Futuro Condenado de los Mares y Océanos.

Por Dr. Marcos Sommer

Los mares y océanos representan el 71% de la superficie de la Tierra, 360 millones de km2 y el 97% de los recursos hídricos terrestres. 

Diciembre 2008.- Los mares y océanos constituyen una gran fuente de recursos biológicos y naturales, comparable o incluso superior a los bosques tropicales. Suponen además un recurso económico y una reserva de fuentes energéticas, y son reguladores esenciales del clima terrestre, así como sistemas muy productivos que reciclan continuamente sustancias químicas, nutrientes y agua. El 40% de la población mundial vive a menos de 60 Km de la costa y 35 millones de personas dependen de la pesca. Los océanos son una fuente esencial de alimento y empleo, proporcionando rutas naturales de comunicación, transporte y comercio.
En el correr de este año 2008 han aparecido sendos estudios que han revelado que la actividad humana está menoscabando gravemente los mares del mundo.
Hace sólo 50 años el Océano era todavía en gran parte un espacio natural virgen. Hoy día, sin embargo, la sobrepesca y la contaminación, que en proporción más o menos del 80 por ciento procede de actividades terrestres, son una amenaza para la salud de los océanos, en particular las zonas costeras, que son las más productivas del medio marino (PNUD, 2007). 

Catorce años después de entrar la Ley para los Océanos (Convención de las Naciones Unidas, 1994), se hace evidente y notoria , la ruptura del dialogo del hombre con los océanos?.la brecha cada vez mayor e insostenible entre riqueza y la pobreza amenaza la estabilidad de la sociedad en su conjunto y en consecuencia el ecosistema de los océanos, el estado de los océanos continua empeorando en proporciones alarmantes. Los compromisos nacionales e internacionales se quedan en declaraciones de intenciones y buena voluntad. 
La Convención es uno de los instrumentos jurídicos más importantes del siglo XX. Concebida como un todo, reconociendo que todos los problemas del espacio océano están estrechamente relacionados entre sí y deben ser considerados conjuntamente, establece que los fondos marinos y oceánicos y su subsuelo más allá de los límites de la jurisdicción nacional son patrimonio común de la humanidad que todos tienen derecho a utilizarlos y obligación de protegerlos. Prevé la solución obligatoria de controversias, establece el marco jurídico global para todas las actividades que se llevan a cabo en los océanos y los mares y contiene normas detalladas que regulan todos los usos de los océanos y definen los derechos y responsabilidades de los Estados. 
Los océanos actualmente, comienzo del siglo XXI, sufren una grave degradación debido a la contaminación, la pesca excesiva y el desmesurado crecimiento urbano costero. Lo que sabemos de ellos es inquietante, se están mostrando muestras del derrumbamiento. 
• Casi el 80 por ciento de las reservas pesqueras de los océanos experimentan sobrepesca o están siendo extraídas hasta su limite biológico. Las técnicas de arrastre son dañinas y destruyen los habitas para la reproducción (FAO, 2005, Sommer, M., 2005).
• Según un nuevo informe de científicos y economistas de la Universidad de Columbia británica, los subsidios globales a la pesca ascienden entre 30.000 y 34.000 millones de dolares al año. Estas ingentes ayudas han contribuido a producir una flota pesquera mundial que es un 250 por ciento mayor de la que se necesita para una pesca sostenible (Pauly, D., 2008).
• La Unión Europea y Japón son los países que más subsidios para la pesca asignan (Garcia, R. et. al., 2003). 
• Las flotas pesqueras son 40 por ciento más grande de lo que los océanos pueden sostener. Los pescados representan por lo menos un quinto de la proteína animal total consumida en la tierra. Cerca del 95 por ciento de la cosecha de peces marinos del mundo viven en las aguas costeras (FAO.org). 
• La pesca proporciona en los países en vías de desarrollo entre 40 y 100 por ciento de la proteína animal total que necesita la población (FAO.org). 
• La explotación pesquera es de dos a tres veces superior de lo que admite el ritmo de reproducción de los peces (Pauly D. et al., 1998). 
• La pesca comercial redujo más de 90 por ciento la población mundial de peces grandes, lo que pone en peligro una fuente vital de proteínas (Waston R. & Pauly D., (2001). 
• La pesca de especies de poco valor ha aumentado a medida que la extracción de especies de alto valor se ha estabilizado o ha disminuido, ocultando así algunos de los efectos de la sobrepesca. 
• Mil millones de personas dependen del pescado como fuente de proteína animal, y 150 millones de empleos se originan en la pesca (FAO, 2005).
• La alteración de los hábitats es consecuencia de actividades como el dragado, los vertederos, los vertidos incontrolados en la costa, las construcciones y carreteras costeras, la deforestación o los daños provocados por el turismo de masas. Por ejemplo, a pesar de que los arrecifes de coral cubren menos del 0.5% del lecho marino, el 90% de las especies marinas depende directa o indirectamente de ellos. Los arrecifes también protegen a la población que vive en la costa actuando como elemento protector (Jackson, J.B.C., 1997).
• El 60% de los arrecifes actuales corre el peligro de desaparecer en los próximos 30 años si no se adoptan medidas. En particular, el 85% de las costas europeas se encuentran en peligro debido al desarrollo de las infraestructuras y de las edificaciones así como por motivo de causas naturales (http://www.coral.org/divein).
