EDITORIAL DE HORIZONTE SUR (28/12/2008)


Por: Jorge Eduardo Rulli

Los mismos que ayer no podían esperar, hoy nos reclaman paciencia. Los que ayer pretendían construir el Socialismo a cualquier costo, hoy predican el Capitalismo de las Corporaciones y confían en que el impacto de la debacle que viene, les sea clemente. Los que ayer priorizaban la lucha contra la burocracia sindical, hoy retozan con ella, o se han convertido ellos mismos en la burocracia sindical, y amenazan con transformar en negocios inmobiliarios los últimos restos de selva marginal de la costa del río de la Plata. Los que nunca fueron peronistas, hoy dicen serlo, probablemente, porque una vez más tendremos un año electoral… Todos ellos consideran que la llamada post modernidad es una oportunidad para vivir la modernidad, e incluyen en ella el consumo y sobrentienden la explotación del medio ambiente y de los bienes comunes, que ellos denominan recursos naturales… Están convencidos que el Gobierno les pertenece por derecho propio y por deuda del Pueblo para con ellos, supuesta deuda a causa de los tantos que fueron desaparecidos por la dictadura, capital emocional con el que se justifican y de cuyos intereses medran como generación, en el uso y abuso de la cosa pública.
 
Son urbanos por convicción y también porque ignoran o carecen de otras experiencias de vida. Consideran que el campo es folk, y que pretender vivir en el campo o de manera más natural, produciendo parte de los propios alimentos, es cosa de hippis o de lunáticos… Están convencidos que la ciudad es el hábitat ideal, que al hombre moderno le corresponde vivir sobre el asfalto, con un super mercado cerca y en un departamento, desde el que todo queda al alcance de la mano… La necesidad de verde y de espacio, si la hubiere, se satisface con el country, adonde uno puede vivir como en la ciudad pero bajo las apariencias de vivir en el campo… Consideran natural y lógico que cada país se especialice en lo que mejor sepa producir y que luego se realicen intercambios globales, e ignoran que esos fueron los objetivos que planificó la Corporación Cargill hace más de veinte años para someter el mundo a sus propios intereses. No encontrarían razones para no usar semillas transgénicas, en especial porque tienen una relación casi religiosa con las tecnologías de punta, y suponen que las manipulaciones genéticas de las semillas en un laboratorio, debe ser algo que, necesariamente las mejora… Consumir comida industrial, aunque sepan que contiene conservantes u otros químicos y puedan sospechar que ello va en desmedro de la calidad que tenía, los hace sentir mejor consigo mismo… porque se sienten a sí mismos, un objeto más en el patio de los objetos en que han convertido su burbuja en el mundo, y tomar la otra pastillita para mirarlo todo de otra manera, sería una aventura demasiado extrema, que les pondría en riesgo una vida estructurada en torno a pensamientos lineales y mecanicistas. Por lo demás, si tal como están convencidos, todo es una mierda sin esperanzas, comenzando por el mundo y siguiendo por la Sociedad y hasta por ellos mismos,  las técnicas de laboratorio que parten de una cierta racionalidad supuestamente científica, con seguridad conseguirán mejorarlo. En ese mismo sentido están convencidos que es preciso optimizar el campo, emprolijarlo, adecentarlo con maquinarias, con fitosanitarios como les gusta llamar a los tóxicos de la agricultura, y además con servicios de posicionamiento satelital, tecnologías frente a las cuales y no importan sus posicionamientos ideológicos, ponen los ojos en blanco y experimentan una especie de orgasmo…
 
Pobres mordisquitos, la agricultura industrial es algo de lo que se enorgullecen.  Uno de ellos que, con diploma de ingeniero agrónomo, viajó recientemente a Alemania, más tarde, volvió a su pueblo diciendo con necedad, que les llevábamos cincuenta años de adelanto a los Alemanes, ya que ignoraban el uso de esos venenos en la agricultura y tampoco tenían aviones que fumigaran los cultivos…. Se ríen de los indios que canjeaban el oro por vidriecitos de colores, pero en los valores de entonces, el oro era algo que abundaba, mientras que el vidrio no se conocía y por lo tanto podía significar un enorme motivo de prestigio. Ese trueque con los españoles era por ello, altamente ganancioso tanto para los unos como para los otros. Por qué en vez de reírnos de los indios del siglo quince no nos reímos un poquito de nosotros mismos, ya que ese tipo de necios como el ingeniero de marras que visitó Alemania, son parte de la clase de mordisquitos que habitualmente deciden políticas desde la Secretaría de Agricultura, y que ahora, ante la inminente llegada de la crisis internacional, planifican corrales de engorde para doscientos mil novillos…
 
