Argentina: ”La tarea es esperanzar, vivir con alegría aun en lucha y conflicto"

Por Sergio Sánchez
cult
Nacido en la ciudad de Villa Dolores, en el Valle de Traslasierra, José Luis Aguirre es uno de los compositores, cantantes y poetas más inquietantes, auténticos y originales de la música folklórica del siglo XXI. En su canción, el cantautor cordobés logra conjugar sensibilidad social, una potente tradición folklórica y una poética cósmica, telúrica, pícara y espiritual. En línea con autores como Atahualpa Yupanqui, Jorge Cafrune o Mercedes Sosa, Aguirre entiende que la canción no puede disociarse de su entorno social, político y cultural. O en palabras de Yupanqui, el hombre inserto en su paisaje, en sintonía con su lugar y su tiempo.
Con siete discos publicados y tres libros de poesías y relatos, Aguirre actualmente canta y dice desde Villa Los Aromos, en el Valle de Paravachasca, siempre cerca del monte nativo, los ríos, las sierras y los bichos de la naturaleza, como lo refleja en “Alicuco”, una de las canciones de su último disco hasta la fecha, Suelto (2023).
El martes 9 de septiembre, Aguirre recibió el Diploma al Mérito que entrega la Fundación Konex a los artistas argentinos más destacados de la década. En esta edición, en el rubro solista de folklore lo recibieron, además de Aguirre, el santiagueño Raly Barrionuevo, la catamarqueña Nadia Larcher, la santafesina Soledad Pastorutti y el bonaerense Nahuel Pennisi. Una prestigiosa distinción que también consiguieron en su momento artistas populares como Astor Piazzolla, Mercedes y Atahualpa.
“De mi parte nunca es lo más importante pero sí es un gran mimo. Es una cosecha. Lo recibo con mucha alegría, lo comparto con mi familia, con mis hijas. Recibo con mucha alegría el reconocimiento porque uno siente que está compartiendo con los demás, que ese trabajo que hace en soledad llega a las personas y a quienes dan las distinciones”, resalta Aguirre y sigue: “Lo más importante son los afectos. Pero cuando llegan estos premios a través de lo que uno hace, la verdad, es que lo pongo en un altar, porque es el reflejo de que hay otras personas a las que les interesa lo que uno tiene para decir. Estar entre esos artistas es un honor y un reconocimiento a la música y a lo sencillo, a lo que se hace artesanalmente”.
El músico y poeta cordobés tiene otros reconocimientos y distinciones. En 2020, ganó el Premio Gardel como Mejor Álbum Artista de Folklore por su disco Chuncano (2019). Y después de varios amagues, en el verano de 2024, finalmente fue premiado con la Consagración del Festival Nacional de Folklore de Cosquín. En esa edición, abrió su concierto con un gesto poco habitual en los grandes festivales: estrenó una canción nueva, “Canción bonita para mi barrio”, recientemente publicada en su canal de YouTube con un video que retrata su lugar, su paisaje, su gente.
—¿Qué representó para vos la Consagración en Cosquín?
—Había dejado de esperarla. Las expectativas a veces son más de otras personas que mías. Eran como las diez de la noche y a las doce tenía que estar ahí. Ya ni preguntaba por la consagración. Pero fue un hermoso momento y merecido también. Porque el artista va desde niño ahí. Era momento de que a un artista cordobés que le canta a su tierra y que tiene cierto compromiso se le dé un premio en ese festival. Así que yo lo re agradezco y lo celebro. También incluyo a toda la gente que me ha estado acompañado y a las personas que me sostienen, a mi público. Siempre es un público muy independiente también. Van a verme y eso sostiene mi economía y mi camino espiritual de hacer arte sin transar. Entonces, ese premio no es solo mío, sino también de mi familia, de la gente que cree en lo que hago y de mis maestros.