• Cerca de 150 ballenas, delfines y marsopas mueren diariamente en todo el mundo a causa de los enredos con los aparejos de pesca, un promedio anual de 54.759 animales. 
• Los océanos Atlántico, Pacífico y Indico se están calentando lentamente con un promedio de 0,06 grados centígrado desde 1955 debido al efecto de invernadero. Este cambio climático podría dar lugar a un elevamiento de los niveles del mar, los cuales podrían llegar a fines de siglo entre 9 y 95 centímetros (Parmesan, C. & Yohe, G., 2003, Thomas, C. D., et al., 2004. 
• Aproximadamente la mitad de los ecosistemas costeros del mundo (por ej.; arrecifes coralinos incluyendo, los manglares, y los pastizales, etc.) se encuentran actualmente en riesgo de ser totalmente degradados. Algunos corales de mares profundos frente a la costa de Hawai necesitaran hasta 4 mil años para alcanzar su tamaño actual (http://www.coral.org/divein). 
• Los océanos se están volviendo cada vez más acidos al absorber dióxido de carbono y las plantas están siendo afectadas por el incremento de la radiación ultravioleta (Buddemeier R. et al., 2004.
• La marina mercante es responsable del 4,5 de las emisiones totales de dióxido de carbno, tres más de lo que hasta ahora se pensaba.
• El tráfico de barcos es la tercera mayor causa de la contaminación marina. Un estudio elaborado por la ONU concluye que las emisiones de C02 de la flota mercante mundial alcanzan los 1.120 millones de toneladas anuales y las previsiones no parecen halagueñas: estas emisiones aumentarán un 30 por ciento de aquí al año 2020 si no se actúa (UNEP/UNFCCC, 2002.
• Se estima que más de 70 mil productos químicos sintéticos han sido descargados en los océanos del mundo. Solo un pequeño porcentaje de ellos ha sido monitoreado, y este corresponde a aquellos relacionados con la salud humana y no con el impacto ecológico. 
• El 80% de la contaminación marina por hidrocarburos proviene de actividades realizadas en tierra.
• El explosivo aumento de algas dañinas por ejemplo en las costas de USA ha implicado, desde 1991 costos cerca de 300 millones de dólares en perdidas debido a la muerte masiva de peces, problemas de salud pública y disminución del turismo. 
• Actualmente hay más de 405 zonas muertas (extensión inferior a 1 kilómetro cuadrado y otras alcanzan 70.000 kilómetros cuadrados) en el mundo por el aumento de la contaminación proveniente de tierra adentro y la perdida de
habitats capaces de filtrar la polución lo que a provocado la expansión de zonas hipoxicas (Diaz R.J. & Rosenberg R., 2008.
• El aumento de especies foráneas en las zonas costeras, produce la interrupción de la cadena alimenticia al eliminar a las especies nativas. Diariamente, 3.000 especies de plantas y animales son transportados en los tanques de lastre de los buques.
• Los océanos del mundo albergan más de 210 mil formas conocidas de vida. Alrededor del 60 por ciento de las especies viven en la franja de 60 km. más próxima a la costa.
• Cada año se hallan casi 160 nuevas especies de peces en los océanos y se catalogan 1.700 animales y plantas. 
• La mitad de los 6,3 mil millones de habitantes del planeta viven en zonas costeras, las grandes profundidades de los mares que cubren el 70 por ciento del globo- siguen siendo desconocidas. 
• El calentamiento global del planeta tendrá efectos catastróficos sobre los océanos, enlentizando su función reguladora de la temperatura. Según el Panel Internacional sobre Cambio Climático (PICC), la frecuencia e intensidad de las tormentas y otros fenómenos meteorológicos aumentará, dañando los ecosistemas marinos y su capacidad de recuperación (Gilman et al., 2006).
• Desde 1980, el tamaño de la economía global se ha triplicado, al tiempo que la población ha aumentado en un 30 por ciento hasta alcanzar 6.000 millones de personas. El aumento de la población y la conversión para los fines de la urbanización, agricultura y acuicultura están conduciendo a la reducción de manglares, humedales costeros, áreas de praderas marinas y arrecifes de coral a una tasa alarmante. 
El accionar del hombre fue siempre insignificante, comparado con la magnitud del ecosistema marino, todo era compensado por la naturaleza. El mar y la atmósfera se comportan como infinitos, deglutiendo los subproductos indeseables de la actividad humana. Pero nos volvimos demasiados poderosos. Somos muchos y manejamos energías capaces de alterar equilibrios naturales. EL uso nacional y el manejo de ecosistemas esta en primera línea desde hace años. Actualmente estamos experimentando la fragilidad de los equilibrios marinos, la respuesta nos las dan los Mares Indico y Báltico, casi muertos, el Mar del Norte, cuyos recursos piscícolas declinan trágicamente, el Mediterráneo gravemente afectado y los arrecifes agonizantes del mundo entero. 
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El nuevo atlas de los océanos del mundo (Halpern et. al., 2008) revela que las actividades humanas han tenido un fuerte impacto en aproximadamente el 40 por ciento de su extensión y que han dejado sólo alrededor de un 4 por ciento de ellos relativamente intacto .
El mar del Norte, las cercanías de Japón, el Caribe, zonas del Mediterráneo, el golfo Pérsico o el mar Rojo son algunas de las zonas que han sido las más perjudiciales, aunque con el cambio climático la situación está cambiando rapidamente. 