Sí, tener una agricultura industrial los enorgullece, no importa en qué bando político se ubiquen, que sean oficialistas u oposición, todos se enorgullecen porque comparten una visión del mundo basada en el afán de dominar a la naturaleza y a la vez perfeccionarla…. Son profundamente sarmientinos, quisieran tener una Argentina limpita, sembrada hasta en las banquinas, una Argentina sin olor a bosta y sí con mucho olor a glifosato, una Argentina sin escuelas rancho, una Argentina asfaltada… Los que aun sacan agua de la napa o carecen de servicios cloacales los avergüenzan. La Argentina que quisieran mostrar es la de los centros urbanos, la Argentina de las torres de departamentos, supermercados y muchas, pero muchas antenas de telefonía móvil. Son profundamente renegados, han abjurado de las raíces de sus abuelos, han enraizado en el desarraigo espiritual y consideran natural vivir en no lugares y en el mundo ficticio de las marcas. Viven desolados, en todo el hermoso sentido del antiguo concepto español implicaba carecer de un suelo, porque  realmente carecen de suelo en la desolación, porque pretenden no necesitarlo, porque cuando lo tienen, se esfuerzan por cubrirlo con cemento, con soja RR o con césped inglés, porque el espacio y el territorio solo les suscita la idea de planificar autopistas, bingos, hoteles cinco estrellas, grandes shoppings y lugares de descanso que permitan olvidar que el planeta es ajeno y hostil.
 
Ignorantes e indiferentes al pánico que recorre los centros financieros del mundo, la postmodernidad es, definitivamente para ellos, una ocasión para poner en práctica la modernidad a la que sienten como una cumbre civilizatoria,  tener muchas chimeneas y canjear los patrimonios y los bienes comunes por productos, por electrodomésticos, televisores de plasma, valijas y bolsas con dólares, secretarias que parezcan sacadas de un álbum de conejitas de Playboy y autos 0 Kilómetros financiados por el Estado…. En realidad, nunca quisieron otra cosa, el poder que buscaban era eso que aprendieron de chicos en la casa de papá con la mucama, pero en la gran escala de tener el gobierno para la propia clase. El marxismo fue un discurso de época, la lucha por los pobres una coartada universitaria, la crítica de izquierda a los movimientos populares una máscara que encubría el gorilismo acuñado en las sobremesas familiares. Ahora son Gobierno porque las mayorías los votan y en los actos electorales, aunque hablen de izquierdas y derechas,  compiten con otros semejantes, tal como en las quermeses parroquiales o en las loterías con porotos que practicaron en las reuniones parentales. Pretenden ignorar que los pobres han sido largamente entrenados para que no sepan o no puedan hacer más que lo que hacen, o sea optar entre la Coca y la Pepsi y meter en la urna ese cheque en blanco que son las papeletas sábanas. El clientelismo, la ingesta de soja a lo largo de los años, las crisis económicas con sus inflaciones que son siempre una brisa fuerte para los sectores medios altos pero un vendaval espantoso para los pobres y excluidos, esos barrios de viviendas populares en que los enajenan y amontonan sus propios arquitectos, los han domesticado. Por otra parte, los pobres carecen ahora de opciones para emanciparse, de manera que votar a unos o a los otros, les da lo mismo. Por ahora, no tienen más alternativas que jugar el juego, poniéndose en la cola detrás del último de los Concejales para recoger unas migajas, afiliándose a alguno de los partidos, saliendo a pintar paredes por la paga o recibiendo el bolsón de comida para pobres y para ancianos derrotados. La trampa se ha cerrado, los que nacieron a la vida política, luchando contra los golpes militares, han construido una democracia trampa a su propia medida, han mejorado el modelo de apropiación del poder de los que ahora son sus clientes y consumidores. "El pueblo no delibera ni gobierna sino por medio de sus representantes y autoridades creadas por esta Constitución. Toda fuerza armada o reunión de personas que se atribuya los derechos del pueblo y peticione a nombre de este, comete delito de sedición.
 
