El síndrome tecnológico



“No existe una clave para nuestro problema, ninguna panacea para la enfermedad que padecemos. El síndrome tecnológico es mucho más complejo por eso, y tampoco es cuestión de escapar de él. Aunque realizásemos una importante conversión y reformásemos nuestro hábitos, no por ello desaparecería el problema fundamental. Pues la aventura tecnológica debe proseguir; en adelante, los correctivos susceptibles de asegurar nuestra salud exigen un nuevo desafío sin tregua el ingenio técnico y científico, que engendra nuevos riesgos que le son propios. Así, alejar el peligro en una tarea permanente, cuyo cumplimiento está condenado a seguir siendo una labor deslavazada y muchas veces incluso un remiendo.

Esto significa que, sea cual sea el porvenir, debemos efectivamente vivir en la sombra de la calamidad amenazante. Pero, en ser consciente de esta sombra, como es el caso hoy día, consiste paradójicamente la chispa de la esperanza: ella, en efecto, impide que desaparezca la voz de la responsabilidad y el principio esperanza se reúnen finalmente, incluso sino se trata de una esperanza exagerada en un paraíso terrestre, sino de una esperanza más moderada respecto a la posibilidad de continuar habitando un mundo en el porvenir y respecto a una supervivencia que sea humanamente digna de nuestra especie, teniendo en cuenta la herencia que se le ha confiado y que, ciertamente no es miserable, pero tampoco menos limitada. Esta es la carta que desearía jugar.”

Una ética para la Naturaleza. Hans Jonas 1993.
“El avance científico en los últimos decenios, unido a la ferocidad capitalista con el acopio y la acumulación de riqueza por sí misma, han trasladado los mecanismos de intensificación de la explotación de los recursos y de los bienes al mundo de la genética. La excusa es que es para mejorar las condiciones y la calidad de vida de los seres humanos que componen la sociedad. El escudo en que se parapetan, que sólo los retrógrados se oponen al avance inexorable de la ciencia. La realidad es que no es así, sino que se investiga para obtener beneficios, como resultado de la venta de los productos que son objeto y consecuencia de la investigación, sean estos ruedas de coche, nuevos materiales semiconductores, prótesis o patentes genéticas de semillas.”

Clonación, genética y energía. Pedro Pérez Prieto. 2004


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