El autor recopiló datos de diferentes fuentes y los volcaron en un modelo que asignó a cada kilómetro cuadrado de océnao  un valor único. Este valor refleja el conjunto de impactos  de todos los cambios inducidos por los humanos en ese espacio en concreto.  El resultado revela que no hay ninguna área del océano que esté completamente a salvo de las actividades humanas, En cada uno de los kilómetros cuadrados de nuestros mares están ocurriendo cambios ecológicos debidos a causa antropogénicas, dice textualmente el estudio. Por eso, en la escala de afección que han utilizado no existe el valor 0, sino que el más bajo se refiere a un impacto menor de 1,4. En este sentido, y aunque muchas zonas de las regiones polares aparezcan por ahora por debajo de esa cifra -también el Estrecho de Torres, al norte de Australia-. Los investigadores advieten de que es probable que, a medida que el cambio climático caldee esa áreas, la mano del hombre acabe llegando hasta allí: con toda su fuerza destructiva. No obstante, este análisis no tiene en cuenta la polución atmosférica, que es particularmente alta en el Àrtico. 
Donde ésta el impacto ha llegado a un 41 por ciento de los océanos, con un impacto medio-alto. Y aunque el porcentaje donde las afeciones han sido nuy altas sólo representan el 0,5 de los mares, en cifras absolutas este porcentaje representa una superficie de más de 2,2 millones de kilómetros cuadrados.  
Los ecosistemas más afectados son las plataformas continentales, los arrecifes rocosos, los arrecifes de coral, las praderas y las montañas submarinas. Y además de las regiones antes citadas (Caribe oriental, Mar del Norte y aguas de Japón) los investigadores identifican otras zonas con  alerta roja: el mar de la China, es su parte meridional y oriental, la costa este de Norteamérica, el mar Mediterráneo, el mar Rojo, el Golfo Pérsico y partes del Pacífico occidental. 
La publicación de Halpern et al., presenta una base de datos que revela por primera vez la magnitud, extensión geográfica y localizaciones precisas del calentamiento del océano. Con está información, los ciudadanos, investigadores, políticos etc., pueden comenzar a enfrentar el problema mayor, de comprender y prever cómo el calentamineto del océano impactará sobre los ecosistemas marinos. Asimismo, los resultados ayudarán a clasificar un orden de prioridad para los proyectos de conservación marina.  Por ejemplo, las zonas de pesca pueden modificarse y las rutas de navegación, redefinirse para disminuir los impactos en ecosistemas sensibles. 
Otro de los problemas más graves que se presenta en la actualidad es el hambre, que no es sólo la necesidad de comer sino que, como lo definen los técnicos en alimentación y salud, es la "privación continua de alimento suficiente que impide llevar una vida sana". Según los datos del Consejo Mundial de la Alimentación, de los 6000 millones de habitantes que tiene el planeta; cada año mueren, por causas relacionadas con el hambre, entre 40 y 70 millones; de éstos 15 millones son niños; lo que significa que cada día mueren por hambre 40 mil niños. 

En el esfuerzo que la humanidad tiene que desarrollar para producir alimento, el océano, que ocupa cerca del 75 por ciento de la superficie de la tierra, ofrece grandes posibilidades, ya que en él se desarrolla un gran número de seres vivos.  
Los avances tecnológicos rápidos y los aumentos significativos en la población humana durante el último siglo han dado lugar a un aumento extensivo de la explotación global de las industrias pesqueras marinas, es decir ha aumentado la capacidad de pesca de las embarcaciones individuales. Los radares permiten a los barcos pescar en la niebla y en la oscuridad; los sonares ubican a los peces con precisión, y los satélites de posicionamiento geográfico localizan sitios productivos de modo que los buques pueden volver a ellos. Actualmente los buques pueden arrastrar por el agua redes de nylon de varios kilómetros de largo y realizar capturas de hasta 400 toneladas de peces. El 40 por ciento de lo que pescan es "desecho" y se devuelve al océano. Solo en el noreste del Atlántico, la pesca colateral asciende a 3,7 millones de toneladas por año. 

En 2006 se produjeron 66,7 millones de toneladas de productos de la acuicultura en el mundo, frente a los 93,1 millones de la pesca extractiva. La producción global de la acuicultura ha crecido de manera significativa, pasando de 0,6 millones de Tm en 1950 con un valor de menos de 0,5 millones de $ a 66,7 millones de Tm en 2006 con un valor global de 86,2 millones de $. Se prevé que continué su expansión en las próximas décadas, alcanzando los 100 millones de toneladas en 2030. Su contribución al suministro mundial de pescado, crustáceos y moluscos crece año tras año. Según la FAO la producción de acuicultura alcanzó en 2006 un volumen prácticamente similar a la producción pesquera mundial para consumo humano directo, no incluyendo esta los aproximadamente 30 millones de Tm de productos de la pesca extractiva no destinados a consumo humano (Fig. 2) (Jackson, J.B.C. plus 18 co-authors, 2001). 
Los grandes mares y océanos son perecederos. Aparte del hecho de que todos los recursos están en la actualidad completamente explotados, el acceso a esos recursos permanece abierto a demasiadas pesquerias en todo el mundo. 
Según la FAO (2003), alrededor del 50 por ciento de los recursos de la pesca marítima de todo el mundo están completamente explotados, el 25 por ciento está sometido a explotación excesiva y alrededor del restante 25 por ciento podría resistir porcentajes de explotación más elevados. A pesar de la alerta, la tendencia hacia el aumento de la pesca excesiva, observada a principio de 1970, todavia no se ha invertido.  
