El ‘Santuario de Ballenas’ en el Atlántico Sur tendrá que esperar

El último debate por la creación de un santuario de ballenas aconteció durante la 69º reunión de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) que tuvo lugar en Lima, Perú, del 23 al 27 de septiembre de 2024 y en el que el objetivo no pudo lograrse a falta de un solo voto: Cuando se creía tener los votos suficientes para la creación del Santuario de ballenas en el Atlántico Sur, la esperanza de que finalmente se estableciera esta área de conservación, quedó frustrada. La propuesta de creación de este espacio de protección para los cetáceos se presentó, por primera vez, en el año 1998 ante la Comisión Ballenera Internacional (CBI), pero el pedido aún no se ha logrado concretar después de 36 años.

Ivette Sierra Praeli

El tema, que es impulsado por Brasil, Argentina y Uruguay, con el apoyo del llamado Grupo Buenos Aires, compuesto por 11 países Latinoamericanos, fue planteado nuevamente, durante la última reunión de la CBI que se realizó en Lima, Perú, entre el 23 y 27 de septiembre de 2024. Sin embargo, el pedido no fue aprobado. Según los resultados de la votación de los países miembros aptos para tomar esta decisión —40 a favor, 14 en contra y 3 abstenciones— faltó solo un voto para llegar al 75 % de los votos necesarios.

“La no aprobación del Santuario, a pesar de un récord histórico de 74% de los votos, tiene que ver con el bloqueo que hace un grupo minoritario de países que son de fuera de la región del hemisferio sur y que, a través de su voto negativo, bloquean esta propuesta. De hecho el Santuario no se aprobó por un voto. Estuvimos muy cerca”, señala Roxana Schteinbarg, cofundadora y coordinadora de programas de conservación del Instituto de Conservación de Ballenas, de Argentina. Una serie de cambios de último momento en las reglas para la votación y decisiones inesperadas de algunos países que habían comprometido su apoyo echaron por tierra la esperanza de que esta propuesta finalmente se concrete.
Durante los cinco días de reunión, los representantes de los 57 países que asistieron a la cita de la CBI tomaron decisiones sobre otros temas. Uno de ellos fue mantener la moratoria global de caza comercial de ballenas en aguas internacionales que fue aprobada por primera vez en 1982 debido al declive de las poblaciones de estos cetáceos. La decisión de mantener la moratoria se aprobó por mayoría, a pesar de las propuestas presentadas por países balleneros destinadas a debilitar este acuerdo.