El corazón es el lugar
“Canción bonita para mi barrio”, la canción que estrenó en vivo en el escenario Atahualpa Yupanqui y lanzó hace dos meses en video, es una canción simple, cotidiana, descriptiva, amorosa, pero con un mensaje claro, directo y universal. En esta canción, Aguirre pinta su pequeña aldea con ternura, cercanía y sencillez. Una síntesis de la música popular, tal vez. "Yo quiero sonreír como mi vieja, costurera jubilada/ Sonríe a pesar de los dolores que le da la burocracia/ Si me preguntan de qué lado estoy digo del de la alegría/ Y recordar lo mucho que costó, defendamos nuestros derechos", entona en uno de sus versos.
“Yo quiero cantar una canción como cantaba la Mercedes/ Que no sea nomás pa’ entretener sino pa’ charlar profundo/ No creo que solo se trate de política y mercado/ Yo siento que es preciso regresar al corazón de la tierra”, canta también el chuncano, sin vueltas. “La canción hablaba un poco del barrio latinoamericano y de todo lo que somos. También puede ser un barrio en China o en cualquier lugar donde se desarrolle la vida humana desde un pueblo. Trata de reflejar a todas las personas del mundo, pero sobre todo a uno. Todo lo que sucede en un barrio sucede en cualquier lugar”, sostiene.
—¿Cómo definirías la idea de “regresar al corazón de la tierra”?
—Como dice la letra: "No creo que solo se trate mercado y política". Porque pareciera que la única salida es por ahí, aunque sí es importante y hay que estar atento. Pero creo que todo esto es reflejo de una escasez espiritual y una desconexión con el lugar que nos dio la vida, que es el planeta; al que, a costa de sostener todo esto, estamos destruyendo. No me refiero al cambio climático ni a salvar al pajarito, ni hablo como un ambientalista. Es mucho más profundo el asunto porque está todo entreverado y relacionado. Porque el árbol que se llevan y el pajarito tienen que ver con los recursos naturales de un país y de una dirigencia que abre las puertas a las empresas. O con decir que somos argentinos pero la Patagonia la pertenece al extranjero o a los bancos. No es solamente el pajarito y el loco que vive ahí en el vallecito. Es una cuestión humana que tiene que ver con todo. Y por eso digo el barrio. El barrio planeta, el barrio tierra. Siento que hay que volver ahí. Porque ninguna de las cosas que hagamos y lo que estemos buscando, por fuera de volver al espíritu y al corazón de la tierra, nos va a saciar ése hambre, esa tristeza y ese vacío que sentimos. Y no va a haber un solo dirigente que nos lleve al triunfo y al éxito económico.
—Lo que sucede es un problema de la humanidad, ¿no?
—Creo que todo lo que está pasando no es culpa de una sola persona o de un dirigente, sino de todo lo que estamos haciendo. Que se hable de bajar la edad (de imputabilidad) para niños y jóvenes, como si un niño que agarra una pistola tuviera la culpa. Que la gente en el almacén diga "que vuelvan los militares", como escuché en mi barrio. Es más allá de la política, es volver a mirarse a uno mismo y decirse: "estoy re desconectado, esto no me llena, estar todo el día con un teléfono, con una pantalla". Entonces, volver al corazón de la tierra es volver a la realidad. Siempre trato de estar del lado de la alegría y la esperanza. Hablo de la alegría que acepta todo como es, aunque haya tristeza, contradicciones, o aunque hayan desaparecido a los nietos o a los hijos. Si me das a elegir prefiero quedarme ahí, porque ahí hay amor y eso integra hasta a tu enemigo. Sin dejar de pensar en las contradicciones o de sentir que tenemos un montón de laburo por hacer. Sin dejar de decir las cosas que tenemos que decir, yo prefiero esperanzar con mis canciones.
—Hay una relación directa con la tierra, el monte, los animales y el agua en tu música. Se refleja, por ejemplo, en canciones como "Aguita que vas, aguita que viene", "Río" o "Monte es libertad"...
—Sí, porque vivo acá y me gusta comprender y entender que no estamos solos y que no somos exclusivos ni el pupo del universo. Un pájaro también es el pupo del universo. Tenemos que estar integradas todas las maneras de vivir, sentir y de hacer cultura. Entonces, apoyo y defiendo todo lo que existe. Por eso comprendo, por ejemplo, la situación de un pueblo como el de Palestina que está siendo masacrado por Israel y por los poderes del mundo que lo acompañan. No solamente hablo de la tierra y los pájaros, sino que hablo del mundo. Y de lo que nos pasa como seres humanos desde mi pequeña aldea.egador.</div></div>
—En “La transerrana” has cantado sobre el ser de Traslasierra, ¿Qué significa para vos esa región?