A comienzo de los años 90, se sabia que 13 de los 17 mayores bancos de pesca del mundo estaban agotados o en franca disminución.
Desde el gigantesco pez espada hasta el poderoso atún de aleta azul y desde el mero tropical hasta el bacalao antártico, la pesca industrial ha esquilmado los océanos. No  queda  una  frontera  azul  en  pie,  lamenta  el biólogo marino Ransom 
Myers, de la universidad canadiense de Dalhousie. Myers y Boris Worm, de la Universidad de Kiel (Alemania), afirman en la revista Nature, un trabajo en el que advierten de que la pesca industrial ha acabado en sólo cincuenta años con el 90% de los grandes peces, que sólo queda en los océanos terrestres el 10% de los atunes, tiburones, bacalaos, fletanes, meros y peces espada (Myers R. A. and Worm B., 2003). 
Los dos investigadores han dedicado diez años a la recopilación de información de los caladeros más importantes. Han estudiado 47 años de censos de grandes peces predadores en cuatro plataformas continentales y nueve sistemas oceánicos. Su conclusión es que, si la tendencia no cambia, la actividad humana llevará a esas especies a la extinción en pocos años. Viviríamos entonces en un mundo sin atunes, peces espada, meros, tiburones, bacalaos son la megafauna, los grandes predadores del mar, y las especies que más valoramos. Su reducción no sólo amenaza su futuro como especies y el de los pescadores que dependen de ellas, sino que también puede desembocar en una completa reorganización de los ecosistemas oceánicos de consecuencias globales desconocidas (WormB. & Myers R.A., 2003). 
El "colapso generalizado" de los ecosistemas marinos comenzó a funcionar. En el mar del Norte por ejemplo, la población de bacalao a disminuido a tal extremo que la industria se concentra actualmente en el abadejo, una especie de segundo nivel en la pirámide ecológica que el bacalao suele comer. El abadejo consume pequeños organismos como copepodos y krill. El krill también come copépodos. A medida que disminuye la cantidad de abadejo, la población de krill se expande y la de copépodos se reduce drásticamente. Los copépodos son la principal alimentación de los bacalaos juveniles, esto impide la recuperación del bacalao. 
El Norte industrial financió la consolidación de las flotas de pesca industrial del Sur en desarrollo, en los años 1960 y 1970, este proceso aceleró la reducción de los cardúmetes y llevó a que la mitad de la captura mundial se lleve acabo en esos países pobres. La mayoría de la producción pesquera en esos países es exportada, está es la razón del porque el pescado no se ha convertido en un alimento básico en el hemisferio sur.  
Una de las preocupaciones mayores de los científicos es que las líneas de referencia (Pauly D., 1995, 1999) han cambiado para la mayoría de los ecosistemas marinos. Esto significa que la gente ahora visita ambientes costeros degradados y los consideran preciosos, desconociendo cómo eran antes (Jackson, J.B.C et.al., 2001). 
Hoy en día la gente va a bucear en los bosques de kelp (algas laminarias marinas, Macrocystis pyrifera) de California que están desprovistos de lubinas negras (black sea bass, Centropristis striata), de meros cola de escoba (broomtailed grouper, Mycteroperca xenarcha) y de viejas de California (sheephead, Semicossiphus pulcher) que antes los llenaban. Y estos buzos emergen con grandes sonrisas en sus caras por haber buceando en un bosque de algas laminarias marinas. Sin embargo, las líneas de referencia de la literatura  nos demuestran el terrible cambio de ese ecosistema marino.  Es fácil no darse cuenta de los cambios en los océanos, pues ellos son grandes y profundos. Sin embargo, los casos en donde se han estudiado los mismos patrones oceánicos por mucho tiempo, nos dan un vistazo de un cuadro muy preocupante. Por ejemplo, Jackson, ha documentado la casi completa desaparición del ecosistema que le ayudó a hacer su carrera: el estudio de los arrecifes de coral de Jamaica. Sobre ellos él dice: "Prácticamente no queda nada de las vibrantes y diversas comunidades de arrecifes coralinos que yo ayudé a describir en los años 70. Entre la sobrepesca, el desarrollo costero y el blanqueamiento de los corales, los ecosistemas se han degradado hasta ser montículos de coral muerto cubiertos de algas en aguas turbias" (Jackson, J.B.C., 1997).
Los océanos son grandes basureros de vertidos urbanos, industriales, mareas negras (derrame de petróleo), fertilizantes, insecticidas o productos químicos (más de medio millón de sustancias diferentes), radioactividad, metales pesados etc (Informe Anual de la Asociación Estadunidense para el Progreso de la Ciencia, 2008). 
Según el último informe de la organización Worl Dwatch Institute; "La Situación del Mundo en el 2003", se calcula que acaban en el mar entre seis y diez millones de toneladas de hidrocarburos al año, y el 10 por ciento de ellos proviene de los petroleros accidentados. En el mundo a diario se vierten dos millones de toneladas de desechos en ríos, lagos, arroyos y costa. Un litro de agua residual contamina unos ocho litros de agua dulce.  
Es probable que los contaminantes tóxicos, como los pesticidas, sean una de las amenazas más serias para la Diversidad Biológica Marina y el bienestar humano en el siglo XXI. Pero la contaminación de las aguas no se relaciona únicamente con productos químicos. Altas concentraciones de sedimentos derivados frecuentemente de la remoción de la cobertura vegetal en las áreas de captación son igualmente perjudiciales para las especies marinas. 
