Claves para entender el campo argentino y el llamado a construir otro modelo agropecuario

 

"El campo como alternativa infernal. Pasado y presente de una matriz productiva ¿sin escapatoria?", es el reciente libro de Cecilia Gárgano donde se aborda la complejidad del modelo agropecuario. Desde la llamada "revolución verde" a mediados del Siglo XX hasta el avance neoliberal transgénico y los pueblos fumigados con agrotóxicos.

Por Cecilia Gárgano*

Propagar un modelo agrícola intensivo en agrotóxicos o “quedarnos sin PBI”. Convertir territorios y poblaciones en zonas de sacrificio o afrontar una crisis económica irresoluble. “No hay otra salida”, “necesitamos mantener los niveles de productividad”, “generar divisas” para sostener la economía nacional. Avalado por estos argumentos, el monocultivo sojero se expandió por Argentina en tiempo récord y continúa avanzado junto a otros elementos del mismo modelo agroindustrial. ¿Cómo fue construida esta encrucijada? ¿Qué mecanismos la habilitaron y sostienen? El libro El campo como alternativa infernal analiza la historia y el funcionamiento del modelo para comprender y desnaturalizar algunos de sus supuestos. Mediante diversos registros, entrevistas, notas de campo y prensa gráfica (entre otras fuentes) se va desarmando el entramado que construye esta configuración de la matriz productiva como destino inexorable.
Allí donde la uniformización agroindustrial ha borrado formas de producir, de vivir, ha aplanado paisajes, engullido la biodiversidad y homogenizado dinámicas sociales, el libro también busca recuperar lo particular, las subjetividades, las dinámicas locales. Se propone explorar y reconvertir la estrategia de las políticas de la fragmentación, que en forma sistemática escinde experiencias comunes, abordando para eso el común denominador que las atraviesa con la esperanza de reunir lo que ha sido disociado. Como el hilo de Ariadna, aporta algunas herramientas para salir del laberinto.
Pensar “el campo” argentino supone un ejercicio desafiante y complejo. Implica reconstruir su historia y un conjunto de disputas que involucran los orígenes del territorio nacional construido, simbólicamente y a fuego, como “desierto”; también necesita de una reflexión sobre las actuales problemáticas socioambientales ligadas al llamado “modelo sojero”. ¿De qué forma fue posible instalar como única salida una matriz productiva que multiplica en forma sincrónica el daño a la salud colectiva, la depredación ambiental y la desigualdad social?
Orígenes históricos y territorios sacrificados

La Parte I de El campo como alternativa infernal indaga en una trayectoria histórica centrada en tres momentos de la segunda mitad del Siglo XX. Tres períodos que, por razones distintas, incidieron en forma directa en las formas de producir y habitar. El Capítulo 1 se centra en los años sesenta, identificados con la expansión mundial de la llamada “Revolución Verde” y explora su llegada a Argentina. El Capítulo 2 hace foco en los años setenta, reconstruye las agendas estatales orientadas al agro que estuvieron en tensión en esta década convulsionada, así como las implicancias de la última dictadura para el sector. El Capítulo 3 aborda un tercer momento: la neoliberalización agraria, iniciada con la aprobación por parte del gobierno argentino de la siembra de soja transgénica en 1996 y su veloz expansión por los territorios nacionales.
Si la primera parte del libro mira el pasado reciente, la Parte II “Territorios sacrificados. Postales de pueblos fumigados” propone un recorrido por experiencias vigentes de territorios que se encuentran en el ojo de la tormenta transgénica. La atención vira hacia algunas de las comunidades afectadas, en lucha contra el esquema del agronegocio. Al mismo tiempo, recoge el interrogante en torno al rol del conocimiento en estas trayectorias, problematizando el lugar de la evidencia científica en estas disputas y la jerarquización de voces que inciden en los conflictos socioambientales. El Capítulo 4 recorre algunas vivencias radicadas en localidades de Santa Fe y Entre Ríos para bucear en los modos en los que se articulan evidencias, percepciones y resistencias, poniendo en cuestión la normalización de eventos estructurales que son presentados como excepcionales. El Capítulo 5 pone el foco en un conflicto en Pergamino, localidad emblemática de la actividad agrícola ubicada en la provincia de Buenos Aires, donde un fallo dictaminó en 2019 que el agua no es apta para su consumo por la cantidad de rastros de plaguicidas que contiene. Se adentra también en un conflicto reciente en Lobos: localidad vecina a Pergamino y “nuevo” territorio de sacrificio.

