, asegura que “era emocionante ver a más de 70 personas a la vez mover troncos enormes para crear las barricadas e impedir que las máquinas de RWE hiciesen su trabajo. Esta vez había mucha policía, pero estaban en plan relajado porque había incluso familias con niños. Quien no conozca la historia de esta lucha pensará que la policía es tolerante, pero la realidad es que el lunes a las 7 de la mañana entraron allí como un elefante en una cacharrería y empezaron a desmontar todas las cabañas de los árboles. Se suelen cubrir mediáticamente las grandes manifestaciones, pero no cuando de verdad se necesita gente y se destruyen las casas”.
Se han conseguido muchas cosas históricamente en las luchas medioambientales de Alemania. Una de las últimas grandes victorias fue en 2015, cuando se logró que en Berlín hubiese un referéndum ciudadano para que el antiguo aeropuerto de Tempelhof continuase siendo un parque y no se edificase en sus terrenos. La victoria del sí hizo que Tempelhof sea actualmente uno de los parques más grandes del mundo, con sus pistas de aterrizaje intactas, que los habitantes de Berlín usan diariamente para ir en bicicleta, patines o incluso hacer windsurf. 
Pero, como recuerda la activista Hannah, “en este caso Hambach es solo una parte de un problema que en los últimos meses se ha hecho más visible y ha puesto encima de la mesa el gran objetivo: la lucha contra el carbón. El rescate de este bosque se ha convertido en una prioridad en esta lucha y en algo muy emocional para algunos activistas, pero Hambi es sólo un símbolo de algo muy problemático, la energía fósil. Por eso nosotros seguiremos haciendo acciones para concienciar, como la que Ende Gelände tiene programada para finales de octubre”. 
Detrás de la ingente extracción fósil que se realiza en Alemania hay también antecedentes que reflejan la magnitud de lo que ocurre.
“El fallo fue privatizar hace años los abastecimientos de energía. El gobierno sigue sus propios intereses económicos, que hoy con la posible destrucción del bosque Hambach se demuestran contrarios al medio ambiente y a la mayor parte de la población. Afortunadamente estas protestas hacen crecer la conciencia medioambiental de la gente”, señala la activista Lina.
La transición energética de Alemania (Energiewende), dicta que todas las centrales nucleares del país deberán desaparecer totalmente en el año 2022. Sin embargo, y como estiman otros organismos, estas medidas de abandono de la energía fósil tienen que ir acompañadas por otras de estímulo en paralelo.
“Nosotros bloqueamos con nuestros cuerpos explotaciones mineras y hacemos acciones allí donde se produce una gran destrucción climática. El gobierno protege a empresas como RWE a pesar de que luego suscribe acuerdos como los de París. Apoyar a RWE en su explotación fósil es incumplir los objetivos de 2020. Aunque se paralice la destrucción del bosque Hambach, nosotros seguiremos protestando contra las energías fósiles”, comentan desde Ende Gelände.
De los partidos políticos, solo Los Verdes y Die Linke (La izquierda) apoyan las protestas del bosque Hambach. El sábado pasado, el
líder izquierdista Bernd Riexinger dio un discurso en el seno de la manifestación por la salvación del espacio verde. Los movimientos sociales son críticos con estos apoyos, ya que, según asegura Karolina, “cuando Los Verdes gobernaron en Renania del Norte-Westfalia, la región del bosque, no hicieron nada por detener su tala. Y en Brandemburgo gobierna La Izquierda y el carbón se sigue usando muchísimo. Esto demuestra que la sociedad civil es quien al final puede traer el cambio. Tenemos las soluciones y debemos generar la presión política necesaria”.
Desde Ende Gelände se incide también en la doble moral de Alemania. Esto se traduce en paradojas como que mientras se potencian, por ejemplo, las energías renovables, no se le ponen prácticamente límites a las fraudulentas emisiones de Volkswagen.
Alemania, que cuenta con una tasa de desempleo cercana a la considerada “pleno empleo” y es motor de Europa, teme la destrucción de puestos de trabajo en sus sectores más contaminantes. Solo así se explican casos como el de Baden-Württemberg, una de las regiones más ricas de Alemania. Su presidente, Winfried Kretschmann, del partido Verde, no ha puesto traba alguna a que siga siendo la región donde más vehículos de
Europa se producen. Allí gobierna con el Partido Democristiano, totalmente opuesto en sus planteamientos medioambientales a Los Verdes.
Aunque en la carrera por la cancillería, hace años ya que Angela Merkel absorbió algunos planteamientos del partido ecologista para neutralizarlo, como el plan de cierre de las nucleares. Esto tuvo un efecto demoledor en casi todos sus competidores políticos, de los que había tomado ciertas propuestas que la hicieron vencedora indiscutible en cada comicio. Siendo Alemania, como es, un país donde casi todas las coaliciones electorales son posibles, la ruptura del pacto tácito de no coaligarse con los ultraderechistas de Alternativa para Alemania (AfD) se torna cada vez más endeble. Si en el futuro se llega a pactar con AfD, los problemas en torno a los planteamientos medioambientales se agravarán, ya que los extremoderechistas son negacionistas del cambio climático.
La decisión del tribunal de Münster de paralizar parcialmente la tala del bosque Hambach para comprobar las pruebas aportadas en la denuncia de Amigos de la Tierra-BUND podría llegar a retrasarse, según las organizaciones ecologistas, hasta bien entrado el año que viene.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/ecologia/alemania-lucha-contra-la-destruccion-del-bosque-hambach-que-quiere-usarse-para-seguir-produciendo-energia-fosilImagen de portada: Concentración en el bosque Hambach (Alemania) el sábado 6 de octubre. Foto cortesía de Lina, una de las activistas. Otras Imagenes: El País - DW

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