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El calentamiento de la capa de hielo de Groenlandia en el peor de los casos más de tres Celsius podría causar que la capa de hielo tienda a desaparecer dentro de 300 años. Esto se traduciría en un incremento del nivel del mar de hasta siete metros. Los hielos marinos del Ártico- como un mar de hielo se derriten, se pone de manifiesto una superficie de los oceános mucho más oscurro, que absorbe más radiación que la capa de hielo marina en blanco de modo que el calentamiento se amplífica.
En un artículo que publico la revista Nature Geoscience (Carlson A.E., et al., 2008), el deshielo de Groenlandia, la segunda reserva mundial de hielo continental del planeta después de la Antártida, podría estar produciéndose a una velocidad muy superior de lo que se pensaba. Y lo que es peor, los científicos parecen haber subestimado hasta ahora en sus predicciones las consecuencias de ese deshielo. En especial las que se refieren al incremento del nivel de los océanos que sería, según los nuevos datos, muy superior al previsto.  
El estudio combina modelos informáticos con numerosos datos marinos y terrestres sobre lo rápido que estas masas de hielo se derritieron en el pasado y cómo hicieron aumentar el nivel del mar en un mundo cada vez más caliente. Los autores han sido capaces de extraer conclusiones de la desaparición del llamado «casquete de Lauréntida», la gran masa de hielo que hace 20.000 años cubría una gran parte del hemisferio norte de la Tierra. Esta enorme plataforma, que cubria una gran parte de lo que hoy son Canadá y EE.UU., comenzó a fundirse hace cerca de diez mil años, como respuesta a un aumento de la radiación solar en el hemisferio norte del planeta, provocado por el cambio cíclico que sufre la orientación del eje terrestre. 
El proceso de deshielo se aceleró especialmente en dos periodos (uno hace 9.000 años y otro hace 7.600), lo que causó un aumento del nivel del mar de 1,27 centímetros al año. Estos dos periodos de deshielo acelerado, según el estudio publicado en «Nature», sucedieron precisamente en momentos en que la temperatura en verano era similar a la que está prevista en Groenlandia para finales de este siglo. 
Los datos del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC), sugieren un aumento del nivel del mar entre 2,5 y 10 centímetros durante los próximos cien años. Pero estas estimaciones, según Carlson et al.,  se basan en datos muy limitados, muchos de ellos de la última década. Según el nuevo estudio, el aumento real del nivel de los océanos para el próximo siglo estará entre los 30 y los 60 centímetros, lo que afectará directamente a la vida de los cientos de millones de personas que viven en zonas costeras.
El desprendimiento de hielos como resultado del cambio climático está diezmando la biodiversidad en aguas poco profundas de la Antártida (Smale et al., 2008). Este aumento en la alteración de los icebergs y su influencia sobre el fondo marino, donde se desarrolla el 80 por ciento de la vida antártica, podría tener consecuencias graves para los animales como gusanos antárticos, arañas marinas y erizos, a una profundidad de unos 500 metros. Según el estudio, el desprendimiento de los hielos tiene una  estrecha  relación  con  la duración de lo que califican como el hielo marino invernal. Además ese hielo ha disminuido dramáticamente tanto en espacio como en tiempo en toda la región durante las últimas décadas debido al cambio climático. 
En la revista "Actas de la Academia Nacional de Ciencia" (Lenton T.M et al., 2008) se describe en donde los pequeños cambios climáticos pueden tener grandes consecuencias a largo plazo sobre los sistemas ecológicos y los seres humanos. La sociedad puede situarse en una falsa sensación de seguridad por una buena proyección del cambio global. Los investigadores de está publicación describen que los cambios en el mundo pueden aparecer en un proceso lento y gradual sobre las escalas humanas. Sin embargo en algunas regiones, obligado por influencia antropogénicas el sistema climático podria iniciar abruptos y potencialmente irreversibles cambios (Fig. 3). . 
Para los sub-sistemas del sistema de la tierra definidos, los investigadores introducen el término "elemento de vuelco".  Estos elementos de vuelco se califican como los más pertinentes para las políticas y requieren de la consideración internacional del clima en la política. Estos son los elementos críticos señalados.
En el artículo de Lenton también se demuestra cómo, en principio, los sistemas de alerta temprana, podría establecerse mediante  el seguimiento en tiempo real y la elavoración de modelos, para detectar la proximidad de determinados puntos límites. Los hielos marinos del Ártico y de la capa de hielo de Groenlandia se consideran como los elementos más sensibles de vuelco con la menor  incertidumbre.
• Deshielo del Ártico (aprox. 10 años).
• Pérdida de los hielos de Groenlandia (más de 300 años).
• Colapso del hielo de la Antártida Occidental (más de 300 años).
• Colapso de la circulación termohalina del Atlántico (aprox. 100 años).
• Reverdecimiento del Sahara/Sahel y altrenación del monson de África Occidental (aprox. 10 años).
• Serio deterioro de la Amazonía (aprox. 50 años).
• Serío deterioro del bosque Boresal (aprox. 50 años).