El Santuario de ballenas en el Atlántico Sur queda postergado

No es la primera vez que se frustra la creación de esta reserva. En el 2011, el bloque de países balleneros se retiró de la sala cuando se iba a dar la votación yen el 2022 el grupo de países que apoya la caza de ballenas aprovechó un descanso antes de la votación y no retornó a la reunión. En ambos casos se decidió que estas ausencias significaban que no había el quórum necesario para votar.
“Este año era el momento para su creación. Teníamos más del 80% de apoyo; incluso si se retiraban los balleneros, seguiríamos teniendo quórum para llevar adelante la votación. Pero la presidencia tomó dos decisiones que favorecieron a un mayor número de países balleneros para votar. Entonces, bloquearon la creación del Santuario por menos de un 1%”, señala Elsa Cabrera, directora ejecutiva del Centro de Conservación Cetácea (CCC) y observadora acreditada en las reuniones de la CBI.
Cabrera explica que las reglas de la CBI son muy estrictas sobre el derecho a voto que tienen los países miembros. Una de estas reglas es que aquellos países que adeuden su membresía se quedan sin derecho a voto. Sin embargo, este año, el día que se inició la reunión, la presidencia de la CBI anunció dos determinaciones que cambiaban las reglas establecidas.
La primera decisión indicaba que los países miembros con deudas pequeñas ante la CBI podían firmar un plan de pago, de tal forma que con este compromiso recuperaban su derecho a voto. La segunda decisión favoreció a los países que si bien habían cancelado su deuda su transferencia de pago aún no se concretaba, puesto que se decidió que podrían votar siempre que probaran que el pago estaba en camino.
“Esos cambios se debieron presentar como propuestas por lo menos 60 días antes para que los países miembros los pudieran revisar y evaluar sus consecuencias”, comenta Cabrera. Según la experta, estas modificaciones beneficiaron a nueve países de los cuales siete pertenecen al bloque que promueve la caza de ballenas. “Parece extraño que el bloque de países balleneros estuviera tan bien preparado para realizar ese pago rápidamente, algo que no pudieron hacer varios países conservacionistas que se quedaron sin voto”, como Ecuador y Costa Rica, agrega.
Aunque Panamá, que está a favor de la creación del santuario, se benefició con esta medida sobre el pago de deudas y pudo votar, fueron más los países balleneros que aprovecharon la ventaja en los pagos. Entre ellos están Costa de Marfil, República de Guinea y San Vicente y Las Granadinas. “Faltó apenas el 1%, no lo podemos creer”, comenta Cabrera.
El negocio de la caza de ballenas
“Islandia, Noruega y Japón son los países que actualmente continúan cazando ballenas dentro de sus aguas jurisdiccionales. De ellos, el caso de Japón es el más preocupante porque hay una población de ballenas de aleta en sus aguas jurisdiccionales que están en peligro de extinción”, señala Aimee Leslie, directora de Conservación del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), en Perú.
Leslie explica que el porcentaje de caza de ballena anual que ha establecido Japón representa el 10% de esta población, lo que significa que dentro de cuatro años se podría acabar con el 40% de la población de esta especie. Pero lo que más inquieta a Leslie y a otros expertos que abogan por la conservación de las ballenas, es el rol que juega este país en la CBI, pese a que se retiró de esta comisión en el año 2018 luego de intentar que nuevamente se legalice la caza comercial de ballenas a través levantamiento de la moratoria.
“Lo que vemos es que Japón sigue estando ahí (en la CBI) y de alguna manera está moviendo los hilos de un grupo minoritario de países que todavía apoyan sus intereses balleneros”, comenta Roxana Schteinbarg, del Instituto de Conservación de Ballenas.
Schteinbarg señala que países del Caribe y de África occidental y central se han convertido en los países ‘satélites’ de Japón, porque ni siquiera se dedican a la caza de ballenas, pero son los que presentaron la propuesta para poner fin a la moratoria bajo “el absurdo pretexto de garantizar la seguridad alimentaria”. Schteinbarg agrega que varios de los países que apoyan a Japón lo hacen porque el país asiático les entrega subsidios para sus inversiones en pesca.
“Tenemos un problema muy serio para seguir avanzando y es la continua y nefasta influencia de Japón”, señala José Truda, coordinador de Desarrollo Institucional del Instituto Baleia Jubarte, de Brasil. Aunque Japón se retiró de la CBI, agrega Truda, sigue como observador, pero la verdad es que sigue manipulando los procedimientos de la Comisión a través de un bloque de países que están visiblemente todavía bajo la influencia de Japón como son los países del Caribe y de África Occidental. “En ningún momento fue esto tan evidente como en la votación que tuvimos sobre la propuesta del Santuario de Ballenas del Hemisferio Sur”.
Truda cuenta que los países de América Latina que presentaron la propuesta contaban con expresiones formales y escritas de apoyo de los gobiernos de Benín y Costa de Marfil. En el primer caso se trataba de una declaración presidencial y en el segundo de una declaración de su misión en Naciones Unidas. Sin embargo, cuenta Truda, poco antes de la votación los representantes de estos países se reunieron con el observador de Japón y, finalmente, votaron en contra.
El experto de Brasil también comenta que la caza de ballena en los países que aún realizan esta actividad es subsidiada por sus gobiernos. Menciona que en Islandia hay actualmente una discusión sobre la conveniencia de seguir con esta actividad en lugar de promover el turismo sostenible de avistamiento de cetáceos.
Lo mismo sucede en Noruega, dice Truda, un país donde “la captura real está por debajo de la cuota que determinó el propio gobierno, debido a que la carne y productos de las ballenas son exportados a Japón y este país ya tiene un stock que está en algunos miles de toneladas”. Para Truda la caza de ballenas “es algo totalmente irracional pero se mantiene por una decisión política”.
¿Por qué se debe  crear un Santuario de Ballenas del Hemisferio Sur?
“Actualmente no hay una sola especie de ballenas que haya alcanzado siquiera el 50% del tamaño de la población global que tenía antes de que se iniciara la caza comercial a finales del siglo XIX”, comenta Javier Rodrigez-Fonseca, director de la Fundación Promar y miembro de la Coalición Costarricense por la Ballenas.
Rodrigez-Fonseca indica que desde que se instauró la moratoria la especie que más se ha recuperado es la ballena jorobada, que ha alcanzado alrededor del 45% del tamaño de su población original, todas las demás especies están por debajo de esa cifra. La ballena azul, la ballena franca, la ballena ártica también están en una situación crítica. “Si no se hubiera establecido la moratoria a la caza, ahora no tendríamos ballenas en el mar”, agrega el experto.
“Las tasas reproductivas de estas especies y, en general, de las especies de gran tamaño, son muy bajas, con una cría por parto. Las hembras se reproducen una vez cada tres o cuatro años, son ritmos muy lentos. Entonces, cualquier desbalance en la recuperación puede ocasionar la reducción de la población”, comenta Rodrigez-Fonseca. Otras situaciones que las ponen en peligro, agrega el experto, son la caza ilegal, la contaminación del océano, el tráfico marino que genera muertes por colisiones con barcos, así como los enredos por aparejos de pesca.
Rodrigez-Fonseca también explica que el Santuario es muy importante para fortalecer y mejorar el turismo de observación de cetáceos, en una región donde está creciendo esta actividad que, además, beneficia a las comunidades costeras. El santuario también permitiría hacer un mejor ordenamiento de las innumerables rutas de tráfico marino en el Atlántico Sur. “Se ordenaría las actividades pesqueras, pero no se prohibiría. Además, no incluye el territorio marino de ninguno de los países que abarca, pues se inicia a partir de las 200 millas, donde termina el mar territorial y empiezan las aguas internacionales”.
Hablamos de una iniciativa que se presentó por primera vez en 1998 ante la CBI y sobre la que se ha insistido incontables veces. En esta oportunidad, solo faltó un voto para llegar a crear una zona de protección para cetáceos en el Atlántico Sur. Una iniciativa que ante las evidencias de que las amenazas contra las ballenas no hacen más que crecer, es cada vez más necesario sacar adelante.

Fuente: – Mongabay.org
 

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