—Traslasierra es mi niñez y mi juventud. Todo lo que viví ahí, donde se forma tu carácter, donde das tus primeros pasos. Además de una maravillosa identidad que me interesa rescatar y plantarme, la identidad cordobesa del interior. Una región con un microclima y una naturaleza bellísima. Una región folklórica. Una manera de hablar. Es muy valioso para mí haber nacido allí, porque le da una identidad hermosa a mi música. Sin dejar de ser el ser individual que contempla, también soy de una región, de un lugar. Me da el orgullo de ser, como lo tiene un santiagueño, un tucumano, un riojano, un correntino o cualquier persona del interior del país. Por eso siempre le canto y siempre vuelvo. Ahí está mi familia. Siempre viví cerca, aquí en los valles de Córdoba, cerca de los ríos. Entonces, Traslasierra representa para mí el lugar al que volver siempre.
—¿Y cómo surgió la idea de la canción "La del sin tierra", de Amuchado (2016)?
—Esa canción la escribí hace muchos años. Cuando uno empieza a investigar, cuando empieza a profundizar sobre algunas cuestionas vinculadas a la justicia, a la realidad, a descubrir otras formas de habitar el mundo. Así yo conozco los movimientos campesinos o he ido a visitar y dar talleres en las escuelas rurales en las sierras, como en Golpe de Agua. En ese momento, por ejemplo, conocí la historia de Doña Ramona Bustamante, una campesina guerrera. Tuve la suerte de conocer a varias personas que han estado en esa situación, de pelear por su tierra frente a alguien con poder que ejerce violencia. Esa canción es un reflejo de otras que hablan al respecto como "Cuando tenga la tierra", de Daniel Toro. La canción habla también sobre la explotación del poder sobre la tierra, porque hay dos cosas muy valiosas para mí: el paisaje y la persona que habita el paisaje. Y los saberes y conocimientos de esas personas relacionadas con un lugar, con la flora y la fauna. Son cosas valiosas para pensar con ternura y cariño lo que somos. Y ahí surgen esas canciones: en esa comprensión y como respuesta también desde el arte. El enojo también se vuelve un mensaje para que otros averigüen y despierten. Porque no solo pasan en el campo los atropellos del poder, también pasa en la ciudad.
Los elementos del alma, según José Luis Aguirre
Durante la conversación con Tierra Viva, Aguirre revela que ya tiene un disco nuevo grabado. “Lo estoy masterizando, está a punto de salir, este mismo año”, adelanta el cordobés. Se va llamar Sendero del alma y es un disco grabado en formato de cuarteto: guitarra criolla, percusión, piano y bajo. Los registros fueron grabados en vivo en el estudio, con todos los músicos tocando a la vez, como se hacía antaño. Se grabaron quince canciones y, es probable, todas quedan en el álbum. “Así hacían los maestros, grababan discos largos”, valora y agrega que la extensión del disco también tiene que ver con su contenido: “El disco habla de las cuatro patas que tiene el alma: lo social, el amor y la mística".
—Hablabas recién de los cuatro elementos del alma: lo social, el amor, la mística… ¿Y el cuarto?
—No sé todavía. Para hacer una mesa firme falta uno, es verdad. Lo voy a pensar. Creo que tiene que ver con la picardía, la astucia, el estar despierto…
—¿La intuición?
—¡Eso! La intuición. Y sobre todo tiene que ver con vivir con alegría aun en lucha y en conflicto. Siempre está presente eso. Tiene sus cosas fuertes, pero es un disco esperanzado y luminoso. La tarea siempre es esperanzar.