Los científicos esperan que la cubierta de hielo por el calentamiento global se diluya. La capa de hielo del Oeste Antártico es problablemente menos sensible como un elemento de vuelco, pero las proyecciones de su futuro comportamiento tienen gran incentidumbre. Esto se aplica también a la selva amazónica y los bosques boreales, el fenómeno del el Niño, y el monzón del África Occidental. 
Según el informe de la PNUD de 2007, la circulación termohalina del Atlántico comó elemento arquetípico  de deposito, podría sufrir una gran abrupta transición con un máximo de diez por ciento de probabilidad dentro de este siglo.
En el informe  de Stern (Stern Review: The Economics of Climate Change,  2006) del gobierno sobre la economía del cambio climático, entre 7 millones y 300 millones de personas serían afectadas por inundaciones costeras cada año, habría una reducción de entre el 30 y el 50% en la disponibilidad de agua en el sur de África y en el Mediterráneo, las cosechas agrícolas declinarían entre el 15 y el 35% en África y entre un 20 y un 50% de especies animales y vegetales enfrentarían la extinción. 
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Compartimos el mismo barco; y si bien los países isleños y las poblaciones empobrecidas que sobreviven en las zonas bajas del planeta y en las áreas costeras, serán muy probablemente  los más perjudicados, existe ya el convencimineto que las consecuencias negativas del cambio climático terminarán por afectarnos a todos. 
La principal conclusión del Informe Stern, es que los beneficios que se lograrían con la urgente adopción de medidas pertinentes y firmes, podrían superar con creces, los costos económicos de la inacción y la pasividad. "Utilizando los resultados de modelos económicos formales, el informe ha calculado que, de permanecer inactivos, el coste y el riesgo total del cambio climático equivaldrá, de aquí en más a la pérdida de un mínimo del 5 por ciento anual del PIB global. Teniendo en cuenta una gama de riesgos y consecuencias más amplios, los cálculos de los daños que se producirían podrían aumentar a un mínimo del 20 por ciento del PIB" (osea, podrían multiplicarse por 4). Sin embargo, sugiere el informe que: "....el coste de la adopción de medidas - en particular la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero para evitar las peores consecuencias del cambio climático - puede limitarse al uno por ciento, aproximadamente, del PBI global en cada año".  
"La inversión (uno por ciento del PIB) realizada en los próximos 10 a 20 años tendrá un profundo impacto sobre el clima durante la segunda parte del presente siglo, así como en el siglo venidero. Nuestras acciones actuales y aquéllas de las próximas décadas, podrían crear el riesgo que se produzca una importante perturbación de las actividades económicas y sociales, cuya escala sería comparable a las grandes guerras y a la depresión económica de la primera mitad del siglo XX. Estos cambios serán dificiles y aun imposibles de subsanar".
La extinción de los osos polares hacia finales de siglo XX por la disminución de la capa helada en el Ártico es uno de los posibles efectos del calentamiento global (Epstein P. & Mills E. , 2005).  
Diecinueve poblaciones de oso polar viven en las costas árticas e islas de los cinco países que rodean el Polo Norte: Estados Unidos (Alaska), Canadá, Dinamarca (Groenlandia), Noruega y Rusia. Aunque se trata de grandes extensiones de territorio, lo cierto es que su hábitat cada vez es más reducido. El calentamiento global está afectando especialmente a los polos, y recientes estudios afirman que el Ártico podría quedarse sin hielo en 2030 o incluso antes. Los expertos de la UICN afirman que sin hielos permanentes, los osos polares se enfrentarán a serias dificultades en el futuro, pues dependen de este hielo marino para vivir, cazar y criar. 
Por su parte, desde el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) explican que el retraso de las heladas hace que los osos polares pierdan reservas críticas de grasa, lo que afecta a la reproducción y a la capacidad de las hembras embarazadas de producir suficiente leche para sus cachorros. Los científicos ya han registrado una caída del 15 por ciento en la tasa de nacimientos. Así, la escasez de alimento y la reducción de su hábitat podrían estar provocando comportamientos extremos en algunos ejemplares de esta especie. Por ejemplo, un estudio publicado en la revista Polar Biology detectaba prácticas caníbales en el norte de Alaska y Canadá, un hecho extremadamente raro, según sus responsables (Amstrup et al., 2006).  
Asimismo, la contaminación es otra de las graves amenazas para los osos polares. Un informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) aseguraba en 2004 que estos animales están siendo afectados por productos químicos tóxicos como PCB (policlorobifenilos) y pesticidas que habrían llegado arrastrados por vientos y corrientes desde los países al sur del Ártico. El informe hablaba también de alteración de los niveles hormonales, lo que podría llevar a problemas de reproducción y cambios de comportamiento.
Las temperaturas medias en el Ártico han aumentado casi 1,1 grados centígrados en el último siglo, el doble de la media del planeta, y las temperaturas invernales son ahora 2 grados centígrados más altas, indica el informe (Stern et al., 2007). En algunas partes de Alaska y de Rusia, se han registrado incrementos de la temperatura en invierno muy fuertes, entre 2 y 4 grados centígrados, en el último medio siglo, y el volumen de océano ocupado por el hielo en los tres últimos años ha sido el más reducido desde que hay registros. 
Los análisis de los datos tomados por los satélites en estos últimos 25 años, demuestran que hay una tendencia al alza en las velocidades de viento máximas en los ciclones más fuertes que se originan en los mares tropicales, donde la temperatura del agua del mar es más elevada. Este patrón en los ciclones, huracanes o tifones está vinculado directamente a la temperatura" (Elsner J.B. et al., 2008). 