De la "revolución verde" a la soja transgénica
Desde la conformación del Estado Nación el agro ha ocupado un lugar privilegiado que bajo profundas transformaciones sostiene su gravitación en los destinos políticos del país y su ligazón a las clases dominantes. También es un espacio de identidades en disputa. Entre las múltiples entradas posibles a este derrotero histórico elegimos recuperar tres momentos del pasado reciente, tres bisagras que recorrimos para reconstruir las marcas que atraviesan nuestro presente.
Abordar la expansión que desde los años sesenta tuvo el proyecto modernizador de exportación que constituyó la “Revolución Verde” nos permite repensar el inicio masivo de la quimificación de la agricultura que, sin olvidar las discontinuidades con las actuales formas de producir, indudablemente marcó un hito.
Volver sobre la década de 1970 para rastrear el avance de la frontera agrícola y las contracaras de la modernización también nos convoca, una vez más, a revisar el quiebre profundo que imprimió la última dictadura en nuestro país. Una de sus principales herencias es la desarticulación de los lazos sociales, fenómeno posibilitado por la persecución sistemática de las militancias y el desmantelamiento regresivo de la estructura económica.
Finalmente, el comienzo del modelo transgénico que inició el capítulo neoliberal de nuestra agricultura nos confronta a aquella transformación pionera que hizo de los suelos un laboratorio a cielo abierto, cuya profundización hoy es parte de la postal cotidiana de deterioro ambiental y sanitario, mientras la desigualdad social se acrecienta.
La “ciencia rebelde” que persiguió Oscar Varsavsky existe bajo asimetrías que confinan esta diversidad a los márgenes. Por el contrario, el carácter empresarial que identificó en los albores de los años setenta no ha hecho más que agudizarse. La trayectoria histórica de mercantilización del conocimiento fue sumamente relevante para las transformaciones materiales del agro en las últimas décadas. En particular, en torno a ese eslabón fundamental de la soberanía alimentaria que constituyen las semillas, sobre las que se configuraron los principales cambios tecnológicos.
Al finalizar la década de 1980, Argentina se sumó a la tendencia internacional de privatización del conocimiento mediante los llamados convenios de vinculación entre organismos estatales y empresas. Un sistema de consorcios que equipara lo público a lo estatal mientras garantiza intereses corporativos que son presentados como universales, a la vez que margina la discusión colectiva en torno a sus implicancias.
El rol del conocimiento científico

Del mismo modo que se insiste en configurar la existencia de una única agricultura posible, la utilidad del conocimiento también es unificada bajo la apelación recurrente a “la articulación con el sector productivo” sin explicitar a quiénes engloba este enunciado y a quiénes margina. La organización de la producción estatal de conocimiento orientado al agro argentino incluye voces corporativas, a la vez que excluye a la agricultura familiar y a los enfoques científicos que desde diversas ramas del conocimiento cuestionan estas formas de producir.
Al mismo tiempo, los discursos tecnocientíficos recuperan las viejas promesas de modernización rural -tal como el combate del hambre- a la vez que omiten los aspectos críticos de sus derroteros. La ciencia empresarial permite sostener la disociación entre los contenidos de las investigaciones y las problemáticas socioambientales a las que están ligadas, que en ocasiones configura. Una escisión producida por una disputa social en la que las relaciones de producción cognitivas juegan un rol central para la profundización del extractivismo rural.
La evidencia científica también juega un papel clave en las instancias regulatorias y en los reclamos sociales conformados por los efectos del agronegocio. Sin embargo, la forma de conceptualizarla es divergente cuando refiere a investigaciones, a dispositivos de regulación estatal y a reclamos de la población afectada. Por fuera del problema de la mercantilización del saber, la elección metodológica de criterios científicos siempre contiene implicancias sean o no explicitadas: las decisiones sobre cuáles tomar ocupan un lugar mayor cuando impactan en las formas de vida de comunidades y territorios. Lejos de desacreditar la necesidad de la ciencia, la ecología del conocimiento busca democratizar su configuración, así como su capacidad de dialogar con otros saberes. Constituye una apuesta por recuperar su carácter común, para decidir colectivamente sobre nuestras existencias y recrear revisiones epistémico-políticas descolonizadoras y populares.

*Extracto del epílogo del libro. Se presentará el viernes 29 de abril en el Museo del Hambre (San Juan 2491, Ciudad de Buenos Aires). Y se podrá descargar de forma gratuita en el sitio de la editorial.
Fuente: https://agenciatierraviva.com.ar/claves-para-entender-el-campo-argentino-y-el-llamado-a-construir-otro-modelo-agropecuario/



 

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