Reflexiones más allá del crecimiento (I): Materias críticas, transición energética y justicia global
Estamos en medio de una transformación que marcará el rumbo del siglo XXI: la transición hacia un modelo energético y digital más limpio. Paneles solares, coches eléctricos, turbinas eólicas, baterías, redes inteligentes… todo ello forma parte de una nueva infraestructura que promete reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles y limitar el impacto del cambio climático. Sin embargo, detrás de esta revolución tecnológica se esconde una verdad menos visible: la transición energética no es inmaterial. Cambiamos unas fuentes por otras, sí, pero multiplicamos nuestra necesidad de metales y minerales, muchos de ellos escasos, costosos de extraer y desigualmente distribuidos en el planeta.
Alicia Valero
El litio, el cobalto, el níquel, las tierras raras o el cobre se han convertido en piezas clave de la nueva economía verde. Pero estos recursos no están al alcance de todos por igual. Su extracción y procesamiento están concentrados en unas pocas regiones del mundo (China, Chile, República Democrática del Congo, entre otras), lo que genera nuevas dependencias geopolíticas y abre interrogantes sobre la seguridad de suministro, la autonomía estratégica y, sobre todo, la justicia global.
Nos enfrentamos a un nuevo mapa de vulnerabilidades. Europa parte con desventaja: carecemos de capacidad suficiente de extracción y refinado, y dependemos en gran medida del exterior para abastecernos de los materiales que sostendrán nuestras redes eléctricas y nuestras cadenas de valor digitales. Esta realidad ha sido reconocida por las instituciones europeas, que han empezado a reaccionar con políticas como la Ley de Materias Primas Críticas. Pero la pregunta fundamental sigue pendiente: ¿basta con asegurar el acceso a los materiales, o es necesario repensar desde el inicio cómo, cuánto y para qué los usamos?
La respuesta, a mi modo de ver, pasa por asumir una evidencia incómoda: los recursos del planeta son limitados, y las tecnologías, por muy limpias que se presenten, también tienen una huella material, además de energética. La eficiencia, el reciclaje y la innovación son herramientas necesarias, pero no suficientes. No podemos seguir diseñando un futuro que requiere cada vez más materia, más energía, y por tanto más extracción e impacto, como si esos límites físicos no existieran. Porque existen. Y si todos los países del mundo aspiraran a electrificar su economía al ritmo y con los estándares que plantean los planes nacionales actuales, simplemente no habría suficientes materiales para todos, como demostramos en el informe Minerales para la Transición energética y digital en España.
Esto nos obliga a introducir el concepto de suficiencia material. No se trata solo de hacer lo mismo de manera más eficiente, sino de preguntarnos qué es verdaderamente necesario, qué podemos alargar, reparar, compartir, rediseñar. Necesitamos transitar de una economía lineal (producir, usar, tirar) hacia una economía del cuidado de la casa donde los productos duren más, se desmonten con facilidad, se reparen con normalidad, y conserven su valor funcional el mayor tiempo posible dentro de la tecnosfera. Esto implica cambiar nuestra forma de diseñar, de consumir (o mejor, usar) y de entender la riqueza. Porque no se trata del precio de mercado de los materiales, sino de su valor físico real como soporte de civilización.
España tiene potencial. Existen recursos, proyectos, capacidades industriales. Pero falta una visión estratégica que articule el aprovechamiento responsable de esos recursos con una política industrial de largo plazo, coherente con los límites del planeta y con los principios de justicia social. Y falta, sobre todo, una conversación honesta sobre los costes materiales de la transición energética. No podemos permitir que la solución al problema climático genere un nuevo problema de extracción descontrolada, desigualdad global y colapso de ecosistemas.
Finalmente, no podemos olvidar que lo que está en juego no es solo una cuestión tecnológica o económica, sino una cuestión profundamente ética. ¿Qué derecho tenemos a acaparar materiales escasos si eso implica dejar sin acceso a ellos a otras regiones del mundo o a las generaciones futuras? ¿Podemos hablar de sostenibilidad cuando los costes de nuestra transición son asumidos por comunidades del Sur Global o de las generaciones futuras? ¿No deberíamos, en cambio, promover un modelo de transición más humilde, más justo, más acorde con lo que el planeta puede sostener?
Es urgente mirar de frente las contradicciones de nuestro tiempo. A pensar más allá de las soluciones tecnológicas. A hablar de límites, pero también de oportunidades para reconstruir nuestra economía desde la sobriedad, la cooperación y el cuidado. Porque solo así podremos construir un futuro verdaderamente justo, resiliente y habitable para todas y todos.
(Iniciamos en este artículo una serie de reflexiones de diversas autorías en torno al concepto de «más allá del crecimiento» con motivo de la conferencia Beyond Growth España que tendrá lugar el próximo 26 de setiembre en Madrid, en el Congreso de los Diputados.)
Fuente: https://www.15-15-15.org/webzine/2025/09/10/reflexiones-mas-alla-del-crecimiento-i-materias-criticas-transicion-energetica-y-justicia-global/ - Imagen de portada: Augusto Metztli