Por cada grado Celsius de subida de temperatura del agua superficial del mar, aumenta la frecuencia de los huracanes más fuertes en una relación de 13 a 17, lo que viene a ser un aumento del 31%, señala el artículo de Nature. Cuanto más fuerte es el ciclón, mayor es el incremento de su fuerza", afirman los autores del análisis. Según su tesis, el motor de los huracanes es la temperatura del mar: cuánto más aumenta, más rápido gira el huracán dando vueltas sobre sí mismo en el sentido contrario a las agujas del reloj (en el Hemisferio norte) a velocidades de entre 150 y 240 kilómetros por hora, registros que definen a los huracanes. 
Las emisiones de dióxido de carbono (CO2) no sólo estan provocando el cambio climático, sino también la acidificación de los océanos, como demuestran cada vez más estudios científicos. Este problema provoca el descenso de especies muy sensibles, como corales, moluscos o estrellas de mar, y podría alcanzar a su vez negativas consecuencias para otras especies, e incluso, aumentar el calentamiento global.
Una reciente publicación de Jason Hall-Spencer en la isla italiana de Ischia, cuyos fondos marinos reciben dos millones de litros de CO2 diarios debido a unos escapes volcánicos, se describe que la acidificación ha alterado radicalmente la ecología del lugar, contabilizando un 30% menos de especies. Las algas calcáreas se encuentran entre las ausencias más llamativas. Hay que tener en cuenta que con unos niveles normales de pH del agua suelen cubrir el 60% del lecho marino (Hall-Spencer J.H. et al, 2008).  
Los científicos de dicho artículo creen que todos los océanos en 2100 tendrán cantidades similares de CO2 si continúan aumentando las emisiones de este gas de efecto invernadero. 
Asimismo, los investigadores han detectado la escasez de otras especies con esqueleto calcáreo, como corales, estrellas o erizos de mar. La falta de este último, por ejemplo, puede ser un problema grave en el Mediterráneo, ya que es un depredador natural de la Culerpa, un alga tóxica invasora en este mar que ha acabado con muchas especies autóctonas. 
Por su parte, Jon Havenhand and Michael Thorndyke  ha echado por tierra la creencia de que el equilibrio químico del mar es inamovible. Su trabajo, publicado en la revista Current Biology, afirma que el pH del agua de la superficie del mar ha disminuido hasta en un 25% desde el inicio de la industrialización. Este aumento de la acidez, aseguran estos expertos, amenaza la viabilidad de muchas especies marinas (Havenhand  J. & Thorndyke M., 2008).
Diversos estudios, como los ya citados, ponen de relieve que el proceso de acidificación impide fabricar a los corales el carbonato cálcico que forma su armazón, e inhibe la transformación del calcio necesario para las cubiertas celulares o esqueletos de moluscos, plancton calcáreo, ostras, almejas o mejillones. 
Además de la calcificación, la acidificación podría provocar diversos efectos negativos directos en la fisiología y reproducción de los seres vivos, como por ejemplo hipercapnia (presencia excesiva de CO2 en los fluidos corporales). Otras consecuencias podrían ser más indirectas, pero no menos preocupantes, como el descenso de los recursos alimenticios o la destrucción del hábitat de ciertas especies, como las que viven en los arrecifes de coral.
En cualquier caso, los científicos recuerdan que una vez que el pH del océano ha descendido, llevará miles de años revertir el cambio, aunque se asuman medidas para reducir las emisiones de CO2. Por ello, algunos expertos recomiendan prepararse para posibles impactos negativos que puedan afectar, por ejemplo, a las pesquerías. 
La Red Europea de Excelencia para el Análisis de los Ecosistemas Oceánicos (EUR-OCEANS -  http://www.eur-oceans.eu) recuerda que los océanos del Sur y el Ártico, más fríos y ácidos, podrían volverse totalmente inhóspitos a finales de este siglo para este tipo de organismos. Este fenómeno, junto al exceso de nutrientes (en su mayoría nitrógeno), provocado por el vertido de fertilizantes agrícolas y residuos, contribuye al incremento en mares y océanos de las denominadas "zonas muertas". Aquí, los bajos niveles de oxígeno extreman las condiciones de vida para la gran mayoría de especies marinas. 
Las "Zonas Muertas" que son áreas donde escasea gravemente el oxígeno esta alcanzando proporciones alarmantes y se extienden por los mares del mundo y pueden llegar a convertirse en un peligro aún mayor que la sobrepesca 
Al comienzo la degradación de las aguas en los océanos fue lenta y silenciosa. Pero actualmente la magnitud alcanzada resulta alarmante. 
El investigador Robert J. Díaz, del Instituto de Ciencia Marina de Virginia y una de las mayores autoridades del mundo en el fenómeno, calcula que actualmente existen en el mundo 405 zonas muertas (Diaz R.J. & Rosenberg R. 2008). En su anterior recuento -de hace unos cinco años, que es el que se ve en el gráfico- eran cerca de 150. Sus cálculos coinciden con los de la Organización de las Naciones Unidas, que ha advertido del “rápido aumento de estas zonas”.
La mayoría son zonas muertas periódicas. Coinciden con la llegada de las lluvias tras el verano. El agua recoge los excedentes de nutrientes de los campos de cereales, profusamente abonados en los países ricos. En los deltas y las desembocaduras, si las corrientes no los dispersan, ponen en marcha el proceso.
