La gasolina ecológica

En los supermercados hay aceite de palma hasta en la sopa pero también se vende como ingrediente para dar de comer a coches y camiones
 Gustavo Duch

¿Qué tienen en común unas galletas para la merienda con una crema de verduras del supermercado? ¿Y unas pizzas listas para calentar con unas empanadillas precocinadas o con unos bollitos enfundados en plástico? Averiguarlo es sencillo. Al comparar las listas de los ingredientes de cada producto hay uno que aparece repetido en todos ellos, el aceite producido a partir del fruto de la palma africana, el monocultivo del siglo XXI, descrito en alguna de sus múltiples fórmulas de bautizo: aceite de palma, aceite de palmiste, grasa vegetal (palma), grasa vegetal fraccionada e hidrogenada de palmiste, sodium palmitate, estearina de palma (palm stearin), palmoleina u oleina de palma (palmolein), manteca de palma o, algo más rebuscado, el nombre científico de la palma aceitera, la elaeis guineensis. 
En concreto, la mitad del aceite de palma que Europa importa -unos siete millones de toneladas mayoritariamente del sudeste asiático- se dedica a la producción de agrodiesel o de biodiesel como les gusta decir a las empresas del sector pues así, vestida de verde, les fue muy bien para conseguir que, allá por el año 2003, la Unión Europea incentivara su uso.
MUCHA MÁS CONTAMINACIÓN
Ya entonces desde diferentes organizaciones campesinas y ecologistas planteamos con todas nuestras fuerzas el peligro de estas políticas de sustitución de combustibles fósiles, tanto desde la preocupación del encarecimiento de los precios de los alimentos básicos al contar con menos hectáreas para su producción, como por consecuencias ambientales. Pero no ha sido hasta el año pasado que la Unión Europea ha reaccionado. Las evidencias y los estudios son muy tajantes como el más reciente informe de Transport & Environment (T&E) que explica que talar o quemar bosques para dar paso a los cultivos de las palmas acaba representando que el aceite de palma suponga un 303% más de emisiones que el diésel fósil. Tres veces más de contaminación.
La reacción de la Unión Europea de todas maneras es muy tímida permitiendo que hasta el 2020 se siga consumiendo la misma cantidad que actualmente, un 7% del consumo de combustible en el transporte, para acabar en el 2030 reduciendo su uso hasta un 3,8%. Incluso me permito dudar de si finalmente se mantendrá esta medida pues, si como dice la Oil World, el precio del aceite de palma es el más barato de los últimos 15 años, me temo que las presiones de la industria (facturó 13.400 millones en el 2014) impidan la aplicación de esta insuficiente medida.
Cuando el cambio climático ya está desprendiendo icebergs y floreciendo almendros, y cuando los intereses económicos de este coltán viscoso son responsables de la expulsión de mucho campesinado de sus tierras y son una de las causas de la violencia en Honduras o en el aborto de un profundo proceso de paz en Colombia, transiciones tan lentas y voluntades tan cortas no son aceptables.

Gustavo Duch es coordinador de la revista Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas.
Fuente: http://www.elperiodico.com/es/noticias/opinion/gasolina-ecologica-articulo-duch-5732892

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