El golpe militar resulta hoy, sin embargo, un anacronismo. La salida de los tanques y de los regimientos a la calle, tal como fuera antiguamente, sería visto como una grosería, los muertos en la tortura una desmesura brutal e inadmisible… Ahora se gobierna con las puertas giratorias por las que los técnicos van de las empresas y de las consultorías al Estado y del Estado vuelven a sus puestos en las consultorías o en las Corporaciones. Se gobierna con las políticas públicas que se diseñan en ámbitos empresariales, y los discursos políticos abrevan en los pensamientos multidireccionados que pergueñan los team coaching de los Agronegocios. De esa manera se nos exhiben las cifras del producto bruto, así como se muestran los propios hijos y la vida disipada de los que gobiernan. Lo más interesante es que las víctimas o al menos muchas de ellas, aclaman estos éxitos y hasta los viven como propios. Parecieran haberse transmutado gracias a la magia de la Democracia, de cabecitas y descamisados que fueron, en clientes y consumidores. Cuando protestan y reclaman, también suelen actuar, lamentablemente, como consumidores. Al menos en la medida en que esperan que los que gobiernan les solucionen los problemas. Por eso el conflicto siempre puede manejarse. Porque cortar rutas y quemar gomas por las viviendas que se prometieron y no se construyeron, fortalece el sistema que los hace dependientes. Porque reclamar empleos y distribución de paquetes de comida, también, fortalece esa dependencia. De hecho existe una izquierda que reproduce el proceso de la vanguardia iluminada que ya llegó al gobierno. Los que no llegaron todavía, porque recién están partiendo, se entrenan guiando a los pobres diablos a caminos sin salida, los conducen a prácticas y a construir organizaciones donde aprenderán el duro disciplinamiento de saber obedecer a los que nacieron para el mando, y los preparan para cambiar las piedras por los aplausos, cuando  para ellos todo siga igual o peor, pero puedan consumir como propio la llegada triunfal al gobierno de la vanguardia esclarecida que los guía y de la que son y seguirán siendo la base, el soporte y la masa de maniobras…
 
Han trabajado duro para que a la izquierda de ellos no exista nada serio y lo han logrado. Se ha construido un bloque político y de clases, funcional al sistema de la democracia sin participación y al modelo de exportación de commodities transgénicas, que cubre todo el espectro de la política partidaria en la Argentina. Tan solo quedaron en ese espacio incierto y despreciado, los sueños libertarios, la convicción de que la revolución y la lucha serán siempre una fiesta, que la historia de estas tierras reclama otro mañana, que es preciso echar raíces en el suelo para volver a estar en América, que es necesario habitar la tierra con familias, y repoblarla con Dioses, con niños y con risas, que es preciso plantar árboles, millones de árboles nativos, y que es preciso recuperar otra vez esa Cultura que heredamos de nuestros padres y que hoy se extravía entre oficinas y cadenas agroalimentarias. No somos serios porque no tenemos partido político, pero tampoco queremos tenerlo, no somos serios porque tratamos de ser felices y no vivimos tensionados por el tener y por el acumular, sino que estamos preocupados tan sólo por la suerte del Planeta, por la desaparición del Impenetrable chaqueño, por los glaciares cordilleranos que se comerán las mineras, por los esteros correntinos que destruye cada día la Forestal andina sin que los cortadores de alambrados equivocados se preocupen. No, no somos serios como esos hombres de rostro adusto y de trajes rigurosos que piensan en términos de crecimiento y de producto bruto. No somos serios, porque en medio de tanto trasnochado progresismo, y porque cada día viajamos en los ferrocarriles que ya no son nuestros, dedicarle el año 2009 que comienza a Scalabrini nos parece un escarnio… Somos, sencillamente, parte del tronco de la vieja Resistencia peronista, que hoy se mezcla, se disuelve y se renueva con las jóvenes luchas libertarias, asamblearias, zapatistas y antiglobalización que conmueven y amenazan el universo de las corporaciones. Somos todas las resistencias juntas, las de ayer y las de hoy, y tenemos con nosotros esa enorme fuerza de saber negarnos, “la negación en el pensamiento popular”, tal como nos enseñaba ese viejo y empecinado alemán de genio tormentoso que se llamaba Rodolfo Kusch.  Es la única arma de destrucción masiva de que disponemos, superior inclusive a los lanzamientos de zapatos al rostro de los opresores. Saber negarnos, saber decir que no, taimarnos en el silencio como el coya, dejar de colaborar, decir que no… una y mil veces, y seguir siendo nosotros mismos, con esas caóticas formas de organización que ellos menoscaban, con la pala en la huerta y el caballo, con el mate y la memoria, con el asado en familia y los ravioles de la vieja, y con los sueños… hasta que alguna vez volvamos a tener esa oportunidad en que el pueblo pueda afirmarse desde su profunda vocación de Patria.
 
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