La relación con el desarrollo está clara. Desde los años sesenta del siglo XX, el número de zonas muertas identificadas se duplica cada década: 10, en 1960; 19, en 1970; 37, en 1980; 68, en 1990. Y su reparto -casi todas en el hemisferio norte- confirma su vínculo con prácticas de agricultura intensiva.
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Aproximadamente el 90 por ciento del comercio internacional se transporta por mar. Más del 29 por ciento de la producción mundial del petróleo viene de los océanos. El turismo de playa y los cruceros son una importante fuente de ingresos para muchos países, especialmente los pequeños Estados insulares en desarrollo. Cada año se capturan en todo el mundo casi 130 millones de toneladas de pescado, con un valor aproximado de 60 mil millones de dólares, y el sector pesquero y la acuicultura por si solos dan trabajo a 150 millones de personas.
Además los océanos a través de sus interacciones con la atmósfera, litósfera y la biósfera, juegan un papel relevante en la conformación de las condiciones que hacen posible las distintas formas de vida del planeta. De hecho, sin los océanos la vida no existiría en nuestro planeta.
¿Cómo se relacionan las cadenas tróficas cerca de las costas (Fig. 6.)? ¿Cómo se ven afectadas por las actividades humanas? ¿Es posible evaluar numéricamente los impactos que ocasionamos a nuestros recursos naturales costeros? El artículo publicado en la revista Marine Ecology Progress Series por Vera Vasas y colaboradores (2007) enfoca algunas de estas interrogantes utilizando análisis cualitativo de la red estructural del ecosistema. Se analiza principalmente el papel de las especies capaces de formar florecimientos de algas y de mareas rojas, así como el papel de las medusas en sistemas eutroficados. De igual manera se analiza la contribución de las influencias humanas en las cadenas alimenticias: descargas de nutrientes y el efecto de la sobrepesca.
A pesar de su importancia crítica, suele considerarse que los ecosistemas oceánicos carecen de utilidad en el Mundo. La ignorancia generalizada sobre su importancia ha contribuido a este concepto y ha promovido la destrucción y degradación de los ecosistemas (Report of the Pew Oceans Commission, 2003, Reporte de la Comisión Americana de los Océanos, 2003).  
En el Mundo se ha descuidado gravemente la conservación de la Diversidad Biólogica de los océanos y hay ecosistemas enteros amenazados de extinción (Mar del Norte, Mar Báltico)  (http://www.helcom.fi/helcom.html). 
Dos tercios de la acuicultura depende del ecosistema costero (manglares, pastizales, arrecifes coralinos etc). A medida que disminuye la extensión de los manglares, humedales costeros y praderas marinas, los hábitats costeros pierden su capacidad de actuar como filtros de organismos y sustancias contaminantes.  
Los indicadores de perdida de habitad, enfermedad, especies invasoras y blanqueamiento de corales (efecto invernadero) muestran todos que la biodiversidad esta disminuyendo. La sedimentación y la contaminación provenientes de la tierra están asfixiando algunos ecosistemas costeros, mientras que en ciertas áreas la pesca de arrastre esta reduciendo la diversidad. Algunas especies comerciales como el bacalao del Atlántico, cinco clases de atún y abadejo se hallan amenazados en todo el mundo, junto con varias especies de ballenas, focas, tiburones y tortugas marinas. Más de la mitad de los arrecifes de coral del mundo están potencialmente amenazados por las actividades humanas, y en las zonas más pobladas, esa proporción asciende al 80 por ciento, al mismo, cerca de 27 por ciento se perdieron.  
Ente los grandes desafíos del siglo XXI la sociedad tiene que aprender que los Océanos son fuente de vida como también puede serlo de la muerte. Los océanos deben, por tanto, ser apreciado y protegidos; y si se relegan al olvido las necesidades ecólogicas de los ecosistemas oceánicos; el estado del medio marino se convertirá en impedimento del desarrollo sostenible en lugar de un recurso para el mismo.  
El mundo debería replantearse la manera en que se está midiendo el crecimiento económico. Durante mucho tiempo las prioridades de desarrollo se han centrado en lo que la humanidad puede extraer de los ecosistemas, sin pensar demasiado sobre como afecta esto la base biológica de nuestras vidas. Se puede decir que ha habido un progreso muy limitado en la reducción de la pobreza en los países en desarrollo, y la Globalización, por si misma, no ha beneficiado a la mayoría de la población mundial. En general, los intentos por impulsar el desarrollo humano y para detener la degradación del medio oceánico, no han sido eficaces durante la pasada década. Los escasos recursos, la falta de voluntad política, un acercamiento no coordinado, y los continuos modelos derrochadores de producción y de consumo han frustrado los esfuerzos de poner en ejecución el desarrollo oceánico sostenible, o el desarrollo equilibrado entre las necesidades económicas y sociales de la población, y la capacidad de los recursos oceánicos y de los ecosistemas para resolver necesidades presentes y futuras.  
La responsabilidad de proteger los océanos recae no sólo sobre los políticos quienes definen las condiciones nacionales e internacionales de protección de los ecosistemas, sino también es tarea de cada individuo. La exigencia a los políticos para que tomen medidas más efectivas frente a esta problemática debe de estar acompañada del compromiso de cada uno de nosotros por actuar en una forma más responsable en la promoción de la defensa de las metas por la protección de los océanos. 
Fuente: Waste Magazine / Foto: J. E. Gómez

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