El músico y poeta cordobés adelanta que hay temas nuevos, que tienen que ver con lo que está sintiendo como artista o sobre las cosas que siente debe decir en este contexto, y otros inéditos. "Una canción para mi abuela, un chamamé que se llama ‘Nona Chichi’. Una chacarera que hice con un amigo compositor de Traslasierra cuando tenía 20 años. Un homenaje lindo a Santiago del Estero con una guaracha y una chacarera hermosa y mística que hice con Demi Carabajal, que se llama ‘Deslumbrando el tiempo’. También un bailecito que hicimos con Franco Luciani, dos zambas, un tinkus, una cueca, un gato cuyano y una tonada. Es un disco bien folklórico, salvo por un cuarteto”, repasa y sorprende: “Siempre he cantado cuarteto, mi primo hermano canta en La Konga, Nelson Aguirre. Venimos todos de la misma cuna musical. ¡Ya voy a cantar cuarteto! ¡La rompo! También voy a sacar pronto un disco que se llama Cuartetero, con cuartetos míos y guarachas”.
—¿Qué tan importante es para vos la composición?
—Forma parte de mi vida cotidiana y, sobre todo, vivo tratando de aprender todos los días. No me pregunto tanto si tengo que hacerlo o no. Hay muchas cosas que hice en mi vida, algunas no las volví a hacer, pero otras perduraron. Y una de ellas es hacer canciones. Forma parte de lo que hago y, a la vez, sé que con eso puedo mandar un mensaje. Lo que más me interesa de esto es acompañar a las personas en lo que hagan; es como una misión en el mundo. Acompañar al otro que está ahí poniendo un ladrillo en una pared o preparando a los chicos para la escuela. Ahí donde suene una música mía va a ser un hermoso lugar y destino para ese momento de creación. A veces ha sido muy fuerte y difícil trascender algunas cosas y oscuridades de uno mismo. La música es algo muy sagrado para mí, por eso la hago.
—¿Te interesa ofrecer nuevas obras al cancionero popular argentino?
—Creo que la canción es como una botella lanzada al mar. Uno manda un mensaje a alguien y no sabe si lo va a encontrar. Pero es la necesidad de comunicar y decirle al otro que no estamos tan solos en este universo. En una realidad que, a veces, quiere imponer el individualismo o el sálvese quien pueda. La canción es una manera de luchar y de no sentirse solo. Es importante dejar obra. Mercedes Sosa nos dejó una de gran amplitud. Ahí también están Charly, Spinetta, Fito Páez, Rubén Juárez. Es música de la tierra con una visión hacia la realidad. Está vivo y latente eso. Así que me encanta hacer canciones en este momento. En este tiempo estoy muy atento porque están pasando cosas re zarpadas.
—Frente a un contexto social, cultural y político tan hostil y complejo, ¿Qué te sucede cuando estás en un escenario?
—A mí me gusta que hable el arte. Hay demasiado discurso y, a veces, los hechos se plasman en las canciones. Muchas de mis canciones tienen que ver con mi vida real. Por ejemplo, en el disco que está por salir hay una canción que se llama "Milonga del hospital" y habla de lo que significa para una persona estar en un hospital público en un país como Argentina. Es un milagro. No pasa en otros lugares. Tengo una amiga que se vino de Ecuador para poder atender a su hijo acá. Y todo eso lo cuento en una canción.
—¿Te manifestás directamente o dejás que hablen las canciones?
-Yo prefiero decir más con el arte. Este disco tiene muchas canciones así. Yo no me puedo quedar callado si veo que salen a marchar los jubilados y les pegan. Muchos artistas dicen que la política no tiene que ver con el arte. Para mí el arte tiene que ver con la vida y, a veces, se interpela la vida por la realidad y lo que hacen las otras personas. Y los dirigentes influyen quieras o no en tu vida. Entonces, desde ese punto de vista la canción se ve atravesada también, porque forma parte de la vida. No le voy a esquivar a algún tema pensando que no me conviene o que después no me llamen para tocar en un festival. Pero también trato de hacerlo con respeto y desde un punto de vista que intente despertar conciencia y no despertar violencia, odio, fanatismo o dogma. Y la mejor forma es con una canción que la pensaste y trabajaste. Yo no prefiero agarrar la motosierra, prefiero agarrar la guitarra.
Fuente: https://agenciatierraviva.com.ar/jose-luis-aguirre-la-tarea-es-esperanzar-vivir-con-alegria-aun-en-lucha-